AMÉRICA LATINA: GUERRA POPULAR
Grandes Victorias, Brillante Perspectiva
Comité Central del Partido Comunista del Perú
(Mayo
de 1970)
"La guerra revolucionaria es la guerra de
las masas, y sólo puede realizarse movilizando a las masas y apoyándose en
ellas".
"Nuestro principio es: El partido manda al fusil, y jamás permitiremos que
el fusil mande al partido".
Mao Tse-tung
La situación mundial ha entrado en una nueva
época: la del pensamiento Mao Tsetung. Bajo este signo hemos vivido en los
últimos años hechos que han transformado enormemente el mundo.
Las luchas de Liberación Nacional han avanzado inconteniblemente, la Gran Revolución
Cultural Proletaria de China ha obtenido grandiosas victorias, el Movimiento Comunista
Internacional se ha fortalecido, y las masas en todo el mundo, inclusive dentro
de los países imperialistas y socialimperiastas, han desatado furiosas
tormentas revolucionarias, remeciendo todo el caduco y podrido sistema de
explotación del hombre por el hombre.
El mundo arde hoy por sus cuatro costados. Las chispas de la Guerra Popular
incendian las praderas y el fuego violento de la revolución se extiende devorando
para siempre al viejo mundo, sumiendo en la desesperación a todos los reaccionarios
y abriendo nuevas y más próximas esperanzas para toda la humanidad.
América Latina es el "traspatio" del imperialismo norteamericano.
Aplicando su política semicolonialista, el imperialismo ha penetrado con mayor
ferocidad en los países latinoamericanos acelerando el despojo y la
esquilmación de los recursos naturales, oprimiendo y arruinando a las masas
populares cada vez más, principalmente obreras y campesinas.
Aplicando su estrategia global contrarrevolucionaria, los imperialistas prestan
importancia al "fortalecimiento" de los regímenes títeres y lacayos.
"Fortalecer" la posición de los terratenientes-feudales y los
capitalistas burocráticos exige la centralización del control de la economía,
de los medios de propaganda, el uso máximo del engaño político, adoptando poses
"nacionalistas" y pseudoantiimperialistas, y la preparación mayor y
el desarrollo sistemático del ejército reaccionario, la modernización de su
armamento y aparatos de represión, el perfeccionamiento de sus métodos de
asesinato, y el incremento de sus reservas materiales.
Para desatar una sangrienta guerra civil, en la que se enfrenten "nativos
contra nativos", se pretende asegurar los gobiernos, no ya de venales y
débiles políticos reaccionarios, sino de comandantes de ejército mucho más
corruptos y sanguinarios, sin aspavientos para ensangrentar al pueblo.
A los ojos de los imperialistas son los regímenes fascistas, policiacos, los
que brindan más "seguridad" y "eficacia" en el resguardo de
sus intereses y en la represión violenta de la Guerra Popular. Los
"golpes" militares, bajo el directo control de los imperialistas y su
"agencia CIA", han sido innumerables en la última década y han
sometido bajo la bota sangrienta del fascismo a la mayor parte de los países
latinoamericanos.
Nuestro Partido Comunista ha señalado varias veces el carácter preventivo de
estos planes imperialistas. El verdadero propósito de la modificación de determinadas
estructuras es el de adecuarlas a sus planes semicolonialistas, seguros de que
habrán de serles más "productivas" antes del estallido y brote de los
brotes guerrilleros y la lucha armada. Apuntan, pues, a contener el avance impetuoso
de la Guerra Popular.
La represión violenta siempre ha constituido el arma principal que usan los imperialistas
y reaccionarios. A la menor manifestación de gérmenes guerrilleros se lanzan
frenéticamente tratando de destruirlos por completo.
"Quemar todo, destruir todo, matar a todos" es la política usada
contra las masas y los sectores patrióticos, "guerra sin cuartel y sin
prisioneros" es su consigna ante los guerrilleros heridos y
capturados.
Muestras bárbaras de ferocidad con la población y los luchadores capturados son
continuas. Se usan métodos de asesinato masivo y las formas más refinadas y
crueles de liquidación física.
Los reaccionarios han alentado y sostienen, principalmente en las ciudades, a
grupos secretos de criminales y degenerados, los que con el apoyo público de
las autoridades reaccionarias han provocado la muerte violenta de miles de patriotas
y progresistas.
La guerra popular emprendida por los pueblos latinoamericanos ha de enfrentar
condiciones sumamente duras y en su desarrollo tendrá que vencer las dificultades
más grandes que haya conocido la historia. Mas los imperialistas y los reaccionarios
no son invencibles. Nuestros pueblos contribuirán a enterrar definitivamente a
todos los explotadores.
Los socialimperialistas soviéticos y los demás revisionistas, mostrando su rostro
de traidores y contrarrevolucionarios, principales cómplices del imperialismo
norteamericano, actúan agitando sus '"transiciones pacíficas" (sumisión,
servilismo, y adoración a los imperialistas), colaborando al mismo tiempo a
sostener económica y militarmente a los deshechos y moribundos Estados
terrateniente-burocráticos, aplaudiendo el engaño político y aclamando por la
represión violenta de las masas.
Bajo la batuta de sus repugnantes cabecillas, los revisionistas en América
Latina han realizado sucesivas y permanentes actividades contrarrevolucionarias,
de sabotaje y traición desvergonzadas a la revolución y a la Guerra
Popular.
En sus desesperados intentos de conseguir el "beneficio" de la
legalidad no han vacilado en lanzar los más rabiosos ataques contra los
partidos marxista-leninistas y la violencia revolucionaria.
Los revisionistas han cumplido "servicios" en favor del enemigo, y en
la medida en que prosperan las acciones armadas y ellos son incapaces de obstruir
su crecimiento desde fuera, se introducen o infiltran en sus filas, luego de
hipócritas manifestaciones de apoyo, para capturar la dirección y utilizar a
los grupos guerrilleros en sus negociados políticos pro
"legalidad".
La experiencia de América Latina ha confirmado aun más la acción contrarrevolucionaria
del trotskismo y la total falacia dañina de sus tesis de lucha "anticapitalista
decisiva".
Son muchos los asesinatos por la policía "gracias" a la delación de
los revisionistas y troskistas. La sangre de esos luchadores es una deuda que
tendrán que saldar necesariamente con el pueblo.
Con el triunfo de la revolución armada en Cuba, a partir de 1959, y la actividad
del movimiento castrista, Latino América ha sufrido una errónea y perniciosa influencia
por parte del tercerismo pequeño burgués.
El tercerismo es una versión remozada de los vanos intentos de la pequeña
burguesía por sustituir al proletariado como factor dirigente de la revolución
y arrebatarle su hegemonía.
Los terceristas y sus ideólogos, difunden su llamado particularismo de la revolución
en América Latina, atacando furiosamente el marxismo-leninismo-pensamiento Mao
Tsetung, preconizando su caducidad, así como la de las leyes universales de la
Guerra Popular.
Los terceristas pequeño burgueses suplantan la política proletaria por una
política burguesa, niegan la dirección de la clase obrera y de su partido político,
y confían en las acciones de un grupo de héroes pequeño burgueses más que en la
acción de las masas populares. Propagadores de una línea militar burguesa,
rinden culto a las armas, rechazan el prolongado y sistemático trabajo político
entre las masas, especialmente campesinos, propugnan los "focos guerrilleros"
para la acción de las bandas errantes, y cultivan el espontaneísmo, iniciando
sus acciones militaristas sin considerar las condiciones políticas y el deseo
subjetivo de las masas, actuando por sobre la conciencia de ellas.
Todos los intentos del tercerismo han terminado, como tenía que suceder, en la
derrota. Sus afanes vanguardistas, que los empujaron al aventurerismo, los han
conducido de fracaso en fracaso, y a sufrir pérdidas dolorosamente
grandes.
Todos los revolucionarios tienen la perentoria obligación y necesidad de sistematizar
las experiencias adquiridas hasta hoy. Continuar la lucha lo exige.
La mejor receta para asesinar la revolución es coludiéndose con el revisionismo
y el trotskismo. La mejor receta para llevar a la revolución al fracaso es conduciéndola
por el camino del tercerismo pequeño burgués. Estas son las lecciones que han
costado la sangre de numerosos combatientes.
En Venezuela, por ejemplo, los terceristas pequeño burgueses analizando erróneamente
las condiciones, se opusieron, al principio, a tomar el camino de cercar las
ciudades desde el campo. Limitándose a movilizar a reducidos sectores pequeño
burgueses, llevaron adelante las acciones guerrilleras urbanas, rindiendo culto
a la espontaneidad, a la lucha de los elementos aislados. Su falta de capacidad
para ligar el trabajo revolucionario al movimiento obrero y campesino y la
violenta represión desatada en las ciudades por la reacción, tuvo que
obligarlos a abandonar las ciudades, o a descomponerse pasando a la legalidad,
tras concesiones, o a subir a las montañas a continuar la lucha en las zonas
rurales.
Los revisionistas, obligados por las circunstancias a unirse a tales grupos,
sirvieron de agentes de corrosión política de los combatientes, y terminaron,
como en otros casos de América Latina, ofreciendo a las guerrillas a cambio de
su reconocimiento legal, traicionando al fin cobardemente, colocándose a la
cola de la reacción, y gritando sus estúpidos "desarrollo democrático y
pacífico, participación en las elecciones, etc.
El apoyo de Castro a los terceristas, como ha sucedido en otros casos en América
Latina, se hallaba condicionado a su sometimiento a orientaciones dadas por él
o por pseudo organismos constituidos con tal fin, es decir centros de dirección
exteriores, desconociendo el principio marxista-leninista de que la revolución
la hacen los pueblos de cada país, bajo la dirección de los estados mayores,
los Partidos Comunistas.
El caso de Colombia es otro de los ejemplos, la lucha armada surge allá en respuesta
a una de las más brutales represiones contra el pueblo que se conozcan en toda
América. Las acciones reaccionarias se personifican en la "violencia reaccionaria"
que asesina sistemáticamente a miles de patriotas, y ensangrienta
Colombia.
Los revisionistas y los terceristas juegan el mismo papel que en Venezuela. Sabotean
y traicionan desvergonzadamente, los primeros; conducen al fracaso a los grupos
guerrilleros los segundos.
Tras la traición de Vicira y los duros golpes del ejército reaccionario, los grupos
se desintegran, degenerando algunos en el bandolerismo, mientras otros constituyen
lo que se ha dado a conocer como "repúblicas independientes de Marquetalia
y el Pato". Aislados de los grandes sectores populares, sin extender en mayor
medida su influencia, y fortalecerse mediante la movilización de masas, son
fáciles presas de la contrarrevolución.
En los últimos años la lucha guerrillera se ha avivado en Colombia, más ahora
con la gran particularidad de orientarse hacia una concepción proletaria de la
guerra popular, en la medida que tal posición avance la lucha en Colombia alcanzará
éxitos para su pueblo y ser gran aporte al movimiento revolucionario latinoamericano.
En el Perú, los grupos guerrilleros que iniciaron sus acciones en 1965, bajo
las influencias nocivas del tercerismo, dispersan sus fuerzas para combatir con
la ilusión de así dispersarlas del enemigo. Bandas errantes, con casi ningún
vínculo con las masas campesinas, aplican las reglas de oro del tercerismo:
desconfianza constante, seguridad constante, vigilancia constante; en esencia
desconfianza y desprecio hacia las masas campesinas. Mientras tanto, las
guerrillas del Cuzco adoptan la táctica de defensa pasiva, de defender el
terreno pulgada por pulgada, rechazando la defensa activa, un consecuente
concepto marxista-leninista, y única guía correcta para que los pueblos logren
la victoria en sus guerras revolucionarias; además construyen sus campamentos
en regiones montañosas, aislados de los centros de mayor concentración
campesina, considerándolos ingenuamente inexpugnables.
El caso de las guerrillas bolivianas constituye una muestra típica de acción de
los terceristas pequeño burgueses en América Latina, y uno de los más importantes
actos de aventurerismo cometidos por el castrismo. Cultores del espotaneísmo
confiaron más en el "prestigio" que en el trabajo de movilización
política de las masas, trastocaron el verdadero concepto del internacionalismo
proletario, e iniciaron sus acciones esperanzados en bases logísticas
exteriores, desdeñando la línea marxista-leninista de basarse en los propios
esfuerzos.
El fracaso del ELN, en Bolivia, y la muerte de Guevara y los hermanos Peredo,
significan para América Latina, la bancarrota total del tercerismo pequeño burgués.
Es además, una nueva muestra de la traición de los revisionistas, y del falso
apoyo preconizado por Castro. La errónea orientación política, y consecuentemente
la errónea línea militar, el aislamiento de las masas, la pérdida de las
perspectivas revolucionarias y el abandono del trabajo revolucionario, ha
conducido a una parte de los terceristas a las actividades terroristas, en las
ciudades, reduciéndose a tales falsos métodos, mientras un sector de aquellos
se aproximan paulatinamente, y a costa de tan dolorosas y sangrientas experiencias,
al camino de la Guerra Popular, al del marxismo-leninismo-pensamiento Mao
Tsetung.
El proletario "no solo necesita una justa línea política marxista sino
también una justa línea militar marxista." Sin la guía de una correcta
línea política, es imposible tener una correcta línea militar, y sin una
correcta línea militar es también imposible aplicar y llevar a cabo una
correcta línea política.
Esta verdad ha venido siendo comprendida por los partidos marxista-leninista de
América Latina, los que han hecho esfuerzos por prepararse para la Guerra Popular
y atreverse a llevar adelante la Guerra del Pueblo, de acuerdo a la línea
militar proletaria del camarada Mao Tsetung.
Gracias a la correcta orientación de los partidos marxista-leninistas y la poderosa
influencia del Movimiento Comunista Internacional, ha prendido fuertemente en
las masas la idea de que el poder nace del fusil, preciosa enseñanza del camarada
Mao Tsetung, y es mayor y más profunda la comprensión de las ideas básicas
sobre la Guerra Popular y el Ejército Popular: Guerra del Pueblo, Ejército del
Pueblo.
Comprendiendo el camino de la Guerra Popular, y bajo la dirección de sus Partidos
Comunistas, los marxista-leninistas de América Latina han ido consecuentemente
a las zonas rurales a desarrollar trabajo político entre las masas campesinas,
y a desarrollar las guerras revolucionarias.
La dirección de los Partidos Comunistas, marxista-leninistas, es un importantísimo
y necesario factor para el triunfo de la Guerra Popular en América Latina. Solo
tales Partidos, armados con el invencible pensamiento Mao Tsetung, podrán con
toda seguridad conducir adelante y victoriosamente las luchas revolucionarias
hasta el final.
Nuestro glorioso Partido Comunista es un firme partido marxista-leninista. En
el seno de nuestro Partido siempre han habido agudas y encarnizadas luchas, en
cada etapa histórica del desarrollo de la revolución, entre las dos líneas
militares diametralmente opuestas. Nuestro Partido ha sabido defender
exitosamente la línea militar proletaria, contribuyendo poderosamente al
descrédito de las falsas teorías del revisionismo contemporáneo y el tercerismo
pequeño burgués. En especial la presente lucha interna, contra los liquidadores,
ha puesto a nuestro Partido en inmejorables condiciones y nos ha aproximado a
la brillante realidad de la Guerra Popular.
Nuestro Partido Comunista está decidido a contribuir a la lucha de los pueblos
de América Latina con el desarrollo de la lucha del pueblo peruano, y a mantenerse
firmemente al lado de los partidos hermanos de Latino América, y a realizar
mayores contribuciones para la victoria total del movimiento comunista en el
mundo.
Sólo combatiendo en forma decidida al revisionismo, al trotskismo, a todos los revisionistas,
al tercerismo pequeño burgués, desacreditándolos total y completamente, podremos
combatir verdadera y resueltamente al imperialismo y al feudalismo.
Debemos destruir enérgicamente la línea militar burguesa y erradicar su venenosa
influencia en América Latina. Debemos dar prioridad a la política proletaria,
es decir al marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung al pensamiento de José
Carlos Mariátegui, a la línea política de nuestro Partido.
Debemos persistir en armar a nuestros cuadros, militantes, a las masas, con el
marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung.
La década del 60 ha sido una etapa de victoria para el marxismo-leninismo en
América Latina y en el mundo entero.
La nueva década del 70 habrá de significar mayores victorias aún para la revolución
mundial.
Hemos logrado grandes victorias. Saludemos fervorosamente a la nueva década.
Las perspectivas son brillantes.
¡VIVA EL TRIUNFO DE LA GUERRA POPULAR!
¡VIVA EL MARXISMO LENINISMO PENSAMIENTO MAO TSETUNG!
¡ABAJO EL MILITARISMO PEQUEÑO BURGUÉS!
Bandera Roja, Número 42, mayo de 1970.