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miércoles, 8 de marzo de 2023

¡QUE EL FEMINISMO PROLETARIO DIRIJA A LAS MASAS FEMENINAS OPRIMIDAS DEL MUNDO CONTRA LOS CHUPASANGRES IMPERIALISTAS Y SUS GUERRAS!



 ¡Proletarios de todos los países, uníos!

¡QUE EL FEMINISMO PROLETARIO DIRIJA A LAS MASAS FEMENINAS OPRIMIDAS DEL MUNDO CONTRA LOS CHUPASANGRES IMPERIALISTAS Y SUS GUERRAS!

"Para que la mujer llegue a obtener la plena equiparación social con el hombre -de hecho y no sólo en los textos de leyes y sobre el papel- para que pueda conquistar como el hombre la libertad de movimiento y de acción para todo el género humano, existen dos condiciones indispensables: la abolición de la propiedad privada de los medios de producción y su sustitución por la propiedad social, y la inserción de la actividad de la mujer en la producción de bienes sociales dentro de un sistema en el que no existan ni la explotación ni la opresión."

"En realidad, la Segunda Internacional llegó incluso a sacrificar el derecho y los intereses de las mujeres cuando renunció a movilizar los proletarios de todos los países en la lucha revolucionaria internacional contra el imperialismo capitalista, contra el sistema capitalista, bendiciendo en cambio la conciliación entre explotadores y explotados en los ejércitos nacionales que el imperialismo lanzó uno contra otro -en una guerra fratricida y suicida para la clase obrera- para satisfacer su sed de ganancia y el ansia de poder mundial del capitalismo."

Clara Zetkin - Directrices para el movimiento comunista femenino

"Si estamos buscando al culpable, entonces debemos decir directa y honestamente: los gobiernos de todas las potencias beligerantes son igualmente responsables de esta guerra actual. La responsabilidad de la guerra recae en los capitalistas, banqueros y terratenientes, junto con sus patrocinadores y amigos los Zares, Reyes, Kaiser y sus ministros y diplomáticos. Todos ellos constituyen una banda criminal."

Alexandra Kollontai

Con la ocasión del Día de la Mujer, el Movimiento Popular Perú como organismo generado del Partido Comunista del Perú saluda solemnemente a las mujeres comunistas y revolucionarias del mundo, que bregan por asumir la dirección de las heroicas luchas de las masas femeninas oprimidas del mundo por sus reivindicaciones y, principalmente, por acabar con este caduco y podrido orden de explotación y opresión: el imperialismo; el cual mantiene en todas las partes la opresión de la mujer como parte de sus sistemas de explotación capitalistas y feudales y en sus formas liberales, religiosas, fascistas etc.

Hoy es más importante que nunca destacar como las mujeres comunistas y revolucionarias en la historia del movimiento proletario tomaron la iniciativa y sobresalieron en la lucha contra el imperialismo y sus guerras de rapiña y genocidio. Clara Zetkin, fundadora del Día de la Mujer, asumió una firme posición proletaria contra la opresión nacional y las guerras imperialistas, denunciando implacablemente a los traidores oportunistas de la Segunda Internacional que se vendieron por un plato de lentejas a los imperialistas y su belicismo sanguinario. Ella asumió la línea roja del gran Lenin en cuanto a la relación entre la explotación de los países oprimidos y el oportunismo y el revisionismo en el movimiento obrero:

"Con el final del dominio colonial de los estados capitalistas termina también la capacidad reformista del mundo burgués, y la burguesía deja de tener la posibilidad de asegurar a sus esclavos asalariados un nivel de vida conveniente y la relativa promoción cultural. Por ello las grandes potencias capitalistas (e Inglaterra la primera de todas) toman las armas, están dispuestas a dejarse lacerar en la lucha por las posesiones coloniales y a inundar el mundo de sangre para poder conservar su dominio." (Clara Zetkin - La lucha de los partidos comunistas contra el peligro de guerra y contra la guerra)

Hoy, cuando los imperialistas del mundo están intensificando su repartición del mundo a través de las guerras de rapiña, y cuando la reacción mundial más que nunca aplica su método de infiltrar, manipular y utilizar las luchas justas populares para sus propios fines, corresponde aún más a las feministas proletarias desenmascarar estos negros planes reaccionarios frente a las masas y no permitir que el enemigo desvíe y corrompa las luchas con su feminismo burgués, un feminismo que está por servir al imperialismo, a su explotación, su opresión y sus genocidios.

Una de las ideas centrales del feminismo burgués de hoy es que el imperialismo y su ideología liberal representan la liberación de la mujer, y que este podrido sistema “democrático” prácticamente ya ha acabado con la opresión de la mujer en los países imperialistas. Consecuentemente, según esta idea solo falta “liberar” a las mujeres de “otras culturas”, es decir de las naciones oprimidas del tercer mundo (o en algunos casos, de países imperialistas que son rivales en la pugna interimperialista). Así la gran burguesía imperialista utiliza su propio feminismo para justificar sus acciones militares, económicas y políticas en el tercer mundo, para movilizar a las masas con la agitación belicista, para desviar la lucha de clases y poner masas contra masas; hablan de “liberar a las mujeres” mientras siguen explotando y matando a millones de mujeres en todo el mundo.

Esta patraña del imperialismo como “liberador” y “progresista” hoy se expresa en diferentes formas en las acciones y movilizaciones feministas no dirigidas por el proletariado, y se difunde en gran parte por los partidos y organizaciones revisionistas. Así como los oportunistas de la Segunda Internacional, los traidores revisionistas de hoy asumen plenamente su tarea de embellecer al imperialismo y promover sus guerras bajo palabras “socialistas”, no movilizando a las masas contra sus “propios” opresores imperialistas, sino centrando cada vez más en su propaganda contra “regímenes opresores” o “autoritarios” en el exterior.

Ver el ejemplo actual de Irán, donde la lucha justa y heroica de las masas femeninas populares contra el régimen y su opresión reaccionaria y religiosa inevitablemente presenta oportunidades para el imperialismo de manipular y aprovechar la lucha como instrumento político en su pugna interimperialista. Irán hoy tiene importancia estratégica en esta pugna entre las superpotencias, y el imperialismo yanqui hace tiempo se ha esforzado para debilitar o despedir al régimen en Teherán, el cual ahora se ha acercado a los imperialistas rusos y chinos. Ya se ha confirmado que varias personas y organizaciones, aclamadas en la prensa imperialista como dirigentes y luchadores en las actuales luchas de las mujeres en Irán, son directamente ligadas al imperialismo yanqui y sus planes. Ver por ejemplo Hamed Esmailiyoun, uno de los dirigentes de la “oposición” contra el régimen, quien colabora estrechamente con organizaciones del imperialismo yanqui (como el “think-tank” de Washington, la Fundación por la Defensa de las Democracias) y con representantes del Israel sionista, o la “activista social” Masih Alinezhd, quien llama abiertamente a los imperialistas yanquis y europeos a intervenir militarmente en Irán y abiertamente expresa su sujeción al imperialismo yanqui. Sobre ello las feministas burguesas y los revisionistas del mundo no dicen nada, ni sobre las sanciones impuestas por el imperialismo contra el pueblo de Irán, sanciones que profundizan la pobreza y la miseria de las mujeres del pueblo.

Frente a la situación actual en el mundo y las luchas justas como las actuales en Irán, corresponde a las feministas proletarias apoyar decididamente y firmemente a las luchas populares, desenmascarando y combatiendo al mismo tiempo la infiltración y manipulación de ellas por parte del imperialismo, la reacción y el revisionismo y movilizando a las masas femeninas contra el imperialismo en su conjunto y cada una de las superpotencias y potencias imperialistas. Para las feministas proletarias en los países imperialistas, corresponde combatir en primer lugar a su “propia” burguesía imperialista, a su opresión de la mujer y a todas sus guerras de rapiña, aplicando el principio de que el mejor apoyo a los oprimidos en otros países es desarrollar la revolución en su propio país. En Irán como en todos los demás países, la única forma de acabar finalmente con la opresión de la mujer y todo el sistema de explotación y opresión es desarrollar las luchas del pueblo con independencia, autodecisión y autosostenimiento, y bajo la dirección del proletariado a través de su Partido Comunista llevar a cabo las revoluciones democráticas, socialistas y culturales con guerra popular hasta nuestra meta final el Comunismo.

¡VIVA EL FEMINISMO PROLETARIO!
¡VIVA EL DÍA DE LA MUJER!
¡UNIR A LOS PUEBLOS BAJO DIRECCIÓN PROLETARIA CONTRA TODOS LOS IMPERIALISTAS Y SUS GUERRAS!

Movimiento Popular Perú
8 de Marzo de 2023 

domingo, 8 de marzo de 2015

¡VIVA EL DÍA DE LA MUJER!




SOL ROJO:

!VIVA EL DÍA DE LA MUJER!
¡LAS MUJERES LLEVAN SOBRE SUS ESPALDAS LA MITAD DEL CIELO Y DEBEN CONQUISTARLA!

Con motivo del día de la mujer publicamos aquí un extracto del libro "La mitad del cielo", que nos da ejemplos brillantes de los enormes avances del movimiento femenino proletario en la revolución china, principalmente durante la Gran Revolución Cultural Proletaria. Son ejemplos concretos de cómo el feminismo proletario y toda la lucha por la emancipación de las mujeres necesariamente tiene que ser una lucha contra el revisionismo y el oportunismo dentro y fuera de nuestras filas, y que esa lucha inevitablemente es parte de la lucha del proletariado en su conjunto para aplastar y barrer al imperialismo y la reacción, continuar la lucha de clases bajo la dictadura del proletariado y marchar hasta nuestra meta final el Comunismo. Publicamos el extracto junto con una introducción al libro, hecha por el blog "Mar armado de masas". El libro completo se puede descargar aquí.
/Sol Rojo, 8 de marzo de 2015

"LA MITAD DEL CIELO" - COMENTARIO DEL BLOG "MAR ARMADO DE MASAS":
"La mitad del Cielo» es el testimonio de un grupo de mujeres en su viaje por la República Popular China durante la Gran Revolución Cultural Proletaria, en plena campaña contra Lin Piao. Entre estas 12 mujeres había estudiantes, empleadas de oficina, la mujer de un obrero, todas militantes por la liberación de la mujer. Este testimonio es sintetizado por Claudie Broyelle, que lamentablemente capituló poco después y se pasó a las filas de Teng, el imperialismo y la reacción. Ahora ya conocemos el resultado de la restauración del capitalismo en China. A ojos del feminismo burgués China es un país adelantado en cuanto a la situación de la mujer. Hay mujeres empresarias, políticas, escritoras, científicas, etc., pero el problema de la mujer no está resuelto. La situación de la mujer en el campo ha retrocedido en décadas. La vida de las niñas recién nacidas no tiene ningún valor. En la ciudad la mayor parte de las mujeres viven en condiciones de miseria y explotación. La inevitable crisis del capitalismo en China muestra un porvenir todavía mucho más negro para la mujer obrera y campesina.
Durante la Revolución en China millones de mujeres se movilizaron dirigidas por el PCCH. La participación de la mujer en la guerra contra la invasión japonesa aplastó la idea reaccionaria de que las mujeres «sólo sirven para el trabajo doméstico». La reforma agraria, donde también millones de mujeres participaron de forma activa, tuvo como resultado la demolición del sistema patriarcal-feudal. Las campesinas conquistaron títulos de propiedad personales sobre la tierra, dejaron de ser la “esposa de...”. La Revolución de Nueva Democracia demolió la antigua estructura familiar, la mujer dejó su minoría de edad respecto al hombre y pasó a estar en la vanguardia de las transformaciones revolucionarias. Hizo más por la mujer la reforma agraria: “¡la tierra para quien la trabaja!”, que los millones de discursos sobre la igualdad con que bombardea a la mujer obrera y pobre el imperialismo, la reacción y el revisionismo.
Durante la Gran Revolución Cultural Proletaria más de 300 millones de mujeres se movilizaron contra el revisionismo de Liu, Teng y Lin Piao, lucha entre el camino comunista y el camino capitalista. Se crearon talleres colectivos de trabajo doméstico, comedores colectivos, se apuntaba a que la sociedad fuera responsable de los hijos y que éstos no fueran responsabilidad de la familia (propiedad de...) ni del Estado. El objetivo fue acabar con el carácter privado de la familia y de las tareas domésticas liberando a la mujer totalmente del mundo del hogar. Chian Ching es la mejor expresión de la incorporación de millones de mujeres dirigidas por el Partido de la clase obrera, el PCCH, a la transformación revolucionaria de la sociedad y al combate contra la restauración del capitalismo.
Este es el valor de este libro, presentar la experiencia más avanzada de la lucha de la mujer por su emancipación en una sociedad socialista. El Movimiento Femenino en la República Popular China combatió tanto las posiciones de Liu Shao Chi, que defendía el papel tradicional de la mujer sometida al poder marital, como las de Lin Piao, que afirmaba que la revolución ya estaba concluida, impidiendo la lucha consecuente por su emancipación y la transformación revolucionaria de la sociedad dirigida por el Partido Comunista Chino hasta el comunismo.
Hoy, la base de masas de la revolución proletaria mundial está en el Tercer Mundo y son millones de proletarias y campesinas pobres las que se han incorporado para combatir al imperialismo, la reacción y al revisionismo. Combate que va unido al de su emancipación. Es fácil comprobar la incorporación de la mujer bajo la bandera del maoísmo a las guerras populares en el Perú, India, Turquía, etc., pues su liberación está unida al triunfo de la clase obrera. En el Perú la guerra popular dirigida por el PCP no sólo ha movilizado a la mujer en el campo y la ciudad, desde la lucha reivindicativa hasta la guerra popular, sino que en el Nuevo Poder ha conquistado el papel que la vieja sociedad le niega. Como fruto de su participación en la guerra popular muchas mujeres han llegado a ser y son cuadros dirigentes del Partido.
Por todo esto, millones de mujeres se han incorporado a las filas de la revolución proletaria de forma consciente y dirigidas por verdaderos partidos comunistas como en el Perú, el PCP, partido marxista-leninista-maoísta-pensamiento gonzalo, principalmente pensamiento gonzalo, aplastan el cretinismo parlamentario, destruyen la vieja sociedad a la vez que van construyendo la nueva, demostrando que su presente y futuro está unido a la transformación revolucionaria del mundo.
Claudie Broyelle capituló a la par que la burguesía tomaba el poder en China, y no ha sido la única que ha capitulado, abandonando las filas del proletariado y de la revolución.
Hoy podemos ver también cómo los vacilantes, los pusilánimes, los elementos más atrasados abandonan las banderas del maoísmo. Sólo fueron compañeros de viaje mientras pudieron sacar beneficio personal de las noticias que daba la prensa burguesa de la guerra popular en el Perú o, en su momento, de Nepal. Hoy forman parte del basurero de la Historia.
Sin embargo, qué es lo que debemos tener en cuenta nosotros, como comunistas, al leer este libro: que la construcción de una nueva Sociedad es posible. El carácter testimonial de este libro nos demuestra que llegar al dorado comunismo no es una mera frase de cliché, sino una maravillosa y tangible realidad.
Para esto sirve este libro: para armar nuestras cabezas de roja ideología de clase, y para henchir nuestros corazones plenos de optimismo revolucionario.

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PRIMERA PARTE

EL TRABAJO TRASFORMA A LAS MUJERES, QUIENES TRASFORMAN EL TRABAJO

Al día siguiente de la liberación, en 1949, China se topaba con este problema: ¿cómo hacer entrar a la producción social a millones y millones de mujeres confinadas desde siempre a las estrechas tareas do­mésticas? Para operar este desquiciamiento, China poseía triunfos muy favorables. En particular la victoria de la revolución, coronando veinte años de guerra nacional y civil, había trasformado profundamente la antigua sociedad, destruido caras completas de la vieja ideología de la inferioridad de las mujeres. Éstas, por millones, habían participado activamente en la guerra antijaponesa, en las regiones liberadas, habían ejercido el poder directamente, y con frecuencia de ma­nera preponderante; habían tomado a su cargo en numerosos lugares las tareas de producción agrícola. En el contexto de esta rica experiencia es donde se situaba la cuestión de proseguir su emancipación. Había ahí una adquisición extremadamente importante sobre la cual el movimiento femenino podía apoyarse para abordar la nueva etapa.

EL TRABAJO NO SIEMPRE ES LIBERADOR 

No obstante, si China es hoy en día prácticamente el único país del mundo en donde la inmensa mayoría de las mujeres participan en la producción social, esto no se ha hecho sin tropiezos. Algunas cifras hacen reflexionar. Por ejemplo, en Shanghai, en 1966, en vísperas de la Revolución Cultural, más de la mitad de las mujeres habían abandonado su trabajo y re­gresado a sus hogares. Esto se explica en parte por la política del Partido Comunista Chino, política impulsada por Liu Shao-chi1, que hacía una intensa propaganda para ese regreso al hogar. Por otra parte, esto tomaba formas muy diversas. Aquí se alababan las cualidades “irremplazables” de la madre para educar a los hijos; allá se afirmaba sin ambages que las mujeres no eran buenas para nada, demasiado limitadas intelectualmente para aprender un oficio; más allá se lanzaba el argumento del insuficiente número de guarderías, de comedores, para impedir trabajar a las mujeres. En cuanto a las que trabajaban, se trataba de dar como significación a su trabajo: un salario de segunda, ¡para mejorar su situación! (“trabajen para nutrir y vestir mejor a su familia”)2. Sin duda en ese concierto reaccionario había con qué desalentar buenas voluntades; pero eso sólo no era suficiente para explicar el carácter relativamente masivo del regreso al hogar. Hay que investigar las razones de fondo en el trabajo mismo, en su organización. Si no, no se comprende cómo, mujeres que estuvieran tratando de conseguir su liberación ejerciendo un oficio, se dejaran convencer por teorías retrógradas. Es que en realidad ellas no conquistaban, o por lo menos no en todas partes, su liberación. Y por otra parte, ahí donde existía un tipo de trabajo realmente liberador, no se asistía a tal reflujo de mujeres fuera de las fábricas. En la fábrica de Chau Yan, que nosotras visitamos, solamente unas diez mujeres “regresarían tras la puerta de su casa”, como dicen los chinos.

Ya nadie puede ahora estar satisfecho con el es­quema soviético: “He aquí una fábrica del Estado, y el Estado es el partido, y el partido son las masas, por lo tanto esta fábrica es tuya obrero, q.e.d."No, esto ya no pasa. Si se me dice: “Esta fábrica es tuya, es del pueblo”, pero que obedezca ciegamente las órdenes de los directores, que no comprenda nada de mi máquina y todavía menos del resto de la fábrica, si no sé en lo que se convierte mi producto ya terminado ni por qué se ha producido, si trabajo rápidamente, muy rápidamente por el sueldo, si me aburro a morir esperando toda la semana el domingo, y la salida durante toda la jomada, si soy todavía más inculta que al principio después de años de trabajo, entonces es que esta fábrica no es mía, ¡no es del pueblo! Si la producción continúa funcionando según una organización de tipo capitalista, es decir respetando y profundizando la separación entre el trabajo intelectual y el trabajo manual según criterios de utilidades y de rentabilidad, si la producción marcha a golpes de reglamentos burgueses, disciplina ciega y estímulos materiales, por un lado los que piensan y por el otro los que ejecutan, entonces los que son menos instruidos, y en particular las mujeres, son también los más oprimidos.
Si finalmente un número importante de mujeres había podido dejarse convencer de los beneficios del regreso al fogón, es en primer lugar porque en ciertas fábricas la lucha de clase entre la burguesía y el proletariado no había permitido todavía vencer a la burguesía en ese terreno. El trabajo, por ese hecho, permanecía sometido a criterios burgueses. No, la producción capitalista no puede “liberar” a las mujeres porque, por otra parte, jamás ha liberado a los hombres. Nosotras, que todas habíamos trabajado en fábricas, recordábamos las eternas discusiones con las otras mujeres al respecto: “Si mi marido ganara lo suficiente yo me quedarla en casa”, “Cuando yo me case ya no trabajaré”, esto volvía constantemente. Aun si las mismas afirmaban al día siguiente que “Por nada del mundo quisieran quedarse en casa porque se aburrirían demasiado”. Ese estado de espíritu vacilante no hace más que traducir la situación especialmente ambigua de las obreras de un país capitalista. Una experiencia del trabajo social suficiente para hacemos medir la “mezquindad” del trabajo doméstico, pero un trabajo social suficientemente vacío de sentido como para hacer que se reflejara como un “lujo” la vida en la casa, momentáneamente inaccesible. En una fábrica de televisores, Chantal, una soldadora, me había dicho: “El lunes en la mañana, al ver toda la semana ante mí, envidio a las que pueden quedarse en casa; el domingo en la noche, después de una jornada de ‘limpieza’, las compadezco,”

Empero si la participación de las mujeres en el trabajo social no las ha liberado, sin embargo ha constituido un factor decisivo de toma de conciencia de su opresión, de la socialización de su revuelta. Ha entrañado una toma de conciencia masiva de nuestra opresión: la “feminitud”, o la desgracia de ser mujer.

CAPÍTULO 1

LA VÍA DE INDUSTRIALIZACIÓN CHINA Y LA LIBERACIÓN DE LAS MUJERES

NI TRABAJO, NI SALARIO, ¡Y ELLAS PERMANECIERON EN LA FÁBRICA!

La fábrica de material médico Chau Yan en Pekín tiene mal aspecto. Algunas edificaciones de ladrillo de un sólo piso, en un patio que parece el de una escuela. Sin embargo, ahí suceden, discretamente, cosas decisivas para el porvenir de las mujeres. Fuimos recibidas ahí dos o tres días después de nuestra llegada, en una salita blanca, alrededor de una gran mesa, apretando con los dedos fríos las tazas hirvientes; Ma Yu Yin, una obrera de unos cincuenta años, nos cuenta la historia de esta fábrica:

En este barrio, hasta 1958, la mayoría de las mujeres permanecían todavía en sus casas al servicio de su familia, sus quehaceres, el cuidado de los hijos... Fue entonces cuando el país entero se levantó para realizar “el gran salto adelante”, es decir que todas las energías se movilizaron para franquear una nueva etapa de trasformación de la sociedad. En los campos, los campesinos reagrupaban las cooperativas de formación superior para crear comunas populares; la industria se descentralizaba ampliamente, en los lugares más apartados uno veía desarro­llarse pequeñas unidades de producción industrial. Y nosotras, las mujeres, ¿debíamos permanecer en casa, al margen de la tempestad? El presidente Mao nos excitó a “contar con nuestras propias fuerzas, desligarnos de las tareas domésticas y participar en las actividades producti­vas y sociales’. Nosotras queríamos responder a esa excitativa, dar también el gran salto adelante. Pero ¿cómo arreglárnoslas? Fue entonces cuando en este distrito una veintena de mujeres se decidieron a “franquear la puerta de la familia” para crear una fábrica de barrio. Para tal efecto, el comité de manzana nos prestó dos hangares vacíos. Viendo las cosas desde cierto ángulo se puede decir que teníamos todo en contra: éramos pocas, sin ningún equipo, sin guarderías ni comedores, sin ninguna experiencia en producción (todas éramos amas de casa), ni siquiera sabíamos qué producir. Pero por otro lado teníamos grandes triunfos en la mano: no era para aportar un poco más de comodidad a nuestra familia por lo que habíamos decidido trabajar: queríamos trasformar la sociedad, trasformar la condición femenina. ¡Que las mujeres abrieran la puerta de la casa que les obstruía la vista! No queríamos ya servir a nuestra familia, queríamos servir al pueblo. 

Finalmente, después de una encuesta entre los habitantes del barrio, decidimos producir artículos de primera necesidad que les hacían falta: ollas, tubos para estufa, cacerolas, etc. Llevamos de nuestras casas nuestras propias herramientas: martillos, pinzas, algunos destornilladores, clavos, etc. No teníamos más. Fuimos a las fábricas a recoger placas de metal, tubos de hierro, y nos pusimos a trabajar. A veces venían obreras después de su trabajo a mostramos cómo emplear tales o cuales medios. Otro problema grave era el cuidado de los niños. 

Por ejemplo, esta camarada que está aquí tenía cinco. Nos las arreglábamos como podíamos; los mayores cuidaban de los más pequeños; algunas, apoyadas por sus madres o suegras, podían confiárselos a ellas. También había vecinas que aprobaban lo que hacíamos y que nos daban una mano. Se puede decir que ese problema se resolvió por la ayuda mutua en esa época. Durante todo ese período, no recibimos ningún salario. Con frecuencia nos quedábamos en la fábrica hasta tarde en la noche para terminar algún trabajo que nos habíamos fijado. 

Aumentar la producción y profundizar los conocimientos

Finalmente, después de andar a tientas, logramos producir con nuestras manos ollas y tubos para estufas. Esta producción fue aceptada por el Estado. Fue nuestra pri­mera victoria. ¡Cómo! ¿Simples amas de casa sin calificación habían logrado, ayudándose mutuamente, a fuerza de energía y obstinación, fabricar utensilios domésticos de suficiente calidad como para que el Estado los comprara? Aumentó nuestro empeño. Se decidió entonces diversificar esa producción de acuerdo a las necesidades del pueblo; según una encuesta que nos permitió conocer nuevas necesidades locales, comenzamos la fabricación de dispositivos médicos: placas de protección contra rayos X, armarios aislantes. Utilizamos para eso máquinas viejas que ya no servían; las desmontamos, reparamos y trasformamos nosotras mismas para aumentar nuestra productividad y facilitar nuestro trabajo. Esto era más complejo y requería más conocimientos que la fabricación de ollas.
Habíamos fijado en el taller un cartel con esta frase del presidente Mao: Hoy los tiempos han cambiado, lo que puede hacer un hombre, también lo puede hacer una mujer. En el fondo no había ninguna razón para que las mujeres no pudiéramos construir aquellos dispositivos. A veces, ante las dificultades, el desaliento se abatía sobre algunas de nosotras. Decían: “Para qué todos estos esfuerzos, no triunfaremos. No tenemos instrucción, los dispositivos médicos son demasiado difíciles de producir, valdría más dedicarse a las ollas.” Discutíamos entre nosotras. “No estamos aquí para enriquecernos, mucho menos para enriquecer a algún ‘amo’. El pueblo tiene necesidad de esos dispositivos ¡y nosotras, las mujeres, bajaremos los brazos ante los fracasos! Durante siglos y siglos las mujeres climas han sido consideradas como bestias. Nosotras formamos parte de la clase obrera, ¿cómo podrá ésta dirigir el país si la mitad de sus miembros permanece inculta, incapaz de asimilar técnicas nuevas? ¡No sabemos nada! Muy bien, ¡aprendamos! ¡En páginas blancas es en donde se escriben las más bellas historias!” Y nos volvíamos a entregar a la tarea, recuperada nuestra confianza. Con la ayuda de otras fábricas que nos enviaron gente experimentada para asesoramos, logramos producir no solamente placas de protección y almarios aislantes, sino también grandes esterilizadores de alta temperatura y lámparas infrarrojas. Después del examen, el Estado nos confió esta labor de producción y nuestra fábrica tomó su nombre actual de “Fábrica de material médico de Chau Yan”. En ese momento, nuestras filas se habían engrosado, éra­mos un poco más de trescientas, entre las cuales había una veintena de hombres. En 1960, construimos otros cuatro talleres en el patio sin pedir ni un centavo al Estado, simplemente recolectando ladrillos provenientes de antiguas construcciones. Construimos ese mismo año un comedor y una guardería en el recinto de la fábrica. Todo ello con nuestras manos; nosotras podemos construir el socialismo con nuestras manos. 

Un ejemplo de resistencia femenina que triunfa

En la fábrica había un ambiente de solidaridad, de dina­mismo y de abnegación. No era raro ver a las obreras quedarse después de su jomada de trabajo para terminar una tarea, o para entrenarse en una técnica difícil. Por supuesto que no estábamos obligadas a hacerlo ni tampoco se nos pagaba por ese “suplemento”. ¿Debe una recibir primas por hacer la revolución? Pues estaba bien de lo que se trataba. Por otra parte, nuestra experiencia no a todo el mundo le agradaba. En 1961, una parte de la dirección de la fábrica, completamente cegada por las órdenes de la municipalidad de Pekín3 decidió “racionalizar” la producción; decidió que éramos demasiado numerosas para el trabajo que había que hacer, que debíamos dejar de fabricar ollas puesto que en adelante seríamos una fábrica de material médico. ¡Con qué desprecio hablaba de nuestras ollas! Según esta “reorganización” una buena parte de nosotras debía regresar a casa. Creían convencemos diciendo que “los salarios de los hombres serían aumentados a fin de que pudiéramos quedamos en casa para ocupamos de la familia”. ¿No era todo más simple de esta manera? Pero esos proyectos chocaron con una viva resistencia de las mujeres que declararon: “¡No regresaremos a nuestros fogones, no abandonaremos nuestro lugar!” La vida en la fábrica se volvió muy tensa. Hubo una lucha encarnizada entre esa parte de la dirección que quería hacer marchar la fábrica en función de utilidades inmediatas, que, sobre todo, no quería qué las obreras se liberaran, y la gran mayoría de las obreras que querían continuar en la misma vía. 

Esa lucha se llevó conscientemente. Comprendíamos lo que se arriesgaba. En la mayoría de los casos, nuestros maridos y los demás hombres nos apoyaban. Esto se explica; lo que pasaba en Chau Yan no era un hecho aislado. En todas las fábricas había una ofensiva reaccionaria orquestada por Liu Shao-chi enfocada ya a restablecer las normas capitalistas de producción, ya a impedir que las masas las destruyeran. Eso explica que los hombres que también tenían que enfrentar esta ofensiva burguesa comprendieran y apoyaran generalmente la resistencia de las mujeres. Como para muchas de nosotras ya no había trabajo, tampoco había salario. Pero eso no importó. ¿No nos dan trabajo? ¡Nos lo inventaremos nosotras mismas! ¿No tenemos salario? ¡Nos mantendremos ayudándonos mutuamente! Pedimos a otras fábricas que nos confiaran trabajos que veníamos a realizar en “nuestra fábrica”; algunas obreras llevaban a la fábrica materiales de demolición (ladrillos, láminas de acero, etc.) que nosotras recuperábamos, limpiábamos y que así podían ser vueltos a utilizar. El trabajo de las obreras era útil, aunque no fuera “rentable”; lo habíamos probado. No obstante, no todas fueron capaces de superar esas pruebas, pero eran raras, apenas unas quince. Se fueron a trabajar a grandes fábricas, o bien volvieron a sus casas. Durante la Revolución Cultural comprendimos todavía mejor la naturaleza profunda de esa política reaccionaria. Realizamos campañas de denuncia del método de la pretendida “racionalización”. La mayoría de los que habían apoyado las posiciones de Liu Shao-chi descubrieron a qué intereses habían servido; ahora trabajan entre nosotras codo con codo. De las mujeres que habían dejado la fábrica, casi todas han regresado a trabajar aquí. Recientemente, las obreras de esta fábrica han logrado la fabricación de silicio. Anteriormente, las obreras de aquí eran todas antiguas amas de casa, en general relativamente mayores, de cuarenta a cincuenta años. Ahora hay también jóvenes diplomadas de las escuelas que enseñan sus conocimientos a las mayores, al mismo tiempo que aprenden de ellas las cualidades de rebeldía revolucionaria y de firmeza proletaria de las antiguas amas de casa. En el barrio, prácticamente ya no hay mujeres que permanezcan en casa, salvo las que son demasiado viejas o que tienen mala salud, pero hasta para ellas la vida ha cambiado. Se ayudan mutuamente y toman a su cargo ciertas tareas domésticas para aligerar a las que trabajan fuera; organizan la vida política y cultural de los barrios; no están ya aisladas como antes. Este cambio es el resultado de la “partida” de millares de mujeres hacia las actividades productivas y sociales. En cuanto a nosotras, por supuesto que somos asalariadas, y es importante haber conquistado nuestra independencia económica; pero hay que comprender que lo que es todavía más importante es estar al mismo nivel en el mundo, preocuparse de los asuntos colectivos en lugar de estar preocupadas por los solos problemas familiares. Hemos hecho de la producción un arma para liberamos, para servir mejor al pueblo chino y a la revolución mundial.
_________________________________
1 Liu Shao-chi, ex presidente de la República Popular China.
2 Cf. boletín de Chine nouvelle núm. 61, de marzo de
1968, p. 8, núm. 031406, “los chinos estigmatizan la línea revisionista en el movimiento de las mujeres”.
3 La municipalidad de Pekín era un bastión de los partidarios de Liu Shao-chi. Intervenía con frecuencia en las direcciones de las fábricas para que éstas “racionalizaran” el trabajo, como entre nosotros; intentaba reducir el poder de los obreros.



viernes, 21 de marzo de 2014

EL MOVIMIENTO DE LIBERACIÓN DE LAS MUJERES EN CHINA.





"La mitad del Cielo» es el testimonio de un grupo de mujeres en su viaje por la República Popular China durante la Gran Revolución Cultural Proletaria, en plena campaña contra Lin Piao. Entre estas 12 mujeres había estudiantes, empleadas de oficina, la mujer de un obrero, todas militantes por la liberación de la mujer. Este testimonio es sintetizado por Claudie Broyelle, que lamentablemente capituló poco después y se pasó a las filas de Teng, el imperialismo y la reacción. Ahora ya conocemos el resultado de la restauración del capitalismo en China. A ojos del feminismo burgués China es un país adelantado en cuanto a la situación de la mujer. Hay mujeres empresarias, políticas, escritoras, científicas, etc., pero el problema de la mujer no está resuelto. La situación de la mujer en el campo ha retrocedido en décadas. La vida de las niñas recién nacidas no tiene ningún valor. En la ciudad la mayor parte de las mujeres viven en condiciones de miseria y explotación. La inevitable crisis del capitalismo en China muestra un porvenir todavía mucho más negro para la mujer obrera y campesina.

Durante la Revolución en China millones de mujeres se movilizaron dirigidas por el PCCH. La participación de la mujer en la guerra contra la invasión japonesa aplastó la idea reaccionaria de que las mujeres «sólo sirven para el trabajo doméstico». La reforma agraria, donde también millones de mujeres participaron de forma activa, tuvo como resultado la demolición del sistema patriarcal-feudal. Las campesinas conquistaron títulos de propiedad personales sobre la tierra, dejaron de ser la “esposa de...”. La Revolución de Nueva Democracia demolió la antigua estructura familiar, la mujer dejó su minoría de edad respecto al hombre y pasó a estar en la vanguardia de las transformaciones revolucionarias. Hizo más por la mujer la reforma agraria: “¡la tierra para quien la trabaja!”, que los millones de discursos sobre la igualdad con que bombardea a la mujer obrera y pobre el imperialismo, la reacción y el revisionismo.

Durante la Gran Revolución Cultural Proletaria más de 300 millones de mujeres se movilizaron contra el revisionismo de Liu, Teng y Lin Piao, lucha entre el camino comunista y el camino capitalista. Se crearon talleres colectivos de trabajo doméstico, comedores colectivos, se apuntaba a que la sociedad fuera responsable de los hijos y que éstos no fueran responsabilidad de la familia (propiedad de...) ni del Estado. El objetivo fue acabar con el carácter privado de la familia y de las tareas domésticas liberando a la mujer totalmente del mundo del hogar. Chian Ching es la mejor expresión de la incorporación de millones de mujeres dirigidas por el Partido de la clase obrera, el PCCH, a la transformación revolucionaria de la sociedad y al combate contra la restauración del capitalismo.

Este es el valor de este libro, presentar la experiencia más avanzada de la lucha de la mujer por su emancipación en una sociedad socialista. El Movimiento Femenino en la República Popular China combatió tanto las posiciones de Liu Shao Chi, que defendía el papel tradicional de la mujer sometida al poder marital, como las de Lin Piao, que afirmaba que la revolución ya estaba concluida, impidiendo la lucha consecuente por su emancipación y la transformación revolucionaria de la sociedad dirigida por el Partido Comunista Chino hasta el comunismo.

Hoy, la base de masas de la revolución proletaria mundial está en el Tercer Mundo y son millones de proletarias y campesinas pobres las que se han incorporado para combatir al imperialismo, la reacción y al revisionismo. Combate que va unido al de su emancipación. Es fácil comprobar la incorporación de la mujer bajo la bandera del maoísmo a las guerras populares en el Perú, India, Turquía, etc., pues su liberación está unida al triunfo de la clase obrera. En el Perú la guerra popular dirigida por el PCP no sólo ha movilizado a la mujer en el campo y la ciudad, desde la lucha reivindicativa hasta la guerra popular, sino que en el Nuevo Poder ha conquistado el papel que la vieja sociedad le niega. Como fruto de su participación en la guerra popular muchas mujeres han llegado a ser y son cuadros dirigentes del Partido.
Por todo esto, millones de mujeres se han incorporado a las filas de la revolución proletaria de forma consciente y dirigidas por verdaderos partidos comunistas como en el Perú, el PCP, partido marxista-leninista-maoísta-pensamiento gonzalo, principalmente pensamiento gonzalo, aplastan el cretinismo parlamentario, destruyen la vieja sociedad a la vez que van construyendo la nueva, demostrando que su presente y futuro está unido a la transformación revolucionaria del mundo.

Claudie Broyelle capituló a la par que la burguesía tomaba el poder en China, y no ha sido la única que ha capitulado, abandonando las filas del proletariado y de la revolución.
Hoy podemos ver también cómo los vacilantes, los pusilánimes, los elementos más atrasados abandonan las banderas del maoísmo. Sólo fueron compañeros de viaje mientras pudieron sacar beneficio personal de las noticias que daba la prensa burguesa de la guerra popular en el Perú o, en su momento, de Nepal. Hoy forman parte del basurero de la Historia.

Sin embargo, qué es lo que debemos tener en cuenta nosotros, como comunistas, al leer este libro: que la construcción de una nueva Sociedad es posible. El carácter testimonial de este libro nos demuestra que llegar al dorado comunismo no es una mera frase de cliché, sino una maravillosa y tangible realidad.

Para esto sirve este libro: para armar nuestras cabezas de roja ideología de clase, y para henchir nuestros corazones plenos de optimismo revolucionario.


"La Mitad del Cielo"-  Descargar el texto completo en:

http://mararmadomf.blogspot.com.es/

https://drive.google.com/file/d/0B0cNhGDp1iorVDdrSEhRdGFqVG8/edit?usp=sharing

domingo, 16 de marzo de 2014

EL DÍA INTERNACIONAL DE LAS OBRERAS - LENIN




V. I. LENIN

El día internacional de las obreras

Lo principal y fundamental del bolchevismo y de la Revolución de Octubre en Rusia consiste precisamente en la incorporación a la política de los que sufrían mayor opresión bajo el capitalismo. Los capitalistas los oprimían, los engañaban y los saqueaban con monarquía y con repúblicas democráticas burguesas. Esta opresión, este engaño, este saqueo del trabajo del pueblo por los capitalistas eran inevitables mientras existía la propiedad privada sobre la tierra y las fábricas.

La esencia del bolchevismo, la esencia del Poder soviético radica en concentrar la plenitud del poder estatal en manos de las masas trabajadoras y explotadas, desenmascarando la mentira y la hipocresía de la democracia burguesa y aboliendo la propiedad privada sobre la tierra y las fábricas. Estas masas toman a su cargo la política, es decir, la tarea de edificar una nueva sociedad. La obra es difícil; las masas están atrasadas y agobiadas en virtud de haber vivido bajo el capitalismo, de haber vivido bajo el capitalismo, pero no hay ni puede haber otra salida de la esclavitud asalariada, de la esclavitud capitalista.

Y no es posible incorporar las masas a la política sin incorporar a las mujeres. Porque, bajo el capitalismo, la mitad femenina del género humano esta doblemente oprimida. La obrera y la campesina son oprimidas por el capital, y además, incluso en las repúblicas burguesas más democráticas no tienen plenitud de derechos, ya que la ley les niega la igualdad con el hombre. Esto, en primer lugar, y en segundo lugar –lo que es más importante-, permanecen en la “esclavitud casera”, son “esclavas del hogar”, viven agobiadas por la labor más mezquina, más ingrata, más dura y más embrutecedora: la de la cocina y, en general, la de la economía doméstica familiar individual.

La revolución bolchevique, soviética, corta las raíces de la opresión y de la desigualdad de la mujer tan profundamente como no osó cortarlas jamás un solo partido ni una sola revolución en el mundo. En nuestro país, en la Rusia Soviética, no han quedado ni rastros de la desigualdad de la mujer y el hombre ante la ley. Una desigualdad sobremanera repulsiva, vil e hipócrita en el derecho matrimonial y familiar, la desigualdad en lo referente al niño, ha sido eliminada totalmente por el Poder soviético.
Esto constituye tan sólo el primer paso hacia la emancipación de la mujer. Pero ninguna república burguesa, aun la más democrática, se atrevió jamás a dar ni siquiera este primer paso. No se atrevió por temor ante la “sacrosanta propiedad privada”.

El segundo paso, el principal, ha sido la abolición de la propiedad privada sobre la tierra y las fábricas. Así, y únicamente así, se abre el camino para la emancipación completa y efectiva de la mujer, para su liberación de la “esclavitud casera”, mediante el paso de la pequeña economía doméstica individual a la grande y socializada.

El tránsito es difícil, pues se trata de transformar las “normas” más arraigadas, rutinarias, rudas y osificadas (a decir verdad, son bochorno y salvajismo, y no “normas”). Pero el tránsito ha comenzado, se ha puesto inicio a la obra, hemos entrado en el nuevo camino.

Y en el día internacional de las obreras, en innumerables reuniones de trabajadoras de todos los países del mundo resonarán saludos a la Rusia Soviética, que ha emprendido una obra difícil y pesada hasta lo inaudito, pero grande, de trascendencia universal, verdaderamente liberadora. Resonarán llamamientos optimistas, exhortando a no desfallecer ante la reacción burguesa, brutal y a menudo feroz. Cuanto más “libre” o “democrático” es un país burgués, tanto más brutalidades y ferocidades comete la banda capitalista contra la revolución de los obreros; la República democrática de los Estados Unidos de Norteamérica es, a este respecto, un ejemplo ilustrativo. Pero el obrero ha despertado ya en masa. La guerra imperialista ha despertado definitivamente a las masas durmientes, soñolientas y rutinarias tanto en América como en Europa y en la atrasada Asia.

Se ha roto el hielo en todos los confines del mundo.

La liberación de los pueblos del yugo del imperialismo, la liberación de los obreros y de las obreras del yugo del capital avanza inconteniblemente. La han impulsado decenas y cientos de millones de obreros y obreras, de campesinos y campesinas. Y por eso la causa de la emancipación del trabajo del yugo del capital triunfará en el mundo entero.


4.III.1921
Publicado el 8 de marzo de 1921, en el suplemento al núm. 51 de “Pravda”.
Firmado: N. Lenin
T. 42 , págs.368-370

sábado, 8 de marzo de 2014

¡VIVA EL FEMINISMO PROLETARIO!






¡Proletarios de todos los países, uníos!

¡VIVA EL DÍA DE LA MUJER!
¡VIVA EL FEMINISMO PROLETARIO!

(CITAS)

"La propiedad, cuyo primer germen, cuya forma inicial se contiene ya en la familia, donde la mujer y los hijos son los esclavos del marido. La esclavitud, todavía muy rudimentaria, ciertamente, latente en la familia, es la primera forma de propiedad, que, por lo demás, ya aquí corresponde perfectamente a la definición de los modernos economistas, según la cual es el derecho a disponer de la fuerza de trabajo de otros."
- Carlos Marx - La ideología alemana

"El primer antagonismo de clases que apareció en la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer en la monogamia; y la primera opresión de clases, con la del sexo femenino por el masculino. La monogamia fue un gran progreso histórico, pero al mismo tiempo inaugura, juntamente con la esclavitud y con las riquezas privadas, aquella época que dura hasta nuestros días y en la cual cada progreso es al mismo tiempo un regreso relativo y el bienestar y el desarrollo de unos verifícanse a expensas del dolor y de la represión de otros. La monogamia es la forma celular de la sociedad civilizada, en la cual podemos estudiar ya la naturaleza de las contradicciones y de los antagonismos que alcanzan su pleno desarrollo en esta sociedad."
 - F. Engels - El origen de la familia, la propiedad y el Estado

"El carácter particular del predominio del hombre sobre la mujer en la familia moderna, así como la necesidad y la manera de establecer una igualdad social efectiva de ambos, no se manifestarán con toda nitidez sino cuando el hombre y la mujer tengan, según la ley, derechos absolutamente iguales. Entonces se verá que la manumisión de la mujer exige, como condición primera, la reincorporación de todo el sexo femenino a la industria social, lo que a su vez requiere que se suprima la familia individual como unidad económica de la sociedad."
 - F. Engels - El origen de la familia, la propiedad y el Estado

"Por eso es totalmente justo que presentemos reivindicaciones en favor de la mujer. Esto no es un programa mínimo, no es un programa de reformas en el espíritu socialdemócrata, en el espíritu de la II Internacional. Esto no es el reconocimiento de que creamos en la eternidad o al menos en una existencia prolongada de la burguesía y de su Estado. Tampoco es un intento de apaciguar a las masas femeninas con reformas y desviarlas de la lucha revolucionaria. Esto nada tiene de común con las supercherías reformistas. Nuestras reivindicaciones se desprenden prácticamente de la tremenda miseria y de las vergonzosas humillaciones que sufre la mujer, débil y desamparada bajo el régimen burgués. Con esto testimoniamos que conocemos estas necesidades, que comprendemos igualmente la opresión de la mujer, que comprendemos la situación privilegiada del hombre y odiamos —sí, odiamos— y queremos eliminar todo lo que oprime y atormenta a la obrera, a la mujer del obrero, a la campesina, a la mujer del hombre sencillo e incluso, en muchos aspectos, a la mujer de la clase acomodada. Los derechos y las medidas sociales que exigimos de la sociedad burguesa para la mujer, son una prueba de que comprendemos la situación y los intereses de la mujer y de que bajo la dictadura proletaria las tendremos en cuenta. Naturalmente, no con adormecedoras medidas de tutela; no, naturalmente que no, sino como revolucionarios que llaman a la mujer a trabajar en pie de igualdad por la transformación de la economía y de la superestructura ideológica."
- V.I. Lenin, en "Recuerdos sobre Lenin" de Clara Zetkin

"Nuestras secciones nacionales conciben la labor de agitación y propaganda entre las masas femeninas, su despertar y su radicalización como algo secundario, como una tarea que afecta exclusivamente a las mujeres comunistas. Se reprocha a las comunistas que esta obra no avanza con la debida rapidez y energía. ¡Esto es injusto, totalmente injusto! Verdadero separatismo e igualdad de derechos de la mujer à la rebours, como dicen los franceses, es decir, igualdad de derechos de la mujer al revés. ¿En qué se basa esta posición errónea de nuestras secciones nacionales? (No hablo de la Rusia Soviética). En definitiva, esto no es otra cosa que una subestimación de la mujer y de su trabajo. Eso es. Lamentablemente, de muchos de nuestros camaradas aún se puede decir: “Escarbad en un comunista y encontraréis a un filisteo”. Naturalmente, es preciso escarbar en el punto sensible: en su sicología con relación a la mujer. ¿Existe prueba más evidente que el hecho de que los hombres vean con calma cómo la mujer se desgasta en el trabajo doméstico, un trabajo menudo, monótono, agotador y que le absorbe el tiempo y las energías; cómo se estrechan sus horizontes; se nubla su inteligencia, se debilita el latir de su corazón y decae la voluntad? Naturalmente, no aludo a las damas burguesas, que encomiendan todos los quehaceres domésticos, incluido el cuidado de los niños, a personas asalariadas. Todo lo que digo se refiere a la inmensa mayoría de las mujeres, comprendidas las mujeres de los obreros, aunque se pasen todo el día en la fábrica y ganen su salario."
- V.I. Lenin, en "Recuerdos sobre Lenin" de Clara Zetkin

"Con el fin de construir una gran sociedad socialista, es de suma importancia movilizar a las grandes masas de mujeres para que se incorporen a las actividades productivas. En la producción, hombres y mujeres deben recibir igual salario por igual trabajo. Sólo en el proceso de la transformación socialista de la sociedad en su conjunto se podrá alcanzar una auténtica igualdad entre ambos sexos."
- Presidente Mao Tse-tung - Nota de introducción al artículo "Las mujeres se integran al frente de trabajo"

"Nadie debe sorprenderse de que todas las mujeres no se reúnan en un movimiento feminista único. El feminismo tiene, necesariamente, varios colores, diversas tendencias. Se puede distinguir en el feminismo tres tendencias fundamentales, tres colores sustantivos: feminismo burgués, feminismo pequeño burgués y feminismo proletario. Cada uno de estos feminismos formula sus reivindicaciones de una manera distinta. La mujer burguesa solidariza en feminismo con el interés de la clase conservadora. La mujer proletaria consustancia su feminismo con la fe de las multitudes revolucionarias en la sociedad futura. La lucha de clases -Hecho histórico y no aserción teórica- se refleja en el plano feminista. Las mujeres, como los hombres, son reaccionarias, centristas o revolucionarias. No pueden por consiguiente, combatir juntas la misma batalla. En el actual panorama humano, la clase diferencia más a los individuos que en el sexo".
- José Carlos Mariátegui -  Las Reivindicaciones Feministas

"Por otro lado la participación económica y el desarrollo de la lucha de clases impulsan la POLITIZACIÓN DE LA MUJER. Ya destacamos cómo la revolución francesa impulsó el desarrollo político y organizativo de las mujeres y cómo uniéndolas, movilizándolas y haciéndolas combatir sentó bases para el movimiento femenino; vimos también cómo las reivindicaciones femeninas fueron alcanzadas a través del ascenso revolucionario, y cómo fueron conculcados sus derechos y barridas sus conquistas cuando se frenó y reaccionarizó el proceso. Sin embargo, con todo lo positivo que tuvo la incorporación femenina a la revolución francesa, la politización de la mujer resultante no es sino elemental, restringida y pequeñísima comparada con el grandioso avance que implica la politización de las mujeres por la clase obrera, ¿Qué implica ésta politización? Al incorporar el capitalismo masivamente a las mujeres al proceso económico las arranca de las cuatro paredes domésticas, para atraerlas en su inmensa mayoría, a la explotación fabril convirtiéndolas en obreras; así las mujeres se forjan y desarrollan como parte constituyente de la clase más avanzada y última de la historia; la mujer inicia su radical proceso de politización a través de su incorporación a la lucha sindical (el gran cambio que esto implica lo vemos en concreto en nuestra patria en la transformación que se opera en las obreras, campesinas y maestras del Perú, en medio de la lucha sindical); la mujer adviene a formas más desarrolladas de organización, va siendo ganada y formada ideológicamente por la concepción del proletariado y, finalmente, arriba a las formas superiores de la lucha y organización políticas incorporándose, a través de sus mejores exponentes, a las filas del partido de la clase obrera, para servir al pueblo en todas las formas y frentes de lucha que organiza y dirige la clase obrera mediante su vanguardia política. Este proceso de politización que sólo es capaz de producir el proletariado y el nuevo tipo de mujeres combatientes que genera se ha concretizado en múltiples y gloriosas luchadoras cuyos nombres registra la historia: Luisa Michel, N. Krupskaya, Rosa Luxemburgo, Liu Ju-lan y otras cuya memoria guardan el pueblo y el proletariado."
- Comité Central, Partido Comunista del Perú - El marxismo, Mariátegui y el movimiento femenino

"Estas simples observaciones muestran la certeza de la tesis de la emancipación de la mujer la que se concibe como parte de la liberación del proletariado. En tanto que la tesis de la liberación femenina históricamente aparece como una tesis burguesa en cuyo fondo se oculta la contraposición de hombres y mujeres por el sexo y se camufla la raíz de la opresión de la mujer; hoy vemos como se desenmascara cada vez más la liberación femenina como feminismo burgués, que apunta a la división del movimiento popular apartando del mismo a las masas femeninas y que busca principalmente oponerse al desarrollo del movimiento femenino bajo la guía y conducción de la clase obrera."
- Comité Central, Partido Comunista del Perú - El marxismo, Mariátegui y el movimiento femenino

"Las mujeres que son la mitad del mundo y desarrollar el movimiento femenino por la emancipación de la mujer, tarea que es obra de las mujeres mismas pero bajo la dirección del Partido."
- Presidente Gonzalo

Movimiento Popular Perú
8 de marzo de 2014

http://www.solrojo.org/

jueves, 4 de julio de 2013

"NACER CON CONOCIMIENTOS" - UN INVENTO



“NACER CON CONOCIMlENTOS”—UN
INVENTO; LOS CONOCIMIENTOS PRO-
VIENEN ÚNICAMENTE DE LA PRACTICA*

Lí Feng-Ian

(Pintora campesina del distrito Jusien, Shensí.)


Lin Piao, siguiendo las huellas de Confucio, agitaba la bandera raída de “dominarse y retornar a los ritos”, pregonaba la “teoría del genio” disfrazándose a si mismo de “genio” “nacido con conocimientos”, calumniaba a los trabajadores, calificándolos de “salvajes” y “necios inferiores”. Al pregonar esto, Lin Piao perseguía el objetivo de crear una base teórica para usurpar la dirección del Partido y el Poder del Estado y restaurar así el capitalismo.

¿Son congénitos los conocimientos y la capacidad del hombre o provienen de la práctica? El Presidente Mao indicó que las ideas correctas del hombre “sólo pueden provenir de la práctica social, de las tres clases de práctica: la lucha por la producción, la lucha de clases y los experimentos científicos en la sociedad”. Es decir, los conocimientos y la capacidad del hombre no son congénitos sino que se adquieren en la práctica social. La práctica crea conocimientos verídicos y la lucha incrementa la capacidad. En el mundo no existe ningún tipo de “genio” “nacido con conocimientos”.

En la atroz y vieja sociedad, las autoridades políticas, de clan, religiosa y marital eran corno cuatro sogas que nos mantenían amarradas y oprimidas en la capa más baja de la sociedad. En la Nueva China socialista, el Partido ha abierto un ancho camino para incorporamos a las mujeres en los tres movimientos revolucionarios: la lucha por la producción, la lucha de clases y la experimentación científica. Las campesinas, pobres y medias de la capa inferior han tomado parte activa en dichos movimientos, en la Gran Revolución Cultural Proletaria y en la campaña de crítica a L-in Piao y Confucio. De esta manera, su fisonomía espiritual se ha transformado mucho y su conciencia sobre la lucha de clases y la lucha entre las dos líneas se ha elevado sucesivamente. Miles y miles de mujeres vanguardias han ingresado en el Partido Comunista y en la Liga de la Juventud Comunista de China. Muchas han sido promovidas a puestos dirigentes, a diversos niveles, administrando importantes asuntos del Estado. Estos titánicos y estremecedores cambios son resultado de la revolución que dirigida por el Presidente Mao y el Partido Comunista, nos estimula a levantarnos y a luchar; también constituyen una demostración de la superioridad del sistema socialista.

El contraste entre el presente y el pasado no sólo muestra que los conocimientos y la capacidad del hombre no son congénitos, sino que provienen de la práctica social; también que la posición política y las condiciones de vida de los pueblos trabajadores no son decididas por el “hado”, sino por el sistema social.

Nosotras, junto con el resto de los trabajadores, y con nuestras propias manos, hemos creado las riquezas materiales de la sociedad así como también las espirituales. Tomemos mi aprendizaje de dibujar como ejemplo:


en la vieja sociedad, mi familia era muy pobre y no pude ir a la escuela. Después de la Liberación fui a la escuela nocturna y tomé un cursillo breve para aprender a leer y escribir. Antes me gustaba hacer papeles recortados, pero no sabía dibujar. En 1958, para prepararme, el Partido me envió al curso de capacitación de bellas artes para horas libres, en la obra de embalse organizado por el distrito, para que aprendiera a pintar al mismo tiempo que participaba en las labores. En la primera clase, estudié el escrito del Presidente Mao “Intervenciones en el Foro de Yenán sobre Arte y Literatura”.

Cuanto más estudiaba tanto mayor comprensión adquiría. La enseñanza del Presidente Mao de que el arte y la literatura “se crean para los obreros, campesinos y soldados y son utilizados por ellos” señaló la dirección para mí. El espíritu y entusiasmo revolucionarios con que los comuneros luchaban contra el cielo y la tierra me educaron y estimularon mucho. Entonces dibujé “Los héroes someten a los dragones” y varias otras pinturas grandes de propaganda. La exposición de esas pinturas en el sitio de construcción animó la voluntad combativa de las masas y me dejó ver el papel de las bellas artes y afirmó mi decisión de dibujar para la revolución. En 1963, en el movimiento de la educación socialista, con el apoyo de la célula del Partido, visité a muchos viejos campesinos pobres de nuestro equipo de producción quienes antes de la Liberación padecían de grandes sufrimientos, y guardando profundo odio hacia la vieja sociedad dibuje varias series de pinturas relatando la historia saturada de sangre y de lágrimas de los campesinos pobres y campesinos medios de la capa inferior. En la Gran Revolución Cultural Proletaria dibujé murales y diapositivas para propagar el pensamiento Mao Tse tung y la victoria de esta revolución. Todo esto fue un proceso de temple en el transcurso de la dura práctica revolucionaria. Al comienzo dejaba en la pintura la figura de una persona lejana más grande que la de primer plano y no podía colocar las piernas y los brazos en sus lugares debidamente. Gracias a la preocupación del Partido y el apasionado apoyo de los campesinos pobres y medios de la capa inferior yo practicaba con entusiasmo, llevaba siempre un cuaderno de bosquejos para dibujar en cualquier momento y lugar. A veces hacía algunos trazos incluso cuando preparaba la comida.

Mediante repetidas prácticas tanto los pinceles como las manos me iban obedeciendo poco a poco. Las masas me elogiaban diciendo que lo que dibujaba se parecía a lo real.

Al inicio, yo no sabía dibujar. Pero ¿significa eso que era una “tonta” de nacimiento? No. Y ahora lo que dibujo es relativamente verosímil. ¿Puedo por eso, calificarme de inteligente de nacimiento? Tampoco.

El saber dibujar se debe a la práctica. Soy jefa del grupo de trasplante de algodón en nuestro equipo de producción. En la práctica laboral, viendo el espectáculo emotivo de la  rica cosecha de algodón dibujé una pintura titulada “Recogiendo jubilosamente nuevo algodón”, en que aparecían figuras de muchas mujeres que estaban recogiendo algodón. Pero al ver mi obra, algunos de los comuneros dijeron: “¿Se trata del algodonal de nuestro equipo? Pero ¡no expresa ninguna característica!” Y otros comentaron: “Están metidas en la labor, y ¿para qué recogen algodón?” Tienen razón. Hay que dibujar con un tema que exprese el entusiasmo con el cual los comuneros venden el algodón al Estado para apoyar la construcción socialista, después de lograr una rica cosecha.

Más tarde, dejando el espectáculo de recoger el algodón como fondo, pinté un cuadro en que los comuneros iban  a entregar con ardor al Estado el algodón transportado en carretas de caballos y carretillas. Así su tema es más claro. Todos dijeron que resultaba bien. De hecho, la creación de este cuadro se debe a la inteligencia de las masas. Sin éstas, no habría creación de que hablar.

En poco más de diez años, con la dirección del Partido y la ayuda de los camaradas, he dibujado más de 300 pinturas. Acabo de hacer algunos trabajos para el pueblo. El Partido y el pueblo me han ofrecido un gran honor; en 1973, fui a Pekín para visitar y estudiar la exposición nacional de bellas artes, allí recibí el entusiasta estímulo de los camaradas dirigentes. Yo, una mujer que no sabía leer ni escribir una palabra en la vieja sociedad he sido elegida subsecretaria de la célula del Partido y lucho con el pincel por la revolución.

Todo esto demuestra que sólo la sociedad socialista puede poner en pleno juego la actividad, sabiduría e inteligencia de las mujeres trabajadoras. El proceso de aprender a dibujar constituye una severa crítica a la “teoría del genio” “nacido con conocimientos”, planteada por Confucio y Lin Piao. El hecho testimonia que “nacer con conocimientos” es un disparate. Los conocimientos verídicos sólo pueden provenir de la práctica. Me he
decidido, en la actual campaña de crítica a Lin Piao y Confucio, a sacar más y mejores pinturas para la revolución, refutando la “teoría del genio” “nacido con conocimientos” pregonada por Confucio y Lin Piao.




* de: "Obreros, campesinos y soldados critican a Lin Piao y a confucio". Ed. lenguas extranjeras, Pekín.