¡Proletarios
de todos los países, uníos!
SUECIA
2023:
POLÍTICA FASCISTA, BELICISMO Y MÁS EXPLOTACIÓN
El
aumento de los precios de los alimentos y la energía, el rápido
crecimiento de la pobreza, la abolición de los derechos de la clase
obrera y el continuo deterioro deliberado de la sanidad, la educación
y el transporte público. Esta ofensiva de la burguesía contra el
pueblo trabajador viene produciéndose desde hace mucho tiempo, pero
ahora se está intensificando rápidamente. No es casualidad que esto
ocurra paralelamente a una política cada vez más abiertamente
fascista y reaccionaria, independientemente de que partidos estén en
el gobierno en ese momento; el aumento de la vigilancia, la abolición
gradual del Estado de Derecho y de la libertad de expresión y de
prensa, el belicismo y las campañas de incitación fascista y
racista; todo esto es lo que caracteriza ahora la retórica y la
política de todos
los partidos parlamentarios de diferentes maneras, y esto se aplica
tanto a la derecha clásica como a la llamada “izquierda”
parlamentaria y reformista.
¡Rechazar
el pago de la crisis de los imperialistas!
¡Abajo
las políticas fascistas y el belicismo!
Estos
acontecimientos no son el resultado de ninguna tendencia política
temporal, y no es el pueblo quien ha elegido esta política. Las
razones residen en el hecho de que el capitalismo mundial – el
imperialismo – está sumido en una crisis profunda y desesperada.
Este sistema basado en la explotación de la inmensa mayoría por
unos pocos crea contradicciones que no pueden resolverse sin derribar
todo el sistema. Mientras una pequeña camarilla de capitalistas
monopolistas de cada país explota a su “propia” clase obrera,
todo el sistema se basa en que la burguesía de unos pocos países
ricos e imperialistas (superpotencias como EEUU, China y Rusia, pero
también potencias imperialistas más pequeñas como Suecia) saquean
a los países oprimidos del tercer mundo; países a los que durante
cientos de años se les ha impedido desarrollar su propio capitalismo
independiente y en su lugar se les ha asignado el papel de
suministrar al imperialismo mano de obra barata y recursos naturales.
Sin las enormes superganancias de este saqueo, los imperialistas no
podrían mantener el relativo "bienestar” de los países
imperialistas, y su dominio perdería asidero. Para todos aquellos
que quieren acabar con este podrido sistema de explotación y
opresión, es por tanto esencial unir la lucha de la clase obrera de
cada país con la lucha de las naciones oprimidas por la verdadera
autonomía e independencia.
Al
igual que en el pasado cuando el imperialismo ha estado en crisis,
hoy los imperialistas intentan desesperadamente salvar su sistema de
dos maneras: 1) Haciendo que la clase obrera y el pueblo paguen la
crisis del capital; con subidas de precios, recortes y una bajada
general del nivel de vida de la población, se garantiza que los
capitalistas monopolistas sigan obteniendo ganancias billonarias. 2)
Volviendo a repartirse los mercados mundiales entre ellos. En lucha
entre sí, las potencias imperialistas tratan de apropiarse de una
mayor parte del botín del saqueo de las semicolonias oprimidas de
África, Asia, América Latina y Europa del Este, y buscan la
dominación económica, política y militar mundial. De esto trataron
tanto la Primera como la Segunda Guerra Mundial, y hoy vemos que
están dispuestas a lanzar otra matanza global con el mismo
propósito.
Cuando
se trata de descargar la crisis sobre los hombros del pueblo y
fomentar más guerra, la “democracia” liberal burguesa ya no
sirve. En su lugar, la clase dominante necesita reforzar su
dictadura, su aparato estatal represivo, para tratar de impedir y
aplastar la resistencia popular que inevitablemente generan sus
políticas. Con este fin, y para dividir a la clase obrera y al
pueblo y facilitar la explotación, promueven la agitación racista y
la patraña sobre la “delincuencia”. Con el pretexto de la
“amenaza rusa”, el “terrorismo” o la “pandemia”, recortan
los derechos y libertades democráticos que dicen defender, y el
parlamentarismo se convierte en una fachada cada vez más descarada
de su dictadura. En el sistema parlamentario actual no se permiten
desviaciones reales de las políticas decididas por la burguesía.
Todos los partidos del parlamento son partidos burgueses, que
compiten por dar la mejor forma a las políticas de la burguesía; ya
sea con bonitas palabras sobre “bienestar” e “igualdad” para
intentar contener la rebelión, o con agitación abiertamente
fascista y racista. En la práctica, hoy vemos cómo todos ellos,
desde el SD [los “Demócratas Suecos”*] hasta V [el “Partido de
Izquierda”**], apoyan el aumento de la explotación, la represión
y el belicismo.
Este
proceso de fascistización y reaccionarización está teniendo lugar
hoy en todo el mundo; en EEUU, China y Rusia, en Francia, Inglaterra
y Alemania – y en Suecia también. Mientras estos imperialistas
luchan entre sí por el territorio y la hegemonía mundial, todos
están del mismo lado para tratar de aplastar cualquier rebelión y
salvar su moribundo sistema de explotación.
¡Rechazar
el apoyo a las guerras de los imperialistas!
La
superpotencia mayor y más agresiva, Estados Unidos, intenta
desesperadamente salvar su posición como superpotencia hegemónica
en la lucha contra la nueva y emergente superpotencia China y la
superpotencia atómica Rusia. Las demás potencias imperialistas se
alinean con una u otra superpotencia para maximizar su propia parte
del botín y promover sus propios intereses globales. Ninguno de
estos imperialistas es “menos malo” que los demás; ninguno de
ellos está interesado en otra cosa que no sea aumentar sus ganancias
y mantener el sistema de explotación. Así, por ejemplo, los
capitalistas monopolistas imperialistas suecos han podido expandirse
enormemente en Europa del Este desde los años 90 con la ayuda de las
fuerzas armadas de la OTAN y con la UE como instrumento político, y
las corporaciones suecas se enriquecen sin límites explotando a la
clase obrera y los recursos naturales en, por ejemplo, Ucrania y los
países bálticos. Y no tienen vergüenza de sí mismos; las oficinas
gubernamentales suecas, por ejemplo, afirman en su página web:
“Alrededor
de 100 empresas suecas están activas en Ucrania y Suecia es uno de
los diez mayores inversores en el país […] Los bajos salarios en
Ucrania contribuyen al interés de las empresas suecas.”
Además,
la guerra en sí es una fantástica máquina de ganancias para el
capital, en particular a través de la venta de armas. La industria
bélica sueca (SAAB, Bofors, etc.) se ha enriquecido durante mucho
tiempo con las matanzas, y tiene las de ganar con el belicismo
actual. El periódico Näringslivet escribe que “el
precio de las acciones de SAAB se ha disparado desde el estallido de
la guerra en Ucrania”,
y el director general de SAAB confirma: “sólo
podemos concluir que hay un gran interés en este momento y que estas
decisiones crean una buena base para el crecimiento”.
Como
ocurrió antes de la Primera y la Segunda Guerras Mundiales, hoy la
socialdemocracia y la “izquierda” reformista están totalmente
del lado de los imperialistas, apoyando sus guerras de saqueo y
reparto con el pretexto de “defender la democracia”. Detrás de
una fachada de “crítica” simbólica a la OTAN, partidos como la
“izquierda” han dicho sistemáticamente sí a la participación
de Suecia en las guerras ilegales de agresión de EEUU en lugares
como Afganistán y Libia; guerras genocidas cuyo único propósito es
servir al poder y a las ganancias de la burguesía. Los políticos
que se atreven a expresar incluso el más cauteloso cuestionamiento
de la política de guerra ven terminadas abruptamente sus carreras.
La
clase obrera internacional no tiene nada que ganar eligiendo bando en
la guerra de los imperialistas; al contrario, es nuestro deber
condenar y combatir a todos los imperialistas. La clase obrera de
Suecia necesita en primer lugar luchar contra la burguesía sueca,
el Estado imperialista sueco,
su explotación, su opresión, su monopolio de la violencia y sus
guerras de saqueo, y de la misma manera la clase obrera de todos los
países imperialistas debe librar una lucha similar contra su propia
burguesía. Sólo si la clase obrera del mundo se une y dirige a los
pueblos del mundo, negándose a participar en las guerras de los
explotadores y volviendo sus armas contra los imperialistas, será
posible acabar de una vez por todas con la explotación y las
guerras. Esta es una lucha que no puede librarse en el marco del
sistema y de su “democracia”, sino sólo por la clase obrera
organizándose con total independencia del Estado y de los partidos
de la burguesía. Para ello, la clase en cada país necesita su
vanguardia, su Partido Comunista, cuya tarea es dirigir y unir todas
las luchas del pueblo en una sola lucha para aplastar todo el sistema
de explotación, construir el socialismo y continuar la lucha hasta
que ya no haya más explotación ni clases.
¡ABAJO
LOS IMPERIALISTAS SUECOS Y SU BELICISMO!
¡ABAJO
EL ESTADO BURGUÉS Y LAS POLÍTICAS FASCISTAS!
¡UNIR
A LOS PUEBLOS BAJO LA DIRECCIÓN DE LA CLASE OBRERA CONTRA TODOS LOS
IMPERIALISTAS!
Circulo
de Estudios 24 de Septiembre,
Suecia
2023
*
SD,
“Sverigedemokraterna” [Demócratas Suecos]; el partido formado
por los elementos fascistas y abiertamente nazis en Suecia en los
años 80; ahora uno de los partidos más grandes en el parlamento y
sirviendo como asesores al gobierno actual.
**
V, “Vänsterpartiet” [Partido de Izquierda]; lo que queda del
Partido Comunista de Suecia, el cual era sujetado al revisionismo
soviético desde 1956 hasta 1990, y ahora está cada vez más
abiertamente tomando posición por la plena colaboración sueca con
el imperialismo yanqui y sus guerras (aunque formalmente y en su
propaganda se opone a que el país se incorpora en la OTAN).