Mostrando entradas con la etiqueta mariategui. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta mariategui. Mostrar todas las entradas

martes, 7 de octubre de 2014

86º ANIVERSARIO DEL PCP





¡Proletarios de todos los países, uníos!

¡VIVA EL 86º ANIVERSARIO DEL GLORIOSO PARTIDO COMUNISTA DEL PERÚ!
"El presidente Gonzalo plantea la militarización de los Partidos Comunistas y la construcción concéntrica de los tres instrumentos. La militarización de los Partidos Comunistas es directriz política que tiene contenido estratégico, pues, es 'el conjunto de transformaciones, cambios y reajustes que necesita para dirigir la guerra popular como forma principal de lucha que genere el nuevo Estado' por tanto la militarización de los Partidos Comunistas es clave para la revolución democrática, la socialista y las culturales.
Define el principio de la construcción: 'Sobre la base ideológico-política, construir simultáneamente lo organizativo, en medio de la lucha de clases y la lucha de dos líneas, todo dentro y en función de la lucha armada por la conquista del Poder'."
(Línea de construcción de los tres instrumentos de la revolución, PCP, 1988)

"Mariátegui era marxista-leninista; más aún, en él, en Mariátegui, en el fundador del Partido, encontramos tesis similares a las que el Presidente Mao ha establecido a nivel universal. En consecuencia, para mí concretamente, Mariátegui sería hoy marxista-leninista-maoísta; y esto no es especulación, es simplemente producto de la compresión de la vida y obra de José Carlos Mariátegui."
(Entrevista al Presidente Gonzalo, PCP, 1988)

Con alegría y optimismo comunista este 7 de octubre celebramos un aniversario más del Partido Comunista del Perú (PCP), partido de nuevo tipo, militarizado, guiado por el marxismo-leninismo-maoísmo, pensamiento Gonzalo, principalmente pensamiento Gonzalo, que viene dirigiendo de manera exitosa la guerra popular en el Perú por más de 34 años.

El Movimiento Popular Perú (MPP), organismo generado del PCP para el trabajo en el extranjero, saluda este aniversario del heroico combatiente con el optimismo al tope. Con absoluta convicción en el marxismo-leninismo-maoísmo, pensamiento Gonzalo, principalmente pensamiento Gonzalo, nuestra Base de Unidad Partidaria, Línea Política General y el Programa comunista; expresamos una vez más nuestro saludo a todo el Partido, su Comité Central y todo su sistema de dirección y al Ejército Popular de Liberación sin el cual el pueblo no tendría nada. Tenemos indeclinable compromiso de proseguir con las tareas pendientes de la revolución peruana, es la labor de los comunistas, de los marxistas-leninistas-maoístas, pensamiento Gonzalo. Eso hacemos y seguiremos haciendo.

La experiencia de estos 34 años de guerra popular ha servido para resolver el problema de dirección y, en la actualidad, el PCP cuenta con un Comité Central forjado y acerado en medio de la guerra popular y de la lucha de dos líneas. Ha sido el Comité Central del PCP el que combatió los “acuerdos de paz” y combate a la LOD, como también ha sido el Comité Central el que ha caracterizado a la LOI y señalado su existencia y la viene combatiendo. Es el PCP en su conjunto el que se ha elevado como fracción roja del Movimiento Comunista Internacional y ha tipificado con meridiana claridad al nuevo revisionismo embozado de maoísta, revisionismo que medra queriendo contener y desviar las luchas de las masas, camuflando sus negras y podridas entrañas de felonía y traición.

En este aniversario nos reafirmamos en lo planteado por el PCP desde los 80, que nos encontramos en la ofensiva estratégica de la revolución proletaria mundial, todos y cada uno de los documentos del PCP reiteran y se reafirman en esta contundente y certera verdad: que en la actualidad la lucha de los partidos comunistas y de las masas se desenvuelve dentro de la ofensiva estratégica de la revolución mundial. 

La situación mundial corrobora esta afirmación de forma concluyente: por un lado el imperialismo profundiza su crisis final;  mientras, por otro lado, los pueblos se levantan en todo el mundo luchando contra el imperialismo y la reacción. Las potencias imperialistas preparan un nuevo reparto del mundo; el imperialismo yanqui busca mantener su hegemonía y ser gendarme único, y los demás imperialismos; el socialimperialismo chino, el imperialismo ruso y los principales buitres del conglomerado de la Unión Europea, para acomodar el mundo a sus propios intereses, apuntando a arrebatarle la hegemonía al imperialismo yanqui.

En Oriente Medio, yanquis y rusos se sirven de los yihadistas moderados para implementar sus planes mediante el genocidio. Así, el sueño de estos bárbaros y genocidas imperialistas es un nuevo orden en Oriente Medio con los yihadistas moderados conteniendo a las masas para que sus luchas no apunten contra el imperialismo. 

El bombardeo de países de la Unión Europea, Rusia, Irán, Francia o Arabia Saudita contra el Estado Islámico tiene el objetivo de unir en falso al pueblo árabe para luego, enfrentando masas contra masas, la degollina se cebe en el mismo pueblo árabe. Al mismo tiempo, la política abyecta de estos imperialismos apunta a que el mismo pueblo árabe se ponga al servicio miserable, o a favor, de una u otra potencia imperialista. 

Hay que desenmascarar la contienda del imperialismo yanqui y el socialimperialismo chino y el imperialismo ruso. Hay que tener en cuenta que éstos últimos vienen del revisionismo. Y que tal y como lo han tenido (y tienen) montado, cuentan con la capacidad de mover a todos los cretinos parlamentarios y revisionistas en todo el mundo, para que las luchas de los pueblos no se transformen en guerra popular. No se trata sólo de disputarse el petróleo, narcotráfico o sistema financiero, también su interés fundamental es que el proletariado no llegue a organizarse, que no constituyan o reconstituyan su Partido Comunista; ese Partido de nuevo tipo al que realmente temen, porque ellos sí saben qué y cómo todos y cada uno de estos partidos de nuevo tipo servirán para arrastrarlos hasta su sepultura y los rematará desmontándolos en mil pedazos. Por eso arman y articulan patrañas con todos los miserables traidores, vendeobreros, revisionistas, para que ese Partido, que va a ser su verdugo, no tome el Poder, para que esos partidos de todos los países no se reconstituyan e inicien guerra popular. 

El papel del revisionismo, al servicio de una u otra potencia imperialista, consiste en copar todas y cada una de las organizaciones de las masas y los pueblos, para tener el mando y el control al servicio de quienes los amamantan. El desborde del revisionismo en el seno de las masas es un plan de parásitos y hienas: vivir del tráfico y el contrabando, medrar; mientras que, al mismo tiempo, puedan tener la capacidad y la ventaja de contener las luchas, con delaciones, traiciones, o dinamitando las organizaciones populares desde dentro. De esta forma las heroicas luchas de los pueblos acabarán sirviendo a una u otra potencia imperialista: ese es el sórdido plan que cumplen los revisionistas del mundo. 

Por eso combatimos, barremos y aplastamos las tesis revisionistas de Avakian y Prachanda. Este par de bellacos y rufianes, han querido medrar y cabalgar en las luchas de las masas. Han desviado y contenido, como buenos lacayos del imperialismo, las luchas de las masas. Ellos son los que han acuñado frases con sus vómitos negros (“la defensiva estratégica”, “no hay condiciones”, "el imperialismo es fuerte") que sus compinches canallas repiten como viles mercachifles. 

A las masas del mundo les reiteramos y les remarcamos claramente: tanto el uno como el otro, desde la derecha, Prachanda y Avakian, bajo falsas posiciones izquierdistas para esconder mejor su revisionismo, son capituladores. Han capitulado ante el imperialismo y la reacción. Uno vendió una revolución por un plato de lentejas y el otro se erigió ridículamente como el supuesto "superador" de los clásicos. Pero todo esto lo hicieron porque son marionetas del plan del imperialismo. Ellos sembraron pesimismo y revisaron el maoísmo para boicotear las luchas de las masas, no quieren que se difunda ni se encarne el maoísmo entre las masas, buscan las argucias con sus secuaces de diferentes países para que no se reconstituyan partidos comunistas que inicien guerra popular hasta el comunismo.

Dentro de todo este siniestro plan se encuentra necesariamente el plan de tratar de aislar al PCP con el objetivo de que el ejemplo de la guerra popular en el Perú no prenda en todo el mundo, para que las luchas de las masas no apunten a la toma del Poder.

En el Perú, el nuevo revisionismo defiende miserablemente que el imperialismo está fuerte, que no hay condiciones de lucha armada, de guerra popular. Las ratas de la LOD, con su organismo de fachada, los MOVADEF, aspiran, como «buenos» cretinos parlamentarios, a ocupar un hueco dentro del viejo Estado, apuntando a las elecciones de 2016. Mientras, por otro lado, la LOI sigue desgañitándose grotescamente ante el decrépito y podrido Estado pidiendo "amnistía", así como las ratas de la LOD, y buscando presionar para negociar su capitulación. Lo que se puede ver claramente es cómo el nuevo revisionismo trata de movilizar a las masas al servicio de la facción social-fascista de la gran burguesía y a la cola de una potencia imperialista.

También vemos como el imperialismo yanqui ha desplegado conflictos armados en siete lugares, sembrando genocidio, desaparecidos, hambre y miseria con la complicidad del socialimperialismo chino y el imperialismo ruso.

Tener en cuenta que, partiendo del maoísmo, el imperialismo yanqui genera disturbios y fracasa, el proletariado organizado en su Partido Comunista maoísta militarizado debe avanzar de forma audaz. 
La situación es diferente al 49, no va a haber sólo una gran revolución como en Rusia o China, se van a desarrollar y desplegar varios movimientos revolucionarios en distintos lugares. Por eso el imperialismo yanqui quiere una guerra mundial con una conferencia de Yalta en la que se comprometan los imperialistas a frenar la revolución. Esta situación va a exigir a los Partidos Comunistas luchar contra el socialimperialismo chino, el imperialismo ruso y el de la Unión Europea, la situación es que no va a ser como antes con partidos títeres de Rusia o China. La situación se va agudizar.

La reacción y el revisionismo están coludidos para que la guerra popular no se desarrolle, saben que será su fin, así como los imperialistas saben el papel decisivo que tendrían los pueblos oprimidos en la revolución proletaria mundial, con el cerco a los Estados imperialistas, teniendo como bases de apoyo a la naciones oprimidas que desarrollan guerra popular, este es el momento en el cual nos encontramos.

En estos 34 años de guerra popular, la experiencia del PCP demuestra la importancia decisiva de mantener el rumbo hacia nuestra meta final. Por esta misma razón, el revisionismo busca desenrumbar a los partidos comunistas y al proletariado de su papel principal que es la dirección de la Nueva Gran Ola de la Revolución Proletaria Mundial.

Tener claro todos los revolucionarios del mundo, tenemos una gran e ineludible responsabilidad: nuestra honestidad y nuestra forja para servir al pueblo de todo corazón. Ya no valen medias tintas, ni membretes, ni fraseología seudo revolucionaria; ya no valen poses, ni declaraciones incendiarias de palabra y hueras de acción. Ha llegado el momento de aplastar a la bestia agónica. Ha llegado el momento de hacer la revolución, de hacer guerra popular. Y para eso requerimos del estado mayor de la revolución: el Partido. 
El Movimiento Comunista Internacional no se genera como consecuencia de conferencias, de foros, no es una amalgama de organizaciones, sino se conforma por los que aplican la guerra popular especificada a cada país. El MCI será de los comunistas del mundo, es una tarea inmediata, tenemos una gran responsabilidad y cada Partido debe bregar para cumplir a cabalidad su jornada.

Eso es lo que hace y hará el Partido Comunista del Perú, reafirmarse en y aplicar los principios de: el mando nunca muere y no arriar jamás la bandera de la revolución, de la guerra popular, hasta el comunismo.

¡VIVA EL PARTIDO COMUNISTA DEL PERÚ!
¡VIVA EL MAOÍSMO!
¡ABAJO EL REVISIONISMO DE VIEJO Y NUEVO CUÑO!
¡ABAJO EL CRETINISMO PARLAMENTARIO!
¡POR LA CONSTITUCIÓN O RECONSTITUCIÓN DE PARTIDOS COMUNISTAS MILITARIZADOS!
¡GUERRA POPULAR HASTA EL COMUNISMO!

Movimiento Popular Perú
7 de octubre de 2014

lunes, 28 de abril de 2014

ARTE, REVOLUCIÓN Y DECADENCIA




ARTE, REVOLUCION Y DECADENCIA

JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

(Publicado en Amauta: Nº 3, pp. 3-4; Lima, noviembre de 1926. Reproducido en Bolívar: Nº 7, p. 12; Madrid, 19 de mayo de 1930. Y en La Nueva Era: Nº 2, pp. 23-24; Barcelona, noviembre de 1930.)

Conviene apresurar la liquidación de un equívoco que desorienta a algunos artistas jóvenes.

Hace falta establecer, rectificando ciertas definiciones presurosas, que no todo el arte nuevo es revolucionario, ni es tampoco verdaderamente nuevo. En el mundo contemporáneo coexisten dos almas, las de la revolución y la decadencia. Sólo la presencia de la primera confiere a un poema o un cuadro valor de arte nuevo.

No podemos aceptar como nuevo un arte que no nos trae sino una nueva técnica. Eso sería recrearse en el más falaz de los espejismos actuales. Ninguna estética puede rebajar el trabajo artístico a una cuestión de técnica. La técnica nueva debe corresponder a un espíritu nuevo también. Si no, lo único que cambia es el paramento, el decorado. Y una revolución artística no se contenta de conquistas formales.

La distinción entre las dos categorías coetáneas de artistas no es fácil. La decadencia y la revolución, así como coexisten en el mismo mundo, coexisten también en los mismos individuos. La conciencia del artista es el circo agonal de una lucha entre los dos espíritus. La comprensión de esta lucha, a veces, casi siempre, escapa al propio artista. Pero finalmente uno de los dos espíritus prevalece. El otro queda estrangulado en la arena.

La decadencia de la civilización capitalista se refleja en la atomización, en la disolución de su arte. El arte, en esta crisis, ha perdido ante todo su unidad esencial. Cada uno de sus principios, cada uno de sus elementos ha reivindicado su autonomía. Secesión es su término más característico. Las escuelas se multiplican hasta lo infinito porque no operan sino fuerzas centrífugas.

Pero esta anarquía, en la cual muere, irreparablemente escindido y disgregado el espíritu del arte burgués, preludia y prepara un orden nuevo. Es la transición del tramonto al alba. En esta crisis se elaboran dispersamente los elementos del arte del porvenir. El cubismo, el dadaísmo, el expresionismo, etc., al mismo tiempo que acusan una crisis, anuncian una reconstrucción. Aisladamente cada movimiento no trae una fórmula; pero todos concurren —aportando un elemento, un valor, un principio—, a su elaboración.

El sentido revolucionario de las escuelas o tendencias contemporáneas no está en la creación de una técnica nueva. No está tampoco en la destrucción de la técnica vieja. Está en el repudio, en el desahucio, en la befa del absoluto burgués. El arte se nutre siempre, conscientemente o no, —esto es lo de menos— del absoluto de su época. El artista contemporáneo, en la mayoría de los casos, lleva vacía el alma. La literatura de la decadencia es una literatura sin absoluto. Pero así, sólo se puede hacer unos cuantos pasos. El hombre no puede marchar sin una fe, porque no tener una fe es no tener una meta. Marchar sin una fe es patiner sur place. El artista que más exasperadamente escéptico y nihilista se confiesa es, generalmente, el que tiene más desesperada necesidad de un mito.

Los futuristas rusos se han adherido al comunismo: los futuristas italianos se han adherido al fascismo. ¿Se quiere mejor demostración histórica de que los artistas no pueden sustraerse a la gravitación política? Massimo Bontempelli dice que en 1920 se sintió casi comunista y en 1923, el año de la marcha a Roma, se sintió casi fascista. Ahora parece fascista del todo. Muchos se han burlado de Bontempelli por esta confesión. Yo lo defiendo: lo encuentro sincero. El alma vacía del pobre Bontempelli tenía que adoptar y aceptar el Mito que colocó en su ara Mussolini. (Los vanguardistas italianos están convencidos de que el fascismo es la Revolución).

Vicente Huidobro pretende que el arte es in­dependiente de la política. Esta aserción es tan antigua y caduca en sus razones y motivos que yo no la concebiría en un poeta ultraísta, si creyese a los poetas ultraístas en grado de discurrir sobre política, economía y religión. Si política es para Huidobro, exclusivamente, la del Palais Bourbon, claro está que podemos reconocerle a su arte toda la autonomía que quiera. Pero el caso es que la política, para los que la sentimos elevada a la categoría de una religión, como dice Unamuno, es la trama misma de la Historia. En las épocas clásicas, o de plenitud de un orden, la política puede ser sólo administración y parlamento; en las épocas románticas o de crisis de un orden, la política ocupa el primer plano de la vida.

Así lo proclaman, con su conducta, Louis Aragón, André Bretón y sus compañeros de la Revolución suprarrealista -los mejores espíritus de la vanguardia francesa-  marchando hacia el comunismo. Drieu La Rocheile que cuando escribió Mesure de la France y Plainte contra inconnu, estaba tan cerca de ese estado de ánimo, no ha podido seguirlos; pero, como tampoco ha podido escapar a la política, se ha declarado vagamente fascista y claramente reaccionario.

Ortega y Gasset es responsable, en el mundo hispano, de una parte de este equívoco sobre el arte nuevo. Su mirada así como no distinguió escuelas ni tendencias, no distinguió, al menos en el arte moderno, los elementos de revolución de los elementos de decadencia. El autor de la Deshumanización del Arte no nos dio una definición del arte nuevo. Pero tomó como rasgos de una revolución los que corresponden típicamente a una decadencia. Esto lo condujo a pretender; entre otras cosas, que ala nueva inspiración es siempre, indefectiblemente, cósmica». Su cuadro sintomatológico, en general, es justo; pero su diagnóstico es incompleto y equivocado.

No basta el procedimiento. No basta la técnica. Paul Morand, a pesar de sus imágenes y de su modernidad, es un producto de decadencia. Se respira en su literatura una atmósfera de disolución. Jean Cocteau, después de haber coqueteado un tiempo con el dadaísmo, nos sale ahora con su Rappel a l'ordre.

Conviene esclarecer la cuestión, hasta desvanecer el último equívoco. La empresa es difícil. Cuesta trabajo entenderse sobre muchos puntos. Es frecuente la presencia de reflejos de la decadencia en el arte de vanguardia, hasta cuando, superando el subjetivismo, que a veces lo enferma, se propone metas realmente revolucionarias. Hidalgo, ubicando a Lenin, en un poema de varias dimensiones, dice que los "senos salomé" y la "peluca a la garconne"son los primeros pasos hacia la socialización de la mujer. Y de esto no hay que sorprenderse. Existen poetas que creen que el jazz-band es un heraldo de la revolución.

Por fortuna quedan en el mundo artistas como Bernard Shaw, capaces de comprender que el «arte no ha sido nunca grande, cuando no ha facilitado una iconografía para una religión viva; y nunca ha sido completamente despreciable, sino cuando ha imitado la iconografía, después de que la religión se había vuelto una superstición». Este último camino parece ser el que varios artistas nuevos han tomado en la literatura francesa y en otras. El porvenir se reirá de la bienaventurada estupidez con que algunos críticos de su tiempo los llamaron «nuevos» y hasta «revolucionarios».



lunes, 14 de abril de 2014

MARIÁTEGUI - CORRESPONDENCIA




Carta a la célula asprista en méxico
Lima, 16 de abril de 1928

Compañeros:

Consideramos necesario informar a Uds. sumariamen­te sobre nuestros puntos de vista respecto de principios y métodos de acción adoptados por el grupo de deportados peruanos que trabajan en Méjico y que sin una explícita declaración nuestra, pasarían como positivamente aceptados por nosotros que constituimos el núcleo que tiene aquí la responsabilidad de nuestra obra.

Estamos seguros de que Uds. mismos se dan cuenta de la necesidad de que la acción del Apra en el Perú no sea resuelta por un comité establecido en Méjico, sino amplia y maduramente deliberada con principal intervención de los elementos que actúan en el país. Cuantos se coloquen en el terreno marxista, saben que la acción debe corresponder directa y exactamente a la realidad. Sus normas, por consi­guiente, no pueden ser determinadas por quienes no obran bajo su presión e inspiración.

La definición del carácter y táctica del Apra nos pa­rece, de otro lado, fundamental para la existencia de una disciplina orgánica. Pensamos que, conforme a la idea que originalmente la inspiró, y que su propio nombre expresa, el Apra debe ser, o es de hecho, una alianza, un frente único y no un partido. Un programa de acción común e inmediato no suprime las diferencias ni los matices de clase y de doctrina. Y quienes desde nuestra iniciación en el movimiento social e ideológico, del cual el Apra forma parte, nos reclamamos de ideas socialistas, tenemos la obligación de prevenir equívocos y confusiones futuras. Como socialistas, podemos colaborar dentro del Apra, o alianza o frente único, con elementos más o menos reformistas o social-democráticos —sin olvidar la vaguedad que estas designaciones tienen en nuestra América— con la izquierda burguesa y liberal, dispuesta de verdad a la lucha contra los rezagos de feudalidad y contra la penetración imperialista; pero no podemos, en virtud del sentido mismo de nuestra cooperación, entender el Apra como partido esto es, como una facción orgánica y doctrinariamente homogénea.

Profesamos abiertamente el concepto de que nos toca crear el socialismo indoamericano, de que nada es tan absurdo como copiar literalmente fórmulas europeas, de que nuestra praxis debe corresponder a la realidad que tenemos delante. Pero este principio no nos aconseja adoptar apresuradamente formulas que, por el momento, pueden tener ab­soluta precisión en la mente de quienes las conciben como medio táctico pero que mañana, bajo la presión de proselitismos mas adoctrinados, y al influjo de la mentalidad burguesa y pequeño-burguesa incorporada fatalmente en el movimiento, pueden prestarse a confusionismos infinitos. La ex­periencia del Kuo Min Tang es preciosa para el movimiento antimperialista de Indoamérica, a condición de que se le aproveche integralmente. El alejarnos de las formas europeas, no debe conducirnos a una estimación exagerada de las fórmulas asiáticas y de su posible eficacia en nuestro medio. No debemos olvidar que, en todo caso, las formulas europeas nos son más inteligibles, que nos llegan directa­mente a través de los idiomas y pueblos en que se expresan, mientras de las formulas chinas no tenemos sino la versión europea. Tampoco podemos olvidar el ascendiente y la función que en la ideología del movimiento nacionalista chino tienen las ideas occidentales. El Kuo Min Tang, finalmente, se encuentra en crisis, y en gran parte por no haber sido explícita y funcionalmente una alianza, un frente único. Sus rumbos estaban subordinados al predominio de sus elementos de derecha, centro e izquierda, que correspondían al de sus respectivos sentimientos e intereses de clase. Las últimas deliberaciones del Kuo Min Tang según Internacionale Presse Correspondenz y otras publicaciones recientes entrañan una rectificación total de sus principales puntos de vista, en lo concerniente al proletariado y a las organizaciones de clase. El Kuo Min Tang fue Sun Yat Sen; pero es también Chang Kai Shek. El Kuo Min Tang, además, se desarrolló no continental sino nacionalmente, cosa en la que el Apra se diferencia necesariamente de aquel movimiento.

La colaboración de la burguesía, y aún de muchos elementos feudales, en la lucha antimperialista china, se explica por razones de raza, de civilización nacional, que entre nosotros no existen. El chino noble o burgués se siente entrañablemente chino. Al desprecio del blanco por su cultura estratificada y decrepita, corresponde con el desprecio y el orgullo de su tradición milenaria. El antimperialismo en la China puede, por tanto, descansar fundamentalmente en el sentimiento y en el factor nacionalista. En Indoamérica las circunstancias no son las mismas. La aristocracia y la burguesía criollas no se sienten solidarizadas con el pueblo por el lazo de una historia y de una cultura común. En el Perú, el aristócrata y el burgués blancos, desprecian lo popular, lo nacional. Se sienten, ante todo, blancos. El pequeño burgués mestizo imita este ejemplo. La burguesía limeña fraterniza con los capitalistas yanquis, y aun con sus simples empleados, en el Country Club, en el Tenis y en las calles. El yanqui desposa sin inconveniente de raza ni de religión a la señorita criolla, y esta no tiene escrúpulo de nacionalidad ni de cultura en preferir el matrimonio con un individuo de la raza invasora. Tampoco tiene este escrúpulo la muchacha de la clase media. La huachafita que puede atrapar un yanqui empleado de Grace o de la Foundation, lo hace con la satisfacción de quien siente elevarse su condición social. El factor nacionalista por estas razones objetivas, que a ninguno de Uds. escapa seguramente, no es decisivo ni fundamental en la lucha antimperialista en nuestro medio. Sólo en los países como la Argentina, donde existe una burguesía numerosa y rica, orgullosa del grado de riqueza y poder de su patria, y donde la personalidad nacional tiene por muchas razones contornos más claros y ne­tos que en estos países retardados, el antimperialismo puede penetrar fácilmente en los elementos burgueses, pero por razones de expansión y crecimiento capitalista y no por razones de justicia social y de doctrina socialista como es nuestro caso.

Estas consideraciones nos mueven a someter a Uds. las siguientes conclusiones:

1) El Apra debe ser oficial y categóricamente defini­da y constituida como una alianza o frente único y no como partido;

2) Los elementos de izquierda que en el Perú concurrimos a su formación, constituimos de hecho —y organizaremos formalmente— un grupo o Partido Socialista, de filiación y orientación definidas que colaborando dentro del movimiento con elementos liberales o revolucionarios de la pequeña burguesía y aún de la burguesía, que acepten nues­tros puntos de vista, trabaje por dirigir a las masas hacia las ideas socialistas.

Es evidente que estas conclusiones no nos permiten prestar nuestra cooperación a la creación del Partido Nacionalista que las comunicaciones de algunos compañeros, y aún de la célula oficialmente, anuncian como una decisión del grupo de Méjico. Ese partido puede fundarse dentro del Apra; pero además de que nos parece que su biología natural exige que se decida su oportunidad necesidad en el Perú y no desde Méjico, su organización toca en todo caso a los elementos de pequeña burguesía que quieran dar vida a un partido propio; pero no a nosotros que leales a los principios que, sin duda alguna, constituyen nuestra mayor fuerza moral, no asumimos ni la responsabilidad ni el en cargo de organizarlo. Desaprobamos toda campaña que no descanse en la verdad. El procedimiento del bluff sistemático llevara al descrédito nuestra causa. Rehusamos, por esto, emplearlo. Las noticias propaladas sobre la candidaturade Haya no producen el efecto, que Uds. suponen, en la opinión. La gente —distante de toda preocupación electoral— las recibe perpleja e irónica.

Recomendamos a la célula, en todo lo tocante a cuestiones de acción, la correspondencia oficial y centralizada. Las cartas particulares de los compañeros no deben traer iniciativas ni instrucciones individuales. Por nuestra parte nos comprometemos al mismo procedimiento.
Con sentimientos de solidaridad y afecto, que ninguna discrepancia —momentánea esperamos— de criterio, puede disminuir, los saludamos cordialmente.

--------------
* Publicada en Ricardo Martínez de la Torre, Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú, cit., t.II, pp. 299-301.



Lima, 16 de abril de 1928

Compañeros:

No había contestado hasta hoy la carta de la célula suscrita por Magda Portal, en espera de una carta de Haya de la Torre que me precisase mejor el sentido de la discrepancia: “Alianza o partido”. La carta de la célula me supone simplemente influido por el Secretariado de Buenos Aires la Ucsaya, etc. O, por lo menos, pretende que mis observaciones son esencia las mismas. Hasta la reaparición de “Amauta” he permanecido sistemáticamente privado por la censura de mis canjes y correspondencia, de modo que no he conocido en su oportunidad ni el número de “La Correspondencia Sudamericana” en que –según he sabido después sin obtener el ejemplar- aparecieron las observaciones del Secretariado de Buenos Aires, ni la tesis Ucsaya ni nada por el estilo. Sólo recientemente he vuelto a recibir “El Libertador”; desde que la censura ha comprobado que en mi casilla no intercepta sino correspondencia intelectual o administrativa, sin importancia para sus fines. Por otra parte, creo haber dado algunas pruebas de mi aptitud para pensar por cuenta propia. De suerte que no me preocuparé de defenderme del reproche de obedecer a sugestiones ajenas. Este había sido también, un motivo para que no me apresurase a responder a la carta de la “célula”.

Pero como no tengo hasta hoy ninguna aclaración de Haya, a quien escribí extensamente, planteándole cuestiones concretas –por la vía de Washington, en diciembre- y llegan, en cambio, noticias de que Uds. Están entregados a una actividad con la cual me encuentro en abierto desacuerdo y para la cual ninguno de los elementos responsables de aquí ha sido consultado, quiero hacerles conocer sin tardanza mis puntos de vista sobre este nuevo aspecto de nuestra discrepancia.

La cuestión: el “apra alianza o partido”, que Uds. Declaran sumariamente resuelta y que en verdad no debiera existir siquiera, puesto que el Apra se titula alianza y se subtitula frente único, pasa a segundo término desde el instante en que aparece en escena el Partido Nacionalista Peruano, que Uds. han decidido fundar en México, sin el consenso de los elementos de vanguardia que trabajan en Lima y provincias. Recibo correspondencia constante de provincias, de intelectuales, profesionales, estudiantes, maestros, etc.; y jamás en ninguna carta he encontrado hasta ahora mención del propósito que Uds. dan por evidente e incontrastable. Si de lo que se trata, como sostiene Haya en su magnífica conferencia, es de descubrir la realidad y no de inventarla, me parece que Uds. están siguiendo un método totalmente distinto y contrario.

He leído un “segundo manifiesto del comité central del partido nacionalista peruano, residente en Abancay”. Y su lectura me ha contristado profundamente; 1° porque, como pieza política, pertenece a la más detestable literatura eleccionaria del viejo régimen; y 2° porque acusa la tendencia a cimentar un movimiento –cuya mayor fuerza era hasta ahora su verdad- en el bluff y la mentira. Si ese papel fuese atribuido a un grupo irresponsable, no me importaría su demagogia, porque sé que en toda campaña o un poco o un mucho de demagogia son inevitables y aún necesarios. Pero al pie de ese documento está la firma de un comité central que no existe, pero que el pueblo ingenuo creerá existente y verdadero. ¿Y es en esos términos de grosera y ramplona demagogia criolla, como debemos dirigirnos al país? No hay ahí una sola vez la palabra socialismo. Toda es declamación estrepitosa y hueca de liberaloides de antiguo estilo. Como prosa y como idea está esa pieza por debajo de la literatura política posterior a Billinghurst.

Por mi parte, siento el deber urgente de declarar no adhiré de ningún modo a este partido nacionalista peruano que, a mi juicio, nace tan descalificado para asumir la obra histórica en cuya preparación hasta ayer hemos coincidido. Creo que nuestro movimiento no debe cifrar su éxito en engaños ni señuelos. La verdad es su fuerza, su única fuerza, su mejor fuerza. No creo con Uds. que para triunfar haya que valerse de “todos los medios criollos”. La táctica, la praxis, en sí mismas son algo más que forma y sistema. Los medios, aún cuando se trata de movimientos bien adoctrinados, acaban por sustituir a los fines. He visto formarse al fascismo. ¿Quiénes eran, al principio los fascistas? Casi todos elementos de la más vieja impregnación e historia revolucionaria que cualquiera de nosotros, socialistas de extrema izquierda, como Mussolini, actor de la semana roja de Boloña; sindicalistas, revolucionarios, de temple heroico, como Carridoni, formidable organizador obrero; anarquistas de gran vuelo intelectual y filosófico como Máximo Rocca; futurista, de estridente ultraísmo, como Marinetti, Settimelli, Bottai, etc. Toda esa gente era o se sentía revolucionaria, anticlerical, republicana, “más allá del comunismo” según la frase de Marinetti. Y Uds. saben cómo el curso mismo de su acción los convirtió en una fuerza diversa de la que a sí mismos se suponían. La táctica les exigía atacar la burocracia revolucionaria, romper al partido socialista, destrozar la organización obrera. Para esta empresa la burguesía los abasteció de hombres, camiones, armas y dinero. El socialismo, el proletariado, eran a pesar de todos sus lastres burocráticos, la revolución. El fascismo por fuerza tenía una función reaccionaria.

Me opongo a todo equívoco. Me opongo a que un movimiento ideológico, que, por su justificación histórica, por la inteligencia y abnegación de sus militantes, por la altura y nobleza de su doctrina ganará, si nosotros mismos no lo malogramos, la conciencia de la mejor parte del país, aborte miserablemente en una vulgarísima agitación electoral. En estos años de enfermedad, de sufrimiento, de lucha, he sacado fuerzas invariablemente de mi esperanza optimista en esa juventud que repudiaba la vieja política, entre otras cosas porque repudiaba los “métodos criollos”, la declamación caudillesca, la retórica hueca y fanfarrona. Defiendo todas mis razones vitales al defender mis razones intelectuales. No me avengo a una decepción. La que he sufrido, me está enfermando y angustiando terriblemente. No quiero ser patético, pero no puedo callarles que les escribo con fiebre, con angustia, con desesperación.
Y no estoy solo en esta posición. La comparten todos los que tienen conocimiento de la propaganda de Uds. -propaganda que por otra parte no está justificada al menos por su eficacia- porque fracasará inevitablemente. Hemos acordado una carta colectiva que muy pronto les enviaremos.

De aquí a entonces, espero recibir mejores noticias. Y en tanto los abrazo con cordial sentimiento.

José Carlos Mariátegui

--------------
Publicada en Ricardo Martínez de la Torre, Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú, cit., t.II, pp. 296-298, y en José Carlos Mariátegui/Correspondencia, tomo II, pp. 371-373, primera edición, Lima, 1984.