El siguiente documento, (que será publicado
por partes), escrito por Lenin en 1907 es una síntesis y ejemplo
de algunas de las principales luchas de Marx y Engels por aplastar las ideas y
prácticas burguesas dentro del movimiento obrero, de su fidelidad a los
principios y la defensa a muerte de éstos. La ideología científica del
proletariado no ha surgido de la cabeza de algún pensador si no que se ha
desarrollado en dura lucha contra el oportunismo y el reformísmo dentro del
Movimiento Comunista Internacional.
Afirma Lenin que “...Mehring tiene razón (en Der Sorgesche Briefwechsel) cuando
afirma que Marx y Engels entendían poco de “buenas maneras”: “no se paraban a
pensarlo mucho para asestar un golpe, pero tampoco lloriqueaban por cada uno
que recibían”. “Si os creéis –escribía Engels en cierta ocasión- que vuestros
alfilerazos podrán pinchar mi vieja piel, gruesa y bien curtida, os
equivocáis.” Marx y Engels suponían
también en los demás esta imperceptibilidad adquirida por ellos.”...“crítica de
la experiencia internacional del proletariado que ellos hicieron con franqueza
de camaradas, sin la menor diplomacia o interés mezquino”.
PREFACIO
A LA TRADUCCIÓN RUSA DEL LIBRO “CORRESPONDENCIA DE J.
F. BECKER, J. DIETZGEN, F. ENGELS, C. MARX Y OTROS CON F. A. SORGE Y OTROS”
Escrito el 6 (19) de abril de 1907
Publicado
en 1907, en el libro editado por P. Dauge en San Petersburgo
[V.I.LENIN.
Obras Completas. T.XV.Ed.
Progreso. Moscú]
La
recopilación de las cartas de Marx, Engels, Dietzgen, Becker y otros dirigentes
del movimiento obrero internacional del siglo pasado, que ofrecemos al público
ruso, constituye un complemento indispensable a nuestras publicaciones
marxistas de vanguardia.
No
vamos a tratar aquí con detenimiento la importancia que estas cartas tienen
para la historia del socialismo y para conocer a fondo la actividad de Marx y
Engels. Este aspecto del problema no requiere aclaraciones. Diremos sólo que,
para comprender las cartas que publicamos, hay que conocer los principales
trabajos de historia de la Internacional
(véase Jaeckh. La Internacional. Traducción rusa publicada por Znanie) y del
movimiento obrero alemán y americano (véanse Franz Mehring. Historia de la
socialdemocracia alemana, y Morris Hilquit. Historia del socialismo en Norteamérica),
etc.
Tampoco
nos proponemos hacer aquí un esbozo general del contenido de la correspondencia
ni analizar los diversos períodos históricos que abarca. Mehring lo hizo
perfectamente en su artículo Der Sorgesche Briefwechsel (Neue Zeit, 25. Jahrg, Nr.
l und 2) que es probable adjunte el editor a esta versión o se publique en
edición rusa aparte.
Las
enseñanzas que el proletariado en lucha debe extraer de la actividad de Marx y
Engels a lo largo de casi treinta años (1867-1395), luego de haber conocido sus
aspectos íntimos, ofrecen especial interés para los socialistas rusos en la época
revolucionaria que atravesamos. Por lo mismo, no es de extrañar que también en
nuestras publicaciones socialdemócratas se hicieran los primeros intentos de
dar a conocer a los lectores las cartas de Marx y Engels a Sorge cuando se plantearon
los problemas “palpitantes” de la táctica socialdemócrata en la revolución rusa
(Sovreménnaya Zhizn[1] de Plejánov
y la recopilación menchevique Otkliki[2]).
Nos proponemos analizar los pasajes de la correspondencia publicada que tienen
una importancia singular desde el punto de vista de las tareas actuales del
partido obrero en Rusia y fijar la atención de los lectores en ellos.
Marx y
Engels expresaban con la mayor frecuencia en sus cartas opiniones de los
problemas de actualidad del movimiento obrero anglo-norteamericano y alemán.
Esto es comprensible, puesto que eran alemanes residentes a la sazón en
Inglaterra y se carteaban con un camarada suyo en Norteamérica. Del movimiento
obrero francés y, sobre todo, de la Comuna de París, Marx se exteriorizaba con
mayor frecuencia y detenimiento en las cartas dirigidas al socialdemócrata
alemán Kugelmann*.
Es aleccionador en sumo grado comparar lo que
dijeron Marx y Engels sobre el movimiento obrero alemán y del anglo-norteamericano.
Si se tiene en cuenta que Alemania, por un lado, e Inglaterra y Norteamérica,
por otro, se encuentran en diversas fases de desarrollo capitalista y presentan
distintas formas de dominación de la burguesía como clase en toda la vida
política de estos países, dicha comparación adquiere una importancia de
singular magnitud. Desde el punto de vista científico, observamos aquí un
ejemplo de dialéctica materialista, la capacidad de sacar a primer plano y
recalcar diversos puntos y aspectos del problema aplicado a las peculiaridades
concretas de unas u otras condiciones políticas y económicas. Desde el punto de
vista de la política práctica y de la táctica del partido obrero vemos aquí un
ejemplo de cómo los autores del Manifiesto
Comunista determinaban las tareas del proletariado en lucha conforme a las
diversas etapas que atravesaba el movimiento obrero nacional de los distintos países.
Lo que Marx y Engels critican con mayor acritud
en el socialismo anglo-norteamericano es
su aislamiento del movimiento obrero. Lo que resalta en todos sus numerosos comentarios
sobre la Federación Socialdemócrata (Social-Democratic
Federation) de Inglaterra[3] y
sobre los socialistas norteamericanos es la acusación de que éstos habían
convertido el marxismo en un dogma, en una “ortodoxia anquilosada (starre)”, de que tenían el marxismo por
un “símbolo de fe y no por una guía para
la acción”[4], de que no sabían adaptarse
al movimiento obrero que marchaba a su lado, ineficaz en el terreno de la teoría,
pero poderoso, masivo y lleno de vida. “¿Dónde habríamos ido a parar –pregunta Engels
en su carta del 27 de enero de 1887- si, en el período de 1864 a 1873, hubiéramos
querido marchar siempre hombro a hombro sólo con los que se declaraban abiertamente
partidarios de nuestro programa?”[5] Y en la
carta anterior (del 28 de diciembre de 1886), al referirse a la influencia de
las ideas de Henry George en la clase obrera de Norteamérica, Engels escribe:
“Uno o
dos millones de votos obreros, entregados en noviembre a un partido obrero
auténtico (bona fide), son en el
momento actual infinitamente más importantes que un centenar de miles de votos
emitidos en pro de un programa impecable en el sentido teórico”.
Estos
pasajes son muy interesantes. En nuestro país ha habido socialdemócratas que se
han apresurado a aprovecharlos en defensa de la idea de un “congreso obrero”, o
algo por el estilo, del “amplio partido obrero” propuesto por Larin. ¿Y por qué
no en defensa del “bloque de izquierdas”? preguntaremos a nuestros precoces
“aprovechadores” de Engels. Las cartas de las que se han tomado estas citas
datan de cuando los obreros de EE.UU. votaron en las elecciones por Henry
George. La señora Wischnewetzky, una norteamericana que estaba casada con un
ruso y traducía las obras de Engels, pidió a éste, según se desprende de la
respuesta que él le dio, que hiciera una crítica a fondo de Henry George.
Engels le decía (el 28 de diciembre de 1886) que no había llegado aún el momento de hacerlo, puesto que más valdría
que el partido obrero comenzara a formarse, con un programa no del todo ortodoxo.
Los propios obreros comprenderían luego el quid del asunto, “aprenderían de sus
propios errores”; mas “yo tendria por un grave error” entorpecer “la cohesión
nacional del partido obrero a causa de un programa, cualquiera que éste sea”[6].
Por
supuesto, Engels comprendía perfectamente, y lo señaló reiteradas veces, cuán
absurdas y reaccionarias eran las
ideas de Henry George desde el punto de vista socialista. En la correspondencia de Sorge hay una interesantísima
carta de C. Marx fechada el 20 de junio de 1881, en la que Marx enjuicia a H.
George como ideólogo de la burguesía
radical. “En el sentido teórico, Henry George es un hombre totalmente
atrasado” (total arrière), escribía Marx[7]. Y
Engels no temía ir a las elecciones al lado de este verdadero socialista-reaccionario con tal de que
hubiera gente capaz de predecir a las masas “las consecuencias que podrían
acarrear sus propios errores” (Engels, carta del 29 de noviembre de l886)[8].
Sobre
los “Caballeros del Trabajo” (Knights of
Labor)[9], la organización de los
obreros norteamericanos de entonces, Engels escribía en la carta citada: “Su
punto más flaco (literalmente: podrido, faulste)
es la abstención política...” “Uno de
los pasos primeros y más importantes de todo país que se incorpora al movimiento
ha de ser la organización de un partido obrero independiente, no importa por
qué camino lo haya logrado con tal de que este partido sea verdaderamente
obrero”[10].
Es
evidente que de ahí no se puede inferir absolutamente nada a favor del salto de la socialdemocracia al congreso obrero
apartidista, etc. En cambio, quien no quiera ser acusado por Engels de empequeñecer
el marxismo hasta dejarlo en “dogma”, “ortodoxia”, “sectarismo”, etc., tendré
que sacar de ahí la conclusión de que algunas veces es indispensable ir a una
campaña electoral unido con los “social-reaccionarios” radicales.
Pero,
desde luego, es más interesante analizar no tanto estos paralelismos
norteamericano-rusos (hemos tenido que recurrir a ellos para responder a
nuestros contradictores) como los rasgos fundamentales
del movimiento obrero anglo-norteamericano. Estos rasgos son: ningún
planteamiento de tareas democráticas
más o menos importantes, de carácter nacional, ante el proletariado; completa
subordinación del proletariado a la política burguesa; aislamiento sectario de los
grupitos y puñados de socialistas con relación al proletariado; ningún éxito de
los socialistas entre las masas obreras en las elecciones, etc. Quien olvida
estas circunstancias fundamentales y se pone a sacar conclusiones generales de
los “paralelismos norteamericano-rusos” muestra extrema ligereza.
Si, en
semejantes circunstancias, Engels hace tanto hincapié en las organizaciones
económicas de los obreros es porque se trata de los regímenes democráticos
mejor consolidados, que plantean al proletariado tareas de carácter puramente socialista.
Si
Engels hace hincapié en la importancia de un partido obrero independiente,
aunque tenga un mal programa, es porque se trata de países que aún no habían
visto ni sombra de independencia política de los obreros y donde éstos
marchaban y siguen marchando las más de las veces en política detrás de la
burguesía.
Tratar
de extender las conclusiones sacadas de semejantes razonamientos a países o
situaciones históricas en que el proletariado ha creado ya su propio partido
independiente antes que la burguesía liberal y en que el proletariado no tiene
ni sombra de tradiciones de entregar sus votos a los politicastros burgueses,
tratar de extender estas conclusiones a países o situaciones históricas en que
a la orden del día no estén planteadas las tareas socialistas inmediatas, sino
las democráticas burguesas, es mofarse del método histórico de Marx.
Nuestra
idea quedará más clara aún para el lector si comparamos cómo enjuicia Engels
los movimientos anglo-norteamericano y alemán.
La
correspondencia publicada contiene muchísimos comentarios de éstos, y son
también muy interesantes. La idea central que los preside a todos es distinta
por completo: prevenir contra el “ala derecha” del partido obrero, hacer una
guerra implacable (a veces, como para Marx en los años 1877-1879, una guerra furiosa) al oportunismo en las filas de la socialdemocracia.
Respaldaremos
primero el aserto en algunos pasajes de las cartas y nos detendremos luego a
evaluar este fenómeno.
Ante
todo, hay que señalar con este motivo cómo enjuiciaba Marx a Höchberg y Cía.
Franz Mehring trata de atenuar en su artículo Der Sorgesche Briefwechsel las invectivas de Marx, lo mismo que las
posteriores de Engels, a los oportunistas y, a mi parecer, se sobrepasa un tanto.
En particular, con respecto a Höchberg y Cia., Mehring abunda en la opinión de
que Marx se equivocaba al enjuiciar a Lassalle y a los lassalleanos[11].
Pero lo que nos interesa por ahora, repetimos, no es la apreciación desde el
punto de vista histórico de si eran justas o exageradas las invectivas de Marx
contra determinados socialistas, sino la opinión que, conforme a las principios, tenia Marx de ciertas corrientes del socialismo en general.
Al
lamentarse de los compromisos de los socialdemócratas alemanes con los
lassalleanos y con Dühring (carta del 19 de octubre de 1877), Marx condena también
el compromiso “con toda una pandilla de estudiantes imberbes y doctores archisabidillos”
(“doctor” en Alemania es un título científico que corresponde en Rusia al de
“candidato a doctor” o al de “licenciado de la Universidad con matrícula de
honor”), “que se había propuesto dar al socialismo una orientación ‘idealista
más elevada’, es decir, sustituir su base materialista (que exige un estudio
objetivo para operar con ella) por una mitología nueva con sus diosas y todo:
justicia, libertad, igualdad y fraternidad. Uno de los representantes de esta
orientación era el editor de la revista Zukunft[12], doctor
Höchberg, quien ‘se pagó’ el ingreso en el partido, admito que ‘con las mejores
intenciones’, pero ya me río de toda clase de ‘intenciones’. Rara vez salió a
la ‘luz del día algo más lamentable y con mayor ‘pretensión modesta’ que el
programa de su Zukunft” (carta número
70)[13].
En
otra carta, escrita casi dos años más tarde (el 19 de septiembre de 1879), Marx
desmiente el infundio de que él y Engels fueran los inspiradores de J. Most y cuenta a Sorge con lujo de pormenores cuál es su
actitud frente a los oportunistas del Partido Socialdemócrata Alemán. La
revista Zukunft estaba dirigida por
Höchberg, Schramm y Eduard Bernstein. Marx y Engels se negaron a colaborar en publicación semejante, y cuando se trató
de fundar un nuevo órgano de prensa del partido con la participación y ayuda
pecuniaria de Höchberg, Marx y Engels exigieron previamente, para controlar a
todo aquel “batiburrillo de doctores, estudiantes y socialistas de cátedra”,
que se aceptara a Hirsch para director responsable designado por ellos; luego, en
una carta circular, se dirigieron directamente a Bebel, Liebknecht y otros dirigentes
del Partido Socialdemócrata, advirtiéndoles que si la orientación de Höchberg, Schramm
y Bernstein no cambiaba, lucharían abiertamente contra “semejante vilipendio (Verluderung, vocablo más fuerte aún en alemán) de la teoría y
del partido”.
Aquél
fue el período del Partido Socialdemócrata Alemán que Mehring, en su Historia, tildó de Un año de confusión (Eín Jahr
der Verwirrung). Después de la “Ley de excepción”, el partido no encontró
en seguida el camino acertado, cayendo primero en el anarquismo de Most y en el
oportunismo de Höchberg y Cía. “Estas gentes –escribía Marx refiriéndose a este último-, que son unos
ceros a la izquierda desde el punto de
vista teórico y unos inútiles en el sentido práctico, tratan de hacer más
moderado el socialismo (del que sólo tienen un concepto elaborado conforme a la
receta universitaria) y, sobre todo, el Partido socialdemócrata, e ilustrar a
los obreros o, como dicen ellos, inculcarles ‘rudimentos de instrucción’, sin
poseer ellos mismos más que conocimientos a medias y confusos; además se
proponen, ante todo, agrandar la importancia del partido a ojos de la pequeña
burguesía. Pero no son ni más ni menos que unos deplorables charlatanes contrarrevolucionarios”[14].
La
“furiosa” invectiva de Marx dio lugar a que los oportunistas se replegasen y...
cohibieran. En la carta del 19 de noviembre de 1879 Marx comunica que Höchberg
fue retirado del Consejo de redacción y que todos los líderes influyentes del
partido, como Bebel, Liebknecht, Bracke y otros se retractaron de las ideas que aquél defendía“[15]. El Sozialdemokrat[16],
órgano del Partido Socialdemócrata, apareció bajo la dirección de Vollmar,
quien pertenecía a la sazón al ala revolucionaria del partido. Un año más tarde
(el 5 de noviembre de 1880), Marx cuenta que él y Engels combatieron sin cesar
la “miserable” orientación del Sozialdemokrat,
teniendo que luchar a menudo con dureza (“wobei’s
oft scharf hergeht). Liebknecht visitó a Marx en 1880 y le prometió “una
mejoría” en todos los sentidos[17].
La paz
fue restablecida, y la contienda no se exteriorizó. Höchberg se apartó, y Bernstein
se hizo socialdemócrata revolucionario... al menos hasta el fallecimiento de Engels
en 1895.
El 20
de junio de 1882 Engels contó a Sorge esta lucha ya como un episodio del
pasado. “En general, las cosas en Alemania marchan perfectamente. Es cierto que
los señores literatos del partido intentaron provocar en él un viraje reaccionario,
pero fracasaron estrepitosamente. Los vejámenes a que los obreros
socialdemócratas se ven sometidos en todas partes los han hecho más
revolucionarios aún de lo que eran hace tres años. ...Estos señores (los
literatos del partido) querían a toda costa, al precio de la sumisión, la
mansedumbre y el servilismo, obtener con súplicas la abolición de la ley contra
los socialistas, que de modo tan poco ceremonioso les había privado de las
gratificaciones literarias. Con la abolición de esta ley se hará patente, sin
duda, la escisión, y los señores Viereck y Höchberg, etc., formando un ala
derecha, se separarán de nosotros; con ellos se podrá entablar de vez en cuando
negociaciones, hasta que, al fin, acaben por fracasar. Expresamos esta opinión
nuestra nada más promulgarse la ley contra los socialistas, cuando Höchberg y
Schramm publicaron en el Anuario una
critica infame en sumo grado de las actividades del partido y exigieron de éste
una conducta más decorosa, más correcta y elegante”[18]
(“jebildetes” en lugar de gebildetes, escribe Engels, aludiendo a
la pronunciación berlinesa de los literatos alemanes).
La profecía
de la bernsteiniada[19],
hecha en 1882, se confirmó con exactitud en 1898 y en los años siguientes.
Y
desde entonces, sobre todo después de la muerte de Marx, Engels no se cansa
—puede afirmarse sin temor a exagerar— de “enderezar” lo que los oportunistas
alemanes tuercen.
Fines
de 1884. Son condenados “los prejuicios pequeñoburgueses” de los diputados socialdemócratas
alemanes al Reichstag, que votan las subvenciones a las compañías navieras (Dampfersubvention; véase la Historia de Mehring). Engels participa a
Sorge que se ve obligado a mantener sobre esto una gran correspondencia (carta
del 31 de diciembre de 1884)[20].
Año 1885.
Enjuiciando toda la historia de la Dampfersubvention,
Engels escribe (3 de junio) que “las cosas han llegado casi a la escisión”. El
“filisteísmo” de los diputados socialdemócratas es “colosal”. “Una minoría parlamentaria socialista de orientación
pequeñoburguesa es inevitable en un país como Alemania”, dice Engels[21].
Año
1887. Engels contesta a Sorge, quien le había escrito que el partido se cubría
de vergüenza al elegir diputados a gente de la calaña de Viereck (socialdemócrata
del corte de Höchberg). ¡Qué se le va a hacer! –dice Engels justificándose—, el
partido obrero no tiene de dónde sacar buenos diputados al Reichstag. “Los señores
del ala derecha saben que se les tolera sólo a causa de la ley contra los
socialistas y que, el primer día que el partido respire con mayor libertad, serán
expulsados del mismo.” Además, será
mejor, en general, “que el partido esté por encima de sus héroes
parlamentarios, y no al revés” (3 de marzo de 1887). Liebknecht –se queja
Engels- es un conciliador y trata siempre de encubrir con frases las
divergencias.
Pero
cuando las cosas lleguen a la escisión, en el momento decisivo, estará con
nosotros[22].
Año
1889. Se celebran dos congresos socialdemócratas internacionales en París[23].
Los oportunistas (con los posibilistas franceses[24] a
la cabeza) se separan de los socialdemócratas revolucionarios. Engels (que ha
cumplido ya 68 años) se lanza al combate como un joven. Dedica una serie de cartas
(desde el 12 de enero hasta el 20 de julio de 1889) a la lucha contra estos
oportunistas. Arremete no sólo contra ellos, sino también contra los alemanes,
contra Liebknecht, Bebel y otros, por conciliadores.
Engels
escribe el 12 de enero de 1889 que los posibilistas se han vendido al Gobierno.
Acusa a los miembros de la Federación Socialdemócrata inglesa (FSD) de estar
conchabados con los posibilistas[25]. “El
correteo y la inmensa correspondencia en torno a este maldito congreso no me
dejan tiempo para otra cosa” (11 de mayo de 1889). Los posibilistas se mueven,
y los nuestros están dormidos, dice irritado Engels. Ahora incluso Auer y
Schippel reclaman que vayamos al congreso de los posibilistas. Esto ha abierto “al
fin” los ojos a Liebknecht. Engels escribe con Bernstein folletos (firmados por
Bernstein; Engels los llama “nuestros folletos”) contra los oportunistas[26].
“A
excepción de la FSD, los posibilistas no tienen a su lado en toda Europa
ninguna organización socialista (8 de junio de 1889); por tanto, no les queda
más remedio que retomar a las tradeuniones no socialistas” (¡para que se
enteren nuestros admiradores de un amplio partido obrero, de un congreso
obrero, etc.!). “De América vendrá un solo delegado de los Caballeros del Trabajo”. El adversario es el mismo que durante la
lucha con los bakuninistas, “con la única diferencia de que la bandera de los
anarquistas ha sido sustituida con la de los posibilistas; venden igualmente
sus principios a la burguesía a cambio de unas concesiones al por menor y, sobre
todo, a cambio de enchufes, para sus líderes (concejalías, empleos en las
Bolsas de Trabajo, etc.).” Brousse (jefe de los posibilistas) e Hyndman (líder
de la FSD, que se ha aliado a los posibilistas) atacan al “marxismo
autoritario” y pretenden constituir “el núcleo de una nueva Internacional”.
“¡No
puedes imaginarte lo ingenuos que son los alemanes! Me ha costado esfuerzos
colosales explicarle incluso al propio Bebel de qué va en realidad” (8 de junio
de l889)[27]. Y
cuando ambos congresos se han celebrado, cuando los socialdemócratas
revolucionarios sobrepasan en número a los posibilistas (agrupados con los tradeunionistas, con la FSD, con parte de los
austríacos, etc.), Engels no cabe en si de contento (17 dejulio de l889)[28].
Le alegra que las propuestas y planes conciliadores de Liebknecht y otros hayan
fracasado (20 de julio de 1889). “Nuestra sentimental cofradía conciliadora se
tiene bien empleada una burda patada en salva sea la parte por toda la efusión
de su amistad.” “A ver si así se curan por algún tiempo.”[29]
[1] Sovreménnaya
Zhizn (Vida Contemporánea): revista
menchevique; se editó en Moscú de abril de 1906 a marzo de 1901.- 246.
[2] Otklikí (Ecos): recopilaciones mencheviques
publicadas en Petersburgo en 1906 y 1907. Aparecieron tres recopilaciones, la
primera con el título
Otklikí y las
otras dos con el de
Izdátelstvo Otklikí (Editorial Ecos).- 246.
* Véase Cartas de C. Marx al doctor Kugelmann.
Traducción al ruso redactada por N. Lenin. Prefacio de N. Lenin. San
Petersburgo, 1907. (Véase O.C., t.
14, págs. 398-407. Ed.)
[3] La
Federación Socialdemócrata de Inglaterra se fundó en 1834. Junta a los reformistas
y anarquistas formaba parte de la Federación Socialdemócrata un grupo de
socialdemócratas revolucionarios partidarios del marxismo, que constituían el
ala izquierda del movimiento socialista de Inglaterra. F. Engels criticó
duramente a la Federación Socialdemócrata por su dogmatismo y sectarismo, por
apartarse del movimiento obrero de masas de Inglaterra y desestimar sus peculiaridades.
En 1907, la Federación Socialdemócrata empezó a llamarse Partido Socialdemócrata
que, en 1911, formó, con los elementos de izquierda del Partido Obrero
Independiente, el Partido Socialista Británico; en 1920 la mayoría de los
militantes de este partido fundó el Partido Comunista de Gran Bretaña.- 247.
[4] Lenin
cita una carta de F. Engels a F. A. Sorge, del 29 de noviembre de 1886 (véase
C. Marx y F. Engels.
Obras, t. 36,
pág. 4-88).- 247.
[5] Véase
C. Marx y F. Engels.
Obras, t. 36,
pág. 504.- 247.
[6] Véase
C. Marx y F. Engels.
Obras, t. 36, pág.
498.- 248.
[7]
Véase C. Marx y F. Engels.
Obras, t.
35, pág. 163.-248.
[8] Véase
C. Marx y F. Engels.
Obras, t. 36,
pág. 490.- 248.
[9] Caballeros
del Trabajo (Knights of Labor): Noble Orden de los Caballeros del Trabajo,
organización de los obreros norteamericanos fundada en 1869 en Filadelfia.
Hasta 1881 fue una organización secreta que agrupaba a los gremios y uniones
mixtas de obreros cualificados y peones, sin distinción de nacionalidad. En 1874 se permitió el ingreso a
los no obreros con la condición de que su número no superara la cuarta parte de
los afiliados. La Orden consideraba su objetivo principal ilustrar a los
obreros y defender sus intereses mediante la solidaridad obrera. La dirigencia
de la Orden prescribía a los miembros de la organización la renuncia a la lucha
política, era adversaria de la creación de un partido obrero, se oponía a la
lucha económica cotidiana con los patronos, se pronunciaba por la colaboración de
los obreros con ellos y por la solución de todas las contradicciones mediante
el arbitraje y el acuerdo pacífico. En 1886 los dirigentes de la Orden se
opusieron a la huelga nacional de los obreros por el establecimiento de la jornada
de ocho horas y contribuyeron a frustrarla prohibiendo a los miembros de la
organización participar en ella. Pese a la prohibición de sus dirigentes, los
miembros de filas de la organización tomaron parte en la huelga. Las
contradicciones entre la masa fundamental de los afiliados y los dirigentes
oportunistas se agudizaron; a partir de 1886 la Noble Orden de los Caballeros
del Trabajo empezó a perder su influencia en las masas y a fines de la década
del 90 se disgregó.- 248 .
[10] Véase
C. Marx y F. Engels.
Obras, t. 36, pág.
489.-248.
[11] Lassalleanos: partidarios y secuaces del
socialista pequeñoburgués alemán F. Lassalle, miembros de la Asociación General
de Obreros Alemanes, fundada en 1863. Su primer presidente fue Lassalle, que expuso
el programa y los fundamentos de la táctica de la Asociación. La Asociación
General de Obreros Alemanes adoptó por programa político la lucha en pro del
sufragio universal; y por programa económico,
la creación de asociaciones obreras de producción subsidiadas por el Estado. En
su labor práctica, Lassalle, sus partidarios
y sucesores apoyaban la política de nación dominante de Bismarck. C. Marx y F.
Engels criticaron reiteradas veces y con dureza la teoría, la táctica y los
principios de organización del
lassalleanismo como corriente oportunista en el movimiento obrero alemán.- 250.
[12] Die Zukunft (El Futuro): revista de tendencia
socialreformista que editaba un grupo de miembros del Partido Socialdemócrata
Alemán; se publicó desde octubre de 1877 hasta noviembre de 1878 en Berlín.- 250.
[13] Véase
C. Marx y F. Engels.
Obras, t. 34,
págs. 234-235.- 251.
[14] Véase
C. Marx y F. Engels.
Obras, t. 34-. pág.
326.- 252.
[15] Véase
C. Marx y F. Engels.
Obras, t. 34, págs.
334-335.-252.
[16] Der Sozialdemokrat (El Socialdemócrata):
periódico, Órgano Central del Partido Socialdemócrata Alemán durante cl periodo
de vigencia de la ley de excepción contra los socialistas. Se publicó en
Zurich, del 28 de septiembre de 1879 al 22 de septiembre de 1888, y en Londres,
del l de octubre de 1388 al 27 de septiembre de I890. En I879 y 1880 lo dirigió
G. Vollmar, y a partir de enero de I881, E. Bernstein, que en aquellos años se
hallaba bajo una gran influencia de F. Engels. La dirección ideológica de
Engels aseguró la orientación marxista de
El
Socialdemócrata. Al ser abolida la ley de excepción contra los socialistas
(1890) dejé de editarse
El
Socialdemócrata, y el periódico
Vorwärts
(Adelante) pasó a ser de nuevo Órgano Central del Partido.- 252. .
[17] Véase
C. Marx y F. Engels.
Obras, t. 34, pág.
377.- 252.
[18] Véase
C. Marx y F. Engels.
Obras, t. 35, pág.
276.
Jahrbuch für Sozíalwissenschaft und
Sozialpolítík (Anuario de Ciencia Social y Política Social): revista de
tendencia socialreformista que se publicó en Zurich de
1879 a 1881. Aparecieron
tres números. El artículo en cuestión
Rückblicke
auf die sozialistische Bewegung in Deutschland.
Kritische Aphorismen (Mirada retrospectiva al movimiento socialista
en Alemania. Aforismos críticos) se publicó en el primer número del Anuario
bajo tres asteriscos.- 253.
[19] Bernsteiniada, bernsteinianismo: corriente
oportunista hostil al marxismo en la socialdemocracia alemana e internacional;
surgió a fines del siglo XIX en Alemania y debe su nombre a Eduard Bernstein. De
1895 a
1398, Bernstein publicó en la revista
Die
Neue Zeit (Tiempo Nuevo), órgano teórico del Partido Socialdemócrata
Alemán, una serie de artículos con el titulo general de
Problemas del socialismo donde, al socaire de la “libertad de
crítica”, intentó revisar los fundamentos filosóficos, económicos y políticos
del marxismo revolucionario y sustituirlos por las teorías burguesas de la
conciliación de las contradicciones de clase y de la colaboración entre las
clases. Las ideas de Bernstein encontraron apoyo en el ala derecha de la socialdemocracia
alemana y en los elementos oportunistas de otros partidos de la II
Internacional.- 253.
[20] Se
trata de las discrepancias surgidas en el grupo socialdemócrata del Reichstag
alemán en torno al subsidio a las compañías navieras (
Dampfersubvention). A fines de 1884, el canciller de Alemania, Bismarck,
en interés de la política colonial anexionista alemana, solicitó del Reichstag
que aprobase los subsidios a las compañías para organizar travesías regulares
al Asia Oriental, Australia y África. El ala izquierda del grupo
socialdemócrata rechazó la concesión de dichos subsidios, en tanto que el ala
derecha, que constituía la mayoría del grupo, aún antes de los debates oficiales
en el Reichstag, se pronunció por la concesión de los subsidios. Al discutirse
en el Reichstag el problema en marzo de 1885, el ala derecha del grupo socialdemócrata
votó por la apertura de las líneas de navegación del Asia Oriental y Australia;
condicionó su conformidad con el proyecto de Bismarck a la aceptación de varias
demandas, en particular que los nuevos barcos se construyeran en los astilleros
alemanes. Sólo cuando el Reichstag rechazó esta demanda todo el grupo votó
contra el proyecto del Gobierno.- 253.
[21] Véase
C. Marx y F. Engels.
Obras, t. 36,
pág. 271.- 258.
[22] Véase
C. Marx y F. Engels.
Obras, t. 36,
pág. 526.- 254
[23] Los
dos congresos socialdemócratas internacionales de París son el I Congreso de la
II Internacional y el congreso convocado simultáneamente también en la misma
ciudad por los posibilistas franceses y la Federación Socialdemócrata de
Inglaterra. El Congreso Obrero Socialista Internacional, celebrado en París del
14 al 20 de julio de 1889, primer congreso, fundacional, de la II Internacional,
fue convocado por iniciativa de los socialistas franceses con el concurso de
las organizaciones socialistas de otros varios países. Los elementos
oportunistas, representados por los posibilistas franceses y la Federación Socialdemócrata
de Inglaterra, intentaron tomar en sus manos la preparación del Congreso y su celebración, y ponerse a la cabeza del movimiento
obrero internacional. F. Engels se opuso enérgicamente a estos intentos y tomé la más
activa participación en los preparativos del Congreso. Engels denunció las maquinaciones
de los oportunistas, criticando duramente los errores conciliadores de los
líderes de la socialdemocracia alemana respecto a los posibilistas; también
criticó los errores tácticos de los socialistas franceses. E1 principal punto
debatido en el Congreso fue el de la legislación laboral internacional. En la
resolución aprobada al respecto se indicaba que los obreros deben librar una
lucha no s6lo económica, sino también política, se reconocía la necesidad de crear
partidos socialistas del proletariado y de conjugar la labor de los partidos
con la de los sindicatos. El Congreso aprobó una resolución acerca de la jornada
laboral de ocho horas y de la celebración anual del Primero de Mayo, jornada de
solidaridad proletaria internacionalista. El Congreso no aprobé una decisión
formal de fundar la II internacional, pero en la práctica la creó.- 254.
[24] Posibilistas (P. Brousse, B. Malon y
otros): corriente reformista pequeñoburguesa en el movimiento socialista
francés que apartaba al proletariado de los métodos revolucionarios de lucha.
En 1882, después de la escisión del Partido Obrero de Francia en el Congreso de
Saint-Etienne, los posibilistas formaron el Partido Obrero Social-Revolucionario;
negaban el programa revolucionario y la táctica revolucionaria del
proletariado, velaban los objetivos socialistas del movimiento obrero y
proponían limitar la lucha de los obreros al marco de lo “posible”, de ahí el
nombre del parlido.- 254.
[25] Véase
C. Marx y F. Engels.
Obras, t. 37, pág.
112.- 254.
[26] Véase
C. Marx y F. Engels.
Obras, t. 37, pág.
166.- 254.
[27] Véase
C. Marx y F. Engels.
Obras, t. 37, pág.
I91.- 255.
[28] Véase
C. Marx y F. Engels.
Obras, t. 37, pág.
209.- 255.
[29] Véase
C. Marx y F. Engels.
Obras, t. 37, pág.
211.- 255.