NOTAS SOBRE EL CINEMA SOVIÉTICO
Ramón J. Sender,
uno de nuestros primeros escritores que han puesto su pluma al servicio de la cultura
y la clase proletaria. ha realizado últimamente un viaje de estudios por la
Unión Soviética. Sus impresiones objetivas y subjetivas, su entusiasmo por la
obra que están llevando a cabo los soviets en U.R.S.S. han quedado grabados en
el diario madrileño La Libertad y han merecido el aplauso unánime y justo del
proletariado español que ha visto en Sender a un defensor de su clase.
A su regreso
de la Unión Soviética, Ramón J. Sender nos ha visitado en París. NUESTRO CINEMA
ha solicitado sus impresiones sobre el cine soviético y sobre el cine en Rusia.
Sender ha correspondido a nuestro deseo y nos ha concretado estas notas que tanto
le agradecemos y con tanto placer ofrecemos a nuestros lectores.
N.C.
El cinema soviético podía ser un elemento de primer
orden en la balanza comercial soviética si cuidaran más la producción para los
mercados de los países capitalistas. Yo he visto obras sencillamente magníficas
que no pueden exhibirse fuera de Rusia por razones políticas. Y es una lástima,
porque en ellas hay lecciones técnicas a veces formidables.
—
De modo general,
lo característico. a mi juicio, es que han eliminado los factores eróticos o
los han reducido a segundo o tercer término. Coincide con lo que acabamos de
decir, la ausencia de lo sentimental en todos los aspectos. Se sustituye por la
pasión social y política. Pero también esto está limitado cuidadosamente para
evitar el peligro del «monumentalismo». Ya se ha visto que en esa manía de lo
monumental cae de lleno el cine fascista.
—
Con estos
elementos y la casi eliminación del actor profesional, se logran films
soberbios en las películas «de composición». En los documentales «de masas» no
pueden ser igualados por ningún país, y eso no hace falta explicarlo. Esos dos
géneros, en los que el cine soviético como el cine comercial burgués se divide,
se consideran en la Unión como un arma más de lucha de clases. Los realizadores jóvenes. Trauberg, Youtkevitch,
Ermler, han dado obras maestras, algunas de las cuales son conocidas fuera de
Rusia. Los viejos, como Eisenstein, son ya de solera clásica.
—
Se proyectan
también en los cines de Moscú y de las grandes ciudades algunos films de
importación. Hemos visto en el cine Udarnic una película americana que hace
años vimos aplaudir a la pequeña burguesía madrileña. La película era una «alta
comedia». Gentes de frac, salones, conflicto sentimental y boda con los tipos
característicos: el viejo soltero y cínico, la dama de alcurnia, el hijo
heroico que vuelve de la guerra. El público lo componían obreros, soldados y
campesinos –todos son una de esas tres
cosas en la Unión-, y ante las escenas más sentimentales y más patéticas reían
como si se tratara de un film de Charlot. Hasta tal punto ha sido educada ya la
sensibilidad del espectador de cine por la producción soviética.
—
Técnicamente, el
contraste de las películas americanas que se exhiben allá, con las soviéticas,
no puede ser más desfavorable para aquéllas. El público lo percibe con
fruición.
—
Hay una critica
rigurosa de los films desde todos los puntos de vista. Se desperdicia mucho
celuloide porque, con justicia, se considera la pantalla como un formidable
elemento educador. Las películas documentales son expuestas a una «crítica de masas». Yo recuerdo un documental
de la guerra en la frontera china, en donde hubo que cortar todo lo que
significaba «composición». El documental debía ser un reflejo fiel de los
hechos. Había también cierta fruición heroica que por indicación de los espectadores
hubo que suprimir porque se prestaba al «monumentalismo». El sentido crítico de
las masas de cine, allí es cada día más agudo y se le educa técnicamente desde
la Prensa profesional. Yo he visto en el cine soviético reflejadas todas las
modalidades de la organización social soviética. En especial la altura técnica
y el sentido de la eficacia política.
—
Dentro de la
Unión el cine soviético representa un triunfo artístico que recuerda aquella
certera previsión de Lenin: «El cine será el nuevo arte soviético». Esa
previsión está totalmente realizada. Yo creo, sin embargo, que ahora que el mercado europeo está amenazado por el cine
fascista, el cinema soviético debía salir de las fronteras y dar la batalla fuera.
Su triunfo sería seguro.
Ramón J. SENDER
(«Nuestro Cinema»
núm. 13. Octubre 1933)