sábado, 7 de junio de 2014

LA LUCHA DE CLASES, LA SOCIALDEMOCRACIA Y EL FASCISMO.





IV. LA LUCHA DE CLASES, LA SOCIALDEMOCRACIA Y EL FASCISMO. (I)
(VI CONGRESO DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA: TESIS, 1928)


18. A pesar de la agravación de la lucha de clases, el reformismo da indicios de su vitalidad y de su tenacidad política, en el movimiento obrero de Europa y América. La causa general, social y económica, de este hecho fundamental, está en el desarrollo lento de la crisis del capitalismo, en el crecimiento de algunas de sus partes principales y en la declinación relativamente lenta de las otras. Los hechos siguientes se refieren a esto: consolidación creciente de la posición de los Estados Unidos como explotador, acreedor y usurero mundial (“prosperidad” de los Estados Unidos); gran potencia colonial de Inglaterra, que pierde, de modo progresivo solamente, sus posiciones en el mercado mundial; desarrollo de la economía alemana, etc. En relación con este primer proceso, existe; un proceso secundario de integración de los aparatos del Estado y  de las organizaciones patronales con los cuadros superiores de las organizaciones obreras dirigidas por la socialdemocracia, formación de nuevos funcionarios con burócratas obreros (funcionarios de estado, de las municipalidades, de las organizaciones patronales, funcionarios al servicio de las organizaciones “comunes” de obreros y de capitalistas, “representantes del proletariado” en la administración de correos, en los consejos de los ferrocarriles, donde toman, la palabra en nombre de los sindicatos, de la cooperación, etc.).

19. Este proceso de aburguesamiento de los cuadros superiores de la burocracia obrera es conscientemente apoyado y favorecido por la socialdemocracia, que ha pasado de la defensa tímida al apoyo abierto y a la edificación activa del capitalismo, de las frases sobre la lucha de clases a la predicción de la “paz industrial”, de la “defensa” de la “patria” a la preparación de la guerra contra la URSS (Kautski), de la defensa, de palabra, de las colonias, a un apoyo directo de la política de opresión colonial, del pacifismo pequeño-burgués a la edificación de la Sociedad de Naciones imperialista, del revisionismo falsamente marxista al liberalismo del Labour Party británico.

 20. Esta posición ideológica corresponde entera y prácticamente a la actividad de la socialdemocracia y de los líderes sindicales reformistas, en primer lugar su campaña para la aplicación de los métodos “americanos” de corrupción y de descomposición de la clase obrera (actividad del Bureau Internacional del Trabajo, Conferencias de Delegados del Consejo General y del Labour Party con las asociaciones patronales en Inglaterra, el Consejo Económico Nacional en Francia, la «Schlichtungswesen» en Alemania, las leyes de arbitraje obligatorio en diferentes países escandinavos, creación de un órgano común «Cámara de Comercio» y “Cámara Obrera” en Austria, etc.). El pérfido papel de la socialdemocracia y de los líderes de los sindicatos reformistas durante las huelgas y las crisis políticas, durante los conflictos y las insurrecciones en las colonias, su justificación del terror contra los obreros (huelga inglesa, insurección de Viena, huelga de los obreros de los metales en Alemania, disparos contra los obreros en Checoslovaquia y en Polonia, insurrección en Indonesia, revolución en China, insurrección en Siria y en Marruecos, etc., etc.) se completan actualmente con sus encarnizados ataques contra los comunistas y los obreros revolucionarios (política de exclusión y de escisión de los sindicatos, de las cooperativas y de otras organizaciones de masas en diferentes países).

21. Esta política de división de la clase obrera es ampliamente practicada por los líderes reformistas que, por orden de la burguesía, excluyen a los mejores elementos revolucionarios de las organizaciones de masas del proletariado. Es ella una parte integrante de su política de colaboración con la burguesía. Su objeto es minar desde el principio la unidad interior de las filas proletarias y debilitar así su resistencia frente a los ataques del capital. Esta política es uno de los eslabones indispensables de toda su política social-imperialista (política de los armamentos, política antisoviética y de bandidaje en las colonias). Para contrabalancear estas tentativas reformistas de disgregación del frente proletario, los comunistas deben emprender y desarrollar, actualmente sobre todo, una contraofensiva enérgica para  resistir a la política reformista de escisión de las organizaciones de masas del proletariado (sindicatos, cooperativas, asociaciones culturales y deportivas, etc.) por la lucha de masas para la unidad de clase. Los pretendidos líderes de “izquierda” de la socialdemocracia juegan un papel particularmente odioso en los manejos escisionistas del reformismo. De palabra preconizan la unidad, pero de hecho apoyan siempre y sin reservas los métodos criminales de escisión de la Il Internacional y de los partidarios de Amsterdam.

22. En el campo de la política exterior, el estado mayor de la socialdemocracia y de los sindicatos reformistas de los países imperialistas expresa de una manera consecuente los intereses del estado burgués. Apoyar este Estado, sus fuerzas armadas, su policía, sus aspiraciones de expansión, su hostilidad de principio contra la URSS, apoyar los tratados y acuerdos expoliadores, la política colonial, las ocupaciones, las anexiones, los protectorados y los mandatos; apoyar a la Sociedad de Naciones y la odiosa campaña de las potencias imperialistas contra la URSS, participar en el engaño “pacifista” de las masas, en la preparación de guerra contra las repúblicas proletarias, en el engaño a los obreros coloniales (Purcell a las Indias, resolución de la II Internacional sobre la cuestión colonial) - tales son los trazos esenciales de la línea de conducta efectiva de la socialdemocracia en el terreno de la política exterior.

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