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jueves, 6 de febrero de 2014

PRESIDENTE GONZALO (JEFATURA X)






LÍNEA DE CONSTRUCCIÓN DE LOS TRES INSTRUMENTOS DE LA REVOLUCIÓN



Somos plenamente conscientes de que ninguna clase ha logrado en la historia instaurar su dominio si no ha promovido a sus jefes políticos, a sus representantes de vanguardia, capaces de organizar el movimiento y dirigirlo; y el proletariado peruano en medio de la lucha de clases ha generado la dirección de la revolución y su más alta expresión: la Jefatura del Presidente Gonzalo que maneja la teoría revolucionaria, tiene un conocimiento de la historia y una comprensión profunda del movimiento práctico; quien en dura lucha de dos líneas ha derrotado al revisionismo, al liquidacionismo de derecha e izquierda, a la línea oportunista de derecha y al derechismo; ha reconstituido el Partido, lo dirige en la guerra popular y ha devenido en el más grande marxista-leninista-maoísta viviente, gran estratega político y militar, filósofo; maestro de comunistas, centro de unificación partidaria. La reacción tiene dos principios para destruir la revolución: aniquilar dirección y aislar la guerrilla de las masas pero en síntesis su problema es aniquilar dirección pues es la que permite mantener el rumbo y materializarlo. Nuestro Partido ha definido que la dirección es clave y es obligación de todos los militantes bregar constantemente por defender y preservar la dirección del Partido y muy especialmente la dirección del Presidente Gonzalo, nuestra Jefatura, contra cualquier ataque dentro y fuera del Partido y sujetarnos a su dirección y mando personal enarbolando las consignas de Aprender del Presidente Gonzalo y Encarnar el pensamiento gonzalo.




ENTREVISTA AL PRESIDENTE GONZALO (1988)


En nuestro Partido, revolución y guerra popular, el proletariado ha generado también un conjunto de jefes por necesidad y casualidad históricas, en el sentido de Engels; es una necesidad que se generen jefes y un jefe, pero quiénes lo sean en concreto lo define la casualidad, o sea el conjunto de condiciones específicas que se concretan en un lugar y momento determinados. Así también en nuestro caso se ha generado una Jefatura; primero fue reconocida en el Partido, en la Conferencia Nacional Ampliada de 1979; pero esta cuestión encierra una cuestión básica insoslayable que merece destacar: no hay Jefatura que no se sustente en un pensamiento, cualquiera sea el grado de desarrollo que el mismo tenga. El que haya devenido quien habla en jefe del Partido y de la revolución, como dicen los acuerdos, tiene que ver con la necesidad y la casualidad histórica y, obviamente, con el pensamiento gonzalo; nadie sabe qué es lo que la revolución y el Partido pueden hacer con cada uno de nosotros, y cuando tal cosa se especifica lo único que cabe es asumir la responsabilidad.

Nos hemos movido dentro de la tesis de Lenin que es justa y correcta; el problema del culto a la personalidad es una posición revisionista. Y a Lenin nos advirtió contra el problema de la negación de los jefes, así como destacó la necesidad de que la clase, el Partido, la revolución promuevan a sus propios dirigentes, más dirigentes a jefes y a Jefatura. Hay una diferencia que vale resaltar, dirigente es un cargo orgánico en tanto que jefes y Jefatura los entendemos como reconocimiento de autoridad partidaria y revolucionaria, adquirida y probada en larga brega, de quienes en la teoría y la práctica demuestran que son capaces de encabezarnos y guiarnos hacia el avance y la victoria en la consecución de nuestros ideales de clase. Jruschov levantó el problema del culto a la personalidad para combatir al camarada Stalin, pero ése fue un pretexto como sabemos todos, en el fondo era para combatir la dictadura del proletariado. Hoy mismo Gorbachov vuelve a enarbolar el culto a la personalidad, como también lo hicieron los revisionistas chinos Liu Shao-chi y T eng Siao-ping. Es en consecuencia una tesis revisionista que apunta en esencia contra la dictadura del proletariado y contra las jefaturas y jefes del proceso revolucionario general para descabezarlo. En nuestro caso a dónde apuntaría en concreto, a descabezar la guerra popular; nosotros no tenemos aún dictadura del proletariado sino un Nuevo Poder que se desenvuelve según normas de nueva democracia, o de dictadura conjunta de obreros, campesinos y progresistas. En nuestro caso apunta pues, principalmente, a descabezar; y bien sabe la reacción y sus sirvientes por qué lo hacen, porque no es fácil generar jefes y jefatura. Y una guerra popular, así como se desarrolla en el país, necesita de jefes y de una Jefatura, de alguien que la represente y la encabece y de un grupo capaz de comandarla indoblegablemente. En síntesis, el culto a la personalidad es una siniestra tesis revisionista, que no tiene nada que ver con nuestra concepción sobre jefes que se ciñe al leninismo.

EL DIARIO: Presidente, cambiando un poco, en los documentos del Partido Comunista se plantea que Ud. es el Jefe del Partido y de la r evolución. ¿Qué implicancia tiene y cómo se opone a la tesis r evisionista del culto de la personalidad?

PRESIDENTE GONZALO: Aquí tenemos que recordar la tesis de Lenin sobre el problema de la relación masas-clases-Partidos-jefes. Consideramos que la revolución, el Partido, la clase generan jefes, generan un grupo de jefes; en toda revolución ha sido así. Si pensamos, por ejemplo, en la Revolución de Octubre, tenemos a Lenin, Stalin, Sverdlov y unos cuantos nombres más, un pequeño grupo; lo mismo en la revolución China, también tenemos un pequeño grupo de jefes: el Presidente Mao T setung, y los camaradas Kang Sheng, Chiang Ching, Chan Chung-chao entre otros. Toda revolución es así, entonces esto también se da en la nuestra; no podríamos ser excepción, acá no vale que toda regla tiene excepción, acá se trata del cumplimiento de leyes. Todo proceso, pues, tiene jefes pero tiene un jefe que sobresale sobre los demás o que encabeza a los demás, según las condiciones porque no podríamos ver a todos los jefes con igual dimensión: Marx es Marx, Lenin es Lenin, el Presidente Mao es el Presidente Mao, y cada uno es irrepetible y nadie es igual a ellos.

En nuestro Partido, revolución y guerra popular, el proletariado ha generado también un conjunto de jefes por necesidad y casualidad históricas, en el sentido de Engels; es una necesidad que se generen jefes y un jefe, pero quiénes lo sean en concreto lo define la casualidad, o sea el conjunto de condiciones específicas que se concretan en un lugar y momento determinados. Así también en nuestro caso se ha generado una Jefatura; primero fue reconocida en el Partido, en la Conferencia Nacional Ampliada de 1979; pero esta cuestión encierra una cuestión básica insoslayable que merece destacar: no hay Jefatura que no se sustente en un pensamiento, cualquiera sea el grado de desarrollo que el mismo tenga. El que haya devenido quien habla en jefe del Partido y de la revolución, como dicen los acuerdos, tiene que ver con la necesidad y la casualidad histórica y, obviamente, con el pensamiento gonzalo; nadie sabe qué es lo que la revolución y el Partido pueden hacer con cada uno de nosotros, y cuando tal cosa se especifica lo único que cabe es asumir la responsabilidad.

Nos hemos movido dentro de la tesis de Lenin que es justa y correcta; el problema del culto a la personalidad es una posición revisionista. Y a Lenin nos advirtió contra el problema de la negación de los jefes, así como destacó la necesidad de que la clase, el Partido, la revolución promuevan a sus propios dirigentes, más dirigentes a jefes y a Jefatura. Hay una diferencia que vale resaltar, dirigente es un cargo orgánico en tanto que jefes y Jefatura los entendemos como reconocimiento de autoridad partidaria y revolucionaria, adquirida y probada en larga brega, de quienes en la teoría y la práctica demuestran que son capaces de encabezarnos y guiarnos hacia el avance y la victoria en la consecución de nuestros ideales de clase.

Jruschov levantó el problema del culto a la personalidad para combatir al camarada Stalin, pero ése fue un pretexto como sabemos todos, en el fondo era para combatir la dictadura del proletariado. Hoy mismo Gorbachov vuelve a enarbolar el culto a la personalidad, como también lo hicieron los revisionistas chinos Liu Shao-chi y Teng Siao-ping. Es en consecuencia una tesis revisionista que apunta en esencia contra la dictadura del proletariado y contra las jefaturas y jefes del proceso revolucionario general para descabezarlo. En nuestro caso a dónde apuntaría en concreto, a descabezar la guerra popular; nosotros no tenemos aún dictadura del proletariado sino un Nuevo Poder que se desenvuelve según normas de nueva democracia, o de dictadura conjunta de obreros, campesinos y progresistas. En nuestro caso apunta pues, principalmente, a descabezar; y bien sabe la reacción y sus sirvientes por qué lo hacen, porque no es fácil generar jefes y jefatura. Y una guerra popular, así como se desarrolla en el país, necesita de jefes y de una Jefatura, de alguien que la represente y la encabece y de un grupo capaz de comandarla indoblegablemente. En síntesis, el culto a la personalidad es una siniestra tesis revisionista, que no tiene nada que ver con nuestra concepción sobre jefes que se ciñe al leninismo.


martes, 28 de enero de 2014

PRESIDENTE MAO TSE-TUNG (JEFATURA IX)




SOBRE EL PROBLEMA DE STALIN COMENTARIO SOBRE LA CARTA ABIERTA
DEL CC DEL PCUS (II)
Por la Redacción del Renmin Ribao y
la Redacción de la revista Hongqi
(13 de septiembre de 1963)


La dirección del PCUS negó por completo a Stalin bajo el rótulo de la llamada “lucha contra el culto a la personalidad”.

Al plantear la llamada “lucha contra el culto a la personalidad”, los dirigentes del PCUS no se propusieron, como decían, restablecer “las normas de vida del Partido y principios de dirección leninistas”. Por el contrario, contravinieron a la teoría de Lenin sobre la relación entre jefes, partido, clase y masas, y al principio del centralismo democrático del Partido.

Los marxista-leninistas sostienen que todo partido revolucionario del proletariado, para ser el verdadero Estado Mayor del proletariado en la lucha, debe resolver acertadamente el problema de la relación entre jefes, partido, clase y masas, y organizarse según el principio del centralismo democrático. Semejante partido debe tener un núcleo dirigente más o menos estable, compuesto de un número de jefes probados en largas luchas que sepan conjugar la verdad universal del marxismo-leninismo con la práctica concreta de la revolución.

Los jefes del partido del proletariado, ya sean miembros del Comité Central o de los comités locales, surgen de la lucha de clases y del movimiento revolucionario de las masas.

Son infinitamente fieles a las masas, están íntimamente ligados a ellas, saben sintetizar con acierto sus ideas y poner luego en práctica las ideas así sintetizadas. Los jefes de este tipo son representantes verdaderos del proletariado y generalmente reconocidos como tales por las masas. La presencia de jefes de este tipo en un partido del proletariado es indicio de la madurez política de dicho partido; en ellos reside la esperanza de la victoria de la causa del proletariado.

Lenin tenía toda la razón cuando decía:

Ninguna clase en la historia ha podido subir al Poder a menos que destacara a sus jefes políticos, a sus representantes avanzados, capaces de organizar movimientos y dirigirlos” (1)
.
También decía:

Es una tarea difícil y de larga duración formar a jefes del Partido, experimentados y de alto prestigio. Pero, sin ello, la dictadura del proletariado y la ‘voluntad única’ de éste no son más que frases vacías.” (2)

El Partido Comunista de China siempre se ha atenido a la teoría marxista-leninista sobre el papel de las masas populares y del individuo en la historia, a la teoría marxista-leninista sobre la relación entre jefes, partido, clase y masas, y al centralismo democrático del Partido. Persistimos constantemente en la dirección colectiva, pero nos oponemos al empequeñecimiento del papel de los jefes. Concedemos importancia al papel de los jefes, pero nos oponemos a todo elogio del individuo que sea desmesurado y no responda a la realidad, y nos oponemos a la exageración de su papel. Ya en 1949, a sugerencia del camarada Mao Tse-tung, el Comité Central del PCCh adoptó una resolución según la cual se prohibe celebrar públicamente los cumpleaños de los dirigentes del Partido y denominar lugares, calles o empresas con sus nombres.

Nuestra posición consecuente y justa difiere en forma radical de la llamada “lucha contra el culto a la personalidad” planteada por la dirección del PCUS.

Se torna más y más claro que, al plantear la llamada “lucha contra el culto a la personalidad”, los dirigentes del PCUS no se proponen desarrollar la democracia, aplicar la dirección colectiva ni oponerse a la exageración del papel del individuo, como lo declaran, sino que persiguen objetivos totalmente ocultos.

1 Lenin, “La tarea urgente de nuestro movimiento”, Obras Completas, t. IV.
2 Lenin, “Una carta a los comunistas alemanes”, Obras Completas, t. XXXII.




PROPOSICIÓN
ACERCA DE LA LINEA GENERAL
DEL MOVIMIENTO
COMUNISTA INTERNACIONAL
RESPUESTA DEL
COMITÉ CENTRAL DEL
PARTIDO COMUNISTA DE CHINA
A LA CARTA DEL
COMITÉ CENTRAL DEL
PARTIDO COMUNISTA DE LA UNIÓN SOVIÉTICA
DEL 30 DE MARZO DE 1963
(14 de junio de 1963)



(20)Desde hace unos años, algunos, violando la teoría íntegra de Lenin sobre la relación entre jefes, partido, clase y masas, han planteado la llamada “lucha contra el culto a la personalidad”; esto es erróneo y perjudicial.

La teoría de Lenin es como sigue:

a) Las masas se dividen en clases;

b) Las clases están generalmente dirigidas por partidos políticos;

c) Los partidos políticos los dirigen, por regla general, grupos más o menos estables de las personas más autorizadas, influyentes, expertas, elegidas para los cargos más responsables y que se llaman jefes.

Lenin dijo: “todo esto es el abecé”.

El partido del proletariado es el Estado Mayor revolucionario y combativo del proletariado. Todo partido proletario debe practicar el centralismo basado en la democracia y formar una fuerte dirección marxista-leninista antes de poder erigirse en vanguardia organizada y combativa. Plantear la llamada “lucha contra el culto a la personalidad” es, en realidad, contraponer los jefes a las masas, socavar la dirección única del partido basada en el centralismo democrático, debilitar la fuerza combativa del partido y desintegrar sus filas.

Lenin criticó los puntos de vista erróneos que contraponen los jefes a las masas. Dijo que esto “es un absurdo ridículo y una imbecilidad”.

El Partido Comunista de China siempre se ha opuesto a exagerar el papel del individuo, ha defendido y aplicado persistentemente el centralismo democrático dentro del Partido, y ha abogado por la ligazón de la dirección con las masas, considerando que, para dirigir con acierto, hay que saber sintetizar las opiniones de las masas.

Algunos vienen efectuando intensamente la llamada “lucha contra el culto a la personalidad”, cuando en realidad hacen todo lo posible para denigrar el partido proletario y la dictadura del proletariado. Al mismo tiempo, no se les escapa ningún medio para ensalzar el papel de ciertos individuos, achacando a otros todos los errores y atribuyéndose todos los éxitos a sí mismos.



SOBRE EL PROBLEMA
DE STALIN
COMENTARIO SOBRE LA CARTA ABIERTA
DEL CC DEL PCUS (II)
Por la Redacción del Renmin Ribao y
la Redacción de la revista Hongqi
(13 de septiembre de 1963)



Se torna más y más claro que, al plantear la llamada “lucha contra el culto a la personalidad”, los dirigentes del PCUS no se proponen desarrollar la democracia, aplicar la dirección colectiva ni oponerse a la exageración del papel del individuo, como lo declaran, sino que persiguen objetivos totalmente ocultos.

¿Cuáles son, en última instancia, los objetivos de la “lucha contra el culto a la personalidad” sostenida por los dirigentes del PCUS?

Para decirlo con franqueza, no son sino los siguientes:

1. So pretexto de la “lucha contra el culto a la personalidad”, contraponer a Stalin, jefe del Partido, a las organizaciones del partido, al proletariado y a las masas populares;

2. So pretexto de la “lucha contra el culto a la personalidad”, denigrar al partido proletario, la dictadura del proletariado y el sistema socialista; 

3. So pretexto de la “lucha contra el culto a la personalidad”, elevarse a sí mismos y atacar a los revolucionarios fieles al marxismo-leninismo, a fin de abrir el camino a la usurpación de la
dirección del Partido y del Estado por parte de los intrigantes revisionistas;

4. So pretexto de la “lucha contra el culto a la personalidad”, intervenir en los asuntos internos de los partidos y países hermanos y esforzarse por derribar a voluntad la dirección de los partidos y países hermanos;

5. So pretexto de la “lucha contra el culto a la personalidad”, atacar a los partidos hermanos que se atienen al marxismo-leninismo y escindir el movimiento comunista internacional.

La “lucha contra el culto a la personalidad” planteada por Jruschov es una infame intriga política. Semejante persona, como lo señalaba Marx, “como teórico es un cero a la izquierda, pero las intrigas son su elemento.”(1)

La carta abierta del Comité Central del PCUS dice que, “al desenmascarar el culto a la personalidad y luchar contra sus consecuencias”, ellos “colocan en alto lugar a los dirigentes que ... gozan ... de merecida autoridad”. ¿Qué significan estas palabras? Significan que mientras arrastran por el barro a Stalin, los dirigentes del PCUS ponen a Jruschov por las nubes.

1 Marx, “Marx a Bolte”, Obras Escogidas de Marx y Engels (en dos tomos), t. II




SOBRE EL PROBLEMA
DE STALIN
COMENTARIO SOBRE LA CARTA ABIERTA
DEL CC DEL PCUS (II)
Por la Redacción del Renmin Ribao y
la Redacción de la revista Hongqi
(13 de septiembre de 1963)

La carta abierta del Comité Central del PCUS calumnia la posición marxista-leninista en que perseveramos, diciendo que nosotros intentamos “imponer a los demás partidos el orden, la ideología y la moral, las formas y método de dirección, que florecieron en el período del culto a la personalidad”. Semejante afirmación revela aún más lo absurda que es la llamada “lucha contra el culto a la personalidad”.




SOBRE EL PROBLEMA
DE STALIN
COMENTARIO SOBRE LA CARTA ABIERTA
DEL CC DEL PCUS (II)
Por la Redacción del Renmin Ribao y
la Redacción de la revista Hongqi
(13 de septiembre de 1963)


No es nada nuevo en la historia del movimiento comunista internacional, sino una vil treta ya calada por la gente hace mucho tiempo, que los enemigos del marxismo-leninismo utilicen expresiones tales como la “lucha contra el culto a la personalidad” para vilipendiar a los líderes del proletariado y menoscabar la causa de éste.

Durante el período de la I Internacional, el intrigante Bakunin utilizó semejantes expresiones para injuriar a Marx. Al principio, en su deseo de ganarse mañosamente la confianza de Marx, le escribió: “Soy su discípulo, y me siento orgulloso de ello.”(1)

Más tarde, al fracasar su tentativa de usurpar la dirección de la I Internacional, injurió a Marx, diciendo que Marx, “como alemán y judío, es de pies a cabeza un autoritario”(2), un “dictador”(3).

Durante el período de la II Internacional, el renegado Kautsky utilizó similares expresiones para injuriar a Lenin. Levantó calumnias contra Lenin, llamándolo “el dios de los monoteístas”, y diciendo que había “reducido el marxismo no sólo a la condición de una religión de Estado, sino también a la de una superstición medieval u oriental” (4).

Durante el período de la III Internacional, el renegado Trotski también utilizó semejantes expresiones para injuriar a Stalin. Dijo que Stalin era un “déspota” (5) y que “Stalin, el burócrata, estableció el infame culto al jefe, atribuyéndole santidad” (6).

La camarilla titoísta del revisionismo contemporáneo también recurre a semejantes expresiones para injuriar a Stalin, llamándolo “dictador” en un “régimen de absolutismo personal”.

Como se ve, la “lucha contra el culto a la personalidad” que ha planteado la dirección del PCUS tiene su origen en Bakunin, Kautsky, Trotski y Tito, y es utilizada por ellos para oponerse a los líderes del proletariado y socavar el movimiento revolucionario proletario.

Así como los oportunistas en el movimiento comunista internacional no lograron negar a Marx, Engels ni Lenin con sus difamaciones, tampoco Jruschov logrará negar a Stalin con las suyas.

Lenin señaló que una posición privilegiada no aseguraba el éxito de la difamación.

Jruschov pudo aprovecharse de su posición privilegiada para sacar el cuerpo de Stalin del Mausoleo de Lenin; pero nunca logrará, aprovechándose de su posición privilegiada, arrancar la gran imagen de Stalin del corazón de los pueblos de la Unión Soviética y del mundo entero.

Jruschov puede aprovecharse de su posición privilegiada para adulterar de una u otra manera el marxismo-leninismo; pero nunca logrará, aprovechándose de su posición privilegiada, echar por tierra el marxismo-leninismo, que Stalin defendió y que defienden todos los marxista-leninistas del mundo.


(1) M.A. Bakunin, Carta a K. Marx, 22 de diciembre de 1868, Die Neue Zeit, N.°
1, 1900.
(2)Franz Mehring, Karl Marx, la Historia de su Vida.
(3)Engels, “Engels a A. Bebel”, 20 de junio de 1873, Obras Escogidas de Marx
y Engels (en dos tomos), t. II.
(4)Kautsky, La Socialdemocracia contra el Comunismo.
(5)Trotski, Stalin, una Estimación del Hombre y su Influencia.
(6)Trotski, La Burocracia Stalinista y el Asesinato de Kirov, 28 de diciembre de
1934




POR QUÉ CAYÓ JRUSCHOV
Editorial de la revista Hongqi
(21 de noviembre de 1964)

 
En los últimos once años, valiéndose del prestigio del Partido Comunista de la Unión Soviética y del primer país socialista edificados bajo la dirección de Lenin y Stalin, y yendo en contra del verdadero deseo del pueblo soviético, Jruschov hizo todos los males que su poder le permitió. Estos males pueden ser resumidos como sigue: 1. So pretexto de la “lucha contra el culto a la personalidad”, vituperó con el lenguaje más soez a Stalin, líder del Partido Comunista de la Unión Soviética y del pueblo soviético. Al oponerse a Stalin, él se opuso al marxismo-leninismo. Procuró borrar de un plumazo todos los grandes éxitos logrados por el pueblo soviético a lo largo del período de la dirección de Stalin, con el fin de denigrar la dictadura del proletariado, el sistema socialista, el gran Partido Comunista de la Unión Soviética, la gran Unión Soviética y el movimiento comunista internacional. Al proceder así, Jruschov proporcionó la más sucia arma a los imperialistas y reaccionarios de todos los países en sus actividades antisoviéticas y anticomunistas.









miércoles, 22 de enero de 2014

STALIN (SOBRE JEFATURA VIII)





LENIN
(J.STALIN)

Discurso pronunciado en una velada de los alumnos de la escuela militar del Kremlin.

(23 de enero de 1924)

(...)

UN ÁGUILA DE LAS MONTAÑAS


Llegué a conocer a Lenin en 1903. Por cierto, este conocimiento no fue personal. Nos conocimos por correspondencia. Pero ello me produjo una impresión indeleble, que no se ha desvanecido en todo el tiempo que llevo trabajando en el Partido.

Me encontraba entonces en Siberia, deportado. Al conocer la actuación revolucionaria de Lenin en los últimos años de la década del 90 del siglo XIX y, sobre todo, después de 1901, después de la publicación de lskra, me convencí de que teníamos en él a un hombre extraordinario. No era entonces a mis ojos un simple jefe del Partido; era su verdadero creador, porque solo él comprendía la naturaleza interna y las necesidades imperiosas de nuestro Partido. Cuando lo comparaba con los demás dirigentes de nuestro Partido, me parecía siempre que los compañeros de Iucha de Lenin - Plejánov, Mártov, Axelrod y otros - estaban a cien codos por debajo de él; que Lenin, en comparación con ellos, no era simplemente un dirigente, sino un dirigente de tipo superior, un águila de las montañas, al que era ajeno el miedo en la lucha y que llevaba audazmente el Partido hacia adelante, por los caminos inexplorados del movimiento revolucionario ruso. Esta impresión había calado tan hondo en mi alma, que sentí la necesidad de escribir de ello a un amigo íntimo, emigrado entonces en el extranjero, pidiéndole su opinión. Al cabo de algún tiempo, cuando ya me encontraba deportado en Siberia - era a fines de 1903 -, recibí una contestación entusiasta de mi amigo y, acompañándola, una carta sencilla, pero de profundo contenido, escrita por Lenin, a quien mi amigo había dado a conocer mi carta. La esquela de Lenin era relativamente corta, pero contenía una crítica audaz, una crítica valiente de la labor practica de nuestro Partido, así como una exposición magníficamente clara y concisa de todo el plan de trabajo del Partido para el periodo próximo. Sólo Lenin sabía escribir sobre las cosas mas complejas con tanta sencillez y claridad, con tanta concisión y audacia; en él, cada palabra, más que palabra, es un disparo. Esta esquela sencilla y audaz me reafirmó en el convencimiento de que en Lenin tenía nuestro Partido un águila de las montañas.


(...)

LA FIDELIDAD A LOS PRINCIPIOS

Los jefes de un partido no pueden menospreciar la opinión de la mayoría de su partido. La mayoría es una fuerza que un jefe no puede dejar de tener en cuenta. Lenin lo comprendia tan bien como cualquier otro dirigente del Partido. Pero Lenin nunca fue prisionero de la mayoría, sobre todo cuando la mayoría no se apoyaba en una base de principios. Hubo momentos en la historia de nuestro Partido en los que la opinión de la mayoría o los intereses momentáneos del Partido chocaban con los intereses fundamentales del proletariado. En tales casos, Lenin, sin vacilar, se ponía resueltamente al lado de los principios, en contra de la mayoría del Partido. Es más; en tales casos no temía luchar, literalmente, solo contra todos, estimando, como decía a menudo, que “una política de principios es la única política acertada".

(...)


EL GENIO DE LA REVOLUCIÓN


Lenin había nacido para la revolución. Fue realmente el genio de los estallidos revolucionarios y el supremo maestro en el arte de la dirección revolucionaria. Nunca se sentía tan a gusto, tan contento, como en la época de las conmociones revolucionarias. Con esto no quiero decir, de ninguna manera, que Lenin aprobaba toda conmoción revolucionaria o que se pronunciara siempre y en cualquier circunstancia a favor de los estallidos revolucionarios. De ningún modo. Quiero decir solamente que nunca la clarividencia genial de Lenin se manifestaba con tanta plenitud, con tanta precisión, como durante los estallidos revolucionarios. En los dias de virajes revolucionarios, literalmente se embellecía, se convertía en un vidente, intuía el movimiento de las clases y los zigzags probables de la revolución, como si los leyese en la palma de la mano. Con razón se decía en el Partido: "Ilích sabe nadar entre las olas de la revolución como el pez en el agua".

De aquí la “asombrosa" claridad de las consignas tácticas de Lenin y la “vertiginosa" audacia de sus planes revolucionarios.

Me vienen a la memoria dos hechos que subrayan particularmente esta peculiaridad de Lenin.

Primer hecho. Período en vísperas de la Revolución de Octubre, cuando millones de obreros, campesinos y soldados, empujados por la crisis en la retaguardia y en el frente, exigían la paz y Ia libertad; cuando el generalato y la burguesía preparaban una dictadura militar para hacer la "guerra hasta el fin"; cuando toda la sedicente “opinión pública" y todos los sedicentes "partidos socialistas" estaban contra los bolcheviques y los calificaban de "espías alemanes"; cuando Kerenski intentaba hundir al Partido Bolchevique en la clandestinidad y ya lo había conseguido en parte; cuando los ejércitos, todavía poderosos y disciplinados, de la coalición  austro-alemana se alzaban frente a nuestros ejércitos cansados y en estado de descomposición, y los «socialistas» de la Europa Occidental seguían, tranquilamente, en bloque con sus gobiernos, para hacer «la guerra hasta la victoria completa» ...

¿Qué significaba desencadenar una insurrección en aquel momento? Desencadenar una insurrección en tales condiciones, era jugárselo todo. Pero Lenin no temía el riesgo, porque sabía y veía con su mirada clarividente que la insurrección era inevitable, que la insurrección vencería, que la insurrección en Rusia prepararía el final de la guerra imperialista, que la insurrección en Rusia agitaría a las masas exhaustas del Occidente, que la insurrección en Rusia transformaría la guerra imperialista en guerra civil, que de esta insurrección nacería la República de los Soviets, que la República de los Soviets serviría de baluarte al movimiento revolucionario en el mundo entero.

Sabido es que aquella previsión revolucionaria de Lenin había de cumplirse con una exactitud sin igual.

Segundo hecho. Primeros días después de la Revolución de Octubre, cuando el Consejo de Comisarios del Pueblo intentaba obligar al faccioso general Dujonin, el comandante en jefe, a suspender las hostilidades y entablar negociaciones con los alemanes a fin de concertar un armisticio. Recuerdo como Lenin, Krilenko (el futuro comandante en jefe) y yo fuimos al Estado Mayor Central, en Petrogrado, para ponernos en comunicación con Dujonin por cable directo. Era un momento angustioso. Dujonin y el Cuartel General se habían negado categóricamente a cumplir la orden del Consejo de Comisarios del Pueblo. Los mandos del ejército se encontraban enteramente en manos del Cuartel General. En Cuanto a los soldados, se ignoraba lo que diría aquel ejército de catorce millones de hombres, subordinado a las llamadas organizaciones del ejército, que eran hostiles al poder de los Soviets. En el mismo Petrogrado, como es sabido, se gestaba entonces la insurrección de los cadetes. Además, Kerenski avanzaba en tren de guerra sobre Petrogrado. Recuerdo que, después de un momento de silencio junto al aparato, el rostro de Lenin se iluminó con una luz extraordinaria. Se veía que Lenin había tomado ya una decisión. “Vamos a la emisora de radio ― dijo Lenin ―; nos prestará un buen servicio: destituiremos, por orden especial, al general Dujonin, nombraremos comandante en jefe al camarada Krilenko y nos dirigiremos a los soldados por encima de los mandos, exhortándoles a aislar a los generales, a cesar las hostilidades, a entrar en contacto con los soldados austro-alemanes y a tomar la causa de la paz en sus propias manos".

Era un «salto a lo desconocido». Pero Lenin no tenía miedo a aquel «salto»; al contrario, iba derecho a él, porque sabía que el ejército quería la paz y que la conquistaría barriendo todos los obstáculos puestos en su camino, porque sabía que aquel modo de establecer la paz impresionaría, sin duda alguna, a los soldados austro-alemanes y daría rienda suelta al anhelo de paz en todos los frentes, sin excepción.

Es sabido que también esta previsión revolucionaria de Lenin había de cumplirse con toda exactitud.

Clarividencia genial, capacidad de aprehender y adivinar rápidamente el sentido interno de los acontecimientos que se avecinaban:  éste era el rasgo peculiar de Lenin que le permitía elaborar una estrategia acertada y una línea de conducta clara en los virajes del movimiento revolucionario.






miércoles, 15 de enero de 2014

J.STALIN (SOBRE JEFATURA VII)




ENTREVISTA CON EL ESCRITOR
ALEMÁN EMILIO LUDWIG
(Extracto)

5 de diciembre de 1931

LUTDWIG: Le agradezco en extremo que haya tenido a bien recibirme. Llevo más de veinte años estudiando la vida y la actividad de eminentes personalidades históricas. Creo que conozco bien a la gente, pero, en cambio, no entiendo nada de las condiciones sociales y económicas.

STALIN: Es usted modesto en exceso.


LUDWIG: No; es exactamente como lo digo. Por esta precisa razón le haré preguntas que quizá le parezcan extrañas. Hoy mismo he visto aquí, en el Kremlin, algunas reliquias de Pedro el Grande, y la primera pregunta que quiero hacerle es la siguiente: ¿Admite usted un paralelo entre su persona y Pedro el Grande? ¿Se Considera usted como el continuador de la obra de Pedro el Grande?

STALIN: De ningún modo. Los paralelos históricos son siempre aventurados. Ese paralelo carece de sentido.

LUDWIG: Pero Pedro el Grande hizo mucho por el desarrollo de su país, para trasplantar a Rusia la cultura occidental.


STALIN. ― Sí, naturalmente, Pedro el Grande hizo mucho para elevar a la clase de los terratenientes y para desarrollar a la naciente clase de los comerciantes. Pedro el Grande hizo mucho por crear y consolidar el Estado nacional de los terratenientes y de los comerciantes. Tengo que añadir que la elevación de la clase de los terratenientes, la ayuda prestada a la clase naciente de los comerciantes y la consolidación del Estado nacional de esas clases se efectuaron a costa de los campesinos siervos, que eran esquilmados implacablemente.

En Cuanto a mí, no soy más que un discípulo de Lenin, y el fin de mi vida es ser su digno discípulo.

El objetivo a que he consagrado mi vida es la elevación de otra clase: la clase obrera. Mi objetivo no es consolidar un Estado "nacional" cualquiera, sino consolidar un Estado Socialista y, por lo tanto, un Estado internacional, cuyo robustecimiento contribuye Siempre a fortalecer a toda la clase obrera internacional. Si cada uno de mis pasos en la labor para elevar a la clase obrera y consolidar el Estado Socialista de esta clase no persiguiera el fin de asegurar y mejorar la situación de la clase obrera, estimaría que mi vida no tenía sentido.

Ya ve usted que su paralelo no es acertado. En Cuanto a Lenin y a Pedro el Grande, este último fue una gota de agua en el mar, y Lenin, todo un océano.

LUDWIG: El marxismo niega que el individuo desempeñe un gran papel en la historia. ¿No ve usted una contradicción entre la concepción materialista de la historia y el hecho de que usted reconozca, a pesar de todo, el gran papel de las personalidades históricas?

STALIN: No, no hay en esto ninguna contradicción. El marxismo no niega en modo alguno el papel de las personalidades eminentes, como tampoco niega que los hombres hacen La historia. En la Miseria de la filosofía y en otras obras de Marx puede usted hallar la afirmación de que son precisamente los hombres quienes hacen la historia. Pero, naturalmente, los hombres no hacen la historia obedeciendo a su fantasía, como les viene a la cabeza. Cada nueva generación encuentra condiciones determinadas, ya dadas cuando ella aparece. Y el valor que representan los grandes hombres depende de en qué medida saben comprender correctamente estas condiciones y cómo modificarlas. Si no comprenden estas condiciones y quieren modificarlas según les sugiere su fantasía, caen en la situación del Quijote. Así, pues, y exactamente según Marx, no se debe oponer los hombres a las condiciones. Son precisamente los hombres los que hacen la historia, pero sólo en la medida en que comprenden bien las condiciones dadas con que se encuentren y sólo en la medida en que comprenden cómo se debe modificarlas. Así es, por lo menos, como comprendemos a Marx nosotros, los bolcheviques rusos. Y hemos estudiado a Marx durante decenios.

LUDWIG. ­-— Hace aproximadamente treinta años, cuando estudiaba yo en la Universidad, muchos profesores alemanes, que se consideraban partidarios de la concepción materialista de la historia, nos inculcaban la idea de que el marxismo niega el papel de los héroes, el papel de las personalidades heroicas en la historia.

STALIN. ― Eran vulgarizadores del marxismo. El marxismo nunca ha negado el papel de los héroes. Por el contrario, reconoce que el papel que representan es considerable, pero con las reservas que acabo de hacer.






LENIN COMO ORGANIZADOR Y JEFE
DEL PARTIDO COMUNISTA DE RUSIA

23 de abril de 1920


Hay dos grupos de marxistas. Ambos actúan bajo la bandera del marxismo y Se consideran marxistas "genuinos". Sin embargo, distan mucho de ser idénticos. Es más: los separa un abismo, pues sus métodos de trabajo son diametralmente opuestos.

El primer grupo se limita, por lo común, a reconocer verbalmente el marxismo en lo externo, a proclamarlo solemnemente. Por incapacidad o por falta de deseo de penetrar en la esencia del marxismo, por incapacidad o por falta de deseo de llevarlo a la práctica, este grupo convierte los vivos y revolucionarios principios del marxismo en fórmulas sin vida y que nada dicen.

Este grupo no basa su actividad en la experiencia, en las enseñanzas del trabajo práctico, sino en citas de Marx. No saca sus instrucciones y directivas del análisis de la realidad viva, sino de analogías y de paralelos históricos. El divorcio entre las palabras y los hechos es el principal mal de este grupo. De aquí sus desilusiones y su eterno descontento con la suerte, que lo traiciona a cada paso y lo deja "con un palmo de narices". Este grupo lleva el nombre de menchevismo (en Rusia), de oportunismo (en Europa). El camarada Tyszka (Jogiches) caracterizó con bastante tino a este grupo en el Congreso de Londres, cuando dijo que no se mantenía en el punto de vista del marxismo, sino que yacía sobre él.

El segundo grupo, por el contrario, traslada el centro de gravedad del problema, del reconocimiento verbal del marxismo, a su aplicación, a su realización práctica. Este grupo concentra principalmente su atención en determinar las vías y los medios para la realización del marxismo que correspondan a la situación y en modificar esas vías y esos medios cuando la situación cambia. Este grupo no saca sus instrucciones y sus directivas de analogías y paralelos históricos, sino del estudio de las condiciones circundantes. Este grupo no basa su actividad en citas y máximas, sino en la experiencia práctica, comprobando cada paso suyo en la experiencia, aprendiendo de sus propios errores y enseñando a los demás a construir una nueva vida. Esto explica, en rigor, por que no hay divorcio entre las palabras y los hechos en la actuación de este grupo y por que en ella la doctrina de Marx conserva toda Su vital fuerza revolucionaria.

Se pueden aplicar con toda razón a este grupo las palabras de Marx de que los marxistas no pueden contentarse con interpretar el mundo, Sino que deben ir más lejos, para transformarlo. Este grupo lleva el nombre de bolchevismo, de comunismo.
El organizador y el jefe de este grupo es V. I. Lenin.


miércoles, 8 de enero de 2014

J.STALIN (SOBRE LA JEFATURA VI)








Recordad, amad, estudiad a Ilich, nuestro maestro, nuestro
jefe.
Luchad y venced a Ios enemigos interiores y exteriores, como
Io hacía Ilich.
Edificad Ia nuevo vida, el nuevo modo de vida, Ia nueva
cultura, como lo hacia Ilich.
Nunca; despreciéis lo pequeño en el trabajo, pues de lo pe-
queño se construye lo grande; en esto reside uno de los im-
portantes preceptos de Ilich.

J.Stalin


 21 de enero de 1925

 



HISTORIA DEL PARTIDO COMUNISTA (BOLCHEVIQUE)

Redactado por una comisión del CC del PCUS de la URSS
Aprobado en 1938 por el Comité Central

 (...)

La clase obrera de la Unión Soviética respondió a la muerte de Lenin apretando todavía más sus filas en torno al Partido leninista. En aquellos días luctuosos, todo obrero consciente meditó acerca de su actitud ante el Partido Comunista, el Partido que ponía en práctica los mandamientos de Lenin. Al Comité Central del Partido llegaron miles y miles de declaraciones de obreros sin partido pidiendo su ingreso en el Partido bolchevique. El Comité Central, haciéndose eco de este movimiento de los obreros de vanguardia, admitió su ingreso en masa en el Partido y abrió las puertas de éste a la promoción leninista. Ingresaron en el Partido nuevas decenas de millares de obreros. Ingresaron en él los que estaban dispuestos a dar la vida por la causa del Partido, por la causa de Lenin. En poco tiempo, pasaron a engrosar las filas del Partido bochevique más de 240.000 obreros. Se adhirió al Partido la parte más avanzada de la clase obrera, la más consciente y revolucionaria, la más audaz y disciplinada. Esta fué la promoción Ieninísta de nuevos afiliados al Partido.

La muerte de Lenin puso de manifiesto cuán estrechamente unido estaba el Partido bolchevique a las masas obreras y cuán entrañablemente querían estas al Partido leninista.En el II Congreso de los Soviets de la U.R.S.S., celebrado en los dias de duelo por la muerte de Lenin, el camarada Stalin pronunció, en nombre del Partido, un solemne juramento. En él dijo:


“Nosotros, los comunistas, somos hombres de un temple
especial. Estamos hechos de una trama especial. Somos los
que formamos el ejercito del gran estratega proletario, el ejér-
cito del camarada Lenin. No hay nada más alto que el honor
de pertenecer a este ejército. No hay nada superior al título de
miembro del Partido cuyo fundador y jefe es el camarada
Lenin . . .

Al dejarnos, el Camarada Lenin nos legó el deber de
mantener en alto y Conservar en toda su pureza el gran títu-
lo de miembro del Partido. Te juramos, camarada Lenin
que ejecutaremos con honor este mandato! . . .

Al dejarnos, el Camarada Lenin nos legó el deber de velar
por la unidad de nuestro Partido como por las niñas de
nuestros ojos. Te juramos, camarada Lenin, que ejecuta-
remos con honor también este mandato! . . .

Al dejarnos, el camarada Lenin nos legó el deber de con-
servar y fortalecer la dictadura del proletariado; te jura-
mos, camarada Lenin, que no escatimaremos esfuerzo para 
ejecutar con honor también este mandato! . . .

Al dejarnos, el camarada Lenin nos legó el deber de,
afianzar, con todas nuestras fuerzas, la alianza de los obre­
ros y campesinos. Te juramos, camarada Lenin, que eje-
cutaremos con honor igualmente este mandato!. . .

El camarada Lenin nos hablaba insistentemente de la ne-
cesidad de una alianza voluntaria y libre entre los pueblos
de nuestro país, de la necesidad de su colaboración fraternal
dentro del marco de la Unión Soviética. Al dejarnos, el
camarada Lenin nos legó el deber de reforzar y extender la
Union de las Repúblicas. Te juramos, camarada Lenin,
que ejecutaremos con honor también este mandato! . . .

Lenin nos indicó repetidas veces que el fortalecimiento
del Ejercito Rojo Y su perfeccionamiento constituye una de
las más importantes tareas de nuestro Partido. Juremos, pues,
camaradas, que no escatimaremos esfuerzo para fortalecer
nuestro Ejército Rojo Y nuestra Flota Roja! . . .


Al dejarnos, el camarada Lenin nos legó el deber de
permanecer fieles a los principios de la
Internacional Comunista. Te juramos, camarada Lenin,
 que no regatearernos nuestra vida para fortalecer
y extender la unión de los trabajadores del mundo entero,
la Internacional Comunistal".


Tal fue el juramento del Partido bolchevique a su jefe, a Lenin, cuya obra perdurará a través de los siglos.