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jueves, 7 de noviembre de 2013

ENGELS HABLA DE K. MARX (SOBRE JEFATURA I)





Comenzamos la publicación de una serie de documentos como arma de combate contra la tesis revisionista del “culto a la personalidad”. Tesis salida del XX Congrerso del PCUS y difundida mediante el “Informe secreto”, elaborado por la burguesía burocrática rusa encabezada por Nikita Jrushchov, con el propósito encubrir, legitimar, defender la restauración del capitalismo en la URSS por los socialfasistas rusos y tratar de impedir que el proletariado  soviético volviera a conquistar el poder en la URSS. En el mundo que las guerras revolucionarias y las luchas de las masas en todo el mundo no fueran dirigidas por verdaderos Partidos Comunistas.

La tesis del “culto a la personalidad” es un ataque a la dirección proletaria de la revolución, un ataque a la  posición de Lenin sobre la relación entre Jefes y masas. Usaron la difamación, la injuria y el ataque personal contra J. Stalin para presentarlo como un personaje oscuro: un soberbio opuesto a la modestia de Lenin y un criminal. No hubo en el “informe” ninguna crítica ideológica y política. Se atacó la figura de J.Stalin para enfrentar a la  jefatura basada en una ideología con las masas,  para atacar el marxismo, atacar la dictadura del proletariado y el centralismo democrático en nombre la "dirección colectiva", de la tesis  para imbéciles del "control de abajo a arriba" o el absurdo de la "sobrevaloración del individuo".

La burguesía comprende la importancia de la Jefatura para la clase obrera, los años, décadas,  que cuesta forjar una dirección proletaria, en dura lucha de dos líneas contra el revisionismo, y cómo entre todos los jefes destaca uno (Marx, Lenin, el Presidente Mao o el Presidente Gonzalo, etc.) por eso atacan a los grandes jefes del proletariado. Podemos también comprobar cómo el revisionismo, que no da la cara, que evita el debate ideológico, levantó la cabeza  tras la muerte de Engels, o de Lenin.  Cómo se desbocó el revisionismo tras la muerte de J.Stalin y cómo hoy, tras la detención del Presidente Gonzalo se ha desbocado el revisionismo con “membrete” maoísta tanto en el Perú (LOD y LOI) como a nivel internacional. Hoy atacan al Presidente Gonzalo y a su pensamiento para justificar la capitulación ante el imperialismo y la reacción, defendiendo lo que sólo se atrevieron a defender tras la detención del Presidente Gonzalo, como ratas revisionistas y cobardes que son. Se ha cumplido lo que  anunció Engels a la muerte de K. Marx: "Las luminarias locales y las mentalidades inferiores, sin hablar de los farsantes, tendrán ahora camino libre."




ENGELS SOBRE K.MARX

De Engels a H. Starkenburg Londres 25 de enero de 1894:

«b) Los hombres hacen su historia, pero hasta ahora no la hacen con una voluntad colectiva, ni siquiera dentro de una sociedad dada perfectamente definida. Sus esfuerzos se entrechocan, y por esa misma razón todas las sociedades son gobernadas por la necesidad, la que es complementada por, y aparece en la forma de azar. La necesidad que aquí se impone en medio de todos los accidentes, es nuevamente y en última instancia la necesidad económica. Es aquí donde interviene la cuestión de los llamados grandes hombres. El que tal y tal hombre, y precisamente ese hombre, surja de un momento determinado en un país dado, es por supuesto un accidente. Pero suprímaselo, y habrá demanda de un sustituto, y éste será encontrado, bueno o malo, pero a la larga lo encontrará. El que Napoleón, precisamente ese corso, fuera el dictador militar que la República Francesa, agotada por su propia guerra, había tornado necesario, fue un azar; pero si no hubiera existido Napoleón, otro habría ocupado su lugar, como lo demuestra el hecho de que siempre se encontró al hombre tan pronto como se tornó necesario: César, Augusto, Cromwel, etc.»


PROLOGO DE ENGELS A LA EDICION ALEMANA DE 1883 DEL «MANIFIESTO COMUNISTA».

Desgraciadamente, al pie de este prólogo a la nueva edición del Manifiesto ya sólo aparecerá mi firma. Marx, ese hombre a quien la clase obrera toda de Europa y América debe más que a hombre alguno, descansa en el cementerio de Highgate, y sobre su tumba crece ya la primera hierba.  Muerto él, sería doblemente absurdo pensar en revisar ni en ampliar el Manifiesto.  En cambio, me creo obligado, ahora más que nunca, a consignar aquí, una vez más, para que quede bien patente, la siguiente afirmación:

La idea central que inspira todo el Manifiesto, a saber: que el régimen económico de la producción y la estructuración social que de él se deriva necesariamente en cada época histórica constituye la base sobre la cual se asienta la historia política e intelectual de esa época, y que, por tanto, toda la historia de la sociedad -una vez disuelto el primitivo régimen de comunidad del suelo- es una historia de luchas de clases, de luchas entre clases explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas, a tono con las diferentes fases del proceso social, hasta llegar a la fase presente, en que la clase explotada y oprimida -el proletariado- no puede ya emanciparse de la clase que la explota y la oprime -de la burguesía- sin emancipar para siempre a la sociedad entera de la opresión, la explotación y las luchas de clases; esta idea cardinal fue fruto personal y exclusivo de Marx .

Y aunque ya no es la primera vez que lo hago constar, me ha parecido oportuno dejarlo estampado aquí, a la cabeza del Manifiesto.


De Engels a Sorge, Londres, 15 de marzo de 1883

«Sea como fuere, la humanidad tiene una cabeza menos, y la cabeza más grandiosa de nuestro tiempo. El movimiento proletario prosigue, pero se ha ido su figura central, a la que franceses, rusos, americanos y alemanes recurrían espontáneamente en los momentos críticos, para recibir siempre ese consejo claro e incontestable que sólo podían dar el genio y una perfecta comprensión de la situación.

Las luminarias locales y las mentalidades inferiores, sin hablar de los farsantes, tendrán ahora camino libre. La victoria final es segura, pero los caminos tortuosos, los errores pasajeros y locales —cosas todas que aún ahora son tan inevitables- serán más corrientes que nunca. Pues bien, tendremos que ocuparnos nosotros. ¿Para qué estamos si no es para eso?»
 Y todavía no estamos cerca de perder el valor.


Engels a Liebknecht el 14 de marzo:

“A pesar de haberlo visto esta noche echado en su cama con la rigidez de la muerte en su rosto, no puedo convencerme del todo de que esta mentalidad brillante haya dejado de impregnar con sus poderosos pensamientos al movimiento proletario de ambos mundos. Todo lo que somos se lo debemos a él; y el movimiento, tal como es hoy, es producto de su trabajo teórico y práctico. Si no hubiera sido por él, todos nosotros seguiríamos tanteando a oscuras en un laberinto de confusiones”.


Engels  a Bernstein  14 de marzo 1883:

"Lo que significó este hombre para nosotros, teóricamente así como en la práctica en todos los momentos decisivos, sólo puede comprenderlo quien haya estado largo tiempo a su lado. Su poderosa visión quedará enterrada junto con él por muchos años.
Era algo de lo cual los demás no éramos capaces. El movimiento seguirá su camino, pero le faltará esa intervención serena, oportuna, reflexiva, que en el pasado lo salvara de tantos errores fastidiosos”.


Engels a j. Ph. Becker 15 de marzo de 1883:

"Ha cesado de pensar el más grande cerebro de nuestro Partido, ha cesado de latir el más fuerte corazón que yo haya conocido jamás. Lo más probable es que se haya tratado de una hemorragia interna.

Usted y yo somos casi los últimos sobrevivientes de la vieja guardia de 1848. Pues bien, seguiremos en la brecha. Las balas silban, nuestros amigos caen en torno nuestro, pero no es la primera vez que lo he visto. Y si una bala nos pega a alguno de nosotros, pues venga: sólo pido que pegue limpia y derechamente, sin postrarnos en larga agonía».




jueves, 13 de junio de 2013

LENIN- PREFACIO A LA CORRESPONDENCIA DE F.A.SORGE (III)



 


En 1889 comenzó en Inglaterra un movimiento lozano y enérgico, lleno de nuevo espíritu revolucionario, de los simples obreros no especializados ni cualificados (del gas, del puerto, etc.). Engels estaba entusiasmado de este movimiento y subrayó con admiración el papel de la hija de Marx, “Tussy”, que hacia agitación entre estos obreros. “Lo que más repele aquí —escribe Engels desde Londres el 7 de diciembre de 1889- es la “respectability” burguesa, que se ha hecho consubstancial a los obreros. La desarticulación de la sociedad en numerosas gradaciones, indiscutiblemente reconocidas por todos, cada una de las cuales por separado tiene su propio respeto a los “mejores” y a los “superiores”, data de tiempo tan remoto y está tan arraigada que a la burguesía no le cuesta gran trabajo engañar a las masas. Yo, por ejemplo, estoy muy poco seguro de que John Burns en su fuero interno se enorgullezca más de su popularidad entre los de su propia clase que de la que goza a los ojos del cardenal Manning, del alcalde de Londres y de la burguesía en general. Y Champion, teniente retirado, venía haciendo desde muchos años ciertos negocios sucios con elementos burgueses, sobre todo conservadores, mientras predicaba en un congreso clerical el socialismo, etc. Incluso el propio Tom Mann, a quien tengo por el mejor de todos ellos, se complace en contar que va a almorzar con el alcalde de Londres. Sólo al compararlos con los franceses se convence uno de lo bien que influye en este sentido la revolución”[1].
Los comentarios huelgan.

Un ejemplo más. En 1891 se cernía el peligro de guerra europea. Engels mantuvo correspondencia sobre esto con Bebel, y se pusieron de acuerdo los dos en que, si Rusia agredía a Alemania, los socialistas alemanes tendrían que combatir a la desesperada contra los rusos y cualesquier aliados suyos. “Si Alemania fuera estrangulada, nosotros lo seríamos con ella. Pero en el caso de que la lucha tomara un giro favorable, ésta cobraría un carácter tan encarnizado que Alemania podría sostenerse gracias sólo a medidas revolucionarias, por lo que es muy posible que nos viésemos obligados a empuñar el timón del poder y reeditar el año 1793” (carta del 24 de octubre de 1891)[2]

¡Para que se enteren los oportunistas que gritaban a voz en cuello que las perspectivas “jacobinas” aparecidas en 1905 ante el partido obrero ruso nada tenían que ver con la socialdemocracia! Engels indicaba explícitamente a Bebel la posibilidad de que los socialdemócratas hubieran de participar en un gobierno provisional.
Es muy natural que, con semejantes conceptos de las tareas de los partidos obreros socialdemócratas, Marx y Engels tuvieran la fe más halagüeña en la revolución rusa y en su gigantesca trascendencia universal. En su correspondencia vemos, durante casi veinte años, esa apasionada espera de la revolución en Rusia. 

He aquí una carta de Marx del 27 de septiembre de 1877. La crisis oriental[3] despierta el entusiasmo de Marx. “Rusia hace ya mucho que se encuentra en el umbral de grandes, revoluciones, para las que han madurado ya todos los elementos necesarios. La explosión se ha adelantado en muchos años gracias a los golpes asestados por los bravos turcos... La revolución comenzará secundum artem (“según todas las reglas del arte”) por devaneos constitucionales y habrá una bulla de primera (il y aura un beau tapage). Con el beneplácito de la madre naturaleza, llegaremos a vivir ese triunfo”[4]. (Marx tenía a la sazón 59 años de edad.)

La madre naturaleza no dio (y tal vez no pudiera dar) a Marx el beneplácito para vivir “ese triunfo”. Pero él predijo “los devaneos constitucionales”, y sus palabras parecen escritas ayer mismo, tanto sobre la primera como sobre la segunda Duma. Y eso que poner al pueblo sobre aviso de “los devaneos constitucionales” constituyó justamente “el alma viva” de la táctica del boicot, tan odiada por los liberales y los oportunistas... 

He aquí la carta de Marx del 5 de noviembre de 1880. Se alboroza del éxito que El Capital ha tenido en Rusia[5] y se pone de parte de los adeptos de Voluntad del Pueblo y en contra del grupo Reparto Negro[6], recién formado a la sazón. Marx captó con tino los elementos anarquistas de las ideas de los populistas de Reparto Negro y, sin conocer ni tener la posibilidad de conocer entonces la futura evolución de éstos hacia la socialdemocracia, los ataca con toda la fuerza de su sarcasmo flagelador: 

“Estos señores son contrarios a toda acción política revolucionaria. A juicio de ellos, Rusia debe dar un salto al milenio anarco-comunista-ateísta. Mientras tanto, preparan este salto con el más tedioso doctrinarismo. Han tomado los llamados principios de sus doctrinas del difunto Bakunin.”[7]
 
De ahí puede inferirse el valor que, para la Rusia de 1905 y los años ulteriores, habría concedido Marx a la importancia de “las acciones políticas revolucionarias” de la socialdemocracia*

He aquí una carta de Engels, fechada el 6 de abril de 1887: “En cambio, parece que la crisis es inminente en Rusia. Los últimos atentados han provocado un gran desconcierto...” Y en la carta del 9 de abril de 1887 vuelve a lo mismo... “El ejército está lleno de oficiales descontentos que conspiran” (Engels se hallaba entonces impresionado por la lucha revolucionaria de los adeptos de Voluntad del Pueblo y cifraba esperanzas en los oficiales, sin poder ver aún el espíritu revolucionario de los soldados y marinos rusos que se dio a conocer con tanto esplendor dieciocho años más tarde...). “…No creo que el estado actual de cosas perdure un año siquiera. Y cuando en Rusia estalle la revolución (“losgeht”), entonces ¡hurra!”[8].

La carta del 23 de abril de 1887 dice: “En Alemania se suceden las persecuciones (de los socialistas). Dijérase que Bismarck quiere prepararlo todo para que, en el momento que la revolución estalle en Rusia, y eso es cuestión de meses, Alemania pueda seguir al punto su ejemplo” (“los-geschlagen werden”)[9].

Los meses se hicieron larguísimos. Sin duda alguna habrá filisteos que, frunciendo el ceño y torciendo el gesto, condenarán con rigor “el revolucionarismo” de Engels o se reirán condescendientes de las viejas utopías del viejo emigrado revolucionario.

Si, Marx y Engels se equivocaron mucho y a menudo en cuanto a la proximidad de la revolución, en cuanto a las, esperanzas cifradas en la victoria de la revolución (por ejemplo, en 1848 en Alemania) y en cuanto a la creencia de que “la república” alemana estaba próxima (“morir por la república”, escribía Engels sobre aquella época, recordando su estado de ánimo como participante en la campaña militar a favor de la Constitución imperial en 1848-1849[10]). También se equivocaron en 1871, cuando se empeñaron en la empresa de “alzar el sur de Francia, para lo cual (Becker escribe en primera persona de plural, refiriéndose a si mismo y a sus amigos más cercanos, en la carta núm. 14 del 21 de julio de 1871) sacrificábamos y arriesgábamos todo lo que nos era humanamente posible...” Y en la misma carta: “Si en los meses de marzo y abril hubiéramos tenido más dinero, habríamos podido levantar todo el sur de Francia y salvar la Comuna de Paris (pág. 29). Pero semejantes errores de los gigantes del pensamiento revolucionario que trataban de elevar y supieron elevar al proletariado del mundo entero por encima de las tareas mezquinas, ordinarias, de tres al cuarto, son mil veces más nobles, más excelsos, más valiosos y próximos a la verdad en el plano histórico que la impúdica sapiencia del liberalismo oficial que canta, pregona, invoca y proclama la vanidad de las vanidades revolucionarias, la inutilidad de la lucha revolucionaria y el encanto de los desvaríos “constitucionales” contrarrevolucionarios... 

Con sus acciones revolucionarias llenas de errores, la clase obrera rusa conquistará su libertad e impulsaré a Europa; y que los espíritus vulgares sigan envaneciéndose de la infalibilidad de su inacción revolucionaria.



6 de abril de 1907
N. Lenin








* A propósito sea dicho. Si no me falta la memoria, entre 1900 y 1903 me contó, no sé si Plejánov o Vera Zasúlich, que existía una carta de Engels a Plejánov sobre Nuestras discrepancias y sobre el carácter de la revolución inminente en Rusia. Sería interesante saber con exactitud si ha existido tal carta, si se ha conservado y si no es hora ya de publicarla150.


[i] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 37, pág. 270.- 261.
[2] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 38, pág. l58.- 26l.
[3] Se alude a la guerra ruso-turca de 1877-1878.- 26l.
[4] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 34, pág. 229.- 262
[5] Algunos insignes representantes del pensamiento social ruso trabaron conocimiento con las obras de C. Marx ya en la década del 40 del siglo XIX. En I872 vio la luz la primera edición rusa de El Capital, traducido por G. A. Lopatin y N. F. Daniclson. Fue la primera traducción de El Capital a otro idioma.- 262.
[6] Voluntad del Pueblo: organización política secreta de populistas terroristas: que se formé en agosto de 1879. La encabezaba un Comité Ejecutivo. El objetivo inmediato de la organización era derrocar la autocracia zarista y conquistar la libertad política. Su programa contenía la demanda de organizar “un cuerpo permanente representativo del pueblo”, elegido por sufragio universal, la proclamación de libertades democráticas, entrega de la tierra al pueblo y elaboración de las medidas necesarias para poner las fábricas en manos de los obreros. Los adeptos de Voluntad del Pueblo sostuvieron una lucha heroica contra la autocracia zarista, pero, partiendo de la errónea teoría de los héroes “activos” y la multitud “pasiva”, pensaban conseguir la restructuración de la sociedad sin la participación de] pueblo, con sus propias fuerzas, mediante el terror individual, la intimidación y la desorganización del Gobierno. Después del l de marzo de I881 (asesinato de Alejandro II), el Gobierno, con brutales persecuciones, ejecuciones y provocaciones, aniquiló la organización de Voluntad del Pueblo. Reparto Negro: organización formada en I879 al escindirse la organización populista Tierra y Libertad en dos organizaciones: Voluntad del Pueblo y Reparto Negro. En sus reivindicaciones programáticas defendía en lo fundamental la plataforma de Tierra y Libertad. Posteriormente una parte de los adeptos de Reparto Negro evolucionó hacia el marxismo y fundó en 1883 la primera organización marxista rusa: el grupo Emancipación del Trabajo; otros después del l de marzo de 1331 se adhirieron a Voluntad del Pueblo.- 262.
[7] Véase C. Marx y F. Engels. Obras., t. 34, pág. 380.- 462.
150 De Nuestras discrepancias y del carácter de la venidera revolución en Rusia Engels escribió en una carta a V. I. Zasúlich, del 23 de abril de 1885 (véase C. Marx y F. Engels, Obras, t. 36, págs. 259-264).-263.
[8]  [este es 151] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 36, págs. 538, 540.- 263.
[9]  [este es 152] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 36, pág. 544.- 263.
[10]  [este es 153] Lenin se refiere al ensayo Morir por la república, de la serie La campaña alemana por una constitución imperial (véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 7, págs. l69-207).- 263.

viernes, 7 de junio de 2013

LENIN- PREFACIO A LA CORRESPONDENCIA DE F.A.SORGE (II)


...Mehring tiene razón (en Der Sorgesche Briefwechsel) cuando afirma que Marx y Engels entendían poco de “buenas maneras”: “no se paraban a pensarlo mucho para asestar un golpe, pero tampoco lloriqueaban por cada uno que recibían”. “Si os creéis –escribía  Engels en cierta ocasión- que vuestros alfilerazos podrán pinchar mi vieja piel, gruesa y bien curtida, os equivocáis.”[1] Marx y Engels suponían también en los demás esta imperceptibilidad adquirida por ellos –escribe Mehring.

Año 1893. Ajuste de cuentas a “los fabianos”[2], que se impone de por sí... para juzgar de los bernsteinianos (por algo Bernstein “ha educado” su oportunismo en Inglaterra, en el trato con “los fabianos”). “Aquí, en Londres, los fabianos son una pandilla de arribistas que, sin embargo, tienen bastante sentido común para comprender que la revolución social es inevitable; mas, al no querer confiar esta gigantesca labor únicamente al tosco proletariado, se dignan ponerse a la cabeza de él. El temor a la revolución constituye su principio básico. Son ‘intelectuales’ par excellence. Su socialismo es un socialismo municipal: el municipio y no la nación, al menos en los primeros tiempos, debe adueñarse de los medios de producción. Pintan su socialismo como una consecuencia extrema, pero ineluctable, del liberalismo burgués. De ahí su táctica: no combatir a los liberales con denuedo, como a adversarios suyos, sino llevarlos a las conclusiones socialistas, es decir, embaucarlos, ‘impregnar de socialismo el liberalismo’, no oponer los candidatos socialistas a los liberales, sino pasárselos de contrabando a los liberales, es decir, hacer que salgan elegidos con artimañas... Pero es claro que no comprenden que, obrando así, los engañados serán ellos mismos, o lo será el socialismo.

Los fabianos han publicado, además de distintas porquerías, algunos libros buenos de propaganda, y eso es lo mejor de cuanto han hecho los ingleses en este campo. Pero tan pronto como vuelven a su táctica peculiar, la de velar la lucha entre las clases, la cosa va mal. Por causa de la lucha de clases, los fabianos nos odian con fanatismo a Marx y a todos nosotros.

Como es natural, los fabianos cuentan con muchos partidarios burgueses, por lo que disponen de ‘mucho dinero’...”[3]


APRECIACION CLÁSICA
DEL OPORTUNISMO INTELECTUAL
EN LA SOCIALDEMOCRACIA

Año 1894. El problema campesino. “En el continente –escribe Engels el l0 de noviembre de 1894-, conforme crece el movimiento, se agranda también el afán de éxitos mayores aún, y la caza de campesinos, en el sentido literal de la palabra, se está poniendo de moda. Primero fueron los franceses, quienes declararon en Nantes por boca de Lafargue que no sólo no es cuestión nuestra acelerar la ruina de los pequeños campesinos —el capitalismo se encargará de hacerlo por nosotros—, sino que es necesario defender en realidad al campesino contra el fisco, contra los usureros y latifundistas. Pero, en modo alguno podemos expresar nuestra conformidad con esto. Primero, porque es necio, y segundo, porque es imposible. Luego Vollmar se pronuncia en Francfort en el sentido de que, en general, se propone sobornar a los campesinos, y el campesino a que se refiere es el de la Alta Baviera, distinto del pequeño campesino de la región del Rin, abrumado por las deudas, pues se trata del agricultor medio y rico que explota a mozos y mozas de labranza y vende ganado y cereales. Esto ya no se puede admitir sin renunciar a todos los principios.”[4]
Año 1894, 4 de diciembre: “...Los bávaros se han vuelto requeteoportunistas y se han transformado casi en un simple partido del pueblo (me refiero a la mayoría de los líderes y a muchos principiantes que han ingresado en el partido); en el Landtag bávaro han votado a favor de la totalidad del presupuesto, y Vollmar, sobre todo, ha organizado una agitación entre los campesinos a fin de ganarse no a los mozos de labranza, sino a los agricultores ricos de la Alta Baviera, a los propietarios de parcelas de 25 a 80 acres (de 10 a 30 hectáreas), es decir, a los que de ninguna manera pueden arreglárselas sin obreros asalariados...”[5]

De ahí se desprende que en el curso de más de un decenio Marx y Engels lucharon sistemática e incesantemente contra el oportunismo en el Partido Socialdemócrata Alemán y combatieron el espíritu filisteo intelectual y pequeñoburgués en el socialismo. Este es un hecho de suma importancia. El gran público sabe que la socialdemocracia alemana es tenida por modelo de política y táctica marxistas del proletariado, pero ignora la lucha constante que los fundadores del marxismo hubieron de sostener contra “el ala derecha” (expresión de Engels) de este partido. Y no es casual que poco después de la muerte de Engels se manifestara abiertamente esta lucha, hasta entonces latente. Era el resultado inevitable de decenios de desarrollo histórico de la socialdemocracia alemana.
Y en la actualidad resaltan ante nosotros con singular relieve las dos trayectorias de los consejos, indicaciones, correctivos, amenazas y moralejas de Engels (y de Marx). Los dos exhortaron con la mayor perseverancia a los socialistas anglo-norteamericanos a que se fundiesen con el movimiento obrero y extirpasen de sus propias organizaciones el estrecho y rutinario espíritu de secta. Los dos enseñaron con la mayor perseverancia a los socialdemócratas alemanes a no caer en el filisteísmo, en “el cretinismo parlamentario” (expresión de  Marx en la carta del 19 de septiembre de l879)[6], en el  oportunismo intelectual pequeñoburgués. ¿No es acaso sintomático que nuestras comadres socialdemócratas cacareen tanto sobre los consejos del primer tipo y cierren el pico respecto del segundo? ¿Acaso semejante apreciación unilateral de las cartas de Marx y Engels no es el mejor indicio de que nuestra socialdemocracia, la socialdemocracia de Rusia, presenta cierto...“carácter unilateral”? Hoy, cuando el movimiento obrero internacional descubre síntomas de profunda efervescencia y vacilación, cuando los excesos del oportunismo, del “cretinismo parlamentario” y del reformismo filisteo han hecho surgir los excesos opuestos del sindicalismo revolucionario, la trayectoria general de “los correctivos” hechos por Marx y Engels al socialismo anglo-norteamericano y alemán adquiere una importancia excepcional.

Marx y Engels enseñaban a los socialistas de los países donde no existe un partido obrero socialdemócrata, ni hay diputados socialdemócratas en los parlamentos, ni política socialdemócrata sistemática y consecuente en las elecciones y en la prensa, etc., en estos países los socialistas deben romper a toda costa con el sectarismo estrecho e incorporarse al movimiento obrero a fin de interesar en la lucha política al proletariado. Pues tanto en Inglaterra como en Norteamérica, a lo largo del último tercio del siglo XIX, el proletariado no mostró casi ninguna independencia política. La liza política en estos países —ante la ausencia casi absoluta de tareas históricas de carácter democrático burgués- estaba ocupada enteramente por una burguesía triunfante y satisfecha de sí misma, sin igual en todo el mundo en el arte de embaucar, corromper y sobornar a los obreros.

Creer que estos consejos de Marx y Engels al movimiento obrero anglo-norteamericano pueden ser aplicados lisa y llanamente a las circunstancias de Rusia significa utilizar el marxismo para un mezquino ajuste fraccional de cuentas entre intelectuales y no para asimilar su método ni para estudiar las peculiaridades históricas concretas del movimiento obrero en países determinados.

Por el contrario, en un país donde la revolución democrática burguesa ha quedado sin terminar, donde imperaba e impera “un despotismo militar revestido de formas parlamentarias” (expresión de Marx en su Crítica del Programa de Gotha)[7], donde el proletariado hace ya mucho que participa en la política y aplica una política socialdemócrata, en un país así temían Marx y Engels más que nada el envilecimiento parlamentario y el empequeñecimiento filisteo de las tareas y proporciones del movimiento obrero.

Con tanto mayor motivo debemos recalcar y poner en primer plano, en la época de la revolución democrática burguesa en Rusia, este aspecto del marxismo, porque en nuestro país hay una prensa burguesa liberal extendida, “brillante” y rica, que pregona a miles de voces ante el proletariado la “ejemplar” lealtad, la legalidad parlamentaria, la modestia y la moderación del vecino movimiento obrero alemán.

Esta patraña interesada de los traidores burgueses de la revolución rusa no es fruto de la casualidad ni de la perversidad personal de alguno que otro de los antiguos o futuros ministros del campo de los demócratas constitucionalistas. Es fruto de los profundos intereses económicos de los terratenientes liberales y burgueses liberales de Rusia. Y en la lucha contra esta patraña, contra este “aturdimiento de las masas” (“Massenverdummung”, según expresión de Engels en la carta del 29 de noviembre de 1886)[8], las cartas de Marx y Engels deben servir de arma insustituible para todos los socialistas de Rusia.

La patraña interesada de los burgueses liberales muestra al pueblo “la modestia” ejemplar de los socialdemócratas alemanes, cuyos jefes, los fundadores de la teoría marxista, nos dicen:

“La actuación revolucionaria de los franceses ha puesto al desnudo de manera más repelente aún la hipocresía de los oportunistas de la minoría parlamentaria socialdemócrata alemana, Viereck y Cía.” (se trata de la formación de un partido obrero en el Parlamento francés y de la huelga de Decazeville, que levantó una barrera entre los radicales franceses y el proletariado de Francia[9]). “En los últimos debates socialistas sólo han hablado Liebknecht y Bebel, y ambos muy bien. Con semejantes debates podemos presentarnos nuevamente en buena sociedad, cosa que antes, por desgracia, no siempre ocurría. En general, está bien que a los alemanes, sobre todo después de haber enviado al Reichstag un número tan crecido de filisteos (cosa que era, sin embargo, inevitable), se les dispute el papel de dirigentes del movimiento social internacional. En períodos de calma, todo se vuelve filisteo en Alemania, y en tales momentos, es absolutamente indispensable el aguijón de la competencia francesa...” (Carta del 29 de abril de 1886)[10].

Estas son las enseñanzas que mejor debería asimilar el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, que se halla bajo la influencia ideológica predominante de la socialdemocracia alemana. Nos proporciona estas enseñanzas no sólo alguno que otro pasaje de la correspondencia de las personalidades más grandes del siglo XIX, sino el espíritu y todo el fondo de la crítica de la experiencia internacional del proletariado, crítica que ellos hicieron con franqueza de camaradas, sin la menor diplomacia o interés mezquino.

Demuestran asimismo hasta qué grado están realmente impregnadas de ese espíritu todas las cartas de Marx y Engels, los siguientes pasajes, si bien de índole relativamente privada, no por eso menos sintomáticos.


[1] Lenin cita una carta de F. Engels. a F. Kelly-Wischnewetzky del 2 de mayo de 1838 (véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 37, pág. 49).- 255.
[2] Fabianos: miembros de la Sociedad Fabiana, organización reformista inglesa, fundada en 1884. La Sociedad debe su nombre al caudillo romano del siglo III a. n. e. Fabio Máximo Cunctátor (El Contemporizador), llamado así por su táctica expectante que consistía en rehuir los combates decisivos en la guerra contra Aníbal. Los miembros de la Sociedad Fabiana eran principalmente intelectuales de la burguesía: científicos, escritores y políticos; negaban la necesidad de la lucha de clase del proletariado y de la revolución socialista, y afirmaban que el paso del capitalismo al socialismo sólo es posible mediante pequeñas reformas y transformaciones paulatinas de la sociedad. En 1900 la Sociedad Fabiana ingresó en el Partido Laborista. El “socialismo Fabiano” es una de las fuentes de la ideología de los laboristas.-255.
[3] Lenin cita una carta de F. Engels a F. A. Sorge, del 18 de enero de 1893 (véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 39, pág. 8).- 256.
[4] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 39, págs. 257-258. Véase la crítica de la intervención de P. Lafargue y G. Vollmar en el trabajo de F. Engels El problema campesino en Francia y en Alemania.- 257.
[5] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 39, pág. 277- 257.
[6] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 34, pág. 328.- 257.
[7] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. I9, pág. 28.- 259.
[8] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 36, pág. 490.- 259.
[9] Huelga do Decazeville: huelga declarada espontáneamente por 2.000 mineros del carbón de la ciudad de Decazeville, Francia. La huelga, surgida a consecuencia de las insoportables condiciones de trabajo y el reforzamiento de la explotación de los obreros por los patronos, se prolongó cinco meses, de enero a junio de I886. Los obreros plantearon varias demandas, entre ellas el cierre de la tienda de comestibles del dueño y el despido del gerente que se distinguía por su crueldad. En un choque de la administración con los obreros resultó muerto el gerente. El Gobierno concentró tropas en Decazeville, lo que provocó amplia efervescencia en Francia; en París y en provincias tuvieron lugar mítines de protesta. Durante los tempestuosos debates acerca de la huelga de Decazeville en la Cámara francesa, los diputados burgueses, incluyendo los radicales, a quienes hasta entonces se adherían los diputados obreros, apoyaron al  Gobierno y las represalias contra los huelguistas, lo que determinó que los diputados obreros se separasen de los radicales y formaran un grupo obrero autónomo en la Cámara de Diputados francesa.- 259.
[10] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 36, pág. 408.- 260.

viernes, 31 de mayo de 2013

LENIN- PREFACIO A LA CORRESPONDENCIA DE F.A.SORGE (I)




El siguiente documento, (que será publicado por partes), escrito por Lenin  en 1907 es una síntesis y ejemplo de algunas de las principales luchas de Marx y Engels por aplastar las ideas y prácticas burguesas dentro del movimiento obrero, de su fidelidad a los principios y la defensa a muerte de éstos. La ideología científica del proletariado no ha surgido de la cabeza de algún pensador si no que se ha desarrollado en dura lucha contra el oportunismo y el reformísmo dentro del Movimiento Comunista Internacional.

Afirma Lenin que “...Mehring tiene razón (en Der Sorgesche Briefwechsel) cuando afirma que Marx y Engels entendían poco de “buenas maneras”: “no se paraban a pensarlo mucho para asestar un golpe, pero tampoco lloriqueaban por cada uno que recibían”. “Si os creéis –escribía  Engels en cierta ocasión- que vuestros alfilerazos podrán pinchar mi vieja piel, gruesa y bien curtida, os equivocáis.”  Marx y Engels suponían también en los demás esta imperceptibilidad adquirida por ellos.”...“crítica de la experiencia internacional del proletariado que ellos hicieron con franqueza de camaradas, sin la menor diplomacia o interés mezquino”.




PREFACIO
A LA TRADUCCIÓN RUSA DEL LIBRO “CORRESPONDENCIA DE J. F. BECKER, J. DIETZGEN, F. ENGELS, C. MARX Y OTROS CON F. A. SORGE Y OTROS”


Escrito el 6 (19) de abril de 1907
Publicado en 1907, en el libro editado por P. Dauge en San Petersburgo


[V.I.LENIN. Obras Completas. T.XV.Ed. Progreso. Moscú]


La recopilación de las cartas de Marx, Engels, Dietzgen, Becker y otros dirigentes del movimiento obrero internacional del siglo pasado, que ofrecemos al público ruso, constituye un complemento indispensable a nuestras publicaciones marxistas de vanguardia.

No vamos a tratar aquí con detenimiento la importancia que estas cartas tienen para la historia del socialismo y para conocer a fondo la actividad de Marx y Engels. Este aspecto del problema no requiere aclaraciones. Diremos sólo que, para comprender las cartas que publicamos, hay que conocer los principales trabajos de historia de la  Internacional (véase Jaeckh. La Internacional. Traducción rusa publicada por Znanie) y del movimiento obrero alemán y americano (véanse Franz Mehring. Historia de la socialdemocracia alemana, y Morris Hilquit. Historia del socialismo en Norteamérica), etc.

Tampoco nos proponemos hacer aquí un esbozo general del contenido de la correspondencia ni analizar los diversos períodos históricos que abarca. Mehring lo hizo perfectamente en su artículo Der Sorgesche Briefwechsel (Neue Zeit, 25. Jahrg, Nr. l und 2) que es probable adjunte el editor a esta versión o se publique en edición rusa aparte.

Las enseñanzas que el proletariado en lucha debe extraer de la actividad de Marx y Engels a lo largo de casi treinta años (1867-1395), luego de haber conocido sus aspectos íntimos, ofrecen especial interés para los socialistas rusos en la época revolucionaria que atravesamos. Por lo mismo, no es de extrañar que también en nuestras publicaciones socialdemócratas se hicieran los primeros intentos de dar a conocer a los lectores las cartas de Marx y Engels a Sorge cuando se plantearon los problemas “palpitantes” de la táctica socialdemócrata en la revolución rusa (Sovreménnaya Zhizn[1] de Plejánov y la recopilación menchevique Otkliki[2]). Nos proponemos analizar los pasajes de la correspondencia publicada que tienen una importancia singular desde el punto de vista de las tareas actuales del partido obrero en Rusia y fijar la atención de los lectores en ellos.

Marx y Engels expresaban con la mayor frecuencia en sus cartas opiniones de los problemas de actualidad del movimiento obrero anglo-norteamericano y alemán. Esto es comprensible, puesto que eran alemanes residentes a la sazón en Inglaterra y se carteaban con un camarada suyo en Norteamérica. Del movimiento obrero francés y, sobre todo, de la Comuna de París, Marx se exteriorizaba con mayor frecuencia y detenimiento en las cartas dirigidas al socialdemócrata alemán Kugelmann*.

Es aleccionador en sumo grado comparar lo que dijeron Marx y Engels sobre el movimiento obrero alemán y del anglo-norteamericano. Si se tiene en cuenta que Alemania, por un lado, e Inglaterra y Norteamérica, por otro, se encuentran en diversas fases de desarrollo capitalista y presentan distintas formas de dominación de la burguesía como clase en toda la vida política de estos países, dicha comparación adquiere una importancia de singular magnitud. Desde el punto de vista científico, observamos aquí un ejemplo de dialéctica materialista, la capacidad de sacar a primer plano y recalcar diversos puntos y aspectos del problema aplicado a las peculiaridades concretas de unas u otras condiciones políticas y económicas. Desde el punto de vista de la política práctica y de la táctica del partido obrero vemos aquí un ejemplo de cómo los autores del Manifiesto Comunista determinaban las tareas del proletariado en lucha conforme a las diversas etapas que atravesaba el movimiento obrero nacional de los distintos países.

Lo  que Marx y Engels critican con mayor acritud en el  socialismo anglo-norteamericano es su aislamiento del movimiento obrero. Lo que resalta en todos sus numerosos comentarios sobre la Federación Socialdemócrata (Social-Democratic Federation) de Inglaterra[3] y sobre los socialistas norteamericanos es la acusación de que éstos habían convertido el marxismo en un dogma, en una “ortodoxia anquilosada (starre)”, de que tenían el marxismo por un “símbolo de fe y no por una guía para la acción[4], de que no sabían adaptarse al movimiento obrero que marchaba a su lado, ineficaz en el terreno de la teoría, pero poderoso, masivo y lleno de vida. “¿Dónde habríamos ido a parar –pregunta Engels en su carta del 27 de enero de 1887- si, en el período de 1864 a 1873, hubiéramos querido marchar siempre hombro a hombro sólo con los que se declaraban abiertamente partidarios de nuestro programa?”[5] Y en la carta anterior (del 28 de diciembre de 1886), al referirse a la influencia de las ideas de Henry George en la clase obrera de Norteamérica, Engels escribe:

“Uno o dos millones de votos obreros, entregados en noviembre a un partido obrero auténtico (bona fide), son en el momento actual infinitamente más importantes que un centenar de miles de votos emitidos en pro de un programa impecable en el sentido teórico”.

Estos pasajes son muy interesantes. En nuestro país ha habido socialdemócratas que se han apresurado a aprovecharlos en defensa de la idea de un “congreso obrero”, o algo por el estilo, del “amplio partido obrero” propuesto por Larin. ¿Y por qué no en defensa del “bloque de izquierdas”? preguntaremos a nuestros precoces “aprovechadores” de Engels. Las cartas de las que se han tomado estas citas datan de cuando los obreros de EE.UU. votaron en las elecciones por Henry George. La señora Wischnewetzky, una norteamericana que estaba casada con un ruso y traducía las obras de Engels, pidió a éste, según se desprende de la respuesta que él le dio, que hiciera una crítica a fondo de Henry George. Engels le decía (el 28 de diciembre de 1886) que no había llegado aún el momento de hacerlo, puesto que más valdría que el partido obrero comenzara a formarse, con un programa no del todo ortodoxo. Los propios obreros comprenderían luego el quid del asunto, “aprenderían de sus propios errores”; mas “yo tendria por un grave error” entorpecer “la cohesión nacional del partido obrero a causa de un programa, cualquiera que éste sea”[6].

Por supuesto, Engels comprendía perfectamente, y lo señaló reiteradas veces, cuán absurdas y reaccionarias eran las ideas de Henry George desde el punto de vista socialista. En la correspondencia de Sorge hay una interesantísima carta de C. Marx fechada el 20 de junio de 1881, en la que Marx enjuicia a H. George como ideólogo de la burguesía radical. “En el sentido teórico, Henry George es un hombre totalmente atrasado” (total arrière), escribía Marx[7]. Y Engels no temía ir a las elecciones al lado de este verdadero socialista-reaccionario con tal de que hubiera gente capaz de predecir a las masas “las consecuencias que podrían acarrear sus propios errores” (Engels, carta del 29 de noviembre de l886)[8].

Sobre los “Caballeros del Trabajo” (Knights of Labor)[9], la organización de los obreros norteamericanos de entonces, Engels escribía en la carta citada: “Su punto más flaco (literalmente: podrido, faulste) es la abstención política...” “Uno de los pasos primeros y más importantes de todo país que se incorpora al movimiento ha de ser la organización de un partido obrero independiente, no importa por qué camino lo haya logrado con tal de que este partido sea verdaderamente obrero”[10].

Es evidente que de ahí no se puede inferir absolutamente nada a favor del salto de la socialdemocracia al congreso obrero apartidista, etc. En cambio, quien no quiera ser acusado por Engels de empequeñecer el marxismo hasta dejarlo en “dogma”, “ortodoxia”, “sectarismo”, etc., tendré que sacar de ahí la conclusión de que algunas veces es indispensable ir a una campaña electoral unido con los “social-reaccionarios” radicales.

Pero, desde luego, es más interesante analizar no tanto estos paralelismos norteamericano-rusos (hemos tenido que recurrir a ellos para responder a nuestros contradictores) como los rasgos fundamentales del movimiento obrero anglo-norteamericano. Estos rasgos son: ningún planteamiento de tareas democráticas más o menos importantes, de carácter nacional, ante el proletariado; completa subordinación del proletariado a la política burguesa; aislamiento sectario de los grupitos y puñados de socialistas con relación al proletariado; ningún éxito de los socialistas entre las masas obreras en las elecciones, etc. Quien olvida estas circunstancias fundamentales y se pone a sacar conclusiones generales de los “paralelismos norteamericano-rusos” muestra extrema ligereza.

Si, en semejantes circunstancias, Engels hace tanto hincapié en las organizaciones económicas de los obreros es porque se trata de los regímenes democráticos mejor consolidados, que plantean al proletariado tareas de carácter puramente socialista.

Si Engels hace hincapié en la importancia de un partido obrero independiente, aunque tenga un mal programa, es porque se trata de países que aún no habían visto ni sombra de independencia política de los obreros y donde éstos marchaban y siguen marchando las más de las veces en política detrás de la burguesía.

Tratar de extender las conclusiones sacadas de semejantes razonamientos a países o situaciones históricas en que el proletariado ha creado ya su propio partido independiente antes que la burguesía liberal y en que el proletariado no tiene ni sombra de tradiciones de entregar sus votos a los politicastros burgueses, tratar de extender estas conclusiones a países o situaciones históricas en que a la orden del día no estén planteadas las tareas socialistas inmediatas, sino las democráticas burguesas, es mofarse del método histórico de Marx.

Nuestra idea quedará más clara aún para el lector si comparamos cómo enjuicia Engels los movimientos anglo-norteamericano y alemán.

La correspondencia publicada contiene muchísimos comentarios de éstos, y son también muy interesantes. La idea central que los preside a todos es distinta por completo: prevenir contra el “ala derecha” del partido obrero, hacer una guerra implacable (a veces, como para Marx en los años 1877-1879, una guerra furiosa) al oportunismo en las filas de la socialdemocracia.

Respaldaremos primero el aserto en algunos pasajes de las cartas y nos detendremos luego a evaluar este fenómeno.

Ante todo, hay que señalar con este motivo cómo enjuiciaba Marx a Höchberg y Cía. Franz Mehring trata de atenuar en su artículo Der Sorgesche Briefwechsel las invectivas de Marx, lo mismo que las posteriores de Engels, a los oportunistas y, a mi parecer, se sobrepasa un tanto. En particular, con respecto a Höchberg y Cia., Mehring abunda en la opinión de que Marx se equivocaba al enjuiciar a Lassalle y a los lassalleanos[11]. Pero lo que nos interesa por ahora, repetimos, no es la apreciación desde el punto de vista histórico de si eran justas o exageradas las invectivas de Marx contra determinados socialistas, sino la opinión que, conforme a las principios, tenia Marx de ciertas corrientes del socialismo en general.

Al lamentarse de los compromisos de los socialdemócratas alemanes con los lassalleanos y con Dühring (carta del 19 de octubre de 1877), Marx condena también el compromiso “con toda una pandilla de estudiantes imberbes y doctores archisabidillos” (“doctor” en Alemania es un título científico que corresponde en Rusia al de “candidato a doctor” o al de “licenciado de la Universidad con matrícula de honor”), “que se había propuesto dar al socialismo una orientación ‘idealista más elevada’, es decir, sustituir su base materialista (que exige un estudio objetivo para operar con ella) por una mitología nueva con sus diosas y todo: justicia, libertad, igualdad y fraternidad. Uno de los representantes de esta orientación era el editor de la revista Zukunft[12], doctor Höchberg, quien ‘se pagó’ el ingreso en el partido, admito que ‘con las mejores intenciones’, pero ya me río de toda clase de ‘intenciones’. Rara vez salió a la ‘luz del día algo más lamentable y con mayor ‘pretensión modesta’ que el programa de su Zukunft” (carta número 70)[13].

En otra carta, escrita casi dos años más tarde (el 19 de septiembre de 1879), Marx desmiente el infundio de que él y Engels fueran los inspiradores de J. Most y cuenta a  Sorge con lujo de pormenores cuál es su actitud frente a los oportunistas del Partido Socialdemócrata Alemán. La revista Zukunft estaba dirigida por Höchberg, Schramm y Eduard Bernstein. Marx y Engels se negaron a colaborar en publicación semejante, y cuando se trató de fundar un nuevo órgano de prensa del partido con la participación y ayuda pecuniaria de Höchberg, Marx y Engels exigieron previamente, para controlar a todo aquel “batiburrillo de doctores, estudiantes y socialistas de cátedra”, que se aceptara a Hirsch para director responsable designado por ellos; luego, en una carta circular, se dirigieron directamente a Bebel, Liebknecht y otros dirigentes del Partido Socialdemócrata, advirtiéndoles que si la orientación de Höchberg, Schramm y Bernstein no cambiaba, lucharían abiertamente contra “semejante vilipendio (Verluderung, vocablo más fuerte aún en alemán) de la teoría y del partido”.

Aquél fue el período del Partido Socialdemócrata Alemán que Mehring, en su Historia, tildó de Un año de confusión (Eín Jahr der Verwirrung). Después de la “Ley de excepción”, el partido no encontró en seguida el camino acertado, cayendo primero en el anarquismo de Most y en el oportunismo de Höchberg y Cía. “Estas gentes –escribía  Marx refiriéndose a este último-, que son unos ceros a la izquierda desde el  punto de vista teórico y unos inútiles en el sentido práctico, tratan de hacer más moderado el socialismo (del que sólo tienen un concepto elaborado conforme a la receta universitaria) y, sobre todo, el Partido socialdemócrata, e ilustrar a los obreros o, como dicen ellos, inculcarles ‘rudimentos de instrucción’, sin poseer ellos mismos más que conocimientos a medias y confusos; además se proponen, ante todo, agrandar la importancia del partido a ojos de la pequeña burguesía. Pero no son ni más ni menos que unos deplorables charlatanes contrarrevolucionarios”[14].

La “furiosa” invectiva de Marx dio lugar a que los oportunistas se replegasen y... cohibieran. En la carta del 19 de noviembre de 1879 Marx comunica que Höchberg fue retirado del Consejo de redacción y que todos los líderes influyentes del partido, como Bebel, Liebknecht, Bracke y otros se retractaron de las ideas que aquél defendía“[15]. El Sozialdemokrat[16], órgano del Partido Socialdemócrata, apareció bajo la dirección de Vollmar, quien pertenecía a la sazón al ala revolucionaria del partido. Un año más tarde (el 5 de noviembre de 1880), Marx cuenta que él y Engels combatieron sin cesar la “miserable” orientación del Sozialdemokrat, teniendo que luchar a menudo con dureza (“wobei’s oft scharf hergeht). Liebknecht visitó a Marx en 1880 y le prometió “una mejoría” en todos los sentidos[17].

La paz fue restablecida, y la contienda no se exteriorizó. Höchberg se apartó, y Bernstein se hizo socialdemócrata revolucionario... al menos hasta el fallecimiento de Engels en 1895.

El 20 de junio de 1882 Engels contó a Sorge esta lucha ya como un episodio del pasado. “En general, las cosas en Alemania marchan perfectamente. Es cierto que los señores literatos del partido intentaron provocar en él un viraje reaccionario, pero fracasaron estrepitosamente. Los vejámenes a que los obreros socialdemócratas se ven sometidos en todas partes los han hecho más revolucionarios aún de lo que eran hace tres años. ...Estos señores (los literatos del partido) querían a toda costa, al precio de la sumisión, la mansedumbre y el servilismo, obtener con súplicas la abolición de la ley contra los socialistas, que de modo tan poco ceremonioso les había privado de las gratificaciones literarias. Con la abolición de esta ley se hará patente, sin duda, la escisión, y los señores Viereck y Höchberg, etc., formando un ala derecha, se separarán de nosotros; con ellos se podrá entablar de vez en cuando negociaciones, hasta que, al fin, acaben por fracasar. Expresamos esta opinión nuestra nada más promulgarse la ley contra los socialistas, cuando Höchberg y Schramm publicaron en el Anuario una critica infame en sumo grado de las actividades del partido y exigieron de éste una conducta más decorosa, más correcta y elegante”[18] (“jebildetes” en lugar de gebildetes, escribe Engels, aludiendo a la pronunciación berlinesa de los literatos alemanes).

La profecía de la bernsteiniada[19], hecha en 1882, se confirmó con exactitud en 1898 y en los años siguientes.

Y desde entonces, sobre todo después de la muerte de Marx, Engels no se cansa —puede afirmarse sin temor a exagerar— de “enderezar” lo que los oportunistas alemanes tuercen.

Fines de 1884. Son condenados “los prejuicios pequeñoburgueses” de los diputados socialdemócratas alemanes al Reichstag, que votan las subvenciones a las compañías navieras (Dampfersubvention; véase la Historia de Mehring). Engels participa a Sorge que se ve obligado a mantener sobre esto una gran correspondencia (carta del 31 de diciembre de 1884)[20].

Año 1885. Enjuiciando toda la historia de la Dampfersubvention, Engels escribe (3 de junio) que “las cosas han llegado casi a la escisión”. El “filisteísmo” de los diputados socialdemócratas es “colosal”. “Una minoría parlamentaria socialista de orientación pequeñoburguesa es inevitable en un país como Alemania”, dice Engels[21].

Año 1887. Engels contesta a Sorge, quien le había escrito que el partido se cubría de vergüenza al elegir diputados a gente de la calaña de Viereck (socialdemócrata del corte de Höchberg). ¡Qué se le va a hacer! –dice Engels justificándose—, el partido obrero no tiene de dónde sacar buenos diputados al Reichstag. “Los señores del ala derecha saben que se les tolera sólo a causa de la ley contra los socialistas y que, el primer día que el partido respire con mayor libertad, serán expulsados del mismo.”  Además, será mejor, en general, “que el partido esté por encima de sus héroes parlamentarios, y no al revés” (3 de marzo de 1887). Liebknecht –se queja Engels- es un conciliador y trata siempre de encubrir con frases las divergencias.

Pero cuando las cosas lleguen a la escisión, en el momento decisivo, estará con nosotros[22].

Año 1889. Se celebran dos congresos socialdemócratas internacionales en París[23]. Los oportunistas (con los posibilistas franceses[24] a la cabeza) se separan de los socialdemócratas revolucionarios. Engels (que ha cumplido ya 68 años) se lanza al combate como un joven. Dedica una serie de cartas (desde el 12 de enero hasta el 20 de julio de 1889) a la lucha contra estos oportunistas. Arremete no sólo contra ellos, sino también contra los alemanes, contra Liebknecht, Bebel y otros, por conciliadores.

Engels escribe el 12 de enero de 1889 que los posibilistas se han vendido al Gobierno. Acusa a los miembros de la Federación Socialdemócrata inglesa (FSD) de estar conchabados con los posibilistas[25]. “El correteo y la inmensa correspondencia en torno a este maldito congreso no me dejan tiempo para otra cosa” (11 de mayo de 1889). Los posibilistas se mueven, y los nuestros están dormidos, dice irritado Engels. Ahora incluso Auer y Schippel reclaman que vayamos al congreso de los posibilistas. Esto ha abierto “al fin” los ojos a Liebknecht. Engels escribe con Bernstein folletos (firmados por Bernstein; Engels los llama “nuestros folletos”) contra los oportunistas[26].

“A excepción de la FSD, los posibilistas no tienen a su lado en toda Europa ninguna organización socialista (8 de junio de 1889); por tanto, no les queda más remedio que retomar a las tradeuniones no socialistas” (¡para que se enteren nuestros admiradores de un amplio partido obrero, de un congreso obrero, etc.!). “De América vendrá un solo delegado de los Caballeros del Trabajo”. El adversario es el mismo que durante la lucha con los bakuninistas, “con la única diferencia de que la bandera de los anarquistas ha sido sustituida con la de los posibilistas; venden igualmente sus principios a la burguesía a cambio de unas concesiones al por menor y, sobre todo, a cambio de enchufes, para sus líderes (concejalías, empleos en las Bolsas de Trabajo, etc.).” Brousse (jefe de los posibilistas) e Hyndman (líder de la FSD, que se ha aliado a los posibilistas) atacan al “marxismo autoritario” y pretenden constituir “el núcleo de una nueva Internacional”.

“¡No puedes imaginarte lo ingenuos que son los alemanes! Me ha costado esfuerzos colosales explicarle incluso al propio Bebel de qué va en realidad” (8 de junio de l889)[27]. Y cuando ambos congresos se han celebrado, cuando los socialdemócratas revolucionarios sobrepasan en número a los posibilistas (agrupados con los tradeunionistas, con la FSD, con parte de los austríacos, etc.), Engels no cabe en si de contento (17 dejulio de l889)[28]. Le alegra que las propuestas y planes conciliadores de Liebknecht y otros hayan fracasado (20 de julio de 1889). “Nuestra sentimental cofradía conciliadora se tiene bien empleada una burda patada en salva sea la parte por toda la efusión de su amistad.” “A ver si así se curan por algún tiempo.”[29]





[1] Sovreménnaya Zhizn (Vida Contemporánea): revista menchevique; se editó en Moscú de abril de 1906 a marzo de 1901.- 246.
[2] Otklikí (Ecos): recopilaciones mencheviques publicadas en Petersburgo en 1906 y 1907. Aparecieron tres recopilaciones, la primera con el título Otklikí y las otras dos con el de Izdátelstvo Otklikí (Editorial Ecos).- 246.

* Véase Cartas de C. Marx al doctor Kugelmann. Traducción al ruso redactada por N. Lenin. Prefacio de N. Lenin. San Petersburgo, 1907. (Véase O.C., t. 14, págs. 398-407. Ed.)

[3] La Federación Socialdemócrata de  Inglaterra se fundó en 1834. Junta a los reformistas y anarquistas formaba parte de la Federación Socialdemócrata un grupo de socialdemócratas revolucionarios partidarios del marxismo, que constituían el ala izquierda del movimiento socialista de Inglaterra. F. Engels criticó duramente a la Federación Socialdemócrata por su dogmatismo y sectarismo, por apartarse del movimiento obrero de masas de Inglaterra y desestimar sus peculiaridades. En 1907, la Federación Socialdemócrata empezó a llamarse Partido Socialdemócrata que, en 1911, formó, con los elementos de izquierda del Partido Obrero Independiente, el Partido Socialista Británico; en 1920 la mayoría de los militantes de este partido fundó el Partido Comunista de Gran Bretaña.- 247.
[4] Lenin cita una carta de F. Engels a F. A. Sorge, del 29 de noviembre de 1886 (véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 36, pág. 4-88).- 247.
[5] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 36, pág. 504.- 247.
[6] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 36, pág. 498.- 248.
[7] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 35, pág. 163.-248.
[8] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 36, pág. 490.- 248.
[9]  Caballeros del Trabajo (Knights of Labor): Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, organización de los obreros norteamericanos fundada en 1869 en Filadelfia. Hasta 1881 fue una organización secreta que agrupaba a los gremios y uniones mixtas de obreros cualificados y peones, sin distinción de  nacionalidad. En 1874 se permitió el ingreso a los no obreros con la condición de que su número no superara la cuarta parte de los afiliados. La Orden consideraba su objetivo principal ilustrar a los obreros y defender sus intereses mediante la solidaridad obrera. La dirigencia de la Orden prescribía a los miembros de la organización la renuncia a la lucha política, era adversaria de la creación de un partido obrero, se oponía a la lucha económica cotidiana con los patronos, se pronunciaba por la colaboración de los obreros con ellos y por la solución de todas las contradicciones mediante el arbitraje y el acuerdo pacífico. En 1886 los dirigentes de la Orden se opusieron a la huelga nacional de los obreros por el establecimiento de la jornada de ocho horas y contribuyeron a frustrarla prohibiendo a los miembros de la organización participar en ella. Pese a la prohibición de sus dirigentes, los miembros de filas de la organización tomaron parte en la huelga. Las contradicciones entre la masa fundamental de los afiliados y los dirigentes oportunistas se agudizaron; a partir de 1886 la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo empezó a perder su influencia en las masas y a fines de la década del 90 se disgregó.- 248 .
[10] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 36, pág. 489.-248.
[11] Lassalleanos: partidarios y secuaces del socialista pequeñoburgués alemán F. Lassalle, miembros de la Asociación General de Obreros Alemanes, fundada en 1863. Su primer presidente fue Lassalle, que expuso el programa y los fundamentos de la táctica de la Asociación. La Asociación General de Obreros Alemanes adoptó por programa político la lucha en pro del sufragio universal; y por programa  económico, la creación de asociaciones obreras de producción subsidiadas por el Estado. En su labor  práctica, Lassalle, sus partidarios y sucesores apoyaban la política de nación dominante de Bismarck. C. Marx y F. Engels criticaron reiteradas veces y con dureza la teoría, la táctica y los principios de  organización del lassalleanismo como corriente oportunista en el movimiento obrero alemán.- 250.
[12] Die Zukunft (El Futuro): revista de tendencia socialreformista que editaba un grupo de miembros del Partido Socialdemócrata Alemán; se publicó desde octubre de 1877 hasta noviembre de 1878 en Berlín.- 250.
[13] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 34, págs. 234-235.- 251.
[14] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 34-. pág. 326.- 252.
[15] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 34, págs. 334-335.-252.
[16] Der Sozialdemokrat (El Socialdemócrata): periódico, Órgano Central del Partido Socialdemócrata Alemán durante cl periodo de vigencia de la ley de excepción contra los socialistas. Se publicó en Zurich, del 28 de septiembre de 1879 al 22 de septiembre de 1888, y en Londres, del l de octubre de 1388 al 27 de septiembre de I890. En I879 y 1880 lo dirigió G. Vollmar, y a partir de enero de I881, E. Bernstein, que en aquellos años se hallaba bajo una gran influencia de F. Engels. La dirección ideológica de Engels aseguró la orientación marxista de El Socialdemócrata. Al ser abolida la ley de excepción contra los socialistas (1890) dejé de editarse El Socialdemócrata, y el periódico Vorwärts (Adelante) pasó a ser de nuevo Órgano Central del Partido.- 252. .
[17] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 34, pág. 377.- 252.
[18] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 35, pág. 276. Jahrbuch für Sozíalwissenschaft und Sozialpolítík (Anuario de Ciencia Social y Política Social): revista de tendencia socialreformista que se publicó en Zurich de 1879 a 1881. Aparecieron tres números. El artículo en cuestión Rückblicke auf die sozialistische Bewegung in Deutschland. Kritische Aphorismen (Mirada retrospectiva al movimiento socialista en Alemania. Aforismos críticos) se publicó en el primer número del Anuario bajo tres  asteriscos.- 253.
[19] Bernsteiniada, bernsteinianismo: corriente oportunista hostil al marxismo en la socialdemocracia alemana e internacional; surgió a fines del siglo XIX en Alemania y debe su nombre a Eduard Bernstein. De 1895 a 1398, Bernstein publicó en la revista Die Neue Zeit (Tiempo Nuevo), órgano teórico del Partido Socialdemócrata Alemán, una serie de artículos con el titulo general de Problemas del socialismo donde, al socaire de la “libertad de crítica”, intentó revisar los fundamentos filosóficos, económicos y políticos del marxismo revolucionario y sustituirlos por las teorías burguesas de la conciliación de las contradicciones de clase y de la colaboración entre las clases. Las ideas de Bernstein encontraron apoyo en el ala derecha de la socialdemocracia alemana y en los elementos oportunistas de otros partidos de la II Internacional.- 253.
[20] Se trata de las discrepancias surgidas en el grupo socialdemócrata del Reichstag alemán en torno al subsidio a las compañías navieras (Dampfersubvention). A fines de 1884, el canciller de Alemania, Bismarck, en interés de la política colonial anexionista alemana, solicitó del Reichstag que aprobase los subsidios a las compañías para organizar travesías regulares al Asia Oriental, Australia y África. El ala izquierda del grupo socialdemócrata rechazó la concesión de dichos subsidios, en tanto que el ala derecha, que constituía la mayoría del grupo, aún antes de los debates oficiales en el Reichstag, se pronunció por la concesión de los subsidios. Al discutirse en el Reichstag el problema en marzo de 1885, el ala derecha del grupo socialdemócrata votó por la apertura de las líneas de navegación del Asia Oriental y Australia; condicionó su conformidad con el proyecto de Bismarck a la aceptación de varias demandas, en particular que los nuevos barcos se construyeran en los astilleros alemanes. Sólo cuando el Reichstag rechazó esta demanda todo el grupo votó contra el proyecto del Gobierno.- 253.
[21] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 36, pág. 271.- 258.
[22] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 36, pág. 526.- 254
[23] Los dos congresos socialdemócratas internacionales de París son el I Congreso de la II Internacional y el congreso convocado simultáneamente también en la misma ciudad por los posibilistas franceses y la Federación Socialdemócrata de Inglaterra. El Congreso Obrero Socialista Internacional, celebrado en París del 14 al 20 de julio de 1889, primer congreso, fundacional, de la II Internacional, fue convocado por iniciativa de los socialistas franceses con el concurso de las organizaciones socialistas de otros varios países. Los elementos oportunistas, representados por los posibilistas franceses y la Federación Socialdemócrata de Inglaterra, intentaron tomar en sus manos la preparación del Congreso y su  celebración, y ponerse a la cabeza del movimiento obrero internacional. F. Engels se opuso  enérgicamente a estos intentos y tomé la más activa participación en los preparativos del Congreso. Engels denunció las maquinaciones de los oportunistas, criticando duramente los errores conciliadores de los líderes de la socialdemocracia alemana respecto a los posibilistas; también criticó los errores tácticos de los socialistas franceses. E1 principal punto debatido en el Congreso fue el de la legislación laboral internacional. En la resolución aprobada al respecto se indicaba que los obreros deben librar una lucha no s6lo económica, sino también política, se reconocía la necesidad de crear partidos socialistas del proletariado y de conjugar la labor de los partidos con la de los sindicatos. El Congreso aprobó una resolución acerca de la jornada laboral de ocho horas y de la celebración anual del Primero de Mayo, jornada de solidaridad proletaria internacionalista. El Congreso no aprobé una decisión formal de fundar la II internacional, pero en la práctica la creó.- 254.
[24] Posibilistas (P. Brousse, B. Malon y otros): corriente reformista pequeñoburguesa en el movimiento socialista francés que apartaba al proletariado de los métodos revolucionarios de lucha. En 1882, después de la escisión del Partido Obrero de Francia en el Congreso de Saint-Etienne, los posibilistas formaron el Partido Obrero Social-Revolucionario; negaban el programa revolucionario y la táctica revolucionaria del proletariado, velaban los objetivos socialistas del movimiento obrero y proponían limitar la lucha de los obreros al marco de lo “posible”, de ahí el nombre del parlido.- 254.
[25] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 37, pág. 112.- 254.
[26] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 37, pág. 166.- 254.
[27] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 37, pág. I91.- 255.
[28] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 37, pág. 209.- 255.
[29] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 37, pág. 211.- 255.