lunes, 16 de abril de 2012



          CLARA ZETKIN: RECUERDOS SOBRE LENIN (I)
                                              (1924)



Lenin me había hablado muchas veces del problema de
la mujer. Se veía que atribuía una importancia muy grande
al movimiento femenino, como parte esencial, en ocasiones
incluso decisiva, del movimiento de las masas. Huelga decir
que, para él, la plena equiparación social de la mujer con el
hombre era un principio inconmovible, y que ningún comunista
podía ni siquiera discutir. Fue en el gran despacho de
Lenin en el Kremlin donde, en el otoño de 1920, tuvimos la
primera conversación un poco larga acerca de este tema.
Lenin estaba sentado en su mesa de escribir, que, cubierta
de papeles y de libros, hablaba de estudio y de trabajo, sin
que reinase en ella ningún "desorden genial".

—Tenemos que crear a todo trance un fuerte movimiento
femenino internacional sobre una base teórica clara —dijo
Lenin, encauzando la conversación después de las palabras
de saludo—. Sin teoría marxista no puede haber una buena
actuación práctica, esto es evidente. Nosotros, los comunistas,
necesitamos también de una gran pureza de principios
en esta cuestión. Tenemos que distinguirnos nítidamente de
todos los demás partidos. Desgraciadamente, nuestro segundo
congreso internacional ha fallado en el modo de plantear
el problema de la mujer. Planteó el problema, pero sin
llegar a tomar una posición ante él. El asunto se halla todavía
en poder de una comisión. Esta se encargará de redactar
una proposición, tesis, líneas directrices. Sin embargo,
hasta hoy no ha hecho gran cosa. Es necesario que usted
eche una mano.

Lo que Lenin me decía lo había oído ya por otro conducto,
manifestando mi asombro ante ello. Estaba entusiasmada
de todo lo que las mujeres rusas habían aportado a la
revolución y de lo que todavía aportaban para defenderla y
sacarla adelante. El partido bolchevique me parecía también
un partido modelo, el partido modelo por excelencia, en lo
tocante a la posición y actuación de la mujer dentro de él.
Este partido aportaba, por sí solo, elementos valiosos, disciplinados
y expertos y un gran ejemplo histórico al movimiento
femenino comunista internacional.

—Sí; eso es cierto, y es magnífico y está muy bien —dijo
Lenin, con una sonrisa silenciosa, apenas esbozada—. En
Petrogrado, aquí, en Moscú, en las ciudades y centros industriales
y en el campo, las proletarias se han portado maravillosamente
en la revolución. Sin ellas, no habríamos triunfado.
 O habríamos triunfado a duras penas. Yo lo creo
así. No puede usted imaginarse lo valientes que fueron y lo
valientes que están siendo todavía. Represéntese usted todas
las penalidades y privaciones que soportan estas mujeres.
"Y las soportan porque quieren que los Soviets salgan
adelante, porque quieren la libertad, el comunismo. Sí;
nuestras proletarias son unas magníficas luchadoras de clase.
Merecen que se las admire y se las quiera. Por lo demás,
hay que reconocer que también las damas de la "democracia
constitucional" demostraron en Petrogrado mucha más
valentía contra nosotros que los hombrecillos terratenientes.
Eso es verdad. En el partido, tenemos camaradas de confianza,
inteligentes e incansables para la acción. Con ellas,
hemos podido cubrir no pocos puestos importantes en los
Soviets y Comités ejecutivos, en los comisariados del pueblo
y en las oficinas públicas. Algunas trabajan día y noche en
el partido o entre las masas de los proletarios y los campesinos
y en el Ejército rojo. Esto, para nosotros, tiene mucha
importancia. Y lo tiene también para las mujeres del mundo
entero, pues demuestra la capacidad de la mujer, la gran
importancia que tiene su valor para la sociedad. La primera
dictadura del proletariado está siendo su verdadero campeón
en la lucha por la plena equiparación social de la mujer.
Desarraiga más prejuicios que muchos volúmenes de
literatura feminista. Pero, a pesar de todo y con todo, todavía
no existe un movimiento femenino comunista internacional,
y es necesario crearlo a todo trance. Es necesario
entregarse inmediatamente a esta tarea. Sin esto, la labor
de nuestra Internacional y de sus partidos no es ni será
nunca lo que debe ser. Y hay que conseguir que lo sea,
pues lo exige la revolución. Cuénteme usted en qué situación
está la labor comunista en el extranjero".

Le informé acerca de esto, todo lo bien que podía hacerlo,
dada la mala e irregular articulación que por aquel entonces
existía en los partidos afiliados a la III Internacional.
Lenin escuchaba mis palabras atentamente, con el cuerpo
un poco inclinado hacia adelante, sin asomo de cansancio,
de impaciencia o de hastío, siguiendo con reconcentrado
interés hasta los detalles más secundarios. No he conocido
a nadie que escuchase mejor que él ni que mejor ordenase
lo escuchado, sacando de ello las conclusiones generales.
Así lo denotaban las preguntas rápidas y siempre muy concretas
con que interrumpía de vez en cuando los informes y
el modo certero con que volvía después sobre este o aquel
detalle de la conversación. Lenin tomaba algunas notas
rápidas.

Como era natural, analicé con especial detenimiento la
situación alemana. Expuse a Lenin la insistencia con que
Rosa Luxemburgo planteaba la necesidad de ganar para las
luchas revolucionarias a las grandes masas femeninas. Al
fundarse. el partido comunista, acuciaba porque se lanzase
un periódico para la mujer. Cuando Leo Jogisches, en la
última entrevista que tuvimos —dos días antes de que le
asesinasen— discutió conmigo las tareas inmediatas del
partido y me encomendó algunos trabajos, figuraba entre
éstos un plan para la organización de la labor entre las mujeres
trabajadoras. En su primera conferencia clandestina,
el partido se había ocupado de este asunto. Las agitadoras y
dirigentes que antes de la guerra y durante ésta se Habían
destacado como mujeres disciplinadas y expertas dentro del
movimiento, se habían quedado casi sin excepción dentro
de la socialdemocracia, reteniendo con ellas a las proletarias
más inquietas. No obstante, se había logrado reunir ya un
pequeño núcleo de camaradas muy enérgicas y dispuestas a
todos los sacrificios, tomaban parte en todos los trabajos y
en todas las luchas del partido. Este núcleo de mujeres se
había puesto ya a organizar la actuación sistemática entre
las proletarias. Naturalmente, estaba todo en sus comienzos
todavía; pero eran ya, desde luego, comienzos muy prometedores.
—No está mal, nada mal —dijo Lenin—. La energía, la
capacidad de sacrificio y el entusiasmo de las camaradas, su
valentía y su habilidad en tiempos clandestinos abren una
buena perspectiva sobre la labor futura. Son elementos muy
valiosos para el desarrollo del partido y su robustecimiento,
para su capacidad de atracción sobre las masas y para planear
y desarrollar acciones. Pero, ¿qué tal andan las camaradas
y los camaradas en punto a claridad y a disciplina en
cuanto a principios? Esto tiene una importancia fundamental
para el trabajo entre las masas. Influye enormemente sobre
lo que pasa entre las masas, saber lo que las atrae y entusiasma.

De momento, no recuerdo quién fue el que dijo que
"para hacer grandes cosas hay que entusiasmarse". Nosotros
y los trabajadores del mundo entero tenemos todavía,
realmente, grandes cosas que hacer. Veamos, pues, ¿qué
es lo que entusiasma a esas camaradas, a las mujeres proletarias
de Alemania? ¿Cómo andan de conciencia proletaria
de clase? ¿Concentran su interés, su actuación, en las reivindicaciones
políticas de la hora? ¿Cuál es el eje de sus pensamientos?
"Acerca de esto, he oído contar cosas muy curiosas a
algunos camaradas rusos y alemanes. Voy a decirle a usted
una. Me han contado, por ejemplo, que una comunista muy
inteligente de Hamburgo edita un periódico para las prostitutas,
y quiere organizar a éstas en la lucha revolucionaria.

Rosa sentía y obraba humanamente como comunista cuando,
en un artículo, salió en defensa de unas prostitutas a
quienes no sé qué trasgresión cometida contra las ordenanzas
de Policía por las que se rige el ejercicio de su triste
profesión, había llevado a la cárcel. Estos seres son víctimas
de la sociedad burguesa, dignas de lástima por dos conceptos.
Son víctimas de su maldito régimen de propiedad y son
además víctimas de su maldita hipocresía moral. Esto es
evidente, y sólo un hombre zafio y miope puede no verlo.
Pero una cosa es comprender esto y otra cosa muy distinta
querer organizar a las prostitutas —¿cómo diré yo?— gremialmente
como una tropa revolucionaria aparte, editando
para ellas un periódico industrial. ¿Es que en Alemania no
quedan ya obreras industriales que organizar, para quienes
editar un periódico, a quienes atraer a nuestras luchas? Se
trata, evidentemente, de un brote enfermizo. Esto me recuerda
demasiado aquella moda literaria que convertía poéticamente
a cada prostituta en una santa de los altares.

También aquí era sana la raíz: un sentimiento de solidaridad
social, de rebeldía contra la hipocresía virtuosa de los honorables
burgueses. Pero este sentimiento sano degeneraba y
se corrompía en manifestaciones burguesas. Por lo demás,
también a nosotros nos va a plantear más de un problema
difícil el asunto de la prostitución. Hay que tender a incorporar
a las prostitutas al trabajo productivo, a la economía
social. Pero esto es difícil y complicado de conseguir en el
estado actual de nuestra economía y bajo todo el conjunto
de circunstancias actuales. Ahí tiene usted un fragmento del
problema de la mujer que se presenta ante nosotros después
de la conquista del Poder por el proletariado y que
reclama una solución práctica. En la Rusia soviética, esto
nos dará todavía mucho que hacer. Pero, volvamos al caso
especial de Alemania, El partido no puede, ni mucho menos,
cruzarse de brazos ante esos desaguisados que cometen
sus individuos. Esto crea confusión y dispersa fuerza. Y usted,
vamos a ver, ¿qué ha hecho por impedir estas cosas?
Antes de que pudiese contestar, Lenin prosiguió:
—En su "Debe", Clara, hay más cosas apuntadas. Me
han contado que en las veladas de lectura y discusión que
se organizan para las camaradas son objeto preferente de
atención el problema sexual y el problema del matrimonio,
y que sobre estos temas versa principalmente el interés y la
labor de enseñanza y de cultura políticas. Cuando me lo
dijeron, no quería dar crédito a mis oídos. El primer Estado
de la dictadura proletaria lucha con los contrarrevolucionarios
del mundo entero. La misma situación de Alemania reclama
la más intensa concentración de todas las fuerzas
proletarias, revolucionarias, para cortar los avances cada
vez mayores de la contrarrevolución. ¡Y he aquí que las camaradas
activas se ponen a discutir el problema sexual y el
problema de las formas del matrimonio "en el pasado, en el
presente y en el porvenir"! Creen que su deber más apremiante
en esta hora es ilustrar a las proletarias acerca de
esto. Se me dice que la publicación más leída es un folleto
de una joven camarada vienesa sobre la cuestión sexual.
¡Valiente mamarrachada! Lo que interesa de estas cuestiones
a los obreros hace ya mucho tiempo que lo han leído en
Bebel... Pero no en un estilo aburrido, pétreo, esquemático
como el del folleto, sino en un estilo recio de agitación, de
agresividad contra la sociedad burguesa. Querer ampliar eso
con las hipótesis freudianas, podrá parecer "culto" y hasta
pasar por ciencia, pero no es más que una estupidez de
profanos. La teoría freudiana es también, hoy, una de esas
tonterías de la moda. Yo desconfío de las teorías sexuales
expuestas en artículos, ensayos, folletos, etc., en una palabra,
de esa literatura específica que crece exuberante en los
estercoleros de la sociedad burguesa. Desconfío de esos que
sólo saben mirar al problema sexual como el santo indio a
su ombligo. Me parece que esa exuberancia de teorías
sexuales, que en su mayor parte, no son más que hipótesis,
y no pocas veces hipótesis arbitrarias, brota de una necesidad
personal, de la necesidad de justificar ante la moral
burguesa, implorando tolerancia, las aberraciones de la propia
vida sexual anómala o hipertrofiada. A mí me repugna
por igual ese respeto hipócrita a la moral burguesa y ese
constante hociquear en la cuestión sexual. Por mucho que
se las dé de rebelde y de revolucionaria, esta actitud, es, en
el fondo, perfectamente burguesa. Es, en realidad, una tendencia
favorita de los intelectuales y de los sectores afines a
ellos. En nuestro Partido, en el seno del proletariado militante,
con conciencia de clase, no tienen nada que hacer
estas cuestiones.

Yo objeté que, bajo el régimen de la propiedad privada y
el orden burgués, el problema sexual y el problema del matrimonio
envolvían múltiples preocupaciones, conflictos y
penalidades para las mujeres de todas las clases y sectores
sociales. Que la guerra y sus consecuencias habían venido
precisamente a agudizar para la mujer los conflictos y las
penalidades que las relaciones sexuales llevan consigo, poniendo
al desnudo problemas que antes quedaban ocultos.
La atmósfera de la revolución en marcha se prestaba
magníficamente para esto. El viejo mundo de sentimientos y
de ideas comenzaba a vacilar. Los antiguos vínculos sociales
se aflojaban y se rompían, descubriéndose atisbos de nuevas
relaciones y actitudes humanas. Dije que el interés por
estas cuestiones era un signo de la necesidad que se sentía
de claridad y de nuevas orientaciones. Que en esto se revelaba
también una reacción contra la falsedad y la hipocresía
de la sociedad burguesa. Que el tránsito de las formas del
matrimonio y de la familia a lo largo de la historia, bajo la
dependencia de la economía, se prestaba para destruir en la
conciencia de las proletarias la fe supersticiosa en la eternidad
de la sociedad burguesa. Que una actitud de crítica
histórica ante estos problemas tenía necesariamente que
conducir a un análisis despiadado del régimen burgués, a
poner al desnudo sus raíces y sus efectos, a marcar con el
hierro candente la hipocresía de la moralidad sexual. Que
todos los caminos llevaban a Roma. Que todo lo que fuere
analizar con un criterio verdaderamente marxista una parte
importante de la superestructura ideológica de la sociedad,
un fenómeno social destacado, tenía que conducir necesariamente
al análisis de la sociedad burguesa y del régimen
básico de la propiedad, tenía forzosamente que desembocar
¡en el Carthiginem est delendam!
Lenin asentía sonriendo :
—Acaso lo tenemos. ¡Defiende usted como un verdadero
abogado a sus camaradas y a su partido! Claro está que
lo que usted dice es cierto. Pero, en el mejor de los casos,
eso no hace más que disculpar, y no justificar el error cometido
en Alemania. Esa conducta es y sigue siendo un
error. ¿Podría usted asegurar seriamente que en aquellas
lecturas y discusiones se estudian el problema sexual y el
problema del matrimonio, desde el punto de vista del
marxismo maduro, del materialismo histórico vivo y real?
Esto exige una cultura amplísima y profunda, el dominio
completo de un enorme material. ¿Dónde tienen ustedes los
elementos para eso? Si los tuviesen, no se daría el caso de
tomar por norma de enseñanza en esas lecturas y discusiones
un folleto como el que he citado. En vez de criticarlo, se
le recomienda y se le difunde. ¿Y adónde conduce esa manera
superficial y antimarxista de tratar el problema? A que
el problema sexual y el del matrimonio no se enfoquen como
una parte del gran problema social, sino, por el contrario,
éste, el gran problema social, como una parte, como un
apéndice de los problemas sexuales. Lo principal se convierte
en lo accesorio. Y esto no sólo siembra la confusión en
estos problemas, sino que empeña los pensamientos, la
conciencia de clase de las proletarias, en general.
"Además, y no es esto lo menos importante, ya el sabio
Salomón decía que todo requería su tiempo. Y dígame usted,
¿ acaso es este el momento de entretener meses y meses
a proletarias explicándoles cómo se ama y se hace el
amor, cómo se corteja y se dejan las mujeres cortejar? Claro
está que todo es "en el pasado, en el presente y en el
porvenir" y en los más diversos .pueblos. ¡Y luego dicen,
muy orgullosas, que esto es materialismo histórico! No; en
estos momentos, todos los pensamientos de las camaradas,
de las mujeres del pueblo trabajador, deben concentrarse
en la revolución proletaria. Esta echará también las bases
para la necesaria renovación del matrimonio y de las relaciones
sexuales. Hoy, son, en verdad, otros los problemas
que están en primer plano, y no precisamente el de las formas
matrimoniales de los negros australianos y el matrimonio
entre hermanos en la antigüedad. El problema primario
para los proletarios alemanes siguen siendo los Soviets. El
Tratado de Versalles y sus efectos en la vida de las masas
femeninas, el paro, la baja de salarios, los impuestos y muchas
otras cuestiones: éstos son los problemas que hoy
están a la orden del día. En una palabra, me sostengo en mi
idea de que esa clase de cultura política social, que se da a
las proletarias es falsa, completamente falsa. ¿Cómo pudo
usted callarse ante estos hechos? Usted debió interponer su
autoridad para evitarlo".

Expliqué al indignado amigo que, por falta de críticas y
de reproches a las camaradas dirigentes de distintos sitios
no había quedado, pero que ya sabía que nadie era profeta
en su tierra ni entre su gente. Que mis críticas habían hecho
recaer sobre mí la sospecha de que conservaba todavía
"fuertes resabios de prejuicios socialdemócratas y de concepciones
pequeñoburguesas pasadas de moda". Pero que,
en fin de cuentas, la crítica no había sido en balde, pues el
problema sexual y el del matrimonio no eran ya el eje de los
cursos y de las discusiones. Pero Lenin siguió desarrollando
la idea tratada.

—Ya sé, ya sé —dijo—; también a mí se me acusa en este
respecto de filisteo por ciertas gentecillas, a pesar de lo
que el filisteísmo me repugna, por lo que encierra de hipocresía
y de estrechez. Pero, yo soporto pacientemente todo
eso. Esos pajarillos de pico amarillo, salidos apenas del cascarón
de los prejuicios burgueses, son siempre terriblemente
listos. Pero, ¡qué se va a hacer! Hay que resignarse a
eso, y no corregirse. También el movimiento juvenil adolece
de modernismo en su actitud ante el problema sexual y en
su exceso de preocupación por él —Lenin ponía en la palabra
"modernismo" un acento irónico, haciendo al pronunciarla
un gesto desdeñoso Según me han informado muchos
—continuó—, el problema sexual es también tema favorito
de estudio en las organizaciones juveniles alemanas. Los
conferenciantes no dan abasto, al parecer, a la apetencia
del público. Y en el movimiento juvenil, este estrago es especialmente
nocivo, especialmente peligroso. Fácilmente
puede conducir, en no pocos jóvenes, a la exaltación y a la
sobreexcitación de la vida sexual, destruyendo la salud y la
fuerza juveniles. Es necesario que luchen ustedes también
contra esto. No en vano el movimiento femenino y juvenil
tienen muchos puntos de contacto. Nuestras camaradas
debieran colaborar sistemáticamente en todos los países
con la juventud. Esto sería una continuación y una exaltación
de la maternidad de lo individual a lo social. Y hay que
fomentar en la mujer todo lo que en ella apunte de vida y
de actuación social, para ayudarla a vencer la estrechez de
su psicología individual y pequeñoburguesa de hogar y de
familia. Pero esto es una consideración incidental.

"También aquí una gran parte de la juventud se entrega
apasionadamente a "revisar" las "concepciones burguesas y
de la moral" en los problemas sexuales. Y debo añadir que
se trata precisamente de una gran parte de nuestros mejores
jóvenes, de los que realmente prometen. Es como usted
decía antes. En la atmósfera de los estragos de la guerra y
de la revolución en marcha, los viejos valores ideológicos se
disuelven, al estremecerse las bases económicas de la sociedad,
y pierden su fuerza coactiva. Y los nuevos valores
cristalizan lentamente, a fuerza de luchas. También en punto
a las relaciones humanas, a las relaciones entre hombre
y mujer, se revolucionan los sentimientos y las ideas. Se
trazan nuevos linderos entre el derecho del individuo y el
derecho de la colectividad y, por tanto, el deber individual.
Las cosas se hallan todavía en plena fermentación caótica.
La orientación en la fuerza evolutiva de las diversas tendencias
encontradas, no se destaca todavía con absoluta claridad.
Es un proceso lento, y no pocas veces doloroso, de
destrucción y de creación. Donde más se nota esto es precisamente
en las relaciones sexuales, en el matrimonio y la
familia. La decadencia, la podredumbre, la suciedad del matrimonio
burgués, con su difícil disolubilidad, con su libertad
para el hombre y su esclavitud para la mujer, la hipocresía
repugnante de la moral y de las relaciones sexuales, llenan
de profundo asco a los seres espiritualmente más sensibles
y mejores.

"La coacción del matrimonio burgués y de las leyes por
que se rige la familia de los Estados burgueses, agudiza los
males y los conflictos. Es la coacción de la "santa propiedad",
que santifica la venalidad, la vileza y la porquería. La
hipocresía convencional de la honesta sociedad burguesa se
encarga del resto. La gente busca satisfacción a sus legítimos
anhelos contra el orden repugnante y antinatural que
impera. En tiempos como éstos, en que se derrumban reinos
poderosos, en que se vienen a tierra instituciones antiquísimas
y en que todo un mundo social amenaza con hundirse,
los sentimientos individuales se transforman rápidamente,
la apetencia y el anhelo de cambios en el goce se
desbocan con harta facilidad.

"No basta con reformar las relaciones sexuales y el matrimonio
en un sentido burgués. Es una revolución sexual y
matrimonial la que se prepara, como corresponde a la revolución
proletaria. Es lógico que este intrincado complejo de
problemas que aquí se plantea interese muy especialmente
a las mujeres y a la juventud, puesto que ambas son las
primeras víctimas del falso régimen sexual imperante. La
juventud se rebela contra este abuso con todo el ímpetu de
sus años. Y se comprende. Nada sería más falso que predicar
a la juventud un ascetismo monacal y la santidad moral
burguesa. Pero es peligroso que en esos años se convierta
en eje de la vida la cuestión sexual, ya bastante fuerte de
suyo por imperativo fisiológico. Las consecuencias de esto
son fatales. Infórmese usted acerca de esto por nuestra
camarada Lilina. Esta mujer ha podido recoger grandes experiencias
en su larga labor en establecimientos de enseñanza
de toda clase y usted sabe que se trata de una comunista
de cuerpo entero y sin prejuicios.

"El cambio de actitud de los jóvenes ante los problemas
de la vida sexual es, por supuesto, una cuestión "de principio",
y pretende apoyarse en una teoría. Muchos llaman a
su actitud "revolucionaria" y "comunista". Y creen honrada60
mente que lo es. A mi, que soy viejo, eso no me impone. Y
aunque no tengo nada de asceta sombrío, me parece que lo
que llaman "nueva vida sexual" de los jóvenes —y a veces
también de hombres maduros-- no es, con harta frecuencia,
más que una vida sexual puramente burguesa, una prolongación
del prostíbulo burgués. Todo eso no tiene nada que
ver con la libertad amorosa, tal como la concebimos los comunistas.
Seguramente conoce usted la famosa teoría de
que, en la sociedad comunista, la satisfacción del impulso
sexual, de la necesidad amorosa, es algo tan sencillo y tan
sin importancia como "el beberse un vaso de agua". Esta
teoría del vaso de agua ha vuelto loca, completamente loca
a una parte de nuestra juventud, y ha sido fatal para muchos
chicos y mucha muchachas. Sus defensores afirman
que es una teoría marxista. Yo no doy tres perras chicas por
ese marxismo que quiere derivar todos los fenómenos y
todas las transformaciones operadas en la superestructura
ideológica de la sociedad directamente y en línea recta de
su base económica. No; la cosa no es tan sencilla, ni mucho
menos. Ya lo puso de manifiesto hace mucho tiempo, por lo
que se refiere al materialismo histórico, un tal Federico Engels.
"La famosa teoría del vaso de agua es, a mi juicio, completamente
antimarxista y, además, antisocial. En la vida
sexual, no sólo se refleja la obra de la naturaleza, sino también
la obra de la cultura, sea de nivel elevado o inferior. En
su obra sobre los "orígenes de la familia", Engels ha demostrado
la importancia que tiene el que el instinto sexual fisiológico
se haya desarrollado y refinado hasta convertirse
en amor sexual individual. Las relaciones entre los sexos no
son un simple reflejo del intercambio entre la Economía social
y una sociedad física aislada mentalmente por la consideración
fisiológica. El querer reducir directamente a las
bases económicas de la sociedad la transformación de estas
relaciones, aislándolas y desglosándolas de su entronque
con la ideología general, no sería marxismo, sino raciona61
lismo. Es evidente que quien tiene sed debe saciarla. Pero,
¿es que el hombre normal y en condiciones normales, se
dobla sobre el barro de la calle para beber en un charco?
¿O, simplemente, de un vaso cuyos bordes conservan las
huellas grasientas de muchos labios? Pero, todavía más importante
que todo esto es el aspecto social. Pues el acto de
beber agua es, en realidad, un acto individual, y en el amor
intervienen dos seres y puede nacer un tercero, una nueva
vida. En este acto reside un interés social, un deber hacia la
colectividad.

"Como comunista, yo no tengo la menor simpatía por la
teoría del vaso de agua, aunque se presente con la vistosa
etiqueta de "emancipación del amor". Por lo demás, esta
pretendida emancipación del amor no es ni comunista ni
nueva. Como usted recordará, es una teoría que se predicó,
principalmente, a mediados del siglo pasado en la literatura
con el nombre de "libertad del corazón". Luego, la realidad
burguesa demostró que de lo que se trataba era de libertar
no al corazón, sino a la carne. Por lo menos, la predicación
de aquel entonces denotaba más talento que la de hoy; por
lo que se refiere a la realidad práctica, no puedo juzgar. Y
no es que yo, con mi crítica, quiera predicar el ascetismo.
Nada de eso. El comunismo no tiene por qué aspirar a una
vida ascética, sino, por el contrario, a una vida gozosa y
plena de fuerza, colmada, aun en lo que se refiere al amor.
Pero, a mi parecer, esa hipertrofia de lo sexual que hoy se
observa a cada paso, lejos de infundir goce y fuerza a la
vida, se los quita. Y en momentos revolucionarios, esto es
grave, muy grave.

"La juventud, sobre todo, necesita alegría y fuerza vital.
Deportes sanos, gimnasia, natación, marchas, ejercicios
físicos de todo género, variedad de intereses espirituales.
¡Aprender, estudiar, investigar, haciéndolo, siempre que sea
posible, colectivamente!

"Todo esto dará a la juventud más que las eternas conferencias
y discusiones sobre problemas sexuales y sobre el
dichoso derecho a "vivir su vida". ¡Cuerpo sano, espíritu
sano! Ni monje ni don Juan, pero tampoco ese término medio
del filisteo alemán. Seguramente, conoce usted a nuestro
joven camarada X. I. Z., un muchacho magnífico, inteligentísimo.
Pues, a pesar de todo, temo que no saldrá nada
de él. No hace más que saltar de aventura en aventura femenina.
Eso no sirve para la lucha política, ni sirve para la
revolución. Yo me fío muy poco de la solidez, de la perseverancia
en la lucha de esas mujeres en quienes la novela
personal se entreteje con la política. Y tampoco me fío de
los hombres que corren detrás de cada falda y se dejan
pescar por la primera mujercita joven. Eso no se concilia
con la revolución" —Lenin se puso en pie, golpeó la mesa
con la mano y dio unos cuantos pasos por la habitación.
"La revolución exige concentración, exaltación de fuerzas.
De las masas y de los individuos. No tolera esas vidas
orgiásticas propias de los héroes y las heroínas decadentes
de un D'Annuzio. El desenfreno de la vida sexual es un
fenómeno burgués, un signo de decadencia. El proletariado
es una clase ascensional. No necesita embriagarse, ni como
narcótico ni como estímulo. Ni la embriaguez de la exaltación
sexual ni la embriaguez por el alcohol. No debe ni puede
olvidarse, ni olvidar lo abominable, lo sucio, lo salvaje
que es el capitalismo. Su situación de clase y el ideal comunista
son los mejores estímulos que pueden impulsarle a la
lucha. Necesita claridad, claridad y siempre claridad. Por
tanto, lo repito, nada de debilitarse, de derrochar, de destruir
sus fuerzas. El que sabe dominarse y disciplinarse no
es un esclavo, ni aun en amor. Pero, perdone usted, Clara.
Me he desviado considerablemente del punto de partida de
nuestra conversación. ¿ Por qué no me ha llamado usted al
orden? Las preocupaciones me han soltado la lengua. Me
inquieta mucho el porvenir de la juventud. Es un fragmento
de la revolución. Y si apuntan fenómenos nocivos que entran
al mundo de la revolución arrastrándose desde el mundo
de la sociedad burguesa —como las raíces de esas plantas
parásitas, que se arrastran y se extienden a grandes
distancias—, es mejor darles la batalla cuanto antes. Por lo
demás, estos problemas forman también parte de los problemas
de la mujer".

Lenin había hablado con gran vivacidad y una gran
energía. Se veía que cada palabra le salía del alma, y la
expresión de su cara lo confirmaba así. De vez en cuando,
un enérgico movimiento hecho con la mano subrayaba un
pensamiento. A mí me asombraba que Lenin no se preocupase
solamente de los grandes problemas políticos, sino que
dedicase también gran atención a las manifestaciones concretas
y aisladas, ocupándose de ellas. Y no sólo en la Rusia
soviética, sino también en los Estados gobernados todavía
por el capitalismo. Como gran marxista que era, enfocaba lo
concreto, dondequiera y bajo la forma que se presentase,
en conexión con lo general, con los grandes problemas, y en
cuanto a su importancia respecto a éstos. Su voluntad, la
meta de su vida, se encaminaban en bloque, inconmovibles
como una fuerza natural irrefrenable, a un solo fin: acelerar
la revolución como obra de las masas. Por eso lo valoraba y
lo enjuiciaba todo por la reacción que pudiera producir sobre
las fuerzas conscientes propulsoras de la revolución. De
la revolución nacional e internacional, pues ante. sus ojos se
alzaba siempre, abarcando en su integridad la realidad
histórica concreta de los diversos países y las diversas etapas
de la evolución, la revolución proletaria mundial, una e
indivisible.

—¡Cómo siento, camarada Lenin —exclamé—, que no
hayan oído sus palabras cientos, miles de personas ! A mí,
ya sabe usted que no necesita convencerme. Pero hubiera
sido conveniente que los amigos y los enemigos escuchasen
su opinión.

sábado, 7 de abril de 2012

RUSIA 1931



                                 RUSIA EN 1931

                            Reflexiones al pie del kremlin

                                                   



No podemos entender la lucha contra el revisionismo y los agentes de la burguesía dentro del movimiento comunista internacional sin la difusión de los grandes hitos del proletariado, desde la Comuna y pasando por  la Gran Revolución Cultural Proletaria hasta nuestros días, unido a la defensa de los grandes jefes que la revolución comunista ha ido generando.  Hoy es ineludible la defensa del Presidente Gonzalo contra todas las patrañas del imperialismo, el revisionismo y la reacción.


En este momento en el que el imperialismo se hunde en su crisis final y la dictadura del proletariado es atacada con saña por la burguesía y por los agentes de ésta, presentamos el testimonio de un comunista: César Vallejo.


César Vallejo fue testigo directo de la gesta del proletariado soviético en la construcción del socialismo dirigido por el Partido Bolchevique y el camarada Stalin. En la dictadura del proletariado encontró el obrero soviético su libertad. Esta gesta heroica  no pudo separarse de la lucha contra el imperialismo y los agentes de la burguesía infiltrados dentro del Partido y principalmente en la dirección de éste: trotski, zinoviev y otros, demostrando que el revisionismo es la vanguardia de la restauración capitalista y confirmando la tesis de la continuación de la lucha de clases en el socialismo, dándose de forma más aguda en la dirección del Partido Comunista.


El testimonio de César Vallejo se plasmó en el libro "Rusia 1931", la obra completa aparecerá próximamente aquí en el apartado de PÁGINAS, hoy ofrecemos un adelanto:








                        NOTA DEL AUTOR A LA  EDICIÓN  ESPAÑOLA
                                                        (César Vallejo)

Que yo sepa, la mayoría de los reportajes escritos sobre Rusia pueden clasificarse en cuatro categorías: el reportaje que, titulándose de estudio del mundo soviético, se limita, en realidad, a hablar únicamente de la Rusia prerrevolucionaria y antigua (casi todo el libro de Stefan Zweig); el estudio técnico, el  simple reportaje fotográfico y sin comentario y, por último, el reportaje interpretativo y crítico. Los reportajes de la primera categoría no valen la pena de ocuparse aquí de ellos, pues carecen de significación dentro de la bibliografía soviética. Hablemos un poco de las otras tres categorías El estudio técnico no concierne sino a los iniciados: políticos, economistas, hombres de ciencia, artistas. Es un informe profesional o académico para un círculo estrecho de profesionales. Su alcance termina donde empieza el criterio medio del gran público. Tales son, verbigracia, el informe de las Trades-Unions británicas, o el más reciente de la delegación industrial yanqui, o el libro de política de Herriot, o el de Moussinac sobre cinema, o el de Crowther sobre la ciencia soviética. El reportaje meramente informativo y noticioso, tratándose de un fenómeno tan proteico y fluyente como es la revolución rusa, apenas deja en el no iniciado impresiones superficiales, dispersas y, a la larga, falsas, sin encadenamiento ni contenido orgánicos. La simple exposición de un hecho aislado define, a lo sumo, la existencia de éste y una existencia de fachada aparente . Sólo su interpretación descubre el basamento social del hecho, su relación con los demás anteriores, simultáneos y posteriores; en fin: su movimiento dialéctico, su trascendencia vital, su perspectiva histórica. Un ejemplo de estos reportajes exclusivamente foto-gráficos es el libro de Hükbeklen. Los reportajes de la cuarta categoría son ya críticos; pero de una crítica sentimental y subjetiva (los libros de Istrati, de Durtain, de Violis, de Duha-mel). La base racional y objetiva del espíritu crítico rige con igual rigor en las ciencias sociales como en las ciencias naturales. Tan necio sería negar, por un motivo sentimental, que el sol alumbra, como negar, por ejemplo, que el trabajo es el único productor de la riqueza. De otro lado, tampoco se logra ex-plicar certeramente un hecho si el juicio no se desenvuelve en un terreno científico, o siquiera sea de cierta iniciación científica, accesible y necesaria al criterio medio del lector. No basta haber estado en Rusia: menester es poseer un mínimum de cultura sociológica para entender, coordinar y explicar lo que se ha visto. No hace falta añadir aquí que los demás libros de«impresiones» de viaje a Rusia no son más que pura literatura.

 El presente libro se dirige, de preferencia, al gran público. Mi propósito es de dar en él una imagen del proceso soviético, interpretada objetiva y racionalmente y desde cierto plano técnico. Trato de exponer los hechos tal como los he visto y comprobado durante mis permanencias en Rusia, y trato también de descubrirles, en lo posible, su perspectiva histórica, iniciando a los lectores en el conocimiento más o menos científico de aquéllos, conocimiento científico sin el cual nadie se explica nada claramente. Mi esfuerzo es, a la vez, de ensayo y de vulgarización. Los juicios de este libro parten del principio según el cual los acontecimientos no son buenos ni malos por sí mismos ni en si mismos, sino que tienen el alcance y la signi-ficación que les da su trabazón dentro del devenir social. Quiero decir con esto que yo avaloro la situación actual de Rusia. Más por la velocidad, el ritmo  y el sentido del fenómeno revolucionario —que constituyen el dato viviente y esencial de toda historia—, que por el índice de los resultados ya obtenidos, que es el dato anecdótico y muerto de la historia. La vida de un individuo o de un país exige, para ser comprendida, puntos de vista dialécticos, criterios en movimiento La trascendencia de un hecho reside menos en lo que él representa en un momento dado, que en lo que él representa como potencial de otros hechos por venir. De aquí que en este libro insisto a menudo en acotar y hacer resaltar los valores determinantes de futuras realidades, mediatas o inmediatas, pero ciertas e incontrastables.

Los datos estadísticos relativos a 1931 están tomados de las«Cifras de control» correspondientes a la coyuntura del se-gundo y tercer año del Plan Quinquenal.

viernes, 30 de marzo de 2012

                                  SOBRE LA MORAL COMUNISTA



                                    DEL REALISMO PROLETARIO

                              (JOSE CARLOS MARIÁTEGUI, 1929)



El Cemento de Fedor Gladkov y Manhattan Transfer de John Dos Pasos. Un libro ruso y un libro yanqui. La vida de la U.R.S.S. frente a la vida de la U.S.A. (Los dos super Estados de la historia actual se parecen y se oponen hasta en que, como las grandes empresas industriales, —de excesivo contenido para una palabra—, usan un nombre abreviado: sus iniciales). (Véase L'autre Europe de Luc Durtain). El Cemento y Manhattan Transfer aparecen fuera del panorama pequeño-burgués de los que en Hispanoamérica, y recitando cotidianamente un credo de vanguardia, reducen la literatura nueva a un escenario europeo occidental, cuyos confines son los de Cocteau, Morand, Gómez de la Serna, Bontempelli, etc. Esto mismo confirma, contra toda duda, que proceden de los polos del mundo moderno.

España e Hispanoamérica no obedecen al gusto de sus pequeños burgueses vanguardistas. Entre sus predilecciones instintivas está la de la nueva literatura rusa. Y, desde ahora, se puede predecir que El Cemento alcanzará pronto la misma difusión de Tolstoy, Dostoyevsky, Gorky.

La novela de Gladkov supera a las que la han precedido en la traducción, en que nos revela, como ninguna otra, la revolución misma. Algunos novelistas de la revolución se mueven en un mundo externo a ella. Conocen sus reflejos, pero no su conciencia. Pilniak, Zotschenko, aun Leonov y Fedin, describen la revolución desde fuera, extraña a su pasión, ajena a su impulso. Otros, como Ivanov y Babel, descubren elementos de la épica revolucionaria, pero sus relatos se contraen al aspecto guerrero, militar; de la Rusia Bolchevique. La Caballería Roja y El Tren Blindado pertenecen a la crónica de la campaña. Se podría decir que en la mayor parte de estas obras está el drama de los que sufren la revolución, no el de los que la hacen. En El Cemento los personajes, el decorado, el sentimiento, son los de la revolución misma, sentida y escrita desde dentro. Hay novelas próximas a, ésta entre las que ya conocemos, pero en ninguna se juntan, tan natural y admirablemente concentrados, los elementos primarios del drama individual y la epopeya multitudinaria del bólchevismo.

La biografía de Gladkov, nos ayuda a explicarnos su novela. (Era necesaria una formación intelectual y espiritual como la de este artista; para escribir El Cemento), Julio Alvarez del Vayo la cuenta en el prólogo de la versión española en concisos renglones, que, por ser la más ilustrativa presentación de Gladkov, me parece útil copiar.

"Nacido en 1883 de familia pobre, la adolescencia de Gladkov es un documento más para los que quieran orientarse sobre la situación del campo ruso a fines del Siglo XIX. Continuo vagar por las regiones del Caspio y del Volga en busca de trabajo. "Salir de un infierno para entrar en otro". Así hasta los doce años. Como sola nota tierna, el recuerdo de su madre que anda leguas y leguas a su encuentro cuando la marea contraria lo arroja de nuevo al villorio natal. "Es duro comenzar a odiar tan joven, pero también es dura la desilusión del niño al caer en las garras del amo". Palizas, noches de insomnio, hambre —su primera obra de teatro Cuadrilla de Pescadores evoca esta época de su vida. "Mi idea fija era estudiar. Ya a los doce años al lado de mi padre, que en Kurban se acababa de incorporar al movimiento obrero, leía yo ávidamente a Lermontov y Dostoyevsky". Escribe versos sentimentales, un "diario que movía a compasión" y que registra su mayor desengaño de entonces: en el Instituto le han negado la entrada por pobre. Consigue que lo admitan de balde en la escuela municipal. El hogar paterno se resiste de un brazo menos. Con ser bien modesto el presupuesto casero —cinco kopecks de gasto por cabeza— la agravación de la crisis del trabajo pone en peligro la única comida diaria. De ese tiempo son sus mejores descripciones del bajo proletariado. Entre los amigos del padre, dos obreros "semi-intelectuales" le han dejado un recuerdo inolvidable. "Fueron los primeros de quienes escuché palabras cuyo encanto todavía no ha muerto en mi alma. Sabios por naturaleza y corazón. Ellos me acostumbraron a mirar conscientemente el mundo y a tener fe en un día mejor para la humanidad". Al fin una gran alegría. Gorky, por quien Gladkov siente de joven una admiración sin límites, al acusarle recibo del pequeño cuento enviado, le anima a continuar. Va a Siberia, describe la vida de los forzados, alcanza rápidamente sólida reputación de cuentista. La revolución de 1905 interrumpe su carrera literaria. Se entrega por entero a la causa. Tres años de destierro en Verjolesk. Período de auto-educación y de aprendizaje. Cumplida la condena se retira a Novorosisk, en la costa del Mar Negro, donde escribe la novela Los Desterrados, cuyo manuscrito somete a Korolenko, quien se lo devuelve con frases de elogio para el autor, pero de horror hacia el tema: "Siberia un manicomio suelto". Hasta el 1917 maestro en la región de Kuban. Toma parte activa en la revolución de octubre, para dedicarse luego otra vez de lleno a la literatura. El Cemento es la obra que le ha dado a conocer en el extranjero".

Gladkov, pues, no ha sido sólo un testigo del trabajo revolucionario realizado en Rusia, entre 1905 y 1917. Durante este período, su arte ha madurado en un clima de esfuerzo y esperanza heroicos. Luego las jornadas de octubre lo han contado entre sus autores. Y, más tarde, ninguna de las peripecias íntimas del bolchevismo ha podido escarparle. Por esto, en Gladkov la épica revolucionaria, más que por las emociones de la lucha armada está representada por los sentimientos de la reconstrucción económica, las vicisitudes y las fatigas de la creación de una nueva vida.

Tchumalov, el protagonista de El Cemento, regresa a su pueblo después de combatir tres años en el Ejército Rojo. Y su batalla Más difícil, más tremenda, es la que le aguarda ahora a su pueblo, donde los años de peligro guerrero, han desordenado todas las cosas. Tchumalov encuentra paralizada la gran fábrica de cemento en la que, hasta su huida, —la represión lo había elegido entre sus víctimas—, había trabajado como obrero. Las cabras, los cerdos, la maleza, invaden los patios; las máquinas inertes se anquilosan, los funiculares por los cuales bajaba la piedra de las canteras yacen inmóviles desde que cesó el movimiento en esta fábrica donde se agitaban antes millares de trabajadores. Sólo los Diesel, por el cuidado de un obrero que se ha mantenido en su puesto, relucen prontos para reanimar esta mole que se desmorona. Tchumalov no reconoce su hogar. Dacha, su mujer, en estos tres años se ha hecho una militante, la animadora de la Sección Femenina, la trabajadora más infatigable del Soviet local. Tres años de lucha —primero acosada por la represión implacable, después entregada íntegramente a la revolución— han hecho de Dacha una mujer nueva. Niurka, su hija, no está con ella. Dacha ha tenido que ponerla en la Casa de los Niños, a cuya organización contribuye empeñosamente. El Partido ha ganado una militante dura, enérgica, inteligente; pero Tchumalov ha perdido su esposa. No hay ya en la vida de Dacha lugar para un pasado conyugal y maternal sacrificado enteramente a. la revolución. Dacha tiene una existencia y una personalidad autónomas; no es ya una cosa de propiedad de Tchumalov ni volverá a serlo. En la ausencia de Tchumalov, ha conocido bajo el apremio de un destino inexorable, a otros hombres. Se ha conservado íntimamente honrada; pero entre ella y Tchumalov se interpone esta sombra, esta obscura presencia que atormenta al instinto del macho celoso. Tchumalov sufre; pero férreamente cogido a su vez por la revolución, su drama individual no puede acapararlo. Se echa a cuestas el deber de reanimar la fábrica. Para ganar esta batalla tiene que vencer el sabotaje de los especialistas, la resistencia de la burocracia, la resaca sorda de la contra-revolución. Hay un instante en que Dacha parece volver a él. Mas es sólo un instante en que sus destinos se juntan para separarse de nuevo. Niurka muere. Y se rompe con ella el último lazo sentimental que aún los sujetaba. Después de una lucha en la cual se refleja todo el proceso de la reorganización de Rusia, todo el trabajo reconstructivo de la revolución, Tchumalov reanima la fábrica. Es un día de victoria para él y para los obreros; pero es también el día en que siente lejana, extraña, perdida para siempre a Dacha, rabiosos y brutales sus celos.

En la novela, el conflicto de estos seres se entrecruza y confunde con el de una multitud de otros seres en terrible tensión, en furiosa agonía. El drama de Tchumalov no es sino un fragmento del drama de Rusia revolucionaria. Todas las pasiones, todos los impulsos, todos los dolores de la revolución están en esta novela. Todos los destinos, los más opuestos, los más íntimos, los más distintos, están justificados. Gladkov logra expresar, en páginas de potente y ruda belleza, la fuerza nueva, la energía creadora, la riqueza humana del más grande acontecimiento contemporáneo.

viernes, 23 de marzo de 2012

                               SOBRE LA MORAL COMUNISTA





ELOGIO DE "EL CEMENTO"



He escuchado reiteradamente la opinión de que la lectura de El Cemento de Fedor Gladkov no es edificante ni alentadora para los que, fuera todavía de los rangos revolucionarios, busquen en esa novela la imagen de la revolución proletaria. Las peripecias espirituales, los conflictos morales que la novela de Gladkov describe no serían, según esta opinión, aptos para alimentar las ilusiones de las almas hesitantes y miríficas que sueñan con una revolución de agua de rosas. Los residuos de una educación eclesiástica y familiar, basada en los beatísimos e inefables mitos del reino de los cielos y de la tierra prometida, se agitan mucho más de lo que estos camaradas pueden imaginarse, en la subconciencia de su juicio.

En primer lugar, hay que advertir que El Cemento no es una obra de propaganda. Es una novela realista, en la que Gladkov no se ha propuesto absolutamente la seducción de los que esperan, cerca o lejos de Rusia, que la revolución muestre su faz risueña, para decidirse a seguirla. El pseudo-realismo burgués —Zola incluido— había habituado a sus lectores a cierta idealización de los personajes representativos del bien y la virtud. En el fondo, el realismo burgués, en la literatura, no había renunciado al espíritu del romanticismo, contra el cual parecía reaccionar irreconciliable y antagónico. Su innovación era una innovación de procedimiento; de decorado, de indumentaria. La burguesía que en la historia, en la filosofía, en la política, se había negado a ser realista, aferrada a su costumbre y a su principio de idealizar o disfrazar sus móviles, no podía ser realista en la literatura. El verdadero realismo llega con la revolución proletaria, cuando en el lenguaje de la crítica literaria, el término "realismo" y la categoría artística que designa, están tan desacreditados, que se siente la perentoria necesidad de oponerle los términos de "suprarrealismo", "infrarrealismo", etc. El rechazo del marxismo, parecido en su origen y proceso, al rechazo del freudismo, como lo observa Max Eastman en La Ciencia de la Revolución tan equivocado a otros respectos, es en la burguesía una actitud lógica,—e instintiva—, que no consiente a la literatura burguesa liberarse de su tendencia a la idealización de los personajes, los conflictos y los desenlaces. El folletín, en la literatura y en el cinema, obedece a esta tendencia que pugna por mantener en la pequeña burguesía y el proletariado la esperanza en una dicha final ganada en la resignación más bien que en la lucha. El cinema yanqui ha llevado a su más extrema y poderosa industrialización esta optimista y rosada pedagogía de pequeños burgueses. Pero la concepción materialista de la historia, tenía que causar en la literatura el abandono y el repudio de estas miserables recetas. La literatura proletaria tiende naturalmente al realismo, como la política, la historiografía y la filosofía socialistas.

El Cemento pertenece a esta nueva literatura, que en Rusia tiene precursores desde Tolstoy y Gorki. Gladkov no se habría emancipado del más mesocrático gusto de folletín si al trazar este robusto cuadro de la revolución, se hubiera preocupado de suavizar sus colores y sus líneas por razones de propaganda e idealización. La verdad y la fuerza de su novela, —verdad y fuerza artísticas, estéticas y humanas—, residen, precisamente, en su severo esfuerzo por crear una expresión del heroísmo revolucionario —de lo que Sorel llamaría "lo sublime proletario"—, sin omitir ninguno de los fracasos, de las desilusiones, de los desgarramientos espirituales sobre los que ese heroísmo prevalece. La revolución no es una idílica apoteosis de ángeles del Renacimiento, sino la tremenda y dolorosa batalla de una clase por crear un orden nuevo. Ninguna revolución, ni la del cristianismo, ni la de la Reforma, ni la de la burguesía, se ha cumplido sin tragedia. La revolución socialista, que mueve a los hombres al combate sin promesas ultraterrenas, que solicita de ellos una extrema e incondicional entrega, no puede ser una excepción en esta inexorable ley de la historia. No se ha inventado aún la revolución anestésica, paradisíaca, y es indispensable afirmar que el hombre no alcanzará nunca la cima de su nueva creación, sino a través de un esfuerzo difícil y penoso en el que el dolor y la alegría se igualarán en intensidad. Glieb, el obrero de El Cemento, no sería el héroe que es, si su destino le ahorrase algún sacrificio. El héroe llega siempre ensangrentado y desgarrado a su meta: sólo a este precio alcanza la plenitud de su heroísmo. La revolución tenía que poner a extrema prueba el alma, los sentidos, los instintos de Glieb. No podía aguardarle, asegurados contra toda tempestad, en un remanso dulce, su mujer, su hogar, su hija, su lecho, su ropa limpia. Y Dacha, para ser la Dacha que en El Cemento conocemos, debía a su vez vencer las más terribles pruebas. La revolución al apoderarse de ella total e implacablemente, no podía hacer de Dacha sino una dura y fuerte militante. Y en este proceso, tenía que sucumbir la esposa, la madre, el ama de casa; todo, absolutamente todo, tenía que ser sacrificado a la revolución. Es absurdo, es infantil, que se quiera una heroína como Dacha, humana, muy humana, pero antes de hacerle justicia como revolucionaria, se le exija un certificado de fidelidad conyugal. Dacha, bajo el rigor de la guerra civil, conoce todas las latitudes del peligro, todos los grados de la angustia. Ve flagelados, torturados, fusilados, a sus camaradas; ella misma no escapa a la muerte sino por azar; en dos oportunidades asiste a los preparativos de su ejecución. En la tensión de esta lucha, librada mientras Glieb combate lejos, Dacha está fuera de todo código de moral sexual: no es sino una militante y sólo debe responder de sus actos de tal. Su amor extra-conyugal carece de voluptuosidad pecadora. Dacha ama fugaz y tristemente al soldado de su causa que parte a la batalla, que quizás no regresará más, que necesita esta caricia de la compañera como un viático de alegría y placer en su desierta y gélida jornada. A Badyn, el varón a quien todas se rinden, que la desea como a ninguna, le resiste siempre. Y cuando se le entrega, —después de una jornada en que los dos han estado a punto de perecer en manos de los cosacos, cumpliendo una riesgosa comisión, y Dacha ha tenido al cuello una cuerda asesina, pendiente ya de un árbol del camino, y ha sentido el espasmo del estrangulamiento—, es porque a los dos la vida y la muerte los ha unido por un instante más fuerte que ellos mismos.

viernes, 16 de marzo de 2012

Avance de la revista Sol Rojo No. 37:


ELECCIONES EN ESPAÑA

En uno de los periódicos de la prensa burguesa, que es la única que se puede comprar en los quioscos, se podía leer pocos días antes de las pasadas elecciones generales: "El vencedor de las elecciones generales [...] se encontrará con una economía en estado de shock, al filo de una nueva recesión y con el desempleo en niveles intolerables". Una breve y acertada descripción del estado de la economía española. Han sido unas elecciones de urgencia, no hay que olvidar que han sido elecciones anticipadas, donde la burguesía monopolista española ha buscado un nuevo recambio para que lleve a cabo las próximas reformas económicas, es decir los próximos ataques a la clase obrera y a los más desfavorecidos. El hundimiento electoral del partido gobernante, el PSOE, quemado por toda una política de recortes sociales, de ataques a las condiciones de vida de la clase obrera, de aventuras imperialistas, etc., ha demostrado que en este momento ya no es útil para llevar adelante los próximos ajustes necesarios para la clase dominante con el objetivo de tratar de reimpulsar al capital monopolista español.

De estas votaciones va a salir un nuevo consejo de administración, ahora presidido por el líder de la derecha Rajoy, que siga protegiendo los intereses del capital monopolista español. En el interior pocas sorpresas se esperan. Más crisis y más explotación. En el exterior ya se están dando los primeros pasos hacia un mayor acercamiento al imperialismo alemán. Imperialismo en colusión y pugna con el imperialismo yanqui. Recordar el caso de Libia y la reciente inauguración del gaseoducto submarino  Nord-Stream. Merkel además de hablar del gran honor de participar en la inauguración de éste añadió que "se trata del mayor proyecto de infraestructura energética de nuestro tiempo y un ejemplo de la cooperación entre Rusia y la Unión Europea." La sociedad Nord-Stream está integrada por la rusa Gazprom, las alemanas Eon y Basf, la francesa GDF Suez y la holandesa Gasunie. Gazprom distribuirá el gas  a Alemania y desde ahí se distribuirá a la UE, se espera que a 26 millones de hogares. Por tanto habrá que prestar atención a los próximos pasos del imperialismo español en el exterior y qué repercusiones tiene este acercamiento al imperialismo Alemán sin romper la alianza con el imperialismo yanqui.

Y si las elecciones se han dado en plena crisis económica también se han realizado dentro de una evidente crisis política. Labor de los comunistas y revolucionarios es convertir esto en un cuestionamiento del sistema de Estado, de toda dictadura de la burguesía, sea con la monarquía o la república, con capitalismo liberal o planificado. 

Durante los últimos meses cientos de miles de personas en todo el Estado español han gritado "¡No nos representan!" a los elegidos para los cargos públicos en los diferentes circos electorales. A esto hay que unir que cientos de miles de manifestantes han salido a las calles al margen de los sindicatos estatales (CC.OO. y UGT) y de los partidos parlamentarios. El 19 de Junio bajo el lema "¡Caminemos contra la crisis y el capital hacia la huelga general! se reunieron en Madrid más de medio millón de personas, repetimos, al margen de la mafia sindical de CC.OO. y UGT y de los partidos parlamentarios. Estos son sólo los primeros síntomas de lo que está por venir. Que a la crisis económica, y a su profundización, le siga una mayor crisis política y social.

Para dar unos pocos datos de la cada vez mayor falta de legitimidad de la dictadura de la burguesía en su forma actual bastan ver los datos del barómetro de opinión del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de Octubre. En la encuesta se puntúa del 1 al 10 y estos son algunos de los resultados: los gobiernos autonómicos puntuaron con 3,93 y los parlamentos autonómicos 3,52, el Parlamento 3,52, el Gobierno 3,24 y los partidos políticos 2,76. El barómetro de opinión no distingue entre clases, todos somos ciudadanos, pero no puede caber ninguna duda de que el descrédito de estas instituciones que representan la dictadura de la burguesía todavía es mayor dentro de la clase obrera y sobre todo entre nuestros jóvenes proletarios.

Para acabar de sintetizar las condiciones económicas, políticas y sociales en las que se desarrollaron las pasadas votaciones es importante señalar que se celebraron en pleno "proceso de paz" en Euskal Herria, asunto que abordaremos más adelante.

En esta situación de crisis económica, política y social fueron llamados a votar 35.776.615 personas. Y a pesar de esta crisis, del llamado a la socialdemocracia y del viejo revisionismo a parar a la derecha, a "construir frentes a los que quieren derribar al Estado del bienestar y la democracia" (Cayo Lara de Izquierda Unida –IU), esta vez el miedo a la derecha no ha funcionado. El PSOE se ha desplomado, ha perdido 4,3 millones votantes de los cuales IU el viejo revisionismo heredero del PCE de Carrillo sólo ha recogido unos 500.000. La suma de abstenciones, voto nulo y votos en blanco superó el 30% del electorado. La abstención ha crecido en dos puntos y cabe señalar que ha subido especialmente en lugares donde se concentra la clase obrera. Por ejemplo en Madrid en el barrio de Vallecas la abstención llegó al ascendió al 40,35%, frente a los 37,04% del 2007. En Villaverde Alto, otro barrio obrero de la capital la abstención pasó del 23,8% al 30%, en Nou Barris, Barcelona, otro barrio obrero, fue del 45,66% y podríamos seguir así. Estamos hablando de datos oficiales y, por eso, parciales, con toda seguridad la abstención está por encima de estos números.

En estas circunstancias cabe preguntarse por el papel del viejo revisionismo, IU. Mientras no haya ninguna alternativa electoralista viable a la  “izquierda” de  IU  para la burguesía imperialista española, le va a tocar a los hijos de Carrillo seguir cumpliendo el papel de embellecer al imperialismo español y hacer el papel que ya le tocó al PCE de Carrillo tras la muerte de Franco, que las luchas sociales y especialmente las de la clase obrera no vayan más allá de la legalidad burguesa, no pongan en cuestión el aparato de Estado burgués.

Hemos podido oír durante la campaña electoral a los candidatos de IU llamar a unir fuerzas para forjar un frente contra las políticas “neoliberales”, de sumar para "rescatar la democracia" de las políticas “neoliberales”, de la derecha, de los especuladores, etc. Mucho "socialismo del siglo XXI" y para acabar con la crisis algo “revolucionario”: "salir de la crisis con inversión pública" (Cayo Lara). Incluso Cayo Lara se ha atrevido a hablar de "crear las condiciones para acabar con el capitalismo", actualmente es posible "más que nunca". "El desarrollo tecnológico, científico y social lo hacen posible y las contradicciones que el capitalismo genera con las personas y con la naturaleza empiezan a verse con insuperables". Es decir, la vieja tesis revisionista de Kautsky del “ultraimperialismo”: mucho cientifismo y poco socialismo científico. En lo ideológico, este tipo de revisionistas en todo el mundo repiten las viejas tesis revisionistas ya aplastadas por el marxismo, y en lo político sirven para apoyar a la fracción socialfascista de la burguesía y consolidar las ilusiones demo-burgueses en las filas del pueblo – todo para garantizar la dictadura burguesa.  

Ya defendió Carrillo en su momento el "socialismo democrático" cuyo ingrediente fundamental era la "planificación racional" y que "la posición dominante del sector público en la economía y la hegemonía política de las fuerzas del trabajo y de la cultura asegurarán la marcha progresiva hacia la sociedad sin clases, igualitaria: hacia el socialismo", aclarando que esto necesariamente cambiaba la concepción del Estado capitalista y que "la lucha por democratizarle presupone la renuncia, en su forma clásica, a la idea de un Estado obrero y campesino". El mismo programa que sigue defendiendo hoy IU. Reforma de la dictadura de la burguesía y combate a la dictadura del proletariado. La actual crisis reserva, por ahora, un papel importante para IU, la de contener las luchas y mantenerlas dentro del "orden". Ya lo hizo el PCE de Carrillo y por ahora le toca a sus herederos.

 El "proceso de paz" se ha reflejado en las elecciones con un aumento de la participación en el País Vasco, la abstención bajó del 35,97% de las anteriores elecciones al 30,80% esto unido a los muy buenos resultados de la izquierda abertzale son la plasmación de que la esperanza de poder llegar a la independencia por vía democrática, e incluso al socialismo, ha calado en buena parte de la izquierda abertzale. Lo que ahora propone ETA no es algo nuevo, partiendo de unas supuestas "nuevas condiciones" acaba con el cuento de que las masas desarmadas y sin Partido pueden conseguir algo. Aunque hoy parecen mayoritarias estas posiciones dentro de la izquierda abertzale no puede caber ninguna duda de que los comunistas y revolucionarios vascos sabrán hacer balance y darle la vuelta a esta situación, toca aplastar todo “acuerdo de paz” y aplastar el cretinismo parlamentario.

Para terminar, cabe señalar que la abstención superó los once millones. Que el rechazo al circo electoral se da sobre todo dentro de la clase obrera. Que las elecciones han traído un gobierno con mayoría absoluta y fuerte en el parlamento. Ya veremos cuánto tarda en entrar en crisis. Que sólo cabe una mayor agudización de la crisis dentro del marco de crisis global del imperialismo. Que la crisis política y social seguirá profundizándose. Que el revisionismo y el reformismo tratarán de seguir haciendo su papel de "policía bueno" para desviar a la clase obrera de su camino al socialismo y al comunismo. Cabe señalar otra vez como punto negativo y fundamental la falta de Partido Comunista marxista-leninista-maoísta, principalmente maoísta que inicie guerra popular para acabar con este podrido sistema de explotación y opresión y lleve adelante la revolución socialista mediante la guerra popular. Las condiciones están dadas.

miércoles, 7 de marzo de 2012

¡VIVA EL DÌA DE LA MUJER OBRERA!


¡Proletarios de todos los países, uníos!

¡VIVA EL DÍA DE LA MUJER OBRERA!

Mujeres explotadas, sin derechos laborales, ejerciendo los trabajos más precarios, asesinadas, torturadas, violadas en sus propias casas, mujeres conducidas al suicidio como única salida. Esta es la realidad de millones de mujeres proletarias y prueba palpable de que los cambios en las leyes, el reconocimiento de derechos por parte del Estado imperialista español, la incorporación de la mujer en el mercado de trabajo no ha traído para la mayoría de las mujeres la igualdad sino la frustración. Cuanto más conciencia ha ido adquiriendo la mujer proletaria de su posición en la sociedad más impotencia causa comprobar que la realidad sólo ha cambiado para un pequeño número de mujeres, las burguesas.

Hay que destacar que no todo ha sido impotencia y frustración y que ahí donde la lucha de la mujer proletaria se unió y se une con la lucha por el comunismo la vida de la mujer proletaria, de la mujer campesina pobre ha cambiado y ha pasado de la tutela del marido, de la tutela del Estado burgués a ser protagonista de los grandes cambios revolucionarios que han estremecido el mundo: las luchas antimperialistas, las revoluciones de nueva democracia, las revoluciones socialistas y la Gran Revolución Cultural Proletaria. Y protagonista de su propia emancipación.

Repasando la historia podemos comprobar que en una de las grandes crisis del imperialismo, y paralelamente a la paralización del feminismo burgués, incapaz de dar ninguna respuesta a la crisis y desaparecido durante la I Guerra Mundial, es la Revolución Rusa dirigida por el Partido Bolchevique y el miedo a su expansión a los demás países imperialistas lo que obliga a las burguesías monopolistas inglesa, sueca y alemana a conceder el derecho al voto, revisar el derecho matrimonial y hereditario asegurándose los derechos de la mujer burguesa.

Anteriormente, la Rusia soviética trajo la igualdad de derechos y obligaciones, el derecho al divorcio sin el consentimiento del marido, el derecho al aborto, la protección de la mujer soltera, se garantizaba el acceso a la educación y al trabajo en pie de igualdad con el hombre. Era la revolución proletaria, la instauración de la dictadura del proletariado la garantía de la defensa de los derechos de la mujer.

Otro hito para la mujer obrera y campesina pobre en el siglo XX ha sido la Revolución China dirigida por el Partido Comunista Chino. De nuevo el movimiento feminista burgués fue incapaz de dar respuesta a la gran crisis del imperialismo que llevó a la II Guerra Mundial y al surgimiento de los fascismos, crisis que además siempre han ido acompañadas por un mayor ataque a la mujer y a sus condiciones de vida.

En 1949 se proclama la República Popular China y con el poder en manos del proletariado la situación de la mujer va a cambiar radicalmente. No sólo por el derecho al divorcio, al aborto, a su acceso a la salud, a la educación, al mundo del trabajo... La reforma agraria significó un gran golpe a la antigua estructura familiar en el campo donde la mujer era una menor ante el marido. Demostrando que no puede haber cambios en las relaciones sociales sin cambios en las relaciones de producción. La mujer participa en primera línea de estas transformaciones dirigida por el Partido Comunista.

Durante la Gran Revolución Cultural Proletaria se aplastó la tesis del “desarrollo de las fuerzas productivas”. Tesis que afirma que con el sólo desarrollo de la técnica se llega al comunismo. La tesis comunista afirma que es la lucha de clases el motor de la historia. La técnica no es neutra: o sirve para consolidar la división del trabajo capitalista o sirve para ir eliminando la diferencia entre trabajo manual y trabajo intelectual, entre dirigentes y dirigidos. Durante la Gran Revolución Cultural Proletaria se desarrollaron los comedores populares, los talleres colectivos de trabajo doméstico de modo que se apuntó a destruir el carácter privado de la familia y de las tareas domésticas. Los hijos ya no son propiedad de la familia o del Estado, es la sociedad, hombres y mujeres, los responsables de su bienestar.

No es cierto que a la revolución económica le tenga que seguir otra revolución para defender los derechos de la mujer. Si la transformación económica no hace de las mujeres personas libres es que no hay Revolución. Por decirlo de alguna manera, la incorporación de la mujer al mundo del trabajo sin transformar las relaciones de producción no libera a nadie. Es en los campos de concentración nazis donde se exponía el lema “El trabajo os hará libres”. En el capitalismo el trabajo no ha liberado al obrero y menos lo va a hacer con la obrera. La técnica no es neutra, el desarrollo de la producción no es neutro, tiene carácter de clase. Es necesario el desarrollo de una nueva economía para transformar la vida social y a la vez es necesaria la lucha de clases dirigida por el Partido Comunista para transformar la economía.

También podemos ver cómo la restauración del capitalismo en China tras la muerte del Presidente Mao ha traído otra vez la explotación y la opresión sobre la mujer pobre. La igualdad legal no ha impedido que la restauración de la pequeña propiedad en el campo haya vuelto a encerrar a la mujer pobre del campo en la casa del marido y el feminicidio de miles de niñas.

Hoy volvemos a ver cómo cambia la situación de la mujer ahí donde se desarrollan guerras populares dirigidas por verdaderos partidos comunistas. En el Perú y bajo la dirección del PCP, partido marxista-leninista-maoísta-pensamiento gonzalo, principalmente pensamiento gonzalo vemos cómo la mujer se incorpora a la vida social, desde la lucha reivindicativa hasta su máxima expresión, la Guerra Popular. Logrando en el Nuevo Poder el lugar que la vieja sociedad le ha negado. Por eso miles de mujeres han dado su vida por la Revolución de forma consciente y voluntaria pues el futuro de ellas está íntimamente ligado al del triunfo de la Revolución.

¡POR UNA LÍNEA DE CLASE EN EL MOVIMIENTO FEMENINO POPULAR!
¡VIVA EL MAOÍSMO! ¡ABAJO EL REVISIONISMO!
¡GUERRA POPULAR HASTA EL COMUNISMO!

Movimiento por el Internacionalismo Proletario – Comité España
Marzo, 2012



martes, 28 de febrero de 2012





GANDHI

JOSE CARLOS MARIATEGUI (1924) 

Este hombre dulce y piadoso es uno de los mayores personajes de la historia contemporánea. Su pensamiento no influye sólo sobre trescientos veinte millones de hindúes. Conmueve toda el Asia y repercute en Europa. Romain Rolland, que descontento del Occidente se vuelve hacia el Oriente, le ha consagrado un libro. La prensa europea explora con curiosidad la biografía y el escenario del apóstol.

El principal capítulo de la vida de Gandhi empieza en 1919. La post-guerra colocó a Gandhi a la cabeza del movimiento de emancipación de su pueblo. Hasta entonces Gandhi sirvió fielmente a la Gran Bretaña. Durante la guerra colaboró con los ingleses. La India dio a la causa aliada una importante contribución. Inglaterra se había comprometido a concederle los derechos, de los demás «Dominios». Terminada la contienda, Inglaterra olvidó su palabra y el principio wilsoniano de la libre determinación de los pueblos. Reformó superficialmente la administración de la India, en la cual acordó al pueblo hindú una participación secundaria e inocua. Respondió a las quejas hindúes con una represión marcial y cruenta. Ante este tratamiento pérfido, Gandhi rectificó su actitud y abandonó sus ilusiones. La India insurgía contra la Gran Bretaña y reclamaba su autonomía, La muerte de Tilak había puesto la dirección del movimiento nacionalista en las manos de Gandhi, que ejercía sobre su pueblo un gran ascendiente religioso. Gandhi aceptó la obligación de acaudillar a sus compatriotas y los condujo a la no cooperación: La insurrección armada le repugnaba. Los medios debían ser, a su juicio, buenos y morales como los fines. Había que oponer a las armas británicas la resistencia del espíritu y del amor. La evangélica palabra de Gandhi inflamó de misticismo y de fervor el alma indostana. El Mahatma1 acentuó, gradualmente, su método. Los hindúes fueron invitados a desertar de las escuelas y las universidades, la administración y los tribunales, a tejer con sus manos su traje khaddar, a rechazar las manufacturas británicas. La India gandhiana tornó, poéticamente, a la "música de la rueca". Los tejidos ingleses fueron quemados en Bombay como cosa maldita y satánica. La táctica de la no cooperación se encaminaba a sus últimas consecuencias: la desobediencia civil, el rehusamiento del pago de impuestos. La India parecía próxima a la rebelión definitiva. Se produjeron algunas violencias. Gandhi, Indignado por esta falta, suspendió la orden de la desobediencia civil y, místicamente, se entregó a la penitencia. Su pueblo no estaba aún educado para el uso de la satyagraha, la fuerza-amor, la fuerza-alma. Los hindúes obedecieron a su jefe. Pero esta retirada, ordenada en el instante de mayor tensión y mayor ardimiento, debilitó la ola revolucionaria. El movimiento se consumía y se gastaba sin combatir. Hubo algunas defecciones y algunas disensiones. La prisión y el procesamiento de Gandhi vinieron a tiempo. El Mahatma dejó la dirección del movimiento antes de que éste declinase.
El Congreso Nacional indio de diciembre de 1923 marcó un descenso del gandhismo. Prevaleció en esta asamblea la tendencia revolucionaria de la no cooperación; pero se le enfrentó una tendencia derechista o revisionista que, contrariamente a la táctica gandhista, propugnaba la participación en los consejos de reforma, creados por Inglaterra para domesticar a la burguesía hindú. Al mismo tiempo apareció en la asamblea, emancipada del gandhismo, una nueva corriente revolucionaria de inspiración socialista. El programa de esta corriente, dirigido desde Europa por los núcleos de estudiantes y emigrados hindúes, proponía la separación completa de la India del Imperio Británico, la abolición de la propiedad feudal de la tierra, la supresión de los impuestos indirectos, la nacionalización de las minas, ferrocarriles, telégrafos y demás servicios públicos, la intervención del Estado en la gestión de la gran industria, una moderna legislación del trabajo, etc., etc. Posteriormente, la escisión continuó ahondándose. Las dos grandes facciones mostraban un contenido y una fisonomía clasistas. La tendencia revolucionaria era seguida por el proletariado que, duramente explotado sin el amparo de leyes protectoras, sufría más la dominación inglesa. Los pobres, los humildes eran fieles a Gandhi y a la revolución. El proletariado industrial se organizaba en sindicatos en Bombay y otras ciudades indostanas. La tendencia de derecha, en cambio, alojaba a las castas ricas, a los parsis,2 comerciantes, latifundistas.
El método de la no cooperación, saboteado por la aristocracia y la burguesía hindúes, contrariado por la realidad económica, decayó así, poco a poco. El boycot3de los tejidos ingleses y el retorno a la lírica rueca no pudieron prosperar. La industria manual era incapaz de concurrir con la industria mecánica. El pueblo hindú, además, tenía interés en no resentir al proletariado inglés, aumentando las causas de su desocupación, con la pérdida de un gran mercado. No podía olvidar que la causa de la India necesita del apoyo del partido obrero de Inglaterra. De otro lado, los funcionarios dimisionarios volvieron, en gran parte, a sus puestos. Se relajaron, en suma, todas las formas de la no cooperación.
Cuando el gobierno laborista de Mac Donald lo amnistió y libertó, Gandhi encontró fraccionado y disminuido el movimiento nacionalista hindú. Poco tiempo antes, la mayoría del Congreso Nacional, reunido extraordinariamente en Delhi en setiembre de 1923, se había declarado favorable al partido Swaraj, dirigido por C. R. Das, cuyo programa se conforma con reclamar para la India los derechos de los «Dominios» británicos, y se preocupa de obtener para el capitalismo hindú sólidas y seguras garantías.
Actualmente Gandhi no dirige ni controla ya las orientaciones políticas de la mayor arte del nacionalismo hindú. Ni la derecha, que desea la colaboración con los ingleses, ni la extrema izquierda, que, aconseja la insurrección, lo obedecen. El número de sus fautores ha descendido. Pero, si su autoridad de líder politicona decaído, su prestigio de asceta y de santo no ha cesado de extenderse. Cuenta un Periodista, cómo al retiro del Mahatma afluyen peregrinos de diversas razas y comarcas asiáticas Gandhi recibo, sin ceremonias y sin protocolo, a todo el que llama a su puerta. Alrededor de su morada, viven centenares de hindúes felices de sentirse junto a él.
Esta es la gravitación natural de la vida del Mahatma. Su obra es más religiosa y moral que política. En su diálogo con Rabindranath Tagore, el Mahatma ha declarado su intención de introducir la religión en la política. La teoría de la no cooperación está saturada de preocupaciones éticas. Gandhi no es verdaderamente, el caudillo de la libertad  de la India, sino el apóstol de un movimiento religioso. La autonomía de la India no le interesa, no le apasiona, sino secundariamente. No siente, ninguna prisa por llegar a ella. Quiere, ante todo, purificar y elevar el alma hindú. Aunque su mentalidad está nutrida, en parte, de cultura europea, el Mahatma repudia la civilización de Occidente, Le repugna su materialismo, su impureza, su sensualidad. Como Ruskin y como Tolstoy, a quienes ha leído y a quienes ama, detesta la máquina. La máquina es para él el símbolo de la «satánica» civilización occidental. No quiere, por ende, que el maquinismo y su influencia se aclimaten en la India. Comprende que la máquina es el agente y el motor de las ideas occidentales. Cree que la psicología indostana no es adecuada a una educación europea; pero osa esperar que la India, recogida en sí misma, elabore una moral, buena Pera el uso de los demás pueblos. Hindú hasta la médula, piensa que la India puede dictar al mundo su propia disciplina. Sus fines y su actividad, cuando persiguen la fraternización de hinduistas y mahometanos o la redención de los intocables, de los parias, tienen una vasta trascendencia política y social. Pero su inspiración, es esencialmente religiosa.
Gandhi se clasifica como un idealista práctico. Henri Barbusse lo reconoce, además, como un verdadero revolucionario. Dice, en seguida, que "este término designa en nuestro espíritu a quién, habiendo concebido, en oposición al orden político y social establecido, un orden diferente, se consagra a la realización de este plan ideal por medios prácticos" y agrega que "el utopista no es un verdadero revolucionario por subversivas que sean sus sinrazones". La definición es excelente. Pero Barbusse cree, además, que, "si Lenin se hubiese encontrado, en lugar de "Gandhi, hubiera hablado y obrado cómo él. Y ésta hipótesis es arbitraria. Lenin era un realizador y un realista. Era, indiscutiblemente, un idealista práctico. No está probado que la vía de la no cooperación y la no violencia sea las únicas vías de la emancipación indostana. Tilak, el anterior líder del nacionalismo hindú, no habría desdeñado el método insurreccional. Romain Rolland opina que Tilak, cuyo genio enaltece, habría podido entenderse con los revolucionarios rusos. Tilak, sin embargo, no era menos asiático ni menos hindú que Gandhi. Más fundada que la hipótesis de Barbusse es la hipótesis opuesta, la de que, Lenin habría trabajado por aprovechar la guerra y sus consecuencias para liberar a la India y no habría detenido, en ningún caso, a los hindúes en el camino de la insurrección. Gandhi, dominado por su temperamento moralista, no ha sentido a veces la misma necesidad de libertad que sentía su pueblo. Su fuerza, en tanto, ha dependido, más que de su predicación religiosa, de que ésta ha ofrecido a los hindúes una solución para su esclavitud y para su hambre.
La teoría de la no cooperación contenía mu­chas ilusiones. Una de ellas era la ilusión medio­eval de revivir en la India una economía supe­rada. La rueca es impotente para resolver la cuestión social de ningún pueblo. El argumento de Gandhi —"¿no ha vivido así antes la India?"— es un argumento demasiado antihistórico e inge­nuo. Por escéptica y desconfiada que sea su ac­titud ante el Progreso, un hombre moderno re­chaza instintivamente la idea de que se pueda volver atrás. Una vez adquirida la máquina, es difícil que la humanidad renuncie a emplearla. Nada puede contener la filtración de la civiliza­ción occidental en la India. Tagore tiene plena razón en este incidente de su polémica con Gan­dhi. "El problema de hoy es mundial. Ningún pueblo puede buscar su salud separándose de los otros. O salvarse juntos o desaparecer juntos".
Las requisitorias contra el materialismo occi­dental son exageradas. El hombre del Occidente no es tan prosaico y cerril como algunos espíri­tus contemplativos y estáticos suponen. El so­cialismo y el sindicalismo, a pesar de su concep­ción materialista de la historia, son menos mate­rialistas de lo que parecen. Se apoyan sobre el interés de la mayoría, pero tienden a ennoblecer y dignificar la vida. Los occidentales son místi­cos y religiosos a su modo. ¿Acaso la emoción revolucionaria no es una emoción religiosa? Acon­tece en el occidente que la religiosidad se ha desplazado del cielo a la tierra. Sus motivos son humanos, son sociales; no son divinos. Pertenecen a la vida terrena y no a la vida celeste.
La ex-confesión de la violencia es más ro­mántica que la violencia misma. Con armas sola­mente morales jamás constreñirá la India a la burguesía inglesa a devolverle su libertad. Los honestos jueces británicos reconocerán, cuantas veces sea necesario, la honradez de los apóstoles de la no cooperación y del satyagraha;4 pero se­guirán condenandolos a seis años de cárcel. La revolución no se hace, desgraciadamente, con ayunos. Los revolucionarios de todas las latitu­des tienen que elegir entre sufrir la violencia o usarla. Si no se quiere que el espíritu y la inte­ligencia estén a órdenes de la fuerza, hay que re­solverse a poner la fuerza a órdenes de la inteli­gencia y del espíritu.

NOTAS:
1 En hindú, el "alma grande", apelativo con que se de signaba a Gandhi.
2 Practicantes de la religión de Zoroastro.
3 Práctica de lucha social que consiste en evitar toda relación con el castigado.
4 Término inventado por Gandhi para expresar su mo­vimiento de defensa de la verdad no haciendo sufrir al adversario, sino sufriendo uno mismo.