IV. LA LUCHA DE
CLASES, LA
SOCIALDEMOCRACIA Y EL FASCISMO. (I)
(VI CONGRESO DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA:
TESIS, 1928)
18. A pesar de la agravación de la lucha de clases, el
reformismo da indicios de su vitalidad y de su tenacidad política, en el movimiento
obrero de Europa y América. La causa general, social y económica, de este hecho
fundamental, está en el desarrollo lento de la crisis del capitalismo, en el
crecimiento de algunas de sus partes principales y en la declinación
relativamente lenta de las otras. Los hechos siguientes se refieren a esto:
consolidación creciente de la posición de los Estados Unidos como explotador,
acreedor y usurero mundial (“prosperidad” de los Estados Unidos); gran potencia
colonial de Inglaterra, que pierde, de modo progresivo solamente, sus
posiciones en el mercado mundial; desarrollo de la economía alemana, etc. En
relación con este primer proceso, existe; un proceso secundario de integración
de los aparatos del Estado y de las organizaciones
patronales con los cuadros superiores de las organizaciones obreras dirigidas
por la socialdemocracia, formación de nuevos funcionarios con burócratas
obreros (funcionarios de estado, de las municipalidades, de las organizaciones
patronales, funcionarios al servicio de las organizaciones “comunes” de obreros
y de capitalistas, “representantes del proletariado” en la administración de
correos, en los consejos de los ferrocarriles, donde toman, la palabra en
nombre de los sindicatos, de la cooperación, etc.).
19. Este proceso de aburguesamiento de los cuadros
superiores de la burocracia obrera es conscientemente apoyado y favorecido por
la socialdemocracia, que ha pasado de la defensa tímida al apoyo abierto y a la
edificación activa del capitalismo, de las frases sobre la lucha de clases a la
predicción de la “paz industrial”, de la “defensa” de la “patria” a la
preparación de la guerra contra la
URSS (Kautski), de la defensa, de palabra, de las colonias, a
un apoyo directo de la política de opresión colonial, del pacifismo pequeño-burgués
a la edificación de la
Sociedad de Naciones imperialista, del revisionismo
falsamente marxista al liberalismo del Labour Party británico.
20. Esta
posición ideológica corresponde entera y prácticamente a la actividad de la
socialdemocracia y de los líderes sindicales reformistas, en primer lugar su
campaña para la aplicación de los métodos “americanos” de corrupción y de
descomposición de la clase obrera (actividad del Bureau Internacional del
Trabajo, Conferencias de Delegados del Consejo General y del Labour Party con
las asociaciones patronales en Inglaterra, el Consejo Económico Nacional en
Francia, la «Schlichtungswesen» en Alemania, las leyes de arbitraje obligatorio
en diferentes países escandinavos, creación de un órgano común «Cámara de Comercio»
y “Cámara Obrera” en Austria, etc.). El pérfido papel de la socialdemocracia y
de los líderes de los sindicatos reformistas durante las huelgas y las crisis
políticas, durante los conflictos y las insurrecciones en las colonias, su
justificación del terror contra los obreros (huelga inglesa, insurección de
Viena, huelga de los obreros de los metales en Alemania, disparos contra los
obreros en Checoslovaquia y en Polonia, insurrección en Indonesia, revolución
en China, insurrección en Siria y en Marruecos, etc., etc.) se completan
actualmente con sus encarnizados ataques contra los comunistas y los obreros
revolucionarios (política de exclusión y de escisión de los sindicatos, de las
cooperativas y de otras organizaciones de masas en diferentes países).
21. Esta política de división de la clase obrera es
ampliamente practicada por los líderes reformistas que, por orden de la
burguesía, excluyen a los mejores elementos revolucionarios de las
organizaciones de masas del proletariado. Es ella una parte integrante de su
política de colaboración con la burguesía. Su objeto es minar desde el
principio la unidad interior de las filas proletarias y debilitar así su
resistencia frente a los ataques del capital. Esta política es uno de los
eslabones indispensables de toda su política social-imperialista (política de
los armamentos, política antisoviética y de bandidaje en las colonias). Para
contrabalancear estas tentativas reformistas de disgregación del frente
proletario, los comunistas deben emprender y desarrollar, actualmente sobre
todo, una contraofensiva enérgica para
resistir a la política reformista de escisión de las organizaciones de
masas del proletariado (sindicatos, cooperativas, asociaciones culturales y
deportivas, etc.) por la lucha de masas para la unidad de clase. Los
pretendidos líderes de “izquierda” de la socialdemocracia juegan un papel
particularmente odioso en los manejos escisionistas del reformismo. De palabra
preconizan la unidad, pero de hecho apoyan siempre y sin reservas los métodos criminales
de escisión de la Il
Internacional y de los partidarios de Amsterdam.
22. En el campo de la política exterior, el estado
mayor de la socialdemocracia y de los sindicatos reformistas de los países
imperialistas expresa de una manera consecuente los intereses del estado
burgués. Apoyar este Estado, sus fuerzas armadas, su policía, sus aspiraciones
de expansión, su hostilidad de principio contra la URSS, apoyar los tratados y
acuerdos expoliadores, la política colonial, las ocupaciones, las anexiones,
los protectorados y los mandatos; apoyar a la Sociedad de Naciones y la
odiosa campaña de las potencias imperialistas contra la URSS, participar en el engaño
“pacifista” de las masas, en la preparación de guerra contra las repúblicas
proletarias, en el engaño a los obreros coloniales (Purcell a las Indias,
resolución de la II
Internacional sobre la cuestión colonial) - tales son los
trazos esenciales de la línea de conducta efectiva de la socialdemocracia en el
terreno de la política exterior.
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