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martes, 5 de septiembre de 2023

SUECIA 2023: POLÍTICA FASCISTA, BELICISMO Y MÁS EXPLOTACIÓN

 


¡Proletarios de todos los países, uníos!


SUECIA 2023:
POLÍTICA FASCISTA, BELICISMO Y MÁS EXPLOTACIÓN

El aumento de los precios de los alimentos y la energía, el rápido crecimiento de la pobreza, la abolición de los derechos de la clase obrera y el continuo deterioro deliberado de la sanidad, la educación y el transporte público. Esta ofensiva de la burguesía contra el pueblo trabajador viene produciéndose desde hace mucho tiempo, pero ahora se está intensificando rápidamente. No es casualidad que esto ocurra paralelamente a una política cada vez más abiertamente fascista y reaccionaria, independientemente de que partidos estén en el gobierno en ese momento; el aumento de la vigilancia, la abolición gradual del Estado de Derecho y de la libertad de expresión y de prensa, el belicismo y las campañas de incitación fascista y racista; todo esto es lo que caracteriza ahora la retórica y la política de todos los partidos parlamentarios de diferentes maneras, y esto se aplica tanto a la derecha clásica como a la llamada “izquierda” parlamentaria y reformista.


¡Rechazar el pago de la crisis de los imperialistas!

¡Abajo las políticas fascistas y el belicismo!

Estos acontecimientos no son el resultado de ninguna tendencia política temporal, y no es el pueblo quien ha elegido esta política. Las razones residen en el hecho de que el capitalismo mundial – el imperialismo – está sumido en una crisis profunda y desesperada. Este sistema basado en la explotación de la inmensa mayoría por unos pocos crea contradicciones que no pueden resolverse sin derribar todo el sistema. Mientras una pequeña camarilla de capitalistas monopolistas de cada país explota a su “propia” clase obrera, todo el sistema se basa en que la burguesía de unos pocos países ricos e imperialistas (superpotencias como EEUU, China y Rusia, pero también potencias imperialistas más pequeñas como Suecia) saquean a los países oprimidos del tercer mundo; países a los que durante cientos de años se les ha impedido desarrollar su propio capitalismo independiente y en su lugar se les ha asignado el papel de suministrar al imperialismo mano de obra barata y recursos naturales. Sin las enormes superganancias de este saqueo, los imperialistas no podrían mantener el relativo "bienestar” de los países imperialistas, y su dominio perdería asidero. Para todos aquellos que quieren acabar con este podrido sistema de explotación y opresión, es por tanto esencial unir la lucha de la clase obrera de cada país con la lucha de las naciones oprimidas por la verdadera autonomía e independencia.

Al igual que en el pasado cuando el imperialismo ha estado en crisis, hoy los imperialistas intentan desesperadamente salvar su sistema de dos maneras: 1) Haciendo que la clase obrera y el pueblo paguen la crisis del capital; con subidas de precios, recortes y una bajada general del nivel de vida de la población, se garantiza que los capitalistas monopolistas sigan obteniendo ganancias billonarias. 2) Volviendo a repartirse los mercados mundiales entre ellos. En lucha entre sí, las potencias imperialistas tratan de apropiarse de una mayor parte del botín del saqueo de las semicolonias oprimidas de África, Asia, América Latina y Europa del Este, y buscan la dominación económica, política y militar mundial. De esto trataron tanto la Primera como la Segunda Guerra Mundial, y hoy vemos que están dispuestas a lanzar otra matanza global con el mismo propósito.

Cuando se trata de descargar la crisis sobre los hombros del pueblo y fomentar más guerra, la “democracia” liberal burguesa ya no sirve. En su lugar, la clase dominante necesita reforzar su dictadura, su aparato estatal represivo, para tratar de impedir y aplastar la resistencia popular que inevitablemente generan sus políticas. Con este fin, y para dividir a la clase obrera y al pueblo y facilitar la explotación, promueven la agitación racista y la patraña sobre la “delincuencia”. Con el pretexto de la “amenaza rusa”, el “terrorismo” o la “pandemia”, recortan los derechos y libertades democráticos que dicen defender, y el parlamentarismo se convierte en una fachada cada vez más descarada de su dictadura. En el sistema parlamentario actual no se permiten desviaciones reales de las políticas decididas por la burguesía. Todos los partidos del parlamento son partidos burgueses, que compiten por dar la mejor forma a las políticas de la burguesía; ya sea con bonitas palabras sobre “bienestar” e “igualdad” para intentar contener la rebelión, o con agitación abiertamente fascista y racista. En la práctica, hoy vemos cómo todos ellos, desde el SD [los “Demócratas Suecos”*] hasta V [el “Partido de Izquierda”**], apoyan el aumento de la explotación, la represión y el belicismo.

Este proceso de fascistización y reaccionarización está teniendo lugar hoy en todo el mundo; en EEUU, China y Rusia, en Francia, Inglaterra y Alemania – y en Suecia también. Mientras estos imperialistas luchan entre sí por el territorio y la hegemonía mundial, todos están del mismo lado para tratar de aplastar cualquier rebelión y salvar su moribundo sistema de explotación.


¡Rechazar el apoyo a las guerras de los imperialistas!

La superpotencia mayor y más agresiva, Estados Unidos, intenta desesperadamente salvar su posición como superpotencia hegemónica en la lucha contra la nueva y emergente superpotencia China y la superpotencia atómica Rusia. Las demás potencias imperialistas se alinean con una u otra superpotencia para maximizar su propia parte del botín y promover sus propios intereses globales. Ninguno de estos imperialistas es “menos malo” que los demás; ninguno de ellos está interesado en otra cosa que no sea aumentar sus ganancias y mantener el sistema de explotación. Así, por ejemplo, los capitalistas monopolistas imperialistas suecos han podido expandirse enormemente en Europa del Este desde los años 90 con la ayuda de las fuerzas armadas de la OTAN y con la UE como instrumento político, y las corporaciones suecas se enriquecen sin límites explotando a la clase obrera y los recursos naturales en, por ejemplo, Ucrania y los países bálticos. Y no tienen vergüenza de sí mismos; las oficinas gubernamentales suecas, por ejemplo, afirman en su página web: “Alrededor de 100 empresas suecas están activas en Ucrania y Suecia es uno de los diez mayores inversores en el país […] Los bajos salarios en Ucrania contribuyen al interés de las empresas suecas.”

Además, la guerra en sí es una fantástica máquina de ganancias para el capital, en particular a través de la venta de armas. La industria bélica sueca (SAAB, Bofors, etc.) se ha enriquecido durante mucho tiempo con las matanzas, y tiene las de ganar con el belicismo actual. El periódico Näringslivet escribe que “el precio de las acciones de SAAB se ha disparado desde el estallido de la guerra en Ucrania”, y el director general de SAAB confirma: “sólo podemos concluir que hay un gran interés en este momento y que estas decisiones crean una buena base para el crecimiento”.

Como ocurrió antes de la Primera y la Segunda Guerras Mundiales, hoy la socialdemocracia y la “izquierda” reformista están totalmente del lado de los imperialistas, apoyando sus guerras de saqueo y reparto con el pretexto de “defender la democracia”. Detrás de una fachada de “crítica” simbólica a la OTAN, partidos como la “izquierda” han dicho sistemáticamente sí a la participación de Suecia en las guerras ilegales de agresión de EEUU en lugares como Afganistán y Libia; guerras genocidas cuyo único propósito es servir al poder y a las ganancias de la burguesía. Los políticos que se atreven a expresar incluso el más cauteloso cuestionamiento de la política de guerra ven terminadas abruptamente sus carreras.

La clase obrera internacional no tiene nada que ganar eligiendo bando en la guerra de los imperialistas; al contrario, es nuestro deber condenar y combatir a todos los imperialistas. La clase obrera de Suecia necesita en primer lugar luchar contra la burguesía sueca, el Estado imperialista sueco, su explotación, su opresión, su monopolio de la violencia y sus guerras de saqueo, y de la misma manera la clase obrera de todos los países imperialistas debe librar una lucha similar contra su propia burguesía. Sólo si la clase obrera del mundo se une y dirige a los pueblos del mundo, negándose a participar en las guerras de los explotadores y volviendo sus armas contra los imperialistas, será posible acabar de una vez por todas con la explotación y las guerras. Esta es una lucha que no puede librarse en el marco del sistema y de su “democracia”, sino sólo por la clase obrera organizándose con total independencia del Estado y de los partidos de la burguesía. Para ello, la clase en cada país necesita su vanguardia, su Partido Comunista, cuya tarea es dirigir y unir todas las luchas del pueblo en una sola lucha para aplastar todo el sistema de explotación, construir el socialismo y continuar la lucha hasta que ya no haya más explotación ni clases.

¡ABAJO LOS IMPERIALISTAS SUECOS Y SU BELICISMO!

¡ABAJO EL ESTADO BURGUÉS Y LAS POLÍTICAS FASCISTAS!

¡UNIR A LOS PUEBLOS BAJO LA DIRECCIÓN DE LA CLASE OBRERA CONTRA TODOS LOS IMPERIALISTAS!


Circulo de Estudios 24 de Septiembre,

Suecia 2023



* SD, “Sverigedemokraterna” [Demócratas Suecos]; el partido formado por los elementos fascistas y abiertamente nazis en Suecia en los años 80; ahora uno de los partidos más grandes en el parlamento y sirviendo como asesores al gobierno actual.


** V, “Vänsterpartiet” [Partido de Izquierda]; lo que queda del Partido Comunista de Suecia, el cual era sujetado al revisionismo soviético desde 1956 hasta 1990, y ahora está cada vez más abiertamente tomando posición por la plena colaboración sueca con el imperialismo yanqui y sus guerras (aunque formalmente y en su propaganda se opone a que el país se incorpora en la OTAN).

jueves, 18 de diciembre de 2014

LA COMUNA DE ASTURIAS (1934)



Este año se conmemora el 70 aniversario de la Comuna de Asturias. En Octubre de 1934 el proletariado de Asturias con las armas en la mano impone su dictadura durante un corto espacio de tiempo. Publicamos parte de un importante documento del camarada José Díaz en el que se sintetizan importantes lecciones de la insurrección proletaria del 34.

LA LUCHA POR LA UNIDAD EN PLENA REACCIÓN
José Díaz
(Del discurso pronunciado en el Monumental Cinema de Madrid, el 2 de junio de 1935)

Organizar la lucha.

            Sí, camaradas, el fascismo morirá. Pero, ¿habrá de morir tan sólo por explosiones de entusiasmo? No. Es verdad que existe hoy un gran espíritu revolucionario en las masas, una formidable corriente en favor del frente único y de la unión de todos los antifascistas. Es una gran verdad que el pueblo trabajador quiere la lucha unificada para salir de esta situación que os acabo de describir. Pero, vuelvo a preguntaros: ¿es suficiente que exista un claro deseo de lucha y una firme voluntad de vencer? Está muy bien el entusiasmo, está muy bien esa voluntad de lucha antifascista que se refleja en este grandioso acto y en los que se celebran estos días. Pero tenéis que comprender todos, que a este deseo ya esta voluntad hay que darles una forma orgánica, hay que encauzarlos en una fuerte organización que desarrolle la lucha y nos lleve al triunfo sobre la reacción y el fascismo. (Muy bien.)

            ¿Creéis que se puede oponer solamente el entusiasmo a la fuerza de un enemigo organizado, hábil y con un feroz aparato de represión? No, camaradas; si no los encuadramos en la lucha, la voluntad y el entusiasmo serían estériles. Los aplausos con los cuales subrayáis cada consigna de nuestro partido y cada llamamiento nuestro a la acción, demuestran que estáis prestos para formar en el frente de combate, pero eso no basta. No basta con el entusiasmo y la voluntad; es necesarios organizar, organizar siempre, y que las fuerzas organizadas marchen siempre en filas compactas hacia la consecución del objetivo propuesto. El genio de la revolución mundial, Lenin, dijo “que la revolución no se hace, sino que se organiza”. Y esto mismo os decimos nosotros, os dice el Partido Comunista: que a la represión de este Gobierno, a los propósitos claros de hundirnos en el infierno fascista del hacha y del patíbulo, nosotros tenemos que oponer y oponemos ya la lucha organizada. Hoy, desde esta tribuna, como ayer con todos los medios a nuestro alcance, renovamos nuestro llamamiento a los obreros, a los campesinos, a los hombres libres, a los antifascistas, a los republicanos de izquierda, para que todos los que tenemos un punto de coincidencia en esta hora grave, nos unamos en un Bloque Popular Antifascista que rompa los propósitos de este gobierno de fascistas y reaccionarios. (Grandes aplausos.)

            Y éste es el sentido, el objeto de mi discurso en este grandioso acto. Quiero hacer llegar a la convicción de los diez mil obreros antifascistas que aquí os encontráis, y de los millares que escuchan desde la calle, que es de todo punto necesario, que es urgente crear las formas orgánicas de lucha antifascista, que hay que organizar el Bloque Popular Antifascista, si queremos arrollar a la reacción y al fascismo, si queremos vencer. El momento actual impone imperiosamente esta necesidad. En nombre del Partido Comunista me esforzaré, pues, en explicaros cómo y bajo qué plataforma de lucha debemos unirnos todos los antifascistas para dar la batalla a las fuerzas de la reacción.

Lo que decía el Partido Comunista antes de Octubre.

            Antes de Octubre, camaradas, antes de las jornadas de Octubre, nosotros luchábamos, como ahora, por la unificación de las fuerzas obreras. Nuestro partido se ha esforzado siempre por convencer a los demás sectores obreros de que ésta es la condición indispensable para el triunfo. Y ésta es una idea que queremos grabar muy bien, muy hondo en la conciencia de todos los trabajadores. La idea de que para vencer a un enemigo poderoso hay que luchar unidos, hay que presentarle batalla todos juntos. Y para que no creáis que esta afirmación es un simple recurso, vaya permitirme leeros unas breves líneas sobre lo que nuestro Partido estimaba imprescindible antes de Octubre. El Pleno extraordinario del Comité Central, celebrado un mes antes de la insurrección de Octubre, decía en su resolución:

«¡A la burguesía y a los terratenientes ya no les es posible mantener su odiosa dominación cubriéndola con el manto de la “democracia”. Hoy, este ropaje les estorba y se desprenden descaradamente de él, dando rienda suelta a las formas brutales de esclavización de las masas trabajadoras de la ciudad y del campo. El Bloque dominante y su actual equipo gubernamental inspiran su política y sus métodos de represión, enfilándolos hacia la instauración de la dictadura sangrienta y terrorista del fascismo, buscando así el medio de ahogar en sangre y exterminio la creciente potencia de la revolución.»

            Y deducíamos:

«Partiendo de esta situación, el problema cardinal para asegurar el triunfo de la revolución, lo constituye la organización y la unificación de las fuerzas de la revolución, bajo una dirección firme y consciente de sus objetivos. Así lo han comprendido las masas trabajadoras.»
«Organizar el Frente único de lucha, en forma permanente y con carácter nacional, para dar la batalla a la contrarrevolución: ¡tal es el anhelo de las masas trabajadoras!»

            Esta era nuestra posición, antes de Octubre. Por eso ingresamos en las Alianzas Obreras, aun a sabiendas de que no eran la expresión acabada y consecuente del Frente único. Ingresamos en ellas, para transformarlas en verdaderas organizaciones de frente único de los obreros y campesinos. Pero no lo conseguimos con la amplitud que era necesario, por las resistencias de unos y las incomprensiones de otros. En Asturias, donde nuestro partido había conseguido hacer penetrar profundamente entre las masas la idea del Frente Único, y donde los Comités de Frente Único de lucha tenían ya una tradición, las Alianzas. Obreras se organizaron rápidamente, y en parte en el mismo curso de los combates, y así fue posible que en Asturias lograra el proletariado la victoria sobre el enemigo, mientras que en los demás sitios de España, en que los órganos de Frente único no estaban creados y desarrollados, la lucha no pudo alcanzar la misma extensión y profundidad.

            Y decidme, camaradas, si esto, si el Frente Único, era una necesidad vital antes de Octubre, ¿qué no será ahora, hoy, en que el peligro fascista es más grande, más inmediato, cuando tiene ya en sus manos una parte del aparato del Estado? Hoy es de una necesidad arrolladora la creación y desarrollo de los órganos de la unidad de acción.

Posición del Partido Comunista en el movimiento de Octubre.

            Todos conocéis lo ocurrido en Octubre. Sabéis que nos levantamos en todo el país, que los trabajadores españoles, los trabajadores catalanes, los de Euskadi, los de Galicia, en fin, los de todas partes de España, se echaron a la calle para impedir el avance del fascismo por medio de la huelga general y de la lucha insurreccional. Y sabéis también que las masas lucharon con admirable coraje para derribar a la gran burguesía, a los terratenientes y a su Gobierno reaccionario y fascista, y también para adueñarse del Poder. Esto último sólo pudo conseguirse en Asturias. En Asturias, por el comportamiento heroico del proletariado. En Asturias, porque supieron marchar unidos y conquistar las armas. La bandera del Poder de los obreros y campesinos ondeó triunfante durante quince días en Asturias. Las Alianzas Obreras y Campesinas se adueñaron del Poder, luchando con las armas en la mano. Esta gesta gloriosa de nuestros compañeros de Asturias vivirá siempre en el recuerdo de todos los explotados. Mas no debemos olvidar que allí nuestros hermanos, nuestros héroes, lucharon unidos y por eso triunfaron; comunistas, socialistas y anarquistas lucharon confundidos, hombro a hombro. Por esto mismo, si queremos triunfar en todo el país, es preciso que el Frente Único sea una realidad, que la unidad de acción se imponga, que las Alianzas Obreras y Campesinas se creen y desarrollen en todo el país, que dirijan la lucha de las grandes masas hacia el aplastamiento de la reacción y el fascismo. Si hacemos esto, yo os digo que no tardaremos en ver a este Gobierno, a Gil Robles y a todos los que ellos defienden, correr, huir de la misma manera ignominiosa que los burgueses y los guardias de Asturias corrían ante las filas apretadas y en armas de los mineros y trabajadores de Asturias. (Atronadora ovación. Durante largo tiempo, se vitorea a Asturias, a la revolución y al Frente Único.)

Solidaridad con las víctimas de la represión.

            Camaradas, aprovechemos este paréntesis que habéis abierto al prolongar los aplausos y vítores a los héroes de la gloriosa Comuna de Asturias, para pediros, en nombre del hecho que tanto entusiasmo provoca en vosotros, que forméis en el cuadro de la solidaridad para con las víctimas de la represión. No olvidéis que en esa Asturias han quedado muchos hijos de mineros huérfanos, muchas compañeras en la miseria más espantosa. No olvidéis que el proletariado de Asturias ha sido condenado al hambre por la contrarrevolución. No olvidéis que en las cárceles hay veinticinco mil camaradas. No olvidéis que hay muchos héroes de la insurrección perseguidos... Es preciso reforzar la solidaridad de clase para con estos camaradas. Es preciso que cada proletario, cada trabajador, cada hombre de buena voluntad, se desprenda de unos céntimos todas las semanas para
ayudar a las víctimas del terror contrarrevolucionario. Ésta es una deuda sagrada, una deuda de honor que todos los trabajadores de España tenemos contraída con nuestros hermanos caídos en la lucha. Y sobre todo, con el heroico proletariado de Asturias, que en las condiciones de terror a que lo tiene sometido el Gobierno, no se amilana, ni se arredra, sino que sigue luchando, declarando huelgas y levantando el brazo con el puño en alto, que es una amenaza valiente a los que ensangrentaron..." (Gran ovación, que
impide al orador acabar la frase.)

El Partido Comunista asume la responsabilidad de la insurrección.

            En las primeras filas de la lucha se ha encontrado el Partido Comunista. En Asturias y en todas partes, los comunistas tomaron las armas y lucharon en la primera línea de batalla. Sobre todo en Asturias, donde nuestro partido era más fuerte, tenemos que decir que una gran parte del triunfo nos corresponde. (Grandes aplausos.)

            Y oídlo bien, camaradas, que lo oigan cuantos quieran oírlo: los comunistas han llamado a la lucha y a la insurrección a las masas, se han puesto a la cabeza y han luchado contra las fuerzas represivas de la reacción y del fascismo con las armas en la mano. El Partido Comunista está, pues, identificado con el movimiento insurreccional y asume su plena responsabilidad política. Repito esto, porque parece que hay por ahí gentes que se sacuden las pulgas y no quieren que se les diga nada de lo que ha pasado. No quieren nada con la insurrección de Asturias ni con las luchas de Octubre.

            Nosotros, el Partido Comunista, comprendemos muy bien que ciertas gentes se desentiendan de las responsabilidades del movimiento. Y si nosotros no saliéramos a la plaza pública a gritar a pleno pulmón que todo cuando hicieron las masas revolucionarias en Octubre, que la insurrección de Asturias, es un hecho glorioso y que es el resultado de toda nuestra lucha, de toda nuestra agitación, del ejemplo que los comunistas dan al proletariado, parecería como si estos hechos gloriosos constituyeran una vergüenza que tenemos que ocultar. No, camaradas; nosotros estamos orgullosos de cuanto han hecho las masas y estamos orgullosos sobre todo de la insurrección de Asturias. Hay, en aquella región, uno de nuestros héroes, un camarada responsable de nuestro partido preso hoy y amenazado de muerte por la contrarrevolución, el camarada Manso... (Gran ovación y vivas a Manso.) El camarada Manso y otros camaradas dirigentes regionales de nuestro partido, se han declarado responsables políticos del movimiento de Asturias. Y, por si esto no es bastante, por si aún hubiese alguna duda, yo, en nombre del Partido Comunista, digo a todos los obreros, a los campesinos, a los trabajadores todos –y que nos oigan también las huestes de la reacción-, que nosotros somos los responsables del movimiento revolucionario de Octubre, que el Partido Comunista de España recaba para sí toda la responsabilidad política que se derive del movimiento y de la insurrección victoriosa de Asturias. (Aplausos atronadores. Los trabajadores se ponen en pie y saludan con el puño en alto. Grandes vivas al Partido Comunista.)

            Después de dominado el movimiento por la reacción, el Gobierno se aprovecha de su triunfó momentáneo sobre la clase obrera para desatar una orgía de represión de tal naturaleza, que no tiene precedentes ni aun en los países de imperio más feroz del fascismo. La venganza llega a extremos que causan espanto. A pesar de la mordaza gubernamental, muchos de estos horrores han llegado a conocimiento del pueblo. Aquí mismo, el camarada Bolívar os ha referido algunas torturas que se han aplicado y se aplican a los trabajadores. Los muertos se cuentan por millares. Pero no sólo los muertos en la lucha, sino los muertos después del triunfo circunstancial de la contrarrevolución, los muertos durante la represión.

            La CEDA y los radicales cumplen fielmente el mandato de sus amos, de los capitalistas y terratenientes. Tienen el encargo de reprimir a sangre y fuego el movimiento revolucionario, y no reparan en medios. Esa es su triste misión.

            La misión de los católicos de la CEDA, que consiste en enviar a los moros a “pacificar” a los “cristianos” con las gumías y a los degenerados del Tercio a imponer el “orden” en Asturias. Misión que consiste en torturar a los detenidos para hacerles firmar declaraciones de culpabilidad. Misión que consiste en ejecutar a los obreros revolucionarios, en sitiar por hambre a los mineros...


            Éste es el Gobierno del hambre, de la sangre y de la muerte. Éste es el Gobierno que ha realizado actos de barbarie tan feroz, que no tienen precedente en la historia. (El camarada Díaz relata algunos hechos concretos y el público prorrumpe en gritos de indignación. Algunas mujeres lloran. El momento es de una emoción indescriptible.)

viernes, 18 de julio de 2014

LA CRISIS REVOLUCIONARIA Y LA SOCIALDEMOCRACIA.




PROGRAMA DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA

II.LA CRISIS GENERAL DEL CAPITALISMO Y LA PRIMERA FASE DE LA REVOLUCIÓN MUNDIAL

(VI CONGRESO DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA)


2. La crisis revolucionaria y la socialdemocracia contrarrevolucionaria.

En el curso de la revolución mundial, los jefes socialdemócratas, por un lado, y las organizaciones capitalistas de combate de tipo fascista, por otro, han adquirido una significación especial como fuerzas contrarrevolucionarias de la mayor importancia, que han luchado activamente contra la revolución y que han prestado un apoyo a la estabilización parcial capitalista.

La crisis producida por la guerra de 1914-1918, vióse acompañada de la ignominiosa bancarrota de la Internacional socialdemócrata, de la II Internacional. En contradicción completa con la tesis del Manifiesto Comunista, de Marx y Engels, según la cual los proletarios no tienen patria en el régimen capitalista, en oposición absoluta a las resoluciones contra la guerra tomadas por los congresos de Stuttgart y de Basilea, los líderes de los partidos socialdemócratas nacionales, salvo contadas excepciones, votaron en favor de los créditos de guerra, proclamaronse defensores decididos de las «patrias» imperialistas (o, lo que es lo mismo, de las organizaciones estatales de la burguesía imperialista), y, en vez de luchar contra la guerra imperialista, se convirtieron en fieles soldados, propagandistas y cantores del socialchauvinismo, transformado bien pronto en socialimperialismo. En el período que siguió inmediatamente a la guerra, la socialdemocracia apoyó los tratados de rapiña (Brest, Versalles); Se puso de un modo activo al lado de los generales cuando las revoluciones proletarias eran abogadas en sangre (Noske); luchó con las armas en la mano contra la primera república proletaria (Rusia de los soviets); traicionó pérfidamente al proletariado en el poder (Hungría); entró en la Sociedad de las Naciones imperialistas (Thomas, Paul Boncour, Vandervelde); se colocó directamente al lado de los imperialistas contra los esclavos coloniales (Partido Laborista ingles); apoyó activamente a los verdugos mas reaccionarios de la clase obrera (Bulgaria, Polonia), tomó sobre sí la iniciativa de las «leycs militares» imperialistas (Francia); traicionó la gran huelga general del proletariado ingles; contribuyó a ahogar la huelga de los mineros, ayudó y ayuda a estrangular a China y a la India (gobierno MacDonald); es el agente de propaganda de la Sociedad de las Naciones imperialistas, es el heraldo del capital y el centro de organización de la lucha contra la dictadura del proletariado en la URSS (Kautsky, Hilferding). La socialdemocracia realiza esta política contrarrevolucionaria de un modo sistemático operando activamente por medio de sus dos alas: el ala derecha, abiertamente contrarrevolucionaria, necesaria para las negociaciones y la relación directa con la burguesía, y el ala izquierda, para poder engañar de un modo particularmente sutil a los obreros. La socialdemocracia de “izquierda”, sin dejar de esgrimir la frase pacifista y, a veces, la frase revolucionaria inclusive, de hecho se coloca contra los obreros, particularmente en los momentos más críticos (los «independientes» ingleses y los jefes de «izquierda» del Consejo General durante la huelga general de 1926. Otto Bauer y Cía., durante la insurrección vienesa, etcétera), siendo, por consiguiente, la fracción más perniciosa de los partidos socialdemócratas. Sin dejar de servir los intereses de la burguesía en el terreno de la colaboración de clases y de la coalición con la burguesía, la socialdemocracia se ve obligada, en ciertos periodos, a pasar a la situación de partido de oposición e incluso a simular la defensa de los intereses del proletariado en su lucha económica con un solo objetivo: Conquistar la confianza de una parte de la clase obrera y, gracias a ello, traicionar de un modo todavía más vergonzoso sus intereses permanentes durante las contiendas decisivas de clase.

La función esencial de la socialdemocracia en la actualidad consiste en socavar la unidad de combate necesaria del proletariado en su lucha contra el imperialismo. Al escindir y desmoralizar el frente único de la lucha proletaria contra el capital, la socialdemocracia se trueca en el sostén más firme del imperialismo en el seno de la clase obrera.

La socialdemocracia internacional de todos los matices, la Segunda internacional y su sucursal sindical, la Internacional de Amsterdam, se han convertido, pues, en la reserva de la sociedad burguesa, en su apoyo más seguro.

3. La crisis del capitalismo y el fascismo.

Al lado de la socialdemocracia, por cuya mediación la burguesía aplasta a los obreros y adormece su sensibilidad de clase, entra en acción el fascismo.

La época del imperialismo, la exacerbación de la lucha de clases y la acumulación, particularmente después de la guerra imperialista mundial, de los elementos de guerra civil, han determinado la quiebra del parlamentarismo. De aquí «nuevos» métodos y formas de gobierno (por ejemplo, el sistema de gabinetes poco numerosos, la creación de grupos oligárquicos que actúan tras cortina, la degeneración y la falsificación de las funciones de la «representación nacional», la limitación y la supresión de las «libertades democráticas», etcétera). Este proceso de ofensiva de la reacción burguesa-imperialista adopta, en condiciones históricas determinadas, la forma del fascismo. Dichas condiciones son: la inestabilidad de las relaciones capitalistas; la existencia de un gran número de elementos sociales desplazados; la pauperización de grandes sectores de la pequeña burguesía urbana y de los intelectuales; el descontento de la pequeña burguesía agraria y, finalmente, la amenaza constante de acciones de masa proletarias. Con objeto de asegurarse un poder mas estable, más firme, más duradero, la burguesía se ve obligada cada día más a pasar del sistema parlamentario al método fascista, que no se halla sujeto a las relaciones y combinaciones entre partidos. Este método es el de la dictadura directa, cuya verdadera faz se halla ideológicamente cubierta por medio de «ideales nacionales», representaciones «profesionales» (es decir, grupos diversos de las clases dominantes), y el método de utilización del descontento de la pequeña burguesía y de los intelectuales mediante una demagogia social particular (antisemitismo, ataques parciales al capital usurario, indignación ante el charlatanismo parlamentario) y la corrupción bajo la forma de creación en la milicia fascista, en el aparato del partido y entre los funcionarios de una jerarquía cohesionada y bien retribuida. Al mismo tiempo, el fascismo hace esfuerzos para introducirse en los medios obreros, reclutando a los elementos más atrasados, explotando su descontento y la pasividad de la socialdemocracia, etcétera. El objetivo principal del fascismo consiste en la devastación de la vanguardia obrera revolucionaria, es decir, el sector comunista del proletariado y, particularmente, sus militantes más activos. La combinación de la demagogia social, de la corrupción y del terror blanco, al lado de una agresividad imperialista extrema en la esfera de la política exterior, constituyen los rasgos más salientes del fascismo. Después de haber sido utilizada la fraseología anticapitalista en los períodos particularmente críticos para la burguesía, el fascismo, sintiéndose firme en el poder, ha ido perdiendo por el camino sus oropeles anticapitalistas, para manifestarse cada vez más como la dictadura terrorista del gran capital.

Con objeto de adaptarse a las modificaciones de la coyuntura política, la burguesía utiliza alternativamente los métodos fascistas y los métodos de coalición con la socialdemocracia, dándose el caso de que, a menudo, esta última desempeña abiertamente un papel fascista. En el curso de los acontecimientos manifiesta tendencias fascistas, lo cual no le impide, en otras circunstancias políticas, agitarse contra el gobierno burgués en calidad de partido de oposición. El método fascista y el de coalición con la socialdemocracia, que no son habituales para el capitalismo «normal» y constituyen un signo de la crisis capitalista general, son utilizados por la burguesía para retrasar la marcha progresiva de la revolución.



viernes, 13 de junio de 2014

LA LUCHA DE CLASES, LA SOCIALDEMOCRACIA Y EL FASCISMO. (II)



IV. LA LUCHA DE CLASES, LA SOCIALDEMOCRACIA Y EL FASCISMO. (II)
(VI CONGRESO DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA: TESIS, 1928)


23. La socialdemocracia ha jugado, durante todo el período transcurrido, el papel de última reserva de la burguesía, de partido «obrero» burgués. Gracias a ella, la burguesía ha desembarazado el camino para la estabilización del capitalismo (serie de gabinetes de coalición en Europa). La consolidación del capitalismo ha hecho superflua en cierta medida, la función de la socialdemocracia como partido dirigente. Su sustitución en las coaliciones y la formación de gobiernos «puramente burgueses» han sucedido a la «era» llamada del «pacifismo democrático» jugando, por una parte, el papel de oposición y por otra el de agitador y propagandista de la política del «pacifismo realista» y de la «paz industrial», la socialdemocracia ha mantenido bajo su influencia capas importantes de la  clase obrera, ha conquistado una parte de los obreros que abandonaron los partidos burgueses, ha adquirido influencia entre las capas de la pequeña burguesía en vías de radicalización (elecciones en  Francia y en Alemania) y ha entrado de nuevo en los gobiernos en  Europa central. Es preciso darse cuenta, sin embargo, de que estos nuevos gobiernos de coalición, con la participación directa de la socialdemocracia, no pueden ser ni serán jamás, una simple repetición de las combinaciones precedentes, especialmente en lo que concierne a las cuestiones de política exterior en general, y a las cuestiones de política militar en particular. La dirección de la socialdemocracia desempeñará aquí un papel infinitamente más pérfido que en todas las etapas anteriores.

Es preciso igualmente tener en cuenta que, en relación sobre todo en la política de las coaliciones de la socialdemocracia y con la evolución de sus líderes oficiales, es posible un refuerzo del «ala izquierda» de la socialdemocracia (austromarxismo, tranmelismo, ideología del lndependent Labour Party en Inglaterra, del maximalismo en Italia) engañando con esto a las masas obreras con métodos más sutiles y, por consecuencia, más peligrosos para la causa de la revolución proletaria. La experiencia de los periodos críticos (revolución de 1923 en Alemania, huelga inglesa, insurrección de Viena), así como la actitud de los socialdemócratas de «izquierda» en la cuestión de la preparación de la guerra de los imperialistas contra la URSS, han demostrado que los líderes socialdemócratas de izquierda son de hecho los enemigos más peligrosos del comunismo y de la dictadura del proletariado. Esto es particularmente confirmado por la innoble conducta de la socialdemocracia austríaca, este «partido modelo» del ala «izquierda» de la II Internacional, durante los sangrientos combates del proletariado de Viena, en julio de 1927. Esta completa derrota de los Bauer, Adler y Cía. demuestra con evidencia que el «austromarxismo», acentuando cada vez más claramente sus tendencias reaccionarias, sobre todo después de la represión de la insurrección de Viena, traiciona constantemente en la práctica, de una manera innoble, a la clase obrera y es, en manos de los reformistas, el instrumento más peligroso para engañar a las masas revolucionarias. Por esto es por lo que, aun teniendo en cuenta el proceso de radicalización de los obreros en el propio seno de la socialdemocracia y esforzándose por extender cada vez más su influencia entre ellos, los comunistas deben desenmascarar implacablemente a los líderes socialdemócratas de «izquierda», como los más peligrosos agentes de la política burguesa en el seno de la clase obrera y conquistar a la masa obrera que abandona fatalmente a la socialdemocracia.

24. Aun asegurándose el concurso de la socialdemocracia, la burguesía, en los momentos críticos y en condiciones determinadas, organiza una forma fascista del régimen. La marca característica del fascismo es que en el momento del quebrantamiento del régimen económico capitalista y en razón de circunstancias objetivas y subjetivas, la burguesía se aprovecha del descontento de la pequeña y de la media burguesía urbana y rural y aun de ciertas capas del proletariado, para crear un movimiento de masas reaccionario con el fin de detener en su camino el desarrollo de la revolución. El fascismo recurre a métodos de violencia directa para romper la fuerza de las organizaciones de clase obrera y de los campesinos pobres y para tomar el poder. Una vez en el poder, el fascismo se esfuerza por establecer la unidad política y orgánica de todas las clases dominantes de la sociedad capitalista (bancos, gran industria, gran agricultura) y realiza su dictadura integral, abierta y consecuente. Pone a la disposición de las masas dominantes sus fuerzas armadas, especialmente adiestradas para la guerra civil. Realiza un nuevo tipo de estados apoyándose abiertamente en la violencia, la opresión y la corrupción, no solamente de las capas pequeñoburguesas, sino también de ciertos elementos de la clase obrera (empleados, antiguos líderes reformistas transformados en  funcionarios de estados, funcionarios sindicales o del partido fascista, campesinos pobres y proletarios desorganizados reclutados en la milicia fascista).

El fascismo italiano ha conseguido en estos últimos años, por diferentes procedimientos (apoyo del capital americano, opresión social y económica extrema de las masas, ciertas formas de capitalismo de estado) atenuar las consecuencias de la crisis política y económica interior y ha creado un tipo clásico de régimen fascista. Tendencias fascistas y embriones de fascismo existen ahora en todas partes, bajo una forma más o menos desarrollada; la ideología de la colaboración de clases -ideología oficial de la socialdemocracia tiene muchos puntos comunes con la del fascismo. Los métodos fascistas aplicados a la lucha contra el movimiento revolucionario existen bajo una forma embrionaria en la práctica de numerosos partidos socialdemócratas y de la burocracia sindical reformista.

En las relaciones internacionales, el fascismo prosigue una política de violencia y de provocación. La dictadura fascista en Polonia y en Italia manifiesta cada vez más tendencias agresivas y es para el proletariado de todos los países una amenaza constante para la paz, un peligro de aventuras militares y de guerras.



sábado, 7 de junio de 2014

LA LUCHA DE CLASES, LA SOCIALDEMOCRACIA Y EL FASCISMO.





IV. LA LUCHA DE CLASES, LA SOCIALDEMOCRACIA Y EL FASCISMO. (I)
(VI CONGRESO DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA: TESIS, 1928)


18. A pesar de la agravación de la lucha de clases, el reformismo da indicios de su vitalidad y de su tenacidad política, en el movimiento obrero de Europa y América. La causa general, social y económica, de este hecho fundamental, está en el desarrollo lento de la crisis del capitalismo, en el crecimiento de algunas de sus partes principales y en la declinación relativamente lenta de las otras. Los hechos siguientes se refieren a esto: consolidación creciente de la posición de los Estados Unidos como explotador, acreedor y usurero mundial (“prosperidad” de los Estados Unidos); gran potencia colonial de Inglaterra, que pierde, de modo progresivo solamente, sus posiciones en el mercado mundial; desarrollo de la economía alemana, etc. En relación con este primer proceso, existe; un proceso secundario de integración de los aparatos del Estado y  de las organizaciones patronales con los cuadros superiores de las organizaciones obreras dirigidas por la socialdemocracia, formación de nuevos funcionarios con burócratas obreros (funcionarios de estado, de las municipalidades, de las organizaciones patronales, funcionarios al servicio de las organizaciones “comunes” de obreros y de capitalistas, “representantes del proletariado” en la administración de correos, en los consejos de los ferrocarriles, donde toman, la palabra en nombre de los sindicatos, de la cooperación, etc.).

19. Este proceso de aburguesamiento de los cuadros superiores de la burocracia obrera es conscientemente apoyado y favorecido por la socialdemocracia, que ha pasado de la defensa tímida al apoyo abierto y a la edificación activa del capitalismo, de las frases sobre la lucha de clases a la predicción de la “paz industrial”, de la “defensa” de la “patria” a la preparación de la guerra contra la URSS (Kautski), de la defensa, de palabra, de las colonias, a un apoyo directo de la política de opresión colonial, del pacifismo pequeño-burgués a la edificación de la Sociedad de Naciones imperialista, del revisionismo falsamente marxista al liberalismo del Labour Party británico.

 20. Esta posición ideológica corresponde entera y prácticamente a la actividad de la socialdemocracia y de los líderes sindicales reformistas, en primer lugar su campaña para la aplicación de los métodos “americanos” de corrupción y de descomposición de la clase obrera (actividad del Bureau Internacional del Trabajo, Conferencias de Delegados del Consejo General y del Labour Party con las asociaciones patronales en Inglaterra, el Consejo Económico Nacional en Francia, la «Schlichtungswesen» en Alemania, las leyes de arbitraje obligatorio en diferentes países escandinavos, creación de un órgano común «Cámara de Comercio» y “Cámara Obrera” en Austria, etc.). El pérfido papel de la socialdemocracia y de los líderes de los sindicatos reformistas durante las huelgas y las crisis políticas, durante los conflictos y las insurrecciones en las colonias, su justificación del terror contra los obreros (huelga inglesa, insurección de Viena, huelga de los obreros de los metales en Alemania, disparos contra los obreros en Checoslovaquia y en Polonia, insurrección en Indonesia, revolución en China, insurrección en Siria y en Marruecos, etc., etc.) se completan actualmente con sus encarnizados ataques contra los comunistas y los obreros revolucionarios (política de exclusión y de escisión de los sindicatos, de las cooperativas y de otras organizaciones de masas en diferentes países).

21. Esta política de división de la clase obrera es ampliamente practicada por los líderes reformistas que, por orden de la burguesía, excluyen a los mejores elementos revolucionarios de las organizaciones de masas del proletariado. Es ella una parte integrante de su política de colaboración con la burguesía. Su objeto es minar desde el principio la unidad interior de las filas proletarias y debilitar así su resistencia frente a los ataques del capital. Esta política es uno de los eslabones indispensables de toda su política social-imperialista (política de los armamentos, política antisoviética y de bandidaje en las colonias). Para contrabalancear estas tentativas reformistas de disgregación del frente proletario, los comunistas deben emprender y desarrollar, actualmente sobre todo, una contraofensiva enérgica para  resistir a la política reformista de escisión de las organizaciones de masas del proletariado (sindicatos, cooperativas, asociaciones culturales y deportivas, etc.) por la lucha de masas para la unidad de clase. Los pretendidos líderes de “izquierda” de la socialdemocracia juegan un papel particularmente odioso en los manejos escisionistas del reformismo. De palabra preconizan la unidad, pero de hecho apoyan siempre y sin reservas los métodos criminales de escisión de la Il Internacional y de los partidarios de Amsterdam.

22. En el campo de la política exterior, el estado mayor de la socialdemocracia y de los sindicatos reformistas de los países imperialistas expresa de una manera consecuente los intereses del estado burgués. Apoyar este Estado, sus fuerzas armadas, su policía, sus aspiraciones de expansión, su hostilidad de principio contra la URSS, apoyar los tratados y acuerdos expoliadores, la política colonial, las ocupaciones, las anexiones, los protectorados y los mandatos; apoyar a la Sociedad de Naciones y la odiosa campaña de las potencias imperialistas contra la URSS, participar en el engaño “pacifista” de las masas, en la preparación de guerra contra las repúblicas proletarias, en el engaño a los obreros coloniales (Purcell a las Indias, resolución de la II Internacional sobre la cuestión colonial) - tales son los trazos esenciales de la línea de conducta efectiva de la socialdemocracia en el terreno de la política exterior.

viernes, 30 de mayo de 2014



X. SOBRE EL FASCÍSMO

V CONGRESO DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA.
Resoluciones, 1924.


El fascismo es una de las formas clásicas de la contrarrevolución en la época de la decadencia del orden capitalista, en la época de la revolución proletaria, sobre todo allí donde el proletariado ha entablado la lucha por el poder, pero donde, falto de experiencia revolucionaria y de un partido de clase dirigente, no ha sabido organizar Ia lucha revolucionaria e impulsar el levantamiento de las masas hasta la dictadura proletaria.

El fascismo es el instrumento de combate de la gran burguesía contra el proletariado, al que los instrumentos legales del Estado no han bastado para aniquilar; es el arma extralegal de la gran burguesía para establecer y consolidar su dictadura. Pero por su estructura social el fascismo es un movimiento pequeñoburgués. Hunde sus raíces en las clases medias destinadas a desaparecer por la crisis del capitalismo, así como en los elementos desclasados de la posguerra (antiguos oficiales, etcétera), y en parte hasta en los elementos del proletariado decepcionados en sus esperanzas revolucionarias y agriados.

Cuanto más se descompone la sociedad burguesa, más adquieren los partidos "burgueses", sobre todo la socialdemocracia, un carácter medianamente fascista, valiéndose de métodos violentos contra el proletariado y disolviendo así ellos mismos el orden social para cuyo mantenimiento se los había formado. El fascismo y la socialdemocracia son los dos aspectos de un sólo y mismo instrumento de la dictadura del gran capital. He ahí por qué la socialdemocracia nunca podrá ser una aliada segura del proletariado en la lucha contra el fascismo.

Por sus contradicciones (antagonismos de intereses entre la gran burguesía por un lado y los elementos pequeñoburgués y proletarios por el otro) el fascismo se hunde tras la victoria en una bancarrota política que conduce a su descomposición interna (Italia). Cae en
una crisis semejante allí donde, sin haberse alzado con la victoria formal, se ve obligado a sostener y defender abiertamente el régimen de la gran burguesía (Alemania).

Vistos el papel histórico, el carácter y la estructura social del fascismo, la lucha de los comunistas contra él debe ser llevada con métodos y medios que permitan a la vez triunfar políticamente sobre él y rechazar directamente su agresión armada contra el proletariado revolucionario. Esos medios son, entre otros:


a) EN EL TERRENO POLÍTICO

1) Una estrategia y una política verdaderamente revolucionarias que inspiren en el proletariado, en los elementos pequeñoburgueses y en los pequeños campesinos confianza en el movimiento comunista, originando y fortaleciendo en ellos la idea de que los problemas económicos, sociales, políticos y culturales se resolverán por la dictadura del proletariado.

2) Una educación sistemática de la clase obrera acerca del carácter contrarrevolucionario y antiobrero del fascismo.

3) Una educación sistemática de las masas pequeñoburguesas y  pequeñocampesinas proletarizadas y oprimidas por la crisis capitalista sobre su situación y el papel puramente gran capitalista del fascismo.

4) Una política exterior activa contra los tratados imperialistas, las reparaciones, la engañifa de la Sociedad de las Naciones, etcétera; el desenmascaramiento de la política imperialista y sus consecuencias desastrosas para las masas trabajadoras.

5) La lucha por la alianza revolucionaria con la Unión de Repúblicas Soviéticas; una política leninista en el problema nacional; la lucha por el derecho de autodeterminación y secesión de todas las naciones oprimidas.

6) La campaña por el frente único de todas las clases trabajadoras contra el fascismo; por el frente único internacional del proletariado bajo la dirección de la Internacional Comunista.

7) La subordinación de la propaganda antifascista a los comités centrales de los partidos; amplia propaganda antifascista mediante afiches y octavillas y a través de la prensa.


b) EN EL TERRENO MILITAR Y ORGANIZATIVO 

1) Organización de la defensa armada contra el fascismo armado (centurias proletarias, etcétera).
2) Desarme de los fascistas, confiscación de sus depósitos de armas y municiones.
3) En contra de las demostraciones fascistas, contramanifestaciones de la clase obrera bajo protección armada.
4) Contra los actos terroristas de los fascistas (destrucción de las casas sindicales, imprentas, etcétera, y atentados contra los obreros y los líderes obreros) organización de la huelga general, terror obrero, represalias contra los fascistas, sus jefes, sus imprentas y sus empresas.
5) Sabotaje de los trasportes con motivo de las movilizaciones expediciones, concentraciones y demostraciones fascistas.
6) Expulsión de los fascistas de las fábricas; sabotaje, resistencia pasiva, huelgas en las empresas en las que haya empleados fascistas que desempeñen el papel de soplones o agentes provocadores.




viernes, 23 de mayo de 2014

EL PROBLEMA DEL PODER


II. EL PROBLEMA DEL PODER

(Resolución V Congreso de la Internacional Comunista, 1924)

1. Conmoción del régimen burgués

El régimen burgués ha salvado por cierto espacio de tiempo su existencia, aun cuando la primera guerra mundial imperialista haya provocado hacia su fin una inmensa explosión de descontento popular espontáneo. Las fuerzas del proletariado internacional no se hallaban suficientemente organizadas. Los partidos del golpe de Estado proletario eran demasiado débiles, y por eso la victoria de la revolución proletaria era, al final de la guerra imperialista, imposible.

Pero no por ello dejó la guerra de causar profundas sacudidas. Durante muchos años siguieron manifestándose sus repercusiones. Sus consecuencias sociales y políticas apenas se han esbozado.  Los tratados imperialistas sólo fueron, como hubo demostrado la ocupación del Ruhr, una continuación de la guerra con otros medios;  no curaron las heridas abiertas por la guerra. Las consecuencias de la guerra no se han alejado, ni los métodos capitalistas las alejarán.

En todo caso, como resultado de la primera guerra mundial imperialista el régimen capitalista aparece socavado y conmovido a la vez económica y políticamente. Los síntomas de la fragilidad del capitalismo suelen mostrarse con una evidencia más sorprendente aun en la política que en la economía.

El cambio rápido e incesante de los gobiernos es uno de esos síntomas. En muchos países el problema del poder está en la orden del día, y ello con una forma desconocida antes de la guerra.

2. Las dos políticas de la burguesía

La posguerra y en parte el período que la precedió han revelado dos tendencias políticas de la burguesía: una francamente reaccionaria y la otra democrático-pacifista. La encarnación más patente de la primera es Poincaré; de la segunda, Lloyd George.

En estos años de crisis revolucionaria ese fenómeno no es fortuito. Cuando el piso tiembla bajo los pies de la burguesía, cuando la era "normal" de su dominación estable entra en el pasado, cuando acontecimientos revolucionarios se anuncian de una manera manifiesta y crecen las fuerzas del golpe de Estado proletario, dos sistemas de política deben necesariamente presentárseles a los jefes de la clase dominante, uno que querría aplastar y reprimir las fuerzas revolucionarias antes que éstas crecieran, echando mano a una furibunda campaña contra ellas, y otro, más perspicaz, que por medio de pequeñas concesiones y corrompiendo a los dirigentes de la clase obrera, en una palabra, por medio de la democracia, el pacifismo y el reformismo, se esfuerza por modificar la relación de fuerzas en favor de la burguesía.

3. Entre la socialdemocracia y el fascismo

La burguesía ya no puede gobernar con los antiguos métodos. Es uno de los síntomas de la proximidad, lenta pero segura, de la revolución proletaria. La burguesía recurre tan pronto a los buenos oficios del fascismo y tan pronto a los de la socialdemocracia. En ambos casos procura enmascarar el carácter capitalista de su dominación y darle
rasgos más o menos "populares".

Fascistas (primer período de Mussolini) y socialdemócratas (primer período de Noske) se ponen al servicio de la burguesía como organizaciones de combate, bandas armadas, tropas de choque contra el naciente ejército proletario, etcétera.

Con la ayuda del fascismo y la socialdemocracia, la burguesía intenta reagrupar las fuerzas sociales, fabricando la apariencia de una victoria política de la pequeña burguesía y de una participación del pueblo en el ejercicio del poder.

4. La socialdemocracia, tercer partido de la burguesía

En Estados Unidos se hace mucho ruido en torno de la creación de un tercer partido de la burguesía (la pequeña burguesía). En Europa la socialdemocracia ya es, en cierto sentido, ese tercer partido.

La cosa es particularmente visible en Inglaterra, donde a los dos partidos clásicos de la burguesía, que en otros tiempos se turnaban prácticamente en el poder, se ha sumado como factor gubernamental el Labour Party, que en realidad efectúa, o poco menos, la política de una de las alas de la burguesía. Los jefes oradores  del Labour Party están llamados a cooperar, en una u otra forma, en el ejercicio del poder de la burguesía.

Está fuera de toda duda que en Francia, Inglaterra y muchos otros países los líderes de la II lnternacional desempeñan el papel de miserables burgueses y están prácticamente a la cabeza de una fracción de la burguesía "democrática".

Hace ya tiempo que, de ala derecha del movimiento obrero que eran, han degenerado cada vez más en ala izquierda de la burguesía y en algunos sitios en ala del fascismo. Por eso resulta históricamente falso hablar de victoria del fascismo sobre la socialdemocracia. El fascismo y la socialdemocracia (en la medida en que se trata de los dirigentes) son la mano derecha y la mano izquierda del capitalismo contemporáneo, conmovido por la primera guerra mundial imperialista y las primeras sublevaciones de los trabajadores.

5. La socialdemocracia de nuevo en el poder

Durante la guerra e inmediatamente después de ella hemos visto a los líderes de la Il Internacional en el poder en cierto número de países. El hecho se explicaba por la brutal necesidad de los imperialistas de oponer a los países enemigos el movimiento obrero.

En estos momentos la burguesía invita a los jefes de la socialdemocracia a compartir el poder por segunda vez. En situación "normal" y" sin guerra, este fenómeno da testimonio de la inestabilidad de la hegemonía burguesa, de las colosales anomalías y las terribles crisis que esa situación normal encierra para la burguesía.

6. Entre el terror blanco y los "gobiernos obreros"

Pese a una apariencia de consolidación del régimen burgués, su poderío se encuentra en realidad cada vez más minado. La posición se vuelve cada vez más inestable. El parlamentarismo vive sus últimos  momentos. Sobre las ruinas del viejo parlamentarismo a la burguesía le cuesta cada vez más construir un equilibrio siquiera apenas  sólido. Las últimas el elecciones en Francia y Alemania son una ilustración al respecto; he ahí dos parlamentos burgueses de dos grandes Estados de Europa que carecen de una mayoría estable. La burguesía se verá constreñida, una y otra vez, entre el terror blanco y el "gobierno obrero".

Puede ocurrir que en un futuro próximo veamos "gobiernos obreros", no en un país o en un par de países, sino en muchos. Serán el resultado de la lucha del proletariado por el poder y de las vacilaciones de la burguesía inevitables en el período actual.

Objetivamente, esos "gobiernos obreros” pueden ser un progreso en el sentido de dar testimonio de la progresiva dislocación del régimen burgués, de la falta de continuidad en la política de las clases dominantes. El gobierno "obrero" contrarrevolucionario (en
realidad, liberal) de Mac Donald es un progreso.

Pero el papel de los verdaderos partidarios de la revolución proletaria debe consistir, no en llevar a las nubes a semejantes gobiernos "obreros", sino en agrupar el ejército proletario para la lucha revolucionaria intransigente y en saltar lo antes posible sobre ese gobierno  supuestamente obrero para hacer triunfar la dictadura del proletariado.

7. Significación objetiva y probables perspectivas de la fase democrático-pacifista.

La significación objetiva de la fase democrático-pacifista que atravesamos consiste en el hecho de que la burguesía ya no puede mantenerse en el poder por medio de los antiguos métodos. Es la expresión de la debilidad y la declinación del régimen capitalista.

Los gobiernos demcrático­pacifistas actualmente en el poder, así  como todos los gobiernos análogos que pueden llegar a éste, no sólo no habrán de llevar una política realmente democrática y pacifica, sino que por el contrario se teñirán cada vez más de fascismo. La lucha de clases, lejos de calmarse, habrá de exasperarse aun más dentro
del marco de esa "democracia”, de ese "pacifismo". La alternancia de los regímenes (democracia, fascismo, democracia) socavará aun más ese marco de "democracia" y "pacifismo". A Las masas populares, en primer término las masas proletarias, saldrán enriquecidas de experiencia política y más decididas a la lucha, mientras que la burguesía y los líderes socialdemócratas al servició de ésta saldrán cada vez más débiles, mas desmoralizados, perdida la fe en ellos mismos y en su política.

Así crecerán las fuerzas de la Revolución Proletaria hasta el día de su victoria decisiva.