Volvemos a presentar un documento subido en 2012. El motivo, en este año del centenario de la revolución soviética, es el testimonio que ofrece tanto del desarrollo cultural soviético como de la más amplia libertad que gozó la clase obrera bajo las condiciones de dictadura del proletariado:
"Cuando
comienza la filmación, las masas y las colectividades contribuyen
también a su realización. Por ejemplo, en los grandes films de masas
como La lucha por la tierra y Los diez días que asombraron al mundo, las grandes escenas de masas son representadas por obreros actores gratuitos y espontáneos. Cuando en Los diez días necesitamos
realizar el asalto al Palacio de Invierno, dos o tres mil obreros
venían cada mañana y cada noche con dos orquestas dispuestos a
representar las escenas que nosotros queríamos que representaran. El
fusilamiento en las calles ha sido representado por voluntarios
enteramente; ¡casi todos eran los mismos que en 1917 habían
representando las cosas más seriamente que diez años después, en 1917!
Esto nos dio la posibilidad de restituir la atmósfera y la verdad de los
hechos.
Yo
digo siempre que una utilización semejante de las masas no es posible
más que en la U.R.S.S., porque no hay muchos países donde puedan
llevarse impunemente a la calle dos o tres mil obreros cargados de
fusiles.
Cuando
el film está terminado, antes de presentarlo en los teatros, se envía a
las fábricas y las aldeas, y las clases en él representadas hacen una
crítica severa. Es una tarea muy difícil la de controlar un film que
acaba de terminarse. Hace falta llevarlo a la fábrica y escuchar lo que
dice con objeto de modificar vuestro film y agregarle lo que sea
necesario para que llegue a expresar verdaderamente lo que vosotros
queréis que exprese."
La Revolución Soviética sólo fue posible en combate hasta el final contra el reformismo y el revisionismo como enemigo principal y contra todo imperialismo. Sólo así llegó el proletariado a la destrucción del viejo Estado y a instaurar su dictadura sobre las clases reaccionarias. Para esto se enfrentó a los cantos de sirena del revisionismo que trató por medio de la reforma de apartar a las masas de su tarea principal, la toma del poder destruyendo el Estado reaccionario. Los revisionistas en todo momento trataron de que los soviets, el Nuevo Poder, se convirtieran en meros órganos de "fiscalización" del gobierno reaccionario, intentando crear esperanzas e ilusiones, como los revisionistas actuales, en una "democratización" del Estado burgués como camino pacífico al socialismo. Claro está que en medio del sufrimiento de las masas y de la guerra imperialista, los dirigentes reformistas y revisionistas ocuparon lucrativos puestos en el Estado reaccionario.
El camino de los bolcheviques fue otro, preparar la destrucción del viejo Estado aislando a los revisionistas de las masas, denunciando su conciliación con la gran burguesía rusa, el papel reaccionario de la Constituyente y combatiendo la guerra imperialista sin ponerse al servicio de ninguna potencia imperialista. El camino de la reforma solo conduce a la perpetuación de las lacras del imperialismo para las masas, más hambre, más guerra.
En la actualidad, cuando estamos en los 50-100 años que señaló el Presidente Mao de barrimiento del imperialismo de la faz de la Tierra, las superpotencias (USA, China, Rusia) y otras potencias imperialista que se disputan el mundo, impulsan este camino reaccionario que se manifiesta como cretinismo parlamentario, socialismo del siglo XXI, constituyentes, etapas intermedias para acumular fuerzas, acuerdos de paz, revisionismo armado y acuerdos "tácticos" con las superpotencias y potencias imperialistas. Corresponde a la izquierda combatir estas posiciones que se dan dentro del MCI como reflejo de la lucha de clases a nivel internacional y de la crisis final del imperialismo, señalar a los dirigentes seguidores de la vía capitalista y por medio de una dura lucha de dos líneas llegar a la necesaria unidad del MCI para tomar el cielo por asalto.
El camino de los bolcheviques fue otro, preparar la destrucción del viejo Estado aislando a los revisionistas de las masas, denunciando su conciliación con la gran burguesía rusa, el papel reaccionario de la Constituyente y combatiendo la guerra imperialista sin ponerse al servicio de ninguna potencia imperialista. El camino de la reforma solo conduce a la perpetuación de las lacras del imperialismo para las masas, más hambre, más guerra.
En la actualidad, cuando estamos en los 50-100 años que señaló el Presidente Mao de barrimiento del imperialismo de la faz de la Tierra, las superpotencias (USA, China, Rusia) y otras potencias imperialista que se disputan el mundo, impulsan este camino reaccionario que se manifiesta como cretinismo parlamentario, socialismo del siglo XXI, constituyentes, etapas intermedias para acumular fuerzas, acuerdos de paz, revisionismo armado y acuerdos "tácticos" con las superpotencias y potencias imperialistas. Corresponde a la izquierda combatir estas posiciones que se dan dentro del MCI como reflejo de la lucha de clases a nivel internacional y de la crisis final del imperialismo, señalar a los dirigentes seguidores de la vía capitalista y por medio de una dura lucha de dos líneas llegar a la necesaria unidad del MCI para tomar el cielo por asalto.
LOS PRINCIPIOS DEL NUEVO CINEMA RUSO
S. M. EISENSTEIN
("Nuestro Cinema,. núm. 8 y 9, Enero-Febrero 1933)
Cuando S. M. Eisenstein terminó la realización de La línea general, vino con su película bajo el brazo a presentarla en los círculos de avanzada social de Berlín y de París. En
muchas ocasiones se vio imposibilitado de exponer ampliamente sus
lecciones, ante la represión policíaca, mitad por lo que encontraba de
«peligroso» en su film, mitad por lo que consideraba como material
«agresivo» en la conferencia con que Eisenstein acompañaba su
proyección.
Nosotros
recogemos la conferencia que con el título de LOS PRINCIPIOS DEL NUEVO
CINEMA RUSO servía a Eisenstein, primeramente para fijar su posición
ante el cinema y sus problemas, y después para divulgar sobre los
comienzos y formas en que se produce y se basa el cinema soviético, en
oposición siempre al cinema capitalista de Alemania, Francia y Estados
Unidos.
N. C.
Debo
comenzar diciendo que el objeto de nuestro cinema no es el de
constituir un pasatiempo agradable ni una distracción. Para nosotros el
cine es siempre una cosa muy seria que tiene una razón instructiva y
cultural de ser. Obedeciendo a este principio nos esforzamos desde el
comienzo de nuestra producción por obtener bases serias y científicas
para todas las cuestiones de arte y particularmente para el cinema. Hace
cuatro años se ha creado en Moscú una especie de Universidad del
cinema, donde se forman jóvenes que han de llegar a ser régisseurs, operadores
o actores. En esta Universidad, que es, según creo, única en el mundo,
funcionan laboratorios de investigaciones experimentales, donde pueden
hacerse ensayos.
Por
otra parte, no es la única organización que trabaja por el cinema en
U.R.S.S. Las Universidades de Moscú y Leningrado disponen de centros de
estudios sobre el análisis psicológico del espectador que se ocupan de
todas las cuestiones semejantes y sus métodos.
Hay
también organizaciones que mantienen el contacto con el espectador para
poder estudiarlo mejor, como la “Sociedad de los amigos del film
soviético”, que extiende sus células por
todas las grandes fábricas, por las villas, por todos los lugares en
los cuales es necesario hacer encuestas sobre lo que los trabajadores
piensan respecto a los films. La "Sociedad de los amigos del cine” hace
cuestionarios dirigidos a los espectadores sobre las formas
cinematográficas empleadas, sobre la comprensión del film,
preguntándoles qué es lo que más les ha chocado en un film, sobre lo que
responde a las intenciones del público, sobre lo que no responde. Los
materiales que resultan de semejante investigaciones se coleccionan, se
analizan y se utiliza la lección que de ellos resulta.
Como
sabe el lector, las nuevas formas de arte son siempre obtenidas y
derivadas de nuevas formas sociales. La idea que preside a nuestro
cinema es la misma que en tiempos recientes presidió a la revolución.
Esto es, el predominio del elemento colectivo sobre el elemento
individual.
Ya
se sabe el rol que el colectivismo juega en la vida social rusa y en la
revolución. No es necesario insistir sobre ello, pero yo quiero deciros
cómo ese concepto determina todos los puntos de nuestro cinema, tanto
del lado comercial, del lado de la producción, como del lado estético y
artístico. Enfrentémonos con el lado comercial.
Nosotros
tenemos un monopolio del cinema; toda la producción y la distribución
del film es monopolizada por el Estado. Esto nos da grandes facilidades
para conseguir nuestro fin instructivo y cultural. Ya sabéis que el film
instructivo no reporta tanto dinero como el film pornográfico o el de
aventuras. Nosotros exigimos, pues, a nuestros grandes films de historia
o de aventuras proyectados en las grandes salas del extranjero, que nos
procuren el dinero necesario para crear los “cinemas de aldea”cinemas
ambulantes que pueden llegar a las esquinas más apartadas de nuestra
gran república. El rol de estos cinemas ambulantes es esencial para el
desenvolvimiento cultural de las pequeñas repúblicas nacionales que
entran en la unión soviética.
Ciertas
repúblicas pequeñas no podrán sostener por sí mismas una empresa
cinematográfica que trabajara sobre los temas singulares de cada una. Si
pensáis en las pequeñas repúblicas musulmanas donde existe todavía el
problema de la emancipación de la mujer, comprenderéis que allí el film
debe ser un instrumento de propaganda necesario para la emancipación,
pero esto no es posible más que con la ayuda del Estado, porque las
pequeñas repúblicas musulmanas son demasiado limitadas para asegurar su
producción.
Lo mismo ocurre con los films para los aldeanos. Los films del género de La lucha por la tierra son muy importantes porque deben explicar la utilidad de las máquinas a los campesinos, pero comercialmente son una catástrofe.
Se
dice, frecuentemente, contra la estatización que una monopolización de
la producción, suprimiendo la competencia, puede perjudicar las
cualidades de la obra de arte. Esto no es verdad.
Si
vosotros leéis nuestros periódicos, podréis ver que en todos los
dominios un nuevo valor reemplaza a la competencia; este es el “amor
propio”.
Una
fábrica de Moscú, verbigracia, envía un desafío a una fábrica de
Leningrado y le dice que va a producir más que ella, menos caro y mejor.
Entonces se celebra entre las dos fábricas, durante un año o seis
meses, una competencia puramente deportiva.
Lo
mismo ocurre en el cinema, y las fábricas cinematográficas se lanzan
los mismos desafíos sobre la calidad de sus films. Esto es un precioso
estimulante del trabajo.
Así juega el movimiento colectivista un gran rol en la producción de films.
Por de pronto cuando escogemos un tema
no tenemos en cuenta nuestros nervios, nuestra diversión o nuestra
curiosidad. Cuando nosotros escogemos un tema es siempre un tema que
interese a las masas y que tenga un valor actual para todo el mundo.
Tenemos,
para el film como para todos los otros terrenos de nuestra industria,
un plan de cinco años. Es un plan que fija los temas primarios y las
cuestiones principales que deben ser resueltos durante estos cinco años
en el cinema. Se reserva un puesto para los temas imprevistos que la
actualidad pueda suministrar, pero existe un plan general al que uno
debe atenerse. Los problemas con que nosotros nos enfrentamos son
siempre aquellos que tienen una gravedad más apremiante. Por ejemplo, La lucha por la tierra[1] tiene
como asunto la necesidad de la industrialización y la organización
cooperativa de las aldeas. También las cuestiones de moral y familia,
obligadas por las condiciones nuevas a buscar soluciones nuevas, nos
provocan continuamente nuevos temas cinematográficos. Una vez encontrado
el tema, se traspasa con una orden a un escenarista o un régisseur profesional,
quien construye un escenario. Cuando el escenario está terminado, se le
discute colectivamente en las fábricas o en los lugares especiales
interesados por la cuestión propuesta. Si se trata de un film aldeano
como La lucha por la tierra, se discute el escenario en los
medios aldeanos, y, sabiendo que es un film hecho para él, cada
campesino se interesa, da su opinión, dice lo que él piensa del tema,
ayuda y construye -por su conocimiento del ambiente- a los temas
empeñados, y cumple así el rol que nosotros deseamos que cumpla.
Cuando
comienza la filmación, las masas y las colectividades contribuyen
también a su realización. Por ejemplo, en los grandes films de masas
como La lucha por la tierra y Los diez días que asombraron al mundo, las grandes escenas de masas son representadas por obreros actores gratuitos y espontáneos. Cuando en Los diez días necesitamos
realizar el asalto al Palacio de Invierno, dos o tres mil obreros
venían cada mañana y cada noche con dos orquestas dispuestos a
representar las escenas que nosotros queríamos que representaran. El
fusilamiento en las calles ha sido representado por voluntarios
enteramente; ¡casi todos eran los mismos que en 1917 habían
representando las cosas más seriamente que diez años después, en 1917!
Esto nos dio la posibilidad de restituir la atmósfera y la verdad de los
hechos.
Yo
digo siempre que una utilización semejante de las masas no es posible
más que en la U.R.S.S., porque no hay muchos países donde puedan
llevarse impunemente a la calle dos o tres mil obreros cargados de
fusiles.
Cuando
el film está terminado, antes de presentarlo en los teatros, se envía a
las fábricas y las aldeas, y las clases en él representadas hacen una
crítica severa. Es una tarea muy difícil la de controlar un film que
acaba de terminarse. Hace falta llevarlo a la fábrica y escuchar lo que
dice con objeto de modificar vuestro film y agregarle lo que sea
necesario para que llegue a expresar verdaderamente lo que vosotros
queréis que exprese.
Respecto
a las fórmulas cinematográficas, el movimiento colectivista juega
igualmente un poderoso rol. La necesidad de hacer films de valor
colectivo nos ha ayudado a romper el triángulo sagrado de la dramaturgia
clásica, que comprende el marido, la mujer y el amante.
Nosotros
queremos entrar en la vida. Si hacemos un film que concierne a la vida
de la flota, vamos a Odesa, a Sebastopol, entramos en el medio de los
marinos, estudiamos la atmósfera, los sentimientos de estas gentes, y
conseguimos así obtener
el sentimiento medio que nos interesa. Si es un film aldeano, vamos a
las aldeas y pasamos el tiempo entre los campesinos, preparándonos para
obtener el color local y el sentimiento de la tierra.
Ya
hemos dicho que el cinema no es sólo representado por actores
profesionales; creemos que los simples particulares pueden, a veces,
expresar mejor sus sentimientos, ser más naturales que los actores de
oficio. En muchos casos es sencillamente una cuestión de tiempo.
Si
un actor para representar un papel de viejo ha tenido dos o tres
jornadas para prepararse y para la representación, un verdadero viejo
tiene ya sesenta años ganados para representar su papel, y debe
portarse, por tanto, mejor que un actor. Pero la consecución de actores
no profesionales encierra muchas dificultades. Debe encontrarse en una
muchedumbre de rostros las expresiones y las cabezas que quieren tenerse
para que correspondan a la idea con que se ha hecho el escenario. Hace
falta descubrir en los personajes reales la expresión característica que
flota en vuestra imaginación.
Cuando
se ha encontrado el personaje, comienzan otras dificultades. Abordáis a
este personaje y le decís: ¿Quiere usted ser filmado? casi todos
contestan: Sí. Pero, casi inmediatamente agregan que ellos no se dejan
fotografiar más que en familia. Es una tradición para la fotografía: el
marido, la mujer, los hijos, la abuela se niegan a separarse y es
difícil hacerles comprender que no hay necesidad de todos ellos. A veces
es, a pesar de todo, imposible; en La lucha por la tierra hay
una mujer que no ha consentido en ser fotografiada más que con la
condición de tener a su lado a su suegra, porque su marido estaba en
otra aldea y ella temía que se dijeran malas cosas sobre ella.
En
estos casos hay un truco a emplear, consiste en tomar el cuadro dejando
fuera a la persona que no queréis vosotros fotografiar.
Hay
todavía una dificultad más complicada cuando se quiere que un
personaje, que es honrado en la vida, represente en el film un rol
negativo. Representar un papel positivo es muy fácil, pero representar
el papel de “malo” es muy difícil porque hay siempre miedo de que entre
los conocidos y los vecinos se tomen por reales las malas acciones
cometidas ante el écran.
Hay todavía otros obstáculos. Durante nuestros trabajos para La lucha por la tierra tuvimos
que visitar regiones primitivas donde hay muchas tradiciones medievales
y donde encontramos dificultades extraordinarias. Debíamos, por
ejemplo, filmar una escena de bodas. El primer día habíamos reunido, con
facilidad, veinte muchachas que debían representar en estas nupcias.
Todo marchaba bien y habíamos comenzado a filmar, pero al segundo día
ninguna de las veinte muchachas se presentó en el taller. No podíamos
comprender por qué e indagamos inmediatamente lo que pasaba. Se nos
contó en seguida que las mujeres viejas, siempre opuestas al progreso,
habían convencido a las muchachas de que los aparatos de tomar las
vistas podían fotografiar a través de los vestidos y que las muchachas,
muy decentes durante la filmación, serían proyectadas desnudas como
ninfas. Naturalmente, nadie quería dejarse fotografiar en nuestro
cinema. Tuvimos que esforzarnos mucho para explicarles que aquello era
imposible. La presencia de los rayos X en aquella villa había producido
la creencia de que podía retratarse a través de todo.
La
misma idea general preside las nuevas formas de cinema que nosotros
buscamos actualmente. El cine no es considerado como el último estadio
del film soviético. Pero él ha dado la posibilidad de romper la
tradición del triángulo y ha de buscar otros modos de expresión en el
film. Yo no quiero empequeñecer el rol de los actores de films
históricos, de documentales o de abstractos. La gran diferencia entre
sus buscas y las buscas del film de masas es que el film abstracto no se
ocupa de organizar ni de provocar las emociones principalmente
sociables del auditorio, mientras que el film de masas se devana
primordialmente en estudiar cómo se puede por la imagen
y la composición de las imágenes provocar la emoción de los
espectadores. Nosotros no tenemos el recurso del asunto de aventuras,
del asunto policíaco u otro; nos hace falta, por consiguiente, encontrar en la imagen y en sus combinaciones los medios para provocar las emociones perseguidas.
Es
una cuestión de la cual nos hemos ocupado mucho. Después de haber
trabajado mucho en esta dirección estamos enfrentados con la más grave
tarea de nuestro arte: expresar por la imagen las ideas abstractas,
concentrarlas de alguna manera; y esto no traduciendo una idea por
cualquier anécdota o historia, sino encontrando directamente en la
imagen o en las combinaciones de imágenes el medio de provocar
reacciones sentimentales provistas y computadas con anterioridad.
Yo no sé si me explico claramente, pero considero la idea bastante comprensible por ella misma.
Se
trata de realizar una serie de imágenes compuestas de tal manera que
provoque un movimiento afectivo, que despierte en su torno una serie de
ideas. De la imagen al sentimiento, del sentimiento a la tesis. Existe,
evidentemente, procediendo así, el peligro de caer en lo simbólico; pero
no se debe olvidar que el cinema es el único arte concreto que sea al
propio tiempo dinámico y que pueda expresar las operaciones del
pensamiento. Los
otros artes no pueden excitar con igual potencia al pensamiento porque
son estáticos y pueden solamente darle la réplica al pensamiento sin
desenvolverlo realmente. Yo creo que la falta de excitación intelectual
de que puede tacharse a los demás artes es conseguida por el cinema.
Esta será la obra histórica del arte de nuestro tiempo, porque nosotros
sufrimos un dualismo terrible entre el pensamiento, la especulación
filosófica pura y el sentimiento, la emoción.
En
los tiempos primitivos, los tiempos mágicos y religiosos, la ciencia
era a la vez un elemento de emoción y un elemento de saber colectivo.
Después, con el dualismo las cosas se han separado y nosotros tenemos de
una parte la filosofía especulativa, de la otra el elemento emocional
puro.
Nosotros
debemos, ahora, dar una vuelta, no hacia el estado primitivo que era el
estado religioso, pero sí hacia una síntesis del elemento emocional y
el intelectual.
Creo
que sólo el cinema es capaz de alcanzar esta síntesis retrayendo el
elemento intelectual a sus fuentes vitales concretas y emocionales. He
ahí nuestra tarea y el camino en que estamos empeñados. Este sería el
punto de partida del próximo film que yo pienso hacer, el cual debe
hacer pensar dialécticamente a nuestro obrero y a nuestro campesino.
Este film se titulará El capital de Marx.
Como
conclusión quiero deciros, todavía, que nuestros films son considerados
por nosotros como una producción colectiva: porque nosotros intentamos
expresar por nuestras obras tanto como sea posible las ideas y los
intereses de las masas creadoras, y si nuestros films tienen una fuerza y
un temperamento, esto no es más que la fuerza y el temperamento, así
como de la voluntad de las masas creadoras que construyen, con esfuerzo enorme, el socialismo en nuestra unión.