viernes, 19 de octubre de 2012

"INDIGNADOS" Y PROLETARIADO


MENSAJE DEL COMITE CENTRAL A LA LIGA DE LOS COMUNISTAS

(C. MARX Y F. ENGELS)
MARZO DE 1850

EL COMITE CENTRAL A LA LIGA

(...) 

Ya os habíamos dicho, hermanos, en 1848, que los liberales burgueses alemanes llegarían pronto al poder y que inmediatamente emplearían contra los obreros este poder recién adquirido. Ya habéis visto cómo se ha realizado esto. En efecto, inmediatamente después del movimiento de Marzo de 1848 han sido los burgueses quienes se hicieron con el poder, utilizándolo sin dilaciones para obligar a los obreros, sus aliados en la lucha, a volver a su anterior condición de oprimidos. Y aunque la burguesía no podía lograr todo esto sin aliarse al partido feudal derrotado en Marzo y, en fin de cuentas, sin ceder de nuevo la dominación a este mismo partido absolutista feudal, pudo, sin embargo, asegurarse las condiciones que, en vista de las dificultades  financieras del Gobierno, habrían de poner finalmente en sus manos el poder y salvaguardarían sus intereses en el caso de que fuese posible que el movimiento revolucionario entrase desde ahora en el cauce del llamado desarrollo pacífico. Para asegurar su dominación, la burguesía ni siquiera necesitaba recurrir a medidas violentas que la harían odiosa a los ojos del pueblo, pues todas esas medidas violentas ya habían sido tomadas por la contrarrevolución feudal. Pero el desarrollo no ha de seguir ese cauce pacífico. Por el contrario, la revolución que ha de acelerar dicho desarrollo está próxima, bien sea provocada por una insurrección independiente del proletariado francés, bien por una invasión de la Babel revolucionaria por la Santa Alianza.
Y el papel de traición que los liberales burgueses alemanes desempeñaron con respecto al pueblo en 1848 lo desempeñarán en la próxima revolución los pequeños burgueses democráticos, que ocupan hoy en la oposición el mismo lugar que ocupaban los liberales burgueses antes de 1848. Este partido, el partido democrático, más peligroso para los obreros que lo fue el partido liberal, está integrado por los tres elementos siguientes:
I. Por las partes más progresistas de la gran burguesía, cuyo objetivo es el total e inmediato derrocamiento del feudalismo y del absolutismo. Dicha fracción está representada por los antiguos conciliadores de Berlín que habían propuesto suspender el pago de las contribuciones.
II. Por la pequeña burguesía democrático-constitucional, cuyo principal objetivo en el movimiento precedente había sido crear un Estado federal más o menos democrático, tal como lo habían propugnado sus representantes —la izquierda de la Asamblea de Francfort—, más tarde el parlamento de Stuttgart y ella misma en la campaña en pro de la Constitución del Imperio.
III. Por los pequeños burgueses republicanos, cuyo ideal es una república federal alemana al estilo de la suiza y que ahora se llaman a sí mismos "rojos" y "demócratas sociales", porque tienen el pío deseo de acabar con la opresión del pequeño capital por el grande, del pequeño burgués por el gran burgués. Representaban esta fracción los miembros de los congresos y comités democráticos, los dirigentes de las uniones democráticas y los redactores de la prensa democrática.
Ahora, después de su derrota, todas estas fracciones se llaman republicanas o rojas, exactamente como los pequeños burgueses republicanos de Francia se llaman hoy día socialistas. Allí donde aún tienen la posibilidad de perseguir sus fines por métodos constitucionales, como en Wurtemberg, Baviera, etc., aprovechan la ocasión para conservar sus viejas frases y para demostrar con los hechos que no han cambiado en absoluto. Se comprende, por lo demás, que el cambio de nombre de este partido no modifica en lo más mínimo su actitud hacia los obreros; lo único que hace es demostrar que ahora se ve obligado a luchar contra la burguesía aliada al absolutismo y a buscar el apoyo del proletariado.
El partido democrático pequeñoburgués es muy poderoso en Alemania. Abarca no solamente a la enorme mayoría de la población burguesa de las ciudades, a los pequeños comerciantes e industriales y a los maestros artesanos, sino que también le siguen los campesinos y el proletariado rural, en tanto este último no ha encontrado aún el apoyo del proletariado urbano independiente.
La actitud del partido obrero revolucionario ante la democracia pequeñoburguesa es la siguiente: marcha con ella en la lucha por el derrocamiento de aquella fracción a cuya derrota aspira el partido obrero; marcha contra ella en todos los casos en que la democracia pequeñoburguesa quiere consolidar su posición en provecho propio.
Muy lejos de desear la transformación revolucionaria de toda la sociedad en beneficio de los proletarios revolucionarios, la pequeña burguesía democrática tiende a un cambio del orden social que pueda hacer su vida en la sociedad actual lo más llevadera y confortable. Por eso reclama ante todo una reducción de los gastos del Estado por medio de una limitación de la burocracia y la imposición de las principales cargas tributarias sobre los grandes terratenientes y los burgueses. Exige, además, que se ponga fin a la presión del gran capital sobre el pequeño, pidiendo la creación de instituciones crediticias del Estado y leyes contra la usura, con lo cual ella y los campesinos tendrían abierta la posibilidad de obtener créditos del Estado en lugar de tener que pedírselos a los capitalistas, y además en condiciones ventajosas; pide igualmente el establecimiento de relaciones burguesas de propiedad en el campo mediante la total abolición del feudalismo. Para poder llevar a cabo todo esto necesita un régimen democrático, ya sea constitucional o republicano, que les proporcione una mayoría a ella y a sus aliados, los campesinos, y una autonomía democrática local que ponga en sus manos el control directo de la propiedad comunal y una serie de funciones desempeñadas hoy día por burócratas.
Los demócratas pequeñoburgueses consideran, además, que es preciso oponerse a la dominación y el rápido crecimiento del capital, en parte limitando el derecho de herencia, en parte poniendo en manos del Estado el mayor número posible de empresas. Por lo que toca a los obreros, es ante todo indudable que deben seguir siendo obreros asalariados, pero al mismo tiempo los pequeños burgueses democráticos desean que aquéllos tengan salarios más altos y una existencia mejor asegurada; y confían en lograr esto facilitando por un lado trabajo a los obreros a través del Estado y por otro con medidas de beneficencia. En una palabra, confían en corromper a los obreros con limosnas más o menos veladas y quebrantar su fuerza revolucionaria con un mejoramiento temporal de su situación. No todas las fracciones de la democracia pequeñoburguesa defienden todas las reivindicaciones que acabamos de citar. Tan sólo unos pocos demócratas pequeñoburgueses consideran como objetivo suyo el conjunto de estas reivindicaciones. Cuanto más allá van algunos individuos o fracciones de la democracia pequeñoburguesa, tanto mayor es el número de estas reivindicaciones que hacen suyas, y aquellos pocos que ven en lo arriba expuesto su propio programa suponen seguramente que ello representa el máximo de lo que puede esperarse de la revolución. Pero estas reivindicaciones no pueden satisfacer en modo alguno al partido del proletariado. Mientras que los pequeños burgueses democráticos quieren poner fin a la revolución lo más rápidamente que se pueda, después de haber obtenido, a lo sumo, las reivindicaciones arriba mencionadas, nuestros intereses y nuestras tareas consisten en hacer la revolución permanente hasta que sea descartada la dominación de las clases más o menos poderosas, hasta que el proletariado conquiste el poder del Estado, hasta que la asociación de los proletarios se desarrolle, y no sólo en un país, sino en todos los países dominantes del mundo, en proporciones tales, que cese la competencia entre los proletarios de estos países, y hasta que por lo menos las fuerzas productivas decisivas estén concentradas en manos del proletariado. Para nosotros no se trata de reformar la propiedad privada, sino de abolirla; no se trata de paliar los antagonismos de clase, sino de abolir las clases; no se trata de mejorar la sociedad existente, sino de establecer una nueva. No cabe la menor duda de que con el desarrollo de la revolución la democracia pequeñoburguesa obtendrá en Alemania, por algún tiempo, una influencia predominante. (...)

viernes, 12 de octubre de 2012

EL PROBLEMA DEL INDIO. MARIÁTEGUI


                                SUMARIA REVISION HISTORICA

                                        José Carlos Mariátegui. (1929)


La población del Imperio Inkaico, conforme a cálculos prudentes, no era menor de diez millones. Hay quienes la hacen subir a doce y aun a quince millones. La Conquista fue, ante todo, una tremenda carnicería. Los conquistadores españoles, por su escaso número, no podían imponer su dominio sino aterrorizando a la población indígena, en la cual produjeron una impresión supersticiosa las armas y los caballos de los invasores, mirados como seres sobrenaturales. La organización política y económica de la Colonia, que siguió a la Conquista, no puso término al exterminio de la raza indígena. El Virreinato estableció un régimen de brutal explotación. La codicia de los metales preciosos, orientó la actividad económica española hacia la explotación de las minas que, bajo los inkas, habían sido trabajadas en muy modesta escala, en razón de no tener el oro y la plata sino aplicaciones ornamentales y de ignorar los indios, que componían un pueblo esencialmente agrícola, el empleo del hierro. Establecieron los españoles, para la explotación de las minas y los "obrajes", un sistema abrumador de trabajos forzados y gratuitos, que diezmó la población aborigen. Esta no quedó así reducida sólo a un estado de servidumbre -como habría acontecido si los españoles se hubiesen limitado a la explotación de las tierras conservando el carácter agrario del país- sino, en gran parte, a un estado de esclavitud. No faltaron voces humanitarias y civilizadoras que asumieron ante el Rey de España la defensa de los indios.EI padre de Las Casas sobresalió eficazmente en esta defensa. Las Leyes de Indias se inspiraron en propósitos de protección de los indios, reconociendo su organización típica en "comunidades". Pero, prácticamente, los indios continuaron a merced de una feudalidad despiadada que destruyó la sociedad y la economía inkaicas, sin sustituirlas con un orden capaz de organizar progresivamente la producción. La tendencia de los españoles a establecerse en la Costa ahuyentó de esta región a los aborígenes a tal punto que se carecía de brazos para el trabajo. El Virreinato quiso resolver este problema mediante la importación de esclavos negros, gente que resulto adecuada al clima y las fatigas de los valles o llanos cálidos de la Costa, e inaparente, en cambio, para el trabajo de las minas, situadas en la Sierra fría. El esclavo negro reforzó la dominación española que a pesar de la despoblación indígena, se habría sentido de otro modo demográficamente demasiado débil frente al indio, aunque sometido, hostil y enemigo. El negro fue dedicado al servicio doméstico y a los oficios. El blanco se mezcló fácilmente con el negro, produciendo este mestizaje uno de los tipos de población costeña con características de mayor adhesión a lo español y mayor resistencia a lo indígena.

La Revolución de la Independencia no constituyó, como se sabe, un movimiento indígena. La promovieron y usufructuaron los criollos y aun los españoles de las colonias. Pero aprovechó el apoyo de la masa indígena. Y, además, algunos indios ilustrados como Pumacahua, tuvieron en su gestación parte importante. El programa liberal de la Revolución comprendía lógicamente la redención del indio, consecuencia automática de la aplicación de sus postulados igualitarios. Y, así, entre los primeros actos de la República, se contaron varias leyes y decretos favorables a los indios. Se ordenó el reparto de tierras, la abolición de los trabajos gratuitos, etc.; pero no representando la revolución en el Perú el advenimiento de una nueva clase dirigente, todas estas disposiciones quedaron sólo escritas, faltas de gobernantes capaces de actuarlas. La aristocracia latifundista de la Colonia, dueña del poder, conservó intactos sus derechos feudales sobre la tierra y, por consiguiente, sobre el indio. Todas las disposiciones aparentemente enderezadas a protegerlo, no han podido nada contra la feudalidad subsistente hasta hoy.

El Virreinato aparece menos culpable que la República. Al Virreinato le corresponde, originalmente, toda la responsabilidad de la miseria y la depresión de los indios. Pero, en ese tiempo inquisitorial, una gran voz cristiana, la de fray Bartolomé de Las Casas, defendió vibrantemente a los indios contra los métodos brutales de los colonizadores. No ha habido en la República un defensor tan eficaz y tan porfiado de la raza aborigen.

Mientras el Virreinato era un régimen medioeval y extranjero, la República es formalmente un régimen peruano y liberal. Tiene, por consiguiente, la República deberes que no tenía el Virreinato. A la República le tocaba elevar la condición del indio. Y contrariando este deber, la República ha pauperizado al indio, ha agravado su depresión y ha exasperado su miseria. La República ha significado para los indios la ascensión de una nueva clase dominante que se ha apropiado sistemáticamente de sus tierras. En una raza de costumbre y de alma agrarias, como la raza indígena, este despojo ha constituido una causa de disolución material y moral. La tierra ha sido siempre toda la alegría del indio. El indio ha desposado la tierra. Siente que "la vida viene de la tierra" y vuelve a la tierra. Por ende, el indio puede ser indiferente a todo, menos a la posesión de la tierra que sus manos y su aliento labran y fecundan religiosamente. La feudalidad criolla se ha comportado, a este respecto, más ávida y más duramente que la feudalidad española. En general, en el encomendero español había frecuentemente algunos hábitos nobles de señorío. El encomendero criollo tiene todos los defectos del plebeyo y ninguna de las virtudes del hidalgo. La servidumbre del indio, en suma, no ha disminuido bajo la República. Todas las revueltas, todas las tempestades del indio, han sido ahogadas en sangre. A las reivindicaciones desesperadas del indio les ha sido dada siempre una respuesta marcial. El silencio de la puna ha guardado luego el trágico secreto de estas respuestas. La República ha restaurado, en fin, bajo el título de conscripción vial, el régimen de las mitas.

La República, además, es responsable de haber aletargado y debilitado las energías de la raza. La causa de la redención del indio se convirtió bajo la República, en una especulación demagógica de algunos caudillos. Los partidos criollos la inscribieron en su programa. Disminuyeron así en los indios la voluntad de luchar por sus reivindicaciones.

En la Sierra, la región habitada principalmente por los indios, subsiste apenas modificada en sus lineamientos, la más bárbara y omnipotente feudalidad. El dominio de la tierra coloca en manos de los gamonales, la suerte de la raza indígena, caída en un grado extremo de depresión y de ignorancia. Además de la agricultura, trabajada muy primitivamente, la Sierra peruana presenta otra actividad económica: la minería, casi totalmente en manos de dos grandes empresas norteamericanas. En las minas rige el salariado; pero la paga es ínfima, la defensa de la vida del obrero casi nula, la ley de accidentes de trabajo burlada. El sistema del "enganche", que por medio de anticipos falaces esclaviza al obrero, coloca a los indios a merced de estas empresas capitalistas. Es tanta la miseria a que los condena la feudalidad agraria, que los indios encuentran preferible, con todo, la suerte que les ofrecen las minas.

La propagación en el Perú de las ideas socialistas ha traído como consecuencia un fuerte movimiento de reivindicación indígena. La nueva generación peruana siente y sabe que el progreso del Perú será ficticio, o por lo menos no será peruano, mientras no constituya la obra y no signifique el bienestar de la masa peruana que en sus cuatro quintas partes es indígena y campesina. Este mismo movimiento se manifiesta en el arte y en la literatura nacionales en los cuales se nota una creciente revalorización de las formas y asuntos autóctonos, antes depreciados por el predominio de un espíritu y una mentalidad coloniales españolas. La literatura indigenista parece destinada a cumplir la misma función que la literatura "mujikista" en el período pre-revolucionario ruso. Los propios indios empiezan a dar señales de una nueva conciencia. Crece día a día la articulación entre los diversos núcleos indígenas antes incomunicados por las enormes distancias. Inició esta vinculación, la reunión periódica de congresos indígenas, patrocinada por el Gobierno, pero como el carácter de sus reivindicaciones se hizo pronto revolucionario, fue desnaturalizada luego con la exclusión de los elementos avanzados y la leva de representaciones apócrifas. La corriente indigenista presiona ya la acción oficial. Por primera vez el Gobierno se ha visto obligado a aceptar y proclamar puntos de vista indigenistas, dictando algunas medidas que no tocan los intereses del gamonalismo y que resultan por esto ineficaces. Por primera vez también el problema indígena, escamoteado antes por la retórica de las clases dirigentes, es planteado en sus términos sociales y económicos, identificándosele ante todo con el problema de la tierra. Cada día se impone, con más evidencia, la convicción de que este problema no puede encontrar su solución en una fórmula humanitaria. No puede ser la consecuencia de un movimiento filantrópico. Los patronatos de caciques y de rábulas son una befa. Las ligas del tipo de la extinguida Asociación Pro-Indígena son una voz que clama en el desierto. La Asociación Pro-Indígena no llegó en su tiempo a convertirse en un movimiento. Su acción se redujo gradualmente a la acción generosa, abnegada, nobilísima, personal de Pedro S. Zulen y Dora Mayer. Como experimento, el de la Asociación Pro-Indígena sirvió para contrastar, para medir, la insensibilidad moral de una generación y de una época.

La solución del problema del indio tiene que ser una solución social. Sus realizadores deben ser los propios indios. Este concepto conduce a ver en la reunión de los congresos indígenas un hecho histórico. Los congresos indígenas, desvirtuados en los últimos años por el burocratismo, no representaban todavía un programa; pero sus primeras reuniones señalaron una ruta comunicando a los indios de las diversas regiones. A los indios les falta vinculación nacional. Sus protestas han sido siempre regionales. Esto ha contribuido, en gran parte, a su abatimiento. Un pueblo de cuatro millones de hombres, consciente de su número, no desespera nunca de su porvenir. Los mismos cuatro millones de hombres, mientras no sean sino una masa inorgánica, una muchedumbre dispersa, son incapaces de decidir su rumbo histórico.

lunes, 8 de octubre de 2012

ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DEL PCP


¡Proletarios de todos los países, uníos!
¡VIVA EL 84º ANIVERSARIO DEL GLORIOSO PARTIDO COMUNISTA DEL PERÚ!
Con alegría y optimismo revolucionario este 7 de octubre celebramos un aniversario más del Partido Comunista del Perú (PCP), partido de nuevo tipo, militarizado, guiado por el marxismo-leninismo-maoísmo, pensamiento Gonzalo, principalmente pensamiento Gonzalo, que viene dirigiendo de manera exitosa la guerra popular en el Perú por más de 32 años.
El Movimiento Popular Perú (MPP), organismo generado del PCP para el trabajo en el extranjero, saluda este aniversario del heroico combatiente con el optimismo al tope. Con absoluta convicción en el marxismo-leninismo-maoísmo, pensamiento Gonzalo, principalmente pensamiento Gonzalo, nuestra Base de Unidad Partidaria, Línea Política General y el Programa comunista; expresamos una vez más nuestro saludo a los hombres del campo, a los obreros y trabajadores que en las peores condiciones de vida y de trabajo luchan por sus derechos y reivindicaciones, a los intelectuales progresistas que en las calles arrancan beneficios para la clase y junto a campesinos y obreros y la propia burguesía nacional combaten y resisten por sus derechos conculcados por siglos. Tenemos indeclinable compromiso de proseguir con las tareas pendientes de la revolución peruana, es la labor de los comunistas y revolucionarios marxistas-leninistas-maoístas, pensamiento Gonzalo. Eso hacemos y seguiremos haciendo.
En estos años de guerra popular el PCP ha enfrentado problemas nuevos y los ha resuelto en el fragor de la misma guerra popular. La experiencia demuestra cómo lo fundamental ha sido mantener los principios. El PCP ha superado el recodo y ha aplastado las patrañas de “acuerdos de paz”; y continúa combatiendo y barriendo definitivamente a la LOD y a la LOI, con guerra popular. Lo único que garantiza nuestros triunfos es que la línea ideológica y política es correcta, por tanto, el PCP está preparado para largos años de lucha, manteniendo el rumbo.
La experiencia de estos 32 años de guerra popular ha servido para resolver el problema de dirección y hoy el PCP cuenta con un Comité Central forjado en medio de la guerra popular y de la lucha de dos líneas, tanto al interior del Partido y principalmente dentro de su Comité Central, como a nivel internacional. Fue el Comité Central del PCP el que combatió los “acuerdos de paz” y combate a la LOD, como ha sido el Comité Central el que ha caracterizado a la LOI y señalado su existencia y la viene combatiendo. También ha sido el CC del PCP el que ha denunciado, partiendo de la experiencia en el Perú y la experiencia internacional, la existencia de un plan imperialista de “acuerdos de paz”.
El nuevo revisionismo y algunos que convergen con él, siguen insistiendo en repicar la patraña de la reacción sobre las "cartas de paz". Nosotros partimos de la realidad, y lo concreto y real es que el Presidente Gonzalo no se ha pronunciado públicamente, y el Partido mantiene la consigna ¡Exigimos la presentación pública, directa y en vivo del Presidente Gonzalo y que se le permita pronunciarse! Lo que planteara, lo definiría el Comité Central, y todos como militantes, incluso el Presidente Gonzalo, nos sujetamos a los principios y al Comité Central, eso nos enseña el Presidente Mao. No nos sujetamos a eventos y organismos dirigidos y planificados por la reacción, en los penales o en cualquier lugar.
El PCP basándose en la experiencia del Perú con la patraña de “acuerdos de paz” y la LOD, la experiencia de Nepal y las actuales de Colombia, el proceso de “paz” en el País Vasco, el surgimiento de la LOI, etc., ha establecido que existe un plan mundial imperialista de “acuerdos de paz”, que apunta a acabar con toda lucha armada revolucionaria y especialmente con las guerras populares. Este plan del imperialismo trata de imponer dentro del Movimiento Comunista Internacional (MCI) el parlamentarismo y el pluripartidismo, la idea de que empezar lucha armada no sirve de nada, los “derechos humanos”, que los pueblos quieren la “paz”, equiparar la guerra popular con “terrorismo”, que los países coloniales y semicoloniales pueden llegar a ser naciones capitalistas modernas por vía de la reforma parlamentaria (negando la existencia del imperialismo y del capitalismo burocrático), el rechazo del concepto de jefes y jefatura y de la aplicación concreta del maoísmo a la realidad de cada país. Niegan lo fundamental del maoísmo, la cuestión del Poder y la dirección proletaria de la revolución. Avakian y todo el nuevo revisionismo, así como los demás revisionistas, pugnan por revisar la ideología universal del proletariado internacional con la idea de que el problema de “unir a la izquierda” es cambiar la ideología – es decir que la unidad no va a ser basada en los principios del marxismo, sino en pragmatismo y oportunismo, o en “experiencia que se abstrae de la realidad”. Eso para Avakian y sus seguidores significa una abstracción “objetiva”, hecha por “expertos” intelectualoides, por encima de las clases, y que no solamente el proletariado y los comunistas pueden plantear correctamente como hacer la revolución.
Como parte de este plan imperialista es fundamental aislar a la Guerra Popular del Perú dirigida por el PCP. Para ello el imperialismo y el nuevo revisionismo han levantado la nueva patraña de que el PCP no existe, o no existe un Comité Central que lo dirige,  sólo existen grupos dispersos. Al mismo tiempo, como ya pasó con la capitulación en Nepal, tratan de sustituir la lucha de dos líneas por la conciliación (dos se unen en uno), mientras el nuevo revisionismo se desboca. Algunos, con sus palabras de “evaluación histórica”, quieren torcer la realidad y evitar la evaluación del MRI y de la aplicación del maoísmo, evitar la lucha de dos líneas y la crítica y autocrítica que corresponde y es necesaria para avanzar y llegar a la unidad. Hablan, igual que decían antes sobre Nepal, de “la guerra popular más avanzada en el mundo”, basándose no en lo ideológico y político sino en las acciones militares dispersas, en lo pragmático – y nos acusan de “atacar” la guerra popular en la India, cuando insistimos en que la defensa de la revolución en la India debe ser una defensa de los principios de nuestra clase, de la dirección proletaria de la revolución. Lo principal es que la izquierda, los comunistas del mundo asuman su responsabilidad, e impongan el maoísmo y aplasten al nuevo revisionismo y a los recalcitrantes.
Hoy en el Perú el PCP dirige la revolución democrática con guerra popular y ha centrado en el trabajo de masas para la guerra popular. Las masas del Perú dan su vida todos los días luchando contra el viejo Estado, el Partido trabaja para que las luchas de las masas confluyan con la guerra popular, para que la guerra popular dé un salto en la incorporación de las masas a ésta. Para que las masas no derramen su sangre en vano. El CC del PCP nos demanda hoy, partiendo de la experiencia de la propia guerra popular, a movilizar aplicando: “organismos grises, clandestinidad, luchar indesligablemente con las masas, centralismo democrático”. Así podemos ver cómo el PCP saca lección y aplica a la realidad concreta.
Todos estos hechos confirman que de la guerra popular sale todo: los problemas y las soluciones, y que éstas no surgen de la cabeza de un “sabio” o un grupo de “expertos”.
El peligro principal mientras dure la batalla entre proletariado y burguesía es el revisionismo. Hoy el peligro principal es el nuevo revisionismo que lleva el membrete de “maoísta”, revisionismo que se desbocó tras la detención del Presidente Gonzalo, revisionismo y revisionistas que sueñan con salvar al imperialismo de su hundimiento en medio de las luchas de las masas del mundo, sembrando ilusiones en elecciones y parlamentarismo.

El Movimiento Popular Perú, organismo generado para el trabajo en el extranjero, reitera su sujeción plena al presidente Gonzalo, al CC del PCP y a todo su sistema de dirección. Con optimismo revolucionario expresamos el compromiso de combatir el revisionismo de todo cuño y laya, y, sobre todo, luchar a muerte para imponer el maoísmo como mando y guía de la nueva gran ola de la revolución proletaria mundial y cumplir con la tarea de aplastar la nueva patraña de que no hay Partido como parte del nuevo plan imperialista de acuerdos de paz. En esta fecha nos reafirmamos en dar nuestra vida por el siempre dorado comunismo, por el único camino válido y correcto: el de la guerra popular.
¡VIVA EL GLORIOSO PARTIDO COMUNISTA DEL PERÚ!
¡VIVA EL MARXISMO-LENINISMO-MAOÍSMO, PENSAMIENTO GONZALO, PRINCIPALMENTE EL PENSAMIENTO GONZALO!
¡GUERRA POPULAR HASTA EL COMUNISMO!
Movimiento Popular Perú
7 de octubre de 2012

viernes, 5 de octubre de 2012

CONVOCATORIA CONFERENCIA INTERNACIONAL

                                                                                     ¡Proletarios de todos los países, uníos!

                 CONVOCATORIA:

CONFERENCIA INTERNACIONAL EN MADRID 27 DE OCTUBRE DE 2012


¡VIVA EL MAOÍSMO!
¡ABAJO EL PLAN IMPERIALISTA DE ”ACUERDOS DE PAZ”!
¡GUERRA POPULAR HASTA EL COMUNISMO!


El Movimiento Popular Perú invita a todos los Partidos Comunistas y organizaciones revolucionarias a participar en la Conferencia Internacional en Madrid el 27 de octubre de 2012. Los comunistas del Mundo estamos enfrentando una ofensiva contrarrevolucionaria general, y hoy como parte de esta, un ataque sistemático y planificado del revisionismo contra la unidad de nuestro movimiento a nivel mundial. Como siempre, los revisionistas atacan a los comunistas acusándolos de causar división, porque defendemos los principios inalterables de nuestra clase. Como decía el PCCH, en la lucha contra el revisionismo ruso: “la prensa soviética ha publicado numerosos artículos, acusando a los comunistas chinos de ser “sectarios” y “escisionistas”. Pero, ¿cuál es la verdad? ¿Quiénes son los que minan la unidad del campo socialista y del movimiento comunista internacional? ¿Quiénes son los que pisotean los principios del internacionalismo proletario? Y ¿quiénes son los que violan groseramente las normas de las relaciones recíprocas entre los partidos hermanos? En una palabra, ¿quiénes son los verdaderos escisionistas?”

Para llegar a la unidad, los comunistas debemos rechazar los métodos burgueses, es decir la conciliación, la lucha sucia, lucha sin principios, lucha por defender los intereses de individuos o grupos, y no de nuestra clase el proletariado internacional. Decimos ¡No! Los comunistas del mundo debemos aplicar el método marxista-leninista-maoísta de lucha de dos líneas, de crítica y autocritica, lucha basada en los principios de nuestra todopoderosa ideología proletaria universal, el marxismo-leninismo-maoísmo, principalmente el maoísmo, y basada en la aplicación de ella a los diferentes países, las experiencias practicas de todos los Partidos y organizaciones, principalmente los que desarrollan guerra popular.

Convocamos a esta Conferencia con los motivos, establecidos por el Comité Central del Partido Comunista del Perú, de 1) Sistematizar la aplicación del maoísmo en el mundo, 2) Debatir los desacuerdos actuales que existen en el MCI para unirnos a nivel mundial contra el nuevo revisionismo y el plan imperialista de “acuerdos de paz”, y 3) Celebrar el XX Aniversario del Magistral Discurso del Presidente Gonzalo, enarbolando la consignas ¡Defender la vida del Presidente Gonzalo! ¡Exigimos la presentación pública en vivo y en directo del Presidente Gonzalo y que se le permita pronunciarse!

¡VIVA EL MAOÍSMO! ¡ABAJO EL REVISIONISMO!

¡ABAJO EL PLAN IMPERIALISTA DE ‘ACUERDOS DE PAZ’!

¡COMBATIR Y APLASTAR LA LOD Y LA LOI CON GUERRA POPULAR!

¡VIVA EL PRESIDENTE GONZALO Y SU TODOPODEROSO PENSAMIENTO!

¡VIVA EL GLORIOSO MOVIMIENTO COMUNISTA INTERNACIONAL!
¡GUERRA POPULAR HASTA EL COMUNISMO!

Movimiento Popular Perú




Octubre de 2012