Este año se conmemora el 70 aniversario de la Comuna de Asturias. En Octubre de 1934 el proletariado de Asturias con las armas en la mano impone su dictadura durante un corto espacio de tiempo. Publicamos parte de un importante documento del camarada José Díaz en el que se sintetizan importantes lecciones de la insurrección proletaria del 34.
LA LUCHA POR LA UNIDAD EN
PLENA REACCIÓN
José Díaz
(Del discurso pronunciado
en el Monumental Cinema de Madrid, el 2 de junio de 1935)
Organizar la lucha.
Sí, camaradas, el
fascismo morirá. Pero, ¿habrá de morir tan sólo por explosiones de entusiasmo?
No. Es verdad que existe hoy un gran espíritu revolucionario en las masas, una
formidable corriente en favor del frente único y de la unión de todos los
antifascistas. Es una gran verdad que el pueblo trabajador quiere la lucha
unificada para salir de esta situación que os acabo de describir. Pero, vuelvo
a preguntaros: ¿es suficiente que exista un claro deseo de lucha y una firme
voluntad de vencer? Está muy bien el entusiasmo, está muy bien esa voluntad de
lucha antifascista que se refleja en este grandioso acto y en los que se
celebran estos días. Pero tenéis que comprender todos, que a este deseo ya esta
voluntad hay que darles una forma orgánica, hay que encauzarlos en una fuerte
organización que desarrolle la lucha y nos lleve al triunfo sobre la reacción y
el fascismo. (Muy bien.)
¿Creéis que se puede
oponer solamente el entusiasmo a la fuerza de un enemigo organizado, hábil y
con un feroz aparato de represión? No, camaradas; si no los encuadramos en la
lucha, la voluntad y el entusiasmo serían estériles. Los aplausos con los
cuales subrayáis cada consigna de nuestro partido y cada llamamiento nuestro a
la acción, demuestran que estáis prestos para formar en el frente de combate,
pero eso no basta. No basta con el entusiasmo y la voluntad; es necesarios
organizar, organizar siempre, y que las fuerzas organizadas marchen siempre en
filas compactas hacia la consecución del objetivo propuesto. El genio de la
revolución mundial, Lenin, dijo “que la revolución no se hace, sino que se
organiza”. Y esto mismo os decimos nosotros, os dice el Partido Comunista: que
a la represión de este Gobierno, a los propósitos claros de hundirnos en el infierno fascista del hacha y del patíbulo, nosotros tenemos que oponer
y oponemos ya la lucha organizada. Hoy, desde esta tribuna, como ayer con todos
los medios a nuestro alcance, renovamos nuestro llamamiento a los obreros, a
los campesinos, a los hombres libres, a los antifascistas, a los republicanos
de izquierda, para que todos los que tenemos un punto de coincidencia en esta
hora grave, nos unamos en un Bloque Popular Antifascista que rompa los
propósitos de este gobierno de fascistas y reaccionarios. (Grandes aplausos.)
Y éste es el sentido,
el objeto de mi discurso en este grandioso acto. Quiero hacer llegar a la convicción
de los diez mil obreros antifascistas que aquí os encontráis, y de los millares
que escuchan desde la calle, que es de todo punto necesario, que es urgente
crear las formas orgánicas de lucha antifascista, que hay que organizar el
Bloque Popular Antifascista, si queremos arrollar a la reacción y al fascismo,
si queremos vencer. El momento actual impone imperiosamente esta necesidad. En
nombre del Partido Comunista me esforzaré, pues, en explicaros cómo y bajo qué
plataforma de lucha debemos unirnos todos los antifascistas para dar la batalla
a las fuerzas de la reacción.
Lo que decía el Partido
Comunista antes de Octubre.
Antes de Octubre,
camaradas, antes de las jornadas de Octubre, nosotros luchábamos, como ahora,
por la unificación de las fuerzas obreras. Nuestro partido se ha esforzado
siempre por convencer a los demás sectores obreros de que ésta es la condición
indispensable para el triunfo. Y ésta es una idea que queremos grabar muy bien,
muy hondo en la conciencia de todos los trabajadores. La idea de que para
vencer a un enemigo poderoso hay que luchar unidos, hay que presentarle batalla
todos juntos. Y para que no creáis que esta afirmación es un simple recurso,
vaya permitirme leeros unas breves líneas sobre lo que nuestro Partido estimaba
imprescindible antes de Octubre. El Pleno extraordinario del Comité Central,
celebrado un mes antes de la insurrección de Octubre, decía en su resolución:
«¡A la burguesía y a los terratenientes ya no
les es posible mantener su odiosa dominación cubriéndola con el manto de la
“democracia”. Hoy, este ropaje les estorba y se desprenden descaradamente de
él, dando rienda suelta a las formas brutales de esclavización de las masas
trabajadoras de la ciudad y del campo. El Bloque dominante y su actual equipo gubernamental
inspiran su política y sus métodos de represión, enfilándolos hacia la
instauración de la dictadura sangrienta y terrorista del fascismo, buscando así
el medio de ahogar en sangre y exterminio la creciente potencia de la
revolución.»
Y deducíamos:
«Partiendo de esta situación, el problema
cardinal para asegurar el triunfo de la revolución, lo constituye la
organización y la unificación de las fuerzas de la revolución, bajo una
dirección firme y consciente de sus objetivos. Así lo han comprendido las masas
trabajadoras.»
«Organizar el Frente único de lucha, en forma
permanente y con carácter nacional, para dar la batalla a la contrarrevolución:
¡tal es el anhelo de las masas trabajadoras!»
Esta era nuestra
posición, antes de Octubre. Por eso ingresamos en las Alianzas Obreras, aun a
sabiendas de que no eran la expresión acabada y consecuente del Frente único.
Ingresamos en ellas, para transformarlas en verdaderas organizaciones de frente
único de los obreros y campesinos. Pero no lo conseguimos con la amplitud que
era necesario, por las resistencias de unos y las incomprensiones de otros. En
Asturias, donde nuestro partido había conseguido hacer penetrar profundamente
entre las masas la idea del Frente Único, y donde los Comités de Frente Único de
lucha tenían ya una tradición, las Alianzas. Obreras se organizaron
rápidamente, y en parte en el mismo curso de los combates, y así fue posible
que en Asturias lograra el proletariado la victoria sobre el enemigo, mientras
que en los demás sitios de España, en que los órganos de Frente único no
estaban creados y desarrollados, la lucha no pudo alcanzar la misma extensión y
profundidad.
Y decidme, camaradas,
si esto, si el Frente Único, era una necesidad vital antes de Octubre, ¿qué no
será ahora, hoy, en que el peligro fascista es más grande, más inmediato,
cuando tiene ya en sus manos una parte del aparato del Estado? Hoy es de una
necesidad arrolladora la creación y desarrollo de los órganos de la unidad de
acción.
Posición del Partido
Comunista en el movimiento de Octubre.
Todos conocéis lo
ocurrido en Octubre. Sabéis que nos levantamos en todo el país, que los
trabajadores españoles, los trabajadores catalanes, los de Euskadi, los de
Galicia, en fin, los de todas partes de España, se echaron a la calle para
impedir el avance del fascismo por medio de la huelga general y de la lucha
insurreccional. Y sabéis también que las masas lucharon con admirable coraje
para derribar a la gran burguesía, a los terratenientes y a su Gobierno
reaccionario y fascista, y también para adueñarse del Poder. Esto último sólo pudo conseguirse en Asturias. En Asturias, por el
comportamiento heroico del proletariado. En Asturias, porque supieron marchar
unidos y conquistar las armas. La bandera del Poder de los obreros y campesinos
ondeó triunfante durante quince días en Asturias. Las Alianzas Obreras y
Campesinas se adueñaron del Poder, luchando con las armas en la mano. Esta
gesta gloriosa de nuestros compañeros de Asturias vivirá siempre en el recuerdo de todos los explotados. Mas no debemos olvidar que allí
nuestros hermanos, nuestros héroes, lucharon unidos y por eso triunfaron;
comunistas, socialistas y anarquistas lucharon confundidos, hombro a hombro.
Por esto mismo, si queremos triunfar en todo el país, es preciso que el Frente
Único sea una realidad, que la unidad de acción se imponga, que las Alianzas
Obreras y Campesinas se creen y desarrollen en todo el país, que dirijan la lucha de las grandes masas hacia el aplastamiento de la
reacción y el fascismo. Si hacemos esto, yo os digo que no tardaremos en ver a
este Gobierno, a Gil Robles y a todos los que ellos defienden, correr, huir de
la misma manera ignominiosa que los burgueses y los guardias de Asturias
corrían ante las filas apretadas y en armas de los mineros y trabajadores de
Asturias. (Atronadora ovación. Durante largo tiempo, se vitorea a Asturias, a la
revolución y al Frente Único.)
Solidaridad con las
víctimas de la represión.
Camaradas,
aprovechemos este paréntesis que habéis abierto al prolongar los aplausos y
vítores a los héroes de la gloriosa Comuna de Asturias, para pediros, en nombre
del hecho que tanto entusiasmo provoca en vosotros, que forméis en el cuadro de
la solidaridad para con las víctimas de la represión. No olvidéis que en esa
Asturias han quedado muchos hijos de mineros huérfanos, muchas compañeras en la
miseria más espantosa. No olvidéis que el proletariado de Asturias ha sido
condenado al hambre por la contrarrevolución. No olvidéis que en las cárceles
hay veinticinco mil camaradas. No olvidéis que hay muchos héroes de la
insurrección perseguidos... Es preciso reforzar la solidaridad de clase para
con estos camaradas. Es preciso que cada proletario, cada trabajador, cada
hombre de buena voluntad, se desprenda de unos céntimos todas las semanas para
ayudar a las víctimas del terror contrarrevolucionario. Ésta es una
deuda sagrada, una deuda de honor que todos los trabajadores de España tenemos
contraída con nuestros hermanos caídos en la lucha. Y sobre todo, con el
heroico proletariado de Asturias, que en las condiciones de terror a que lo
tiene sometido el Gobierno, no se amilana, ni se arredra, sino que sigue
luchando, declarando huelgas y levantando el brazo con el puño en alto, que es
una amenaza valiente a los que ensangrentaron..." (Gran ovación, que
impide al orador acabar
la frase.)
El Partido Comunista
asume la responsabilidad de la insurrección.
En las primeras filas
de la lucha se ha encontrado el Partido Comunista. En Asturias y en todas
partes, los comunistas tomaron las armas y lucharon en la primera línea de
batalla. Sobre todo en Asturias, donde nuestro partido era más fuerte, tenemos
que decir que una gran parte del triunfo nos corresponde. (Grandes aplausos.)
Y oídlo bien,
camaradas, que lo oigan cuantos quieran oírlo: los comunistas han llamado a la
lucha y a la insurrección a las masas, se han puesto a la cabeza y han luchado
contra las fuerzas represivas de la reacción y del fascismo con las armas en la
mano. El Partido Comunista está, pues, identificado con el movimiento
insurreccional y asume su plena responsabilidad política. Repito esto, porque
parece que hay por ahí gentes que se sacuden las pulgas y no quieren que se les
diga nada de lo que ha pasado. No quieren nada con la insurrección de Asturias
ni con las luchas de Octubre.
Nosotros, el Partido
Comunista, comprendemos muy bien que ciertas gentes se desentiendan de las responsabilidades del movimiento. Y si nosotros
no saliéramos a la plaza pública a gritar a pleno pulmón que todo cuando
hicieron las masas revolucionarias en Octubre, que la insurrección de Asturias,
es un hecho glorioso y que es el resultado de toda nuestra lucha, de toda
nuestra agitación, del ejemplo que los comunistas dan al proletariado,
parecería como si estos hechos gloriosos constituyeran una vergüenza que
tenemos que ocultar. No, camaradas; nosotros estamos orgullosos de cuanto han
hecho las masas y estamos orgullosos sobre todo de la insurrección de Asturias.
Hay, en aquella región, uno de nuestros héroes, un camarada responsable de
nuestro partido preso hoy y amenazado de muerte por la contrarrevolución, el
camarada Manso... (Gran ovación y vivas a
Manso.) El camarada Manso y
otros camaradas dirigentes regionales de nuestro partido, se han declarado
responsables políticos del movimiento de Asturias. Y, por si esto no es
bastante, por si aún hubiese alguna duda, yo, en nombre del Partido Comunista,
digo a todos los obreros, a los campesinos, a los trabajadores todos –y que nos
oigan también las huestes de la reacción-, que nosotros somos los responsables
del movimiento revolucionario de Octubre, que el Partido Comunista de España
recaba para sí toda la responsabilidad política que se derive del movimiento y
de la insurrección victoriosa de Asturias. (Aplausos atronadores. Los
trabajadores se ponen en pie y saludan con el puño en alto.
Grandes vivas al Partido Comunista.)
Después de dominado el
movimiento por la reacción, el Gobierno se aprovecha de su triunfó momentáneo
sobre la clase obrera para desatar una orgía de represión de tal naturaleza,
que no tiene precedentes ni aun en los países de imperio más feroz del
fascismo. La venganza llega a extremos que causan espanto. A pesar de la
mordaza gubernamental, muchos de estos horrores han llegado a conocimiento del
pueblo. Aquí mismo, el camarada Bolívar os ha referido algunas torturas que se
han aplicado y se aplican a los trabajadores. Los muertos se cuentan por millares. Pero no sólo los
muertos en la lucha, sino los muertos después del triunfo circunstancial de la
contrarrevolución, los muertos durante la represión.
La CEDA y los
radicales cumplen fielmente el mandato de sus amos, de los capitalistas y
terratenientes. Tienen el encargo de reprimir a sangre y fuego el movimiento
revolucionario, y no reparan en medios. Esa es su triste misión.
La misión de los
católicos de la CEDA, que consiste en enviar a los moros a “pacificar” a los
“cristianos” con las gumías y a los degenerados del Tercio a imponer el “orden”
en Asturias. Misión que consiste en torturar a los detenidos para hacerles
firmar declaraciones de culpabilidad. Misión que consiste en ejecutar a los
obreros revolucionarios, en sitiar por hambre a los mineros...
Éste es el Gobierno
del hambre, de la sangre y de la muerte. Éste es el Gobierno que ha realizado
actos de barbarie tan feroz, que no tienen precedente en la historia. (El camarada Díaz relata
algunos hechos concretos y el público prorrumpe en gritos de indignación.
Algunas mujeres lloran. El momento es de una emoción indescriptible.)