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jueves, 18 de diciembre de 2014

LA COMUNA DE ASTURIAS (1934)



Este año se conmemora el 70 aniversario de la Comuna de Asturias. En Octubre de 1934 el proletariado de Asturias con las armas en la mano impone su dictadura durante un corto espacio de tiempo. Publicamos parte de un importante documento del camarada José Díaz en el que se sintetizan importantes lecciones de la insurrección proletaria del 34.

LA LUCHA POR LA UNIDAD EN PLENA REACCIÓN
José Díaz
(Del discurso pronunciado en el Monumental Cinema de Madrid, el 2 de junio de 1935)

Organizar la lucha.

            Sí, camaradas, el fascismo morirá. Pero, ¿habrá de morir tan sólo por explosiones de entusiasmo? No. Es verdad que existe hoy un gran espíritu revolucionario en las masas, una formidable corriente en favor del frente único y de la unión de todos los antifascistas. Es una gran verdad que el pueblo trabajador quiere la lucha unificada para salir de esta situación que os acabo de describir. Pero, vuelvo a preguntaros: ¿es suficiente que exista un claro deseo de lucha y una firme voluntad de vencer? Está muy bien el entusiasmo, está muy bien esa voluntad de lucha antifascista que se refleja en este grandioso acto y en los que se celebran estos días. Pero tenéis que comprender todos, que a este deseo ya esta voluntad hay que darles una forma orgánica, hay que encauzarlos en una fuerte organización que desarrolle la lucha y nos lleve al triunfo sobre la reacción y el fascismo. (Muy bien.)

            ¿Creéis que se puede oponer solamente el entusiasmo a la fuerza de un enemigo organizado, hábil y con un feroz aparato de represión? No, camaradas; si no los encuadramos en la lucha, la voluntad y el entusiasmo serían estériles. Los aplausos con los cuales subrayáis cada consigna de nuestro partido y cada llamamiento nuestro a la acción, demuestran que estáis prestos para formar en el frente de combate, pero eso no basta. No basta con el entusiasmo y la voluntad; es necesarios organizar, organizar siempre, y que las fuerzas organizadas marchen siempre en filas compactas hacia la consecución del objetivo propuesto. El genio de la revolución mundial, Lenin, dijo “que la revolución no se hace, sino que se organiza”. Y esto mismo os decimos nosotros, os dice el Partido Comunista: que a la represión de este Gobierno, a los propósitos claros de hundirnos en el infierno fascista del hacha y del patíbulo, nosotros tenemos que oponer y oponemos ya la lucha organizada. Hoy, desde esta tribuna, como ayer con todos los medios a nuestro alcance, renovamos nuestro llamamiento a los obreros, a los campesinos, a los hombres libres, a los antifascistas, a los republicanos de izquierda, para que todos los que tenemos un punto de coincidencia en esta hora grave, nos unamos en un Bloque Popular Antifascista que rompa los propósitos de este gobierno de fascistas y reaccionarios. (Grandes aplausos.)

            Y éste es el sentido, el objeto de mi discurso en este grandioso acto. Quiero hacer llegar a la convicción de los diez mil obreros antifascistas que aquí os encontráis, y de los millares que escuchan desde la calle, que es de todo punto necesario, que es urgente crear las formas orgánicas de lucha antifascista, que hay que organizar el Bloque Popular Antifascista, si queremos arrollar a la reacción y al fascismo, si queremos vencer. El momento actual impone imperiosamente esta necesidad. En nombre del Partido Comunista me esforzaré, pues, en explicaros cómo y bajo qué plataforma de lucha debemos unirnos todos los antifascistas para dar la batalla a las fuerzas de la reacción.

Lo que decía el Partido Comunista antes de Octubre.

            Antes de Octubre, camaradas, antes de las jornadas de Octubre, nosotros luchábamos, como ahora, por la unificación de las fuerzas obreras. Nuestro partido se ha esforzado siempre por convencer a los demás sectores obreros de que ésta es la condición indispensable para el triunfo. Y ésta es una idea que queremos grabar muy bien, muy hondo en la conciencia de todos los trabajadores. La idea de que para vencer a un enemigo poderoso hay que luchar unidos, hay que presentarle batalla todos juntos. Y para que no creáis que esta afirmación es un simple recurso, vaya permitirme leeros unas breves líneas sobre lo que nuestro Partido estimaba imprescindible antes de Octubre. El Pleno extraordinario del Comité Central, celebrado un mes antes de la insurrección de Octubre, decía en su resolución:

«¡A la burguesía y a los terratenientes ya no les es posible mantener su odiosa dominación cubriéndola con el manto de la “democracia”. Hoy, este ropaje les estorba y se desprenden descaradamente de él, dando rienda suelta a las formas brutales de esclavización de las masas trabajadoras de la ciudad y del campo. El Bloque dominante y su actual equipo gubernamental inspiran su política y sus métodos de represión, enfilándolos hacia la instauración de la dictadura sangrienta y terrorista del fascismo, buscando así el medio de ahogar en sangre y exterminio la creciente potencia de la revolución.»

            Y deducíamos:

«Partiendo de esta situación, el problema cardinal para asegurar el triunfo de la revolución, lo constituye la organización y la unificación de las fuerzas de la revolución, bajo una dirección firme y consciente de sus objetivos. Así lo han comprendido las masas trabajadoras.»
«Organizar el Frente único de lucha, en forma permanente y con carácter nacional, para dar la batalla a la contrarrevolución: ¡tal es el anhelo de las masas trabajadoras!»

            Esta era nuestra posición, antes de Octubre. Por eso ingresamos en las Alianzas Obreras, aun a sabiendas de que no eran la expresión acabada y consecuente del Frente único. Ingresamos en ellas, para transformarlas en verdaderas organizaciones de frente único de los obreros y campesinos. Pero no lo conseguimos con la amplitud que era necesario, por las resistencias de unos y las incomprensiones de otros. En Asturias, donde nuestro partido había conseguido hacer penetrar profundamente entre las masas la idea del Frente Único, y donde los Comités de Frente Único de lucha tenían ya una tradición, las Alianzas. Obreras se organizaron rápidamente, y en parte en el mismo curso de los combates, y así fue posible que en Asturias lograra el proletariado la victoria sobre el enemigo, mientras que en los demás sitios de España, en que los órganos de Frente único no estaban creados y desarrollados, la lucha no pudo alcanzar la misma extensión y profundidad.

            Y decidme, camaradas, si esto, si el Frente Único, era una necesidad vital antes de Octubre, ¿qué no será ahora, hoy, en que el peligro fascista es más grande, más inmediato, cuando tiene ya en sus manos una parte del aparato del Estado? Hoy es de una necesidad arrolladora la creación y desarrollo de los órganos de la unidad de acción.

Posición del Partido Comunista en el movimiento de Octubre.

            Todos conocéis lo ocurrido en Octubre. Sabéis que nos levantamos en todo el país, que los trabajadores españoles, los trabajadores catalanes, los de Euskadi, los de Galicia, en fin, los de todas partes de España, se echaron a la calle para impedir el avance del fascismo por medio de la huelga general y de la lucha insurreccional. Y sabéis también que las masas lucharon con admirable coraje para derribar a la gran burguesía, a los terratenientes y a su Gobierno reaccionario y fascista, y también para adueñarse del Poder. Esto último sólo pudo conseguirse en Asturias. En Asturias, por el comportamiento heroico del proletariado. En Asturias, porque supieron marchar unidos y conquistar las armas. La bandera del Poder de los obreros y campesinos ondeó triunfante durante quince días en Asturias. Las Alianzas Obreras y Campesinas se adueñaron del Poder, luchando con las armas en la mano. Esta gesta gloriosa de nuestros compañeros de Asturias vivirá siempre en el recuerdo de todos los explotados. Mas no debemos olvidar que allí nuestros hermanos, nuestros héroes, lucharon unidos y por eso triunfaron; comunistas, socialistas y anarquistas lucharon confundidos, hombro a hombro. Por esto mismo, si queremos triunfar en todo el país, es preciso que el Frente Único sea una realidad, que la unidad de acción se imponga, que las Alianzas Obreras y Campesinas se creen y desarrollen en todo el país, que dirijan la lucha de las grandes masas hacia el aplastamiento de la reacción y el fascismo. Si hacemos esto, yo os digo que no tardaremos en ver a este Gobierno, a Gil Robles y a todos los que ellos defienden, correr, huir de la misma manera ignominiosa que los burgueses y los guardias de Asturias corrían ante las filas apretadas y en armas de los mineros y trabajadores de Asturias. (Atronadora ovación. Durante largo tiempo, se vitorea a Asturias, a la revolución y al Frente Único.)

Solidaridad con las víctimas de la represión.

            Camaradas, aprovechemos este paréntesis que habéis abierto al prolongar los aplausos y vítores a los héroes de la gloriosa Comuna de Asturias, para pediros, en nombre del hecho que tanto entusiasmo provoca en vosotros, que forméis en el cuadro de la solidaridad para con las víctimas de la represión. No olvidéis que en esa Asturias han quedado muchos hijos de mineros huérfanos, muchas compañeras en la miseria más espantosa. No olvidéis que el proletariado de Asturias ha sido condenado al hambre por la contrarrevolución. No olvidéis que en las cárceles hay veinticinco mil camaradas. No olvidéis que hay muchos héroes de la insurrección perseguidos... Es preciso reforzar la solidaridad de clase para con estos camaradas. Es preciso que cada proletario, cada trabajador, cada hombre de buena voluntad, se desprenda de unos céntimos todas las semanas para
ayudar a las víctimas del terror contrarrevolucionario. Ésta es una deuda sagrada, una deuda de honor que todos los trabajadores de España tenemos contraída con nuestros hermanos caídos en la lucha. Y sobre todo, con el heroico proletariado de Asturias, que en las condiciones de terror a que lo tiene sometido el Gobierno, no se amilana, ni se arredra, sino que sigue luchando, declarando huelgas y levantando el brazo con el puño en alto, que es una amenaza valiente a los que ensangrentaron..." (Gran ovación, que
impide al orador acabar la frase.)

El Partido Comunista asume la responsabilidad de la insurrección.

            En las primeras filas de la lucha se ha encontrado el Partido Comunista. En Asturias y en todas partes, los comunistas tomaron las armas y lucharon en la primera línea de batalla. Sobre todo en Asturias, donde nuestro partido era más fuerte, tenemos que decir que una gran parte del triunfo nos corresponde. (Grandes aplausos.)

            Y oídlo bien, camaradas, que lo oigan cuantos quieran oírlo: los comunistas han llamado a la lucha y a la insurrección a las masas, se han puesto a la cabeza y han luchado contra las fuerzas represivas de la reacción y del fascismo con las armas en la mano. El Partido Comunista está, pues, identificado con el movimiento insurreccional y asume su plena responsabilidad política. Repito esto, porque parece que hay por ahí gentes que se sacuden las pulgas y no quieren que se les diga nada de lo que ha pasado. No quieren nada con la insurrección de Asturias ni con las luchas de Octubre.

            Nosotros, el Partido Comunista, comprendemos muy bien que ciertas gentes se desentiendan de las responsabilidades del movimiento. Y si nosotros no saliéramos a la plaza pública a gritar a pleno pulmón que todo cuando hicieron las masas revolucionarias en Octubre, que la insurrección de Asturias, es un hecho glorioso y que es el resultado de toda nuestra lucha, de toda nuestra agitación, del ejemplo que los comunistas dan al proletariado, parecería como si estos hechos gloriosos constituyeran una vergüenza que tenemos que ocultar. No, camaradas; nosotros estamos orgullosos de cuanto han hecho las masas y estamos orgullosos sobre todo de la insurrección de Asturias. Hay, en aquella región, uno de nuestros héroes, un camarada responsable de nuestro partido preso hoy y amenazado de muerte por la contrarrevolución, el camarada Manso... (Gran ovación y vivas a Manso.) El camarada Manso y otros camaradas dirigentes regionales de nuestro partido, se han declarado responsables políticos del movimiento de Asturias. Y, por si esto no es bastante, por si aún hubiese alguna duda, yo, en nombre del Partido Comunista, digo a todos los obreros, a los campesinos, a los trabajadores todos –y que nos oigan también las huestes de la reacción-, que nosotros somos los responsables del movimiento revolucionario de Octubre, que el Partido Comunista de España recaba para sí toda la responsabilidad política que se derive del movimiento y de la insurrección victoriosa de Asturias. (Aplausos atronadores. Los trabajadores se ponen en pie y saludan con el puño en alto. Grandes vivas al Partido Comunista.)

            Después de dominado el movimiento por la reacción, el Gobierno se aprovecha de su triunfó momentáneo sobre la clase obrera para desatar una orgía de represión de tal naturaleza, que no tiene precedentes ni aun en los países de imperio más feroz del fascismo. La venganza llega a extremos que causan espanto. A pesar de la mordaza gubernamental, muchos de estos horrores han llegado a conocimiento del pueblo. Aquí mismo, el camarada Bolívar os ha referido algunas torturas que se han aplicado y se aplican a los trabajadores. Los muertos se cuentan por millares. Pero no sólo los muertos en la lucha, sino los muertos después del triunfo circunstancial de la contrarrevolución, los muertos durante la represión.

            La CEDA y los radicales cumplen fielmente el mandato de sus amos, de los capitalistas y terratenientes. Tienen el encargo de reprimir a sangre y fuego el movimiento revolucionario, y no reparan en medios. Esa es su triste misión.

            La misión de los católicos de la CEDA, que consiste en enviar a los moros a “pacificar” a los “cristianos” con las gumías y a los degenerados del Tercio a imponer el “orden” en Asturias. Misión que consiste en torturar a los detenidos para hacerles firmar declaraciones de culpabilidad. Misión que consiste en ejecutar a los obreros revolucionarios, en sitiar por hambre a los mineros...


            Éste es el Gobierno del hambre, de la sangre y de la muerte. Éste es el Gobierno que ha realizado actos de barbarie tan feroz, que no tienen precedente en la historia. (El camarada Díaz relata algunos hechos concretos y el público prorrumpe en gritos de indignación. Algunas mujeres lloran. El momento es de una emoción indescriptible.)

viernes, 24 de mayo de 2013

JOSÉ DÍAZ: "LA GUERRA NACIONAL REVOLUCIONARIA"


JOSÉ DÍAZ: “Las enseñanzas de Stalin guía luminosa de los comunistas españoles



“Un verdadero revolucionario no es el que demuestra valor en el periodo de alzamiento victorioso, sino el que sabe cómo luchar no sólo en el momento del avance victorioso, sino también en el periodo de retroceso de la revolución; el que demuestra valor en el periodo de la derrota del proletariado, el que no pierde la cabeza, el que no abandona el camino cuando la revolución sufre una derrota y el enemigo registra éxitos; el que no es dominado por el pánico, ni cae en la desesperación en el periodo de retroceso de la revolución”
(J. Stalin: “En la oposición”)



En 1940, el camarada José Díaz, secretario general del Partido Comunista de España (PCE) durante la guerra nacional revolucionaria de España (1936-1939), presenta un documento sobre la guerra titulado “Las enseñanzas de Stalin guía luminosa de los comunistas españoles”. Documento que continúa siendo un arma de combate contra el viejo y el nuevo revisionismo. Es un documento imprescindible para hacer un balance de la historia del PCE hasta la usurpación de su dirección y de las siglas del Partido del proletariado por el revisionismo, es decir por la burguesía. Lo reproducimos manteniendo el formato de la edición del PCE (m-l) como cuaderno para el Congreso (1966), como parte de la historia de la reconstitución del PCE, y hoy lo ponemos a disposición de toda una nueva generación de jóvenes que hacen suya la lucha por el comunismo y que inevitablemente tienen que asumir la lucha por la reconstitución del Partido Comunista: hoy Partido marxista-leninista-maoísta, principalmente maoísta militarizado para iniciar guerra popular y con guerra popular hasta el comunismo.

En el documento del camarada José Díaz aparece la posición del PCE sobre los tres instrumentos de la revolución: Partido, Ejército y Frente.


PARTIDO:


Es totalmente correcta la posición del PCE sobre la defensa de la pureza ideológica y de los principios: “El camarada Stalin nos enseña a vigilar sobre la unidad y la pureza ideológica del Partido. Nosotros sostuvimos una lucha sin cuartel contra las desviaciones en nuestras filas; nosotros fortalecimos la disciplina del partido y fuimos capaces de establecer una unidad de hierro en nuestras filas hasta tal punto que fuimos capaces de enfrentarnos con todas las pruebas que sometía la guerra”. Hoy, cuando el nuevo revisionismo levanta la bandera de la conciliación frente a la lucha de dos líneas, nosotros nos reafirmamos en el combate implacable contra el nuevo revisionismo y sus convergencias. La línea lo decide todo: “Nuestro partido, educado en el espíritu de Lenin y Stalin ha preservado su unidad política, su lealtad a los principios del marxismo-leninismo, su firme determinación de vencer este transitorio y difícil periodo. Ha preservado su inquebrantable fe en la victoria inevitable de la clase obrera. Todo esto templa a los comunistas y los hace firmes, inquebrantables campeones de la clase obrera”.

El Partido Comunista no se limitó a mantener la pureza ideológica y la unidad en torno a los principios, si no que lo ideológico estaba en función de la transformación de la realidad, la destrucción del viejo Estado: “El Partido Comunista hizo todo lo que estaba en su poder para destruir el viejo aparato del Estado y establecer uno nuevo al servicio del pueblo.”

En la actual crisis total y última del imperialismo nos reafirmamos en la necesidad de un Partido de nuevo tipo: marxista-leninista-maoísta, principalmente maoísta, militarizado para iniciar la guerra popular. Partido, que mediante la lucha de dos líneas, aplaste a las posiciones burguesas que se dan dentro del Partido como reflejo de la lucha de clases en la sociedad y que no concilie con el revisionismo y el oportunismo, ni dentro ni fuera de sus filas.


FRENTE:


El análisis de las clases y de las alianzas es correcto: “El más importante aliado que el Partido comunista debía atraer junto al proletariado eran las grandes masas campesinas”. Además añade: “Nuestro Partido fue el único Partido político que en España comprendió la necesidad vital de esta alianza. Fue el único Partido que levantó la consigna de la confiscación de las grandes propiedades de la Iglesia y el Estado, sin indemnización, así como la consigna de la libre distribución de esta tierra entre los campesinos y los agricultores pobres.”

“También era necesario atraer a partes de la pequeña clase media de las ciudades y a los grupos de la burguesía que, por una razón u otra razón, estaban interesados en la lucha por la independencia nacional de España”

La construcción del Frente y del Nuevo Poder fueron grandes problemas del Partido. El PCE estuvo a la cola de la pequeña y mediana burguesía durante toda la guerra. Para no romper el Frente Popular se limitó a tratar de ejercer su influencia en los Partidos y organizaciones burguesas del Frente Popular. Como ejemplo, estas palabras: “Como nuestro Partido fue directamente a las masas del pueblo y de los soldados y les explicó su posición, que difería de la de los otros partidos y organizaciones del Frente Popular… Consiguió tener influencia en los otros Partidos y organizaciones e inducir a sus dirigentes para que tomaran el camino señalado por los comunistas y deseado por las masas.”

El documento afirma que el Partido hizo todo lo posible y “luchó por un gobierno en el cual el papel dirigente estuviera reservado a la clase obrera. El Partido Comunista hizo todo lo que estaba en su poder para destruir el viejo aparato del Estado y establecer uno nuevo al servicio del pueblo. Un tal gobierno del pueblo, fuerte, y tal aparato del Estado, indispensables instrumentos para la política destinada a garantizar la victoria, no pudo conseguirse sin embargo por la falta de unidad revolucionaria de la clase obrera, por las intrigas y el sabotaje de los dirigentes socialdemócratas, anarquistas y republicanos”. Que el Partido Comunista no fuera capaz de destruir el viejo aparato del Estado no fue culpa de la burguesía (pequeña y mediana) y de sus partidos y organizaciones. La burguesía fue fiel a sus intereses y utilizó el poder burocrático y militar que tenía dentro de la República para usarlos contra la clase obrera y el pueblo. A pesar de sus intenciones, en la práctica fue el Partido Comunista el que no cumplió con su papel de vanguardia del proletariado, pues para no romper el Frente Popular, por oportunismo, se puso a la cola de la pequeña y mediana burguesía.

Además, y lo más grave, es que el PCE no sólo conocía el carácter vacilante de la pequeña y mediana burguesía sino que tenía experiencia concreta sobre el papel de los partidos republicanos que formaban el Frente Popular: “La clase obrera y las masas campesinas reaccionaron ante el sabotaje de los capitalistas y terratenientes con huelgas combativas y otros métodos de lucha, sin recibir, sin embargo, el apoyo necesario del gobierno, integrado por representantes de los partidos republicanos, para liquidar las maquinaciones contrarrevolucionarias de la burguesía, de los terratenientes y de los militares que preparaban secretamente el levantamiento”.

Nuevamente la experiencia nos muestra la necesidad de la construcción concéntrica de los tres instrumentos de la revolución, donde el partido lo dirige todo: Ejército y Frente. Y la exigencia de la construcción del Nuevo Poder.


EJERCITO:


“Era necesario tener una fuerza bien armada, un ejército poderoso para la lucha contra un enemigo tan poderoso”. “La creación de una fuerte organización militar era indispensable, pues sin ella la posibilidad de la lucha victoriosa contra la reacción interna y extranjera era completamente inconcebible.” No hay nada que objetar a estas dos afirmaciones, el proletariado necesita de su propio ejército para destruir el viejo Estado y necesita levantar organizaciones superiores a las de la burguesía. Respecto a su plasmación práctica el sistema de comisarios nunca aseguró la dirección del Partido sobre el Ejército como lo demuestran las negociaciones del coronel republicano Casado con Franco y el golpe de Estado anticomunista que protagonizó. Por tanto, y teniendo en cuenta la experiencia del Movimiento Comunista Internacional, tomamos posición por la militarización de los Partidos Comunistas y la construcción concéntrica de los tres instrumentos de la revolución; de tal manera que el fusil nunca mande sobre el Partido: “Nuestro principio es: el partido manda el fusil, y jamás permitiremos que el fusil mande al Partido” (Presidente Mao Tse-Tung. Problemas de la guerra y la Estrategia, 1938.).

CONCLUSIONES:

El documento recoge una autocrítica que es insuficiente:  “El error principal de nuestro Partido fue que frente a la amenaza de rebelión contrarrevolucionaria en Madrid (5-6 de marzo de 1939) no la dio a conocer a las masas y que no actuó tan enérgicamente y resueltamente cuando la rebelión ya estaba en marcha, tal como la situación difícil lo requería”. El error fundamental en la construcción del Frente estuvo en que el Frente Popular fue un frente pluripartidista dirigido por la burguesía republicana, no un Frente de clases dirigido por el PCE, y donde el Partido siempre estuvo a la cola de la pequeña y mediana burguesía por oportunismo. Además no se creó Nuevo Poder. Para terminar, la burguesía que participaba del Poder del viejo Estado lo usó en su propio beneficio y en contra del proletariado.

Una vez acabada la guerra, y a pesar de la derrota, el Partido Comunista y las masas populares no eran las de 1936. El Partido Comunista era un Partido con experiencia militar, con miles de militantes y cuadros forjados en la guerra. Era reconocido como su Partido por el proletariado y las masas campesinas.

Tampoco las masas populares eran las mismas. Los obreros y campesinos habían sido dueños de su destino. “Nuestro pueblo ha vivido sin terratenientes, sin grandes capitalistas, y sabe lo que esto vale”. “Las masas tienen las ricas experiencias de una guerra y de una revolución que constituyen un arsenal inestimable para las batallas venideras.” Sobre el carácter de la democracia burguesa durante la lucha se “convencieron de que estas democracias no son sino un medio para engañar a las masas, una cortina de humo detrás de la cual se esconden los grupos dominantes de la reacción capitalista”. Por tanto la lucha continuaba de forma nueva en la nueva situación, lucha por acabar con la dictadura de la burguesía y el viejo aparato estatal y construir uno nuevo, con toda la rica experiencia de la guerra.

El ejemplo de España (1936-39) es una muestra de la necesidad de Partidos Comunistas marxistas-leninistas-maoístas, principalmente maoístas, militarizados para iniciar guerra popular hasta el comunismo y el combate al viejo revisionismo, al nuevo revisionismo y a todo oportunismo, “acuerdo de paz” o cualquier forma de “cretinismo parlamentario” y pluripartidismo.

Con la muerte del camarada José Díaz y el camarada J. Stalin, el revisionismo se desbocó dentro del Partido usurpando la dirección de éste la burguesía. Todo lo ganado durante la guerra nacional revolucionaria es tratado de aniquilar por la camarilla revisionista levantando las negras banderas de la “reconciliación nacional” y “cancelación de las responsabilidades derivadas de la guerra civil”.

¡VIVA EL MAOÍSMO! ¡ABAJO EL REVISIONISMO!
¡POR LA RECONSTITUCIÓN O CONSTITUCIÓN DE PAARTIDOS COMUNISTAS EN EL MUNDO!
¡GUERRA POPULAR HASTA EL COMUNISMO!
¡APOYAR A LAS GUERRAS POPULARES Y GUERRAS REVOLUCIONARIAS DEL MUNDO, APLASTANDO EL REVISIONISMO Y EL OPORTUNISMO!