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martes, 5 de septiembre de 2023

SUECIA 2023: POLÍTICA FASCISTA, BELICISMO Y MÁS EXPLOTACIÓN

 


¡Proletarios de todos los países, uníos!


SUECIA 2023:
POLÍTICA FASCISTA, BELICISMO Y MÁS EXPLOTACIÓN

El aumento de los precios de los alimentos y la energía, el rápido crecimiento de la pobreza, la abolición de los derechos de la clase obrera y el continuo deterioro deliberado de la sanidad, la educación y el transporte público. Esta ofensiva de la burguesía contra el pueblo trabajador viene produciéndose desde hace mucho tiempo, pero ahora se está intensificando rápidamente. No es casualidad que esto ocurra paralelamente a una política cada vez más abiertamente fascista y reaccionaria, independientemente de que partidos estén en el gobierno en ese momento; el aumento de la vigilancia, la abolición gradual del Estado de Derecho y de la libertad de expresión y de prensa, el belicismo y las campañas de incitación fascista y racista; todo esto es lo que caracteriza ahora la retórica y la política de todos los partidos parlamentarios de diferentes maneras, y esto se aplica tanto a la derecha clásica como a la llamada “izquierda” parlamentaria y reformista.


¡Rechazar el pago de la crisis de los imperialistas!

¡Abajo las políticas fascistas y el belicismo!

Estos acontecimientos no son el resultado de ninguna tendencia política temporal, y no es el pueblo quien ha elegido esta política. Las razones residen en el hecho de que el capitalismo mundial – el imperialismo – está sumido en una crisis profunda y desesperada. Este sistema basado en la explotación de la inmensa mayoría por unos pocos crea contradicciones que no pueden resolverse sin derribar todo el sistema. Mientras una pequeña camarilla de capitalistas monopolistas de cada país explota a su “propia” clase obrera, todo el sistema se basa en que la burguesía de unos pocos países ricos e imperialistas (superpotencias como EEUU, China y Rusia, pero también potencias imperialistas más pequeñas como Suecia) saquean a los países oprimidos del tercer mundo; países a los que durante cientos de años se les ha impedido desarrollar su propio capitalismo independiente y en su lugar se les ha asignado el papel de suministrar al imperialismo mano de obra barata y recursos naturales. Sin las enormes superganancias de este saqueo, los imperialistas no podrían mantener el relativo "bienestar” de los países imperialistas, y su dominio perdería asidero. Para todos aquellos que quieren acabar con este podrido sistema de explotación y opresión, es por tanto esencial unir la lucha de la clase obrera de cada país con la lucha de las naciones oprimidas por la verdadera autonomía e independencia.

Al igual que en el pasado cuando el imperialismo ha estado en crisis, hoy los imperialistas intentan desesperadamente salvar su sistema de dos maneras: 1) Haciendo que la clase obrera y el pueblo paguen la crisis del capital; con subidas de precios, recortes y una bajada general del nivel de vida de la población, se garantiza que los capitalistas monopolistas sigan obteniendo ganancias billonarias. 2) Volviendo a repartirse los mercados mundiales entre ellos. En lucha entre sí, las potencias imperialistas tratan de apropiarse de una mayor parte del botín del saqueo de las semicolonias oprimidas de África, Asia, América Latina y Europa del Este, y buscan la dominación económica, política y militar mundial. De esto trataron tanto la Primera como la Segunda Guerra Mundial, y hoy vemos que están dispuestas a lanzar otra matanza global con el mismo propósito.

Cuando se trata de descargar la crisis sobre los hombros del pueblo y fomentar más guerra, la “democracia” liberal burguesa ya no sirve. En su lugar, la clase dominante necesita reforzar su dictadura, su aparato estatal represivo, para tratar de impedir y aplastar la resistencia popular que inevitablemente generan sus políticas. Con este fin, y para dividir a la clase obrera y al pueblo y facilitar la explotación, promueven la agitación racista y la patraña sobre la “delincuencia”. Con el pretexto de la “amenaza rusa”, el “terrorismo” o la “pandemia”, recortan los derechos y libertades democráticos que dicen defender, y el parlamentarismo se convierte en una fachada cada vez más descarada de su dictadura. En el sistema parlamentario actual no se permiten desviaciones reales de las políticas decididas por la burguesía. Todos los partidos del parlamento son partidos burgueses, que compiten por dar la mejor forma a las políticas de la burguesía; ya sea con bonitas palabras sobre “bienestar” e “igualdad” para intentar contener la rebelión, o con agitación abiertamente fascista y racista. En la práctica, hoy vemos cómo todos ellos, desde el SD [los “Demócratas Suecos”*] hasta V [el “Partido de Izquierda”**], apoyan el aumento de la explotación, la represión y el belicismo.

Este proceso de fascistización y reaccionarización está teniendo lugar hoy en todo el mundo; en EEUU, China y Rusia, en Francia, Inglaterra y Alemania – y en Suecia también. Mientras estos imperialistas luchan entre sí por el territorio y la hegemonía mundial, todos están del mismo lado para tratar de aplastar cualquier rebelión y salvar su moribundo sistema de explotación.


¡Rechazar el apoyo a las guerras de los imperialistas!

La superpotencia mayor y más agresiva, Estados Unidos, intenta desesperadamente salvar su posición como superpotencia hegemónica en la lucha contra la nueva y emergente superpotencia China y la superpotencia atómica Rusia. Las demás potencias imperialistas se alinean con una u otra superpotencia para maximizar su propia parte del botín y promover sus propios intereses globales. Ninguno de estos imperialistas es “menos malo” que los demás; ninguno de ellos está interesado en otra cosa que no sea aumentar sus ganancias y mantener el sistema de explotación. Así, por ejemplo, los capitalistas monopolistas imperialistas suecos han podido expandirse enormemente en Europa del Este desde los años 90 con la ayuda de las fuerzas armadas de la OTAN y con la UE como instrumento político, y las corporaciones suecas se enriquecen sin límites explotando a la clase obrera y los recursos naturales en, por ejemplo, Ucrania y los países bálticos. Y no tienen vergüenza de sí mismos; las oficinas gubernamentales suecas, por ejemplo, afirman en su página web: “Alrededor de 100 empresas suecas están activas en Ucrania y Suecia es uno de los diez mayores inversores en el país […] Los bajos salarios en Ucrania contribuyen al interés de las empresas suecas.”

Además, la guerra en sí es una fantástica máquina de ganancias para el capital, en particular a través de la venta de armas. La industria bélica sueca (SAAB, Bofors, etc.) se ha enriquecido durante mucho tiempo con las matanzas, y tiene las de ganar con el belicismo actual. El periódico Näringslivet escribe que “el precio de las acciones de SAAB se ha disparado desde el estallido de la guerra en Ucrania”, y el director general de SAAB confirma: “sólo podemos concluir que hay un gran interés en este momento y que estas decisiones crean una buena base para el crecimiento”.

Como ocurrió antes de la Primera y la Segunda Guerras Mundiales, hoy la socialdemocracia y la “izquierda” reformista están totalmente del lado de los imperialistas, apoyando sus guerras de saqueo y reparto con el pretexto de “defender la democracia”. Detrás de una fachada de “crítica” simbólica a la OTAN, partidos como la “izquierda” han dicho sistemáticamente sí a la participación de Suecia en las guerras ilegales de agresión de EEUU en lugares como Afganistán y Libia; guerras genocidas cuyo único propósito es servir al poder y a las ganancias de la burguesía. Los políticos que se atreven a expresar incluso el más cauteloso cuestionamiento de la política de guerra ven terminadas abruptamente sus carreras.

La clase obrera internacional no tiene nada que ganar eligiendo bando en la guerra de los imperialistas; al contrario, es nuestro deber condenar y combatir a todos los imperialistas. La clase obrera de Suecia necesita en primer lugar luchar contra la burguesía sueca, el Estado imperialista sueco, su explotación, su opresión, su monopolio de la violencia y sus guerras de saqueo, y de la misma manera la clase obrera de todos los países imperialistas debe librar una lucha similar contra su propia burguesía. Sólo si la clase obrera del mundo se une y dirige a los pueblos del mundo, negándose a participar en las guerras de los explotadores y volviendo sus armas contra los imperialistas, será posible acabar de una vez por todas con la explotación y las guerras. Esta es una lucha que no puede librarse en el marco del sistema y de su “democracia”, sino sólo por la clase obrera organizándose con total independencia del Estado y de los partidos de la burguesía. Para ello, la clase en cada país necesita su vanguardia, su Partido Comunista, cuya tarea es dirigir y unir todas las luchas del pueblo en una sola lucha para aplastar todo el sistema de explotación, construir el socialismo y continuar la lucha hasta que ya no haya más explotación ni clases.

¡ABAJO LOS IMPERIALISTAS SUECOS Y SU BELICISMO!

¡ABAJO EL ESTADO BURGUÉS Y LAS POLÍTICAS FASCISTAS!

¡UNIR A LOS PUEBLOS BAJO LA DIRECCIÓN DE LA CLASE OBRERA CONTRA TODOS LOS IMPERIALISTAS!


Circulo de Estudios 24 de Septiembre,

Suecia 2023



* SD, “Sverigedemokraterna” [Demócratas Suecos]; el partido formado por los elementos fascistas y abiertamente nazis en Suecia en los años 80; ahora uno de los partidos más grandes en el parlamento y sirviendo como asesores al gobierno actual.


** V, “Vänsterpartiet” [Partido de Izquierda]; lo que queda del Partido Comunista de Suecia, el cual era sujetado al revisionismo soviético desde 1956 hasta 1990, y ahora está cada vez más abiertamente tomando posición por la plena colaboración sueca con el imperialismo yanqui y sus guerras (aunque formalmente y en su propaganda se opone a que el país se incorpora en la OTAN).