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miércoles, 22 de junio de 2016

¡ELECCIONES, NO! ¡GUERRA POPULAR, SI!





CONTRA EL CRETINISMO PARLAMENTARIO:

«Una ley es una medida política. La economía no puede ser prohibida con ninguna medida política» (Lenin.Sobre la caricatura del marxismo y el «economismo imperialista»)

Estas elecciones son una muestra más de la crisis política, económica, social y moral del imperialismo español. Estas elecciones, que se convocan tras una legislatura de pocos meses que ha acabado sin nuevo gobierno, es un síntoma más de la profundidad de ésta crisis.

Tras más de 8 años de crisis económica, con un paro que no baja y empobrecimiento constante de la mayor parte de la población, a la vez que los casos de corrupción política no cesan de hacerse públicos, los viejos y los «nuevos» partidos, surgidos para apuntalar el sistema, nos prometerán de todo cuando no hay salida para los parados, para los que tiene un trabajo precario, para la mayor parte de los jubilados, para los que huyen de la guerra imperialista, para los que han perdido su vivienda o la van a perder en breve, para los que no pueden pagar servicios básicos como la luz o el agua etc. Las elecciones sólo servirán para conocer al gestor de la gran burguesía española y para que continúe la explotación de las masas populares.

Otros problemas seguirán. Como el llamado «problema de las periferias». En el País Vasco-Navarro el movimiento abertzale ya ha renunciado a casi todo para que unos pocos dirigentes encuentren su acomodo dentro de las instituciones del Estado. Por fin, han conseguido la libertad de Otegui, pero centenares de presos han sido abandonados.

En Cataluña, la pequeña burguesía tendrá que replantearse cuáles son sus aliados: o una gran burguesía catalana que la traicionará, o el reformismo y el revisionismo que sólo trata de apuntalar el Estado imperialista español o las amplias masas que luchan contra la explotación y la opresión.

De Podemos, “mareas” y otros sembradores de falsas ilusiones, ya conocemos sus prácticas. En Madrid, con ayuntamiento del «cambio» hay cosas que no cambian y otras empeoran, se producen más de 300 desahucios al mes, ese engendro que montó el ayuntamiento llamada Oficina de Intermediación Hipotecaria (OIH), no ha solucionado el problema de la vivienda, tanto es así que el propio ayuntamiento la va a cambiar de nombre. La OIH se creó creando falsas esperanzas, tratando de convertir un problema social en un problema técnico, desmovilizar y meter a sus allegados a sueldo del ayuntamiento. La explosión de la PAH Madrid es un ejemplo de lo que nos viene de manos de estos «ilusionistas»: tratar de reventar toda oposición popular organizada y al margen de las instituciones del Estado. Mientras, el deterioro de todos los servicios públicos, transporte, limpieza, continúa como en los últimos años. En el otro ayuntamiento emblemático, Barcelona, ha quedado claro que donde gobierna la «nueva política» las propiedades de los bancos siguen siendo sagradas. En el llamado banco expropiado del barrio de Gracia, su desalojo, que ha sido propiciado por el propio ayuntamiento de Barcelona, ha provocado tanto una importante resistencia popular como una fuerte represión. También  en el caso de los manteros, las perspectivas que tenían con el nuevo ayuntamiento han sido totalmente defraudadas, incluso se les ha reprimido más y cuando han resistido han sido criminalizados por el propio ayuntamiento de Barcelona.

Los programas electorales y las listas de los «podemos» hablan por sí mismas: compartiendo lista se encuentran los Oteguis del resto de Estado junto a militares, guardiciviles, jueces y viejos reformistas y revisionistas como Carlos Fernandez Liria que en 2012 firmó un llamamiento para la intervención imperialista en Siria. Después de destruir Siria tienen la hipocresía de «defender» a los refugiados.

No hay ninguna esperanza para el pueblo dentro de este sistema que se hunde en medio de la represión a toda resistencia, del hambre, de la miseria  y de guerras imperialistas. Es urgente la reconstitución del Partido Comunista, Partido marxista-leninista-maoísta para iniciar guerra popular y destruir del viejo Estado a la vez que se construye una nueva sociedad sin explotados ni explotadores.

¡ELECCIONES NO! ¡GUERRA POPULAR SI!
¡VIVA EL MAOÍSMO! ¡ABAJO EL REVISIONISMO!

sábado, 1 de diciembre de 2012

LUCHA DE CLASES - LENIN


SOBRE LA LUCHA DE CLASES
(2 - Lenin)

Y sobre la misma cuestión fundamental, la lucha de clases, veamos lo sentado por Lenin; así sobre insurrección armada y lucha sindical y no contraponerlas:

“Es erróneo desde el punto de vista teórico establecer un paralelo entre estas dos tareas, presentándolas como si estuviesen situadas en el mismo nivel: la ‘tarea de preparar la insurrección armada’ y la ‘tarea de dirigir la lucha sindical’. Una tarea en el primer plano y otra en el segundo. Hablar así significa comparar y establecer un paralelo entre cosas de distinto orden. La insurrección armada es un medio de lucha política en un momento dado. La lucha sindical es una de las manifestaciones de todo el movimiento obrero permanentes, siempre necesarias bajo el capitalismo y obligatorias en todos los momentos. Engels, en un lugar citado por mí en ¿Qué hacer? distingue tres formas fundamentales de la lucha proletaria: la económica, la política y la teórica, esto es, la sindical, la política y la teórica (científica, ideológica, filosófica). ¿Cómo es posible colocar juntas una de estas formas fundamentales de lucha (la sindical) y el método propio de otra forma fundamental de lucha en un momento dado; colocar junto a la lucha sindical, como ‘tarea’, un medio de lucha política que tiene carácter de actualidad y que se halla lejos de ser el único? Esto es simplemente absurdo...Junto a la ‘tarea de dirigir la lucha sindical’ solo se puede colocar la tarea de dirigir toda la lucha política en general, la tarea de sostener la lucha ideológica en general y en su conjunto, y de ningún modo tales o cuales tareas parciales, determinadas y actuales de la lucha política o ideológica.
[…]
“Desde el punto de vista de la táctica, la resolución, en su forma actual, plantea las tareas de la insurrección armada de una manera muy desafortunada. La insurrección armada es el medio supremo de la lucha política. Para el éxito de la insurrección desde el punto de vista del proletariado, es decir, para el éxito de una insurrección proletaria y dirigida por la socialdemocracia, y no de otra insurrección, es preciso un amplio desarrollo de todos los aspectos del movimiento obrero. Por eso, es archidesacertada la idea de contraponer la tarea de la insurrección a la tarea de dirigir la lucha sindical. Así se rebaja y se empequeñece la tarea de la insurrección. En lugar de la suma y coronación de todo el movimiento obrero en su conjunto, se destaca aparte la tarea de la insurrección.
[…]
“El centro de gravedad no está en que los sindicatos sean ‘estrechos’, sino en vincular este aspecto (estrecho por ser uno solo) con los demás. Por consiguiente, o quitar esto o hablar una vez mas de la necesidad de crear y reforzar la ligazón de un aspecto con todos los demás, impregnar a los sindicatos de un contenido social demócrata (léase comunista) de propaganda socialdemócrata, incorporarlos a toda la labor socialdemócrata, etc.”
[…]
“Los sindicatos podrían ampliar la base de la que nosotros extraigamos la fuerza para la insurrección, de modo que, lo diré una vez más, es erróneo contra poner lo uno a lo otro...
[…]
“Es preciso no quedar al margen y, por encima de todo, no dar motivo para pensar que hay que quedar al margen, sino esforzarse por participar, por influir, etc. Pues hay una capa especial de obreros, los de edad madura, los que tienen familia, que aportan muy poco en la lucha política ahora, pero mucho en la lucha sindical. Hay que aprovechar esta capa, orientando sus pasos en este aspecto de la lucha. Para la socialdemocracia de Rusia es importante actuar con tino desde el comienzo mismo en los sindicatos, crear enseguida una tradición de iniciativa socialdemócrata, de participación socialdemócrata y de dirección socialdemócrata en este aspecto. Desde luego, pueden faltar fuerzas en la práctica, pero esto ya es una cuestión muy distinta; a demás, si se sabe utilizar todas las diversas fuerzas, siempre las encontraremos también para los sindicatos. ¡Se han encontrado fuerzas para escribir una resolución sobre los sindicatos, es decir, para dirigirlos ideológicamente, y en esto está el quid!” (“A S.I.Gusev”).


O hablando de “nuevos métodos de enseñar el dogma”, “las verdades del marxismo”:

“Una época revolucionaria es para la socialdemocracia (como en todos los casos léase comunismo) lo mismo que los tiempos de guerra para un ejército. Es preciso multiplicar los cuadros de nuestro ejército, hacer que de reemplazos de paz se conviertan en reemplazos de guerra, movilizar las reservas, encuadrar bajo las banderas a los permisionarios, organizar nuevos cuerpos, destacamentos y servicios auxiliares. No hay que olvidar que en la guerra es inevitable y necesario completar filas con reclutas menos preparados, reemplazar a cada paso a oficiales con simples soldados, acelerar y simplificar la promoción de soldados como oficiales.
Hablando sin metáforas: es preciso ampliar en gran medida toda clase de organizaciones del Partido o afectas a él para ir, siquiera sea en cierto grado, al compás del torrente centuplicado de la energía revolucionaria popular. Esto no significa, claro esta, que se deba relegar la firme preparación y la instrucción sistemática en las verdades del marxismo; pero es preciso tener en cuenta que ahora, en la preparación y en la instrucción, revisten mucha mas importancia las propias acciones militares, que educan a los no iniciados precisa y exclusivamente en nuestro espíritu. Es preciso tener presente que nuestra fidelidad ‘doctrinaria’ al marxismo se reafirma ahora por el hecho de que el curso de los acontecimientos revolucionarios da en todas partes lecciones concretas a las masas, y todas estas lecciones corroboran precisamente nuestro dogma. Por consiguiente, nosotros no hablamos de renunciar al dogma, ni de atenuar nuestra desconfianza y nuestros recelos hacia los intelectuales indefinidos y los botarates revolucionarios, sino todo lo contrario. Hablamos de los nuevos métodos de enseñar el dogma, métodos que un socialdemócrata no puede olvidar. Hablamos de lo importante que ahora es utilizar las lecciones concretas de los grandes acontecimientos revolucionarios para enseñar, no ya a los círculos, sino a las masas, nuestras viejas lecciones ‘dogmáticas’ relativas, por ejemplo, a la necesidad de fundir prácticamente el terror con la insurrección de las masas y a que tras el liberalismo de la sociedad instruida rusa es preciso saber advertir los intereses de clase de nuestra burguesía.
O sea que no se trata de debilitar nuestras exigencias socialdemócratas y nuestra intransigencia ortodoxa, sino de reforzar lo uno y lo otro por nuevos caminos, con nuevos métodos de instrucción. En tiempos de guerra es preciso instruir a los reclutas directamente en las acciones militares. ¡Asimilad, pues, con más audacia los nuevos métodos de instrucción, camaradas! ¡Formad con más audacia nuevos y nuevos destacamentos, enviados al combate, reclutad más jóvenes obreros, ampliad los marcos habituales de todas las organizaciones del Partido, comenzando por los comités y terminando por los grupos de fábrica, sindicatos de taller y círculos estudiantiles! Recordad que toda lentitud por nuestra parte en esta obra redundará en beneficio de los enemigos de la socialdemocracia, pues los nuevos arroyos buscarán salida inmediatamente y, al no encontrar un cauce socialdemócrata, buscarán otros cauces. Recordad que cada paso práctico del movimiento revolucionario enseñará de manera inevitable e indefectible a los jóvenes reclutas precisamente la ciencia socialdemócrata, puesto que esta ciencia se basa en la apreciación objetiva y exacta de las fuerzas y tendencias de las diferentes clases, y la revolución no es otra cosa que la destrucción de las viejas superestructuras y la acción independiente de las diferentes clases, que tienden a crear a su modo una nueva superestructura. Pero no rebajéis nuestra ciencia revolucionaria reduciéndola a un dogma libresco, no la envilezcáis con frases miserables sobre la táctica-proceso y la organización-proceso, con frases que justifican la confusión, la indecisión y la falta de iniciativa. Dejad ancho campo a las más diversas iniciativas de los grupos y círculos más diferentes, teniendo presente que su acierto en la elección de camino está asegurado, no sólo y no tanto por nuestros consejos como por los dictados inexorables de la propia marcha de los acontecimientos revolucionarios. Se ha dicho hace ya mucho que en política hay que aprender a menudo del enemigo. Y en los momentos revolucionarios, el enemigo nos impone siempre justas deducciones con singular ejemplaridad y rapidez.” (“Nuevas tareas y nuevas fuerzas”).


O planteando la necesidad de “arduas acciones preparatorias”:

“…hoy te ponen en la mano la papeleta electoral: tómala aprende a organizarte para golpear con ella a tus enemigos y no para enviar al parlamento a unos prebendados que se aferran al escaño por temor a la cárcel. Mañana te quitan la papeleta electoral y te ponen en la mano un fusil y un excelente cañón de tiro rápido, última palabra de la técnica: toma estos instrumentos de muerte y destrucción, no prestes oído a los jeremías sentimentales que temen la guerra; en el mundo aún quedan demasiadas cosas que deben ser destruidas por el hierro y por el fuego para emancipar a la clase obrera, y si en las masas crecen la ira y la desesperación, si hay una situación revolucionaria, prepárate para crear nuevas organizaciones y para utilizar esos instrumentos tan útiles de muerte y destrucción contra tu gobierno y tu burguesía.
No es fácil hacerlo, no cabe duda. Para ello harán falta arduas acciones preparatorias. Se requerirán muchos sacrificios. Es una nueva forma de organización y de lucha, que también debe ser aprendida, pero la ciencia no se adquiere sin errores ni derrotas. Esta forma de la lucha de clases es a la participación en las elecciones lo que el ataque es a las maniobras, a las marchas o a la permanencia en las trincheras. En la historia esta forma de lucha está muy pocas veces a la orden del día, pero en cambio su significación y sus consecuencias se extienden a decenios enteros. Los días en que se puede y se debe poner a la orden del día estas formas de lucha equivalen a veintenas de años de otras épocas históricas.” (“La bancarrota de la II Internacional”).


Así como esta científica conclusión que la clase, el proletariado y el pueblo deben tener muy presente:

“Una clase oprimida que no aspirase a aprender el manejo de las armas, a tener armas, esa clase oprimida solo merecería que se la tratara como a los esclavos. Nosotros, si no queremos convertirnos en pacifistas burgueses o en oportunistas, no podemos olvidar -que vivimos en una sociedad de clases, de la que no hay ni puede haber otra salida que la lucha de clases. En toda sociedad de clases -ya se funda en la esclavitud, en la servidumbre, o, como ahora, en el trabajo asalariado-, la clase opresora está armada. No solo el ejército regular moderno, sino también la milicia actual -incluso en las repúblicas burguesas más democráticas, como, por ejemplo, en Suiza-, representan el armamento de la burguesía contra el proletariado. Esta es una verdad tan elemental, que apenas si hay necesidad de detenerse especialmente en ella. Bastará recordar el empleo del ejército contra los huelguistas en todos los países capitalistas.
El armamento de la burguesía contra el proletariado es uno de los hechos más considerables, fundamentales e importantes de la actual sociedad capitalista. ¡Y ante semejante hecho se propone a los socialdemócratas revolucionarios que planteen la ‘reivindicación’ del ‘desarme’! Esto equivale a renunciar por completo al punto de vista de la lucha de clases, a renegar de toda idea de revolución. Nuestra consigna debe ser: armar al proletariado para vencer, expropiar y desarmar a la burguesía. Esta es la única táctica posible para una clase revolucionaria, táctica que se desprende de todo el desarrollo objetivo del militarismo capitalista, y que es prescrita por este desarrollo.” (“El programa militar de la revolución proletaria”).


O sus grandes tesis, plenamente válidas, sobre imperialismo, proceso de la burguesía, situación internacional contemporánea y era de guerra:

“Hay que empezar por definir, del modo mas exacto posible y completo, lo que es el imperialismo. El imperialismo es una fase histórica especial del capitalismo que tiene tres particularidades; el imperialismo es: 1) capitalismo monopolista; 2) capitalismo parasitario o en descomposición; 3) capitalismo agonizante.” (“El imperialismo y la escisión del socialismo”)

“El imperialismo es la continuación del desarrollo del capitalismo, su fase superior, en cierto aspecto, una fase de transición hacia el socialismo.
No puedo por tanto considerar la adición de una análisis del imperialismo al análisis de las características básicas del capitalismo en general como ‘mecánica’. El imperialismo, en realidad, no transforma ni puede transformar el capitalismo de arriba abajo. El imperialismo complica y acentúa las contradicciones del capitalismo, ‘embrolla’ el monopolio con la libre competencia, pero no puede eliminar el cambio, el mercado, la competencia, las crisis, etc.
El imperialismo es el capitalismo marchitándose, pero que aún no se ha marchitado, agonizante, pero no muerto. No los simples monopolios, sino los monopolios en conjunción con el cambio, los mercados, la competencia, las crisis -tal es la característica esencial del imperialismo en general.” (“Materiales para la revisión del programa del Partido”).

“La división usual en épocas históricas...es esta: (1) 1789-1871; (2) 1871-1914; (3) 1914-?... La primera época, de la gran revolución francesa a la guerra franco-prusiana, es la época del auge de la burguesía, de su completa victoria. Esta es la línea ascendente de la burguesía, la época de los movimientos democrático-burgueses en general, de los movimientos nacional burgueses en particular, la época del rápido derrumbe de las anticuadas instituciones feudales absolutistas. La segunda época es la época del completo dominio y la declinación de la burguesía, una época de transición de la burguesía progresista al reaccionario, incluso el más reaccionario, capital financiero. Esta es la época cuando se están preparando y se están agrupando lentamente las fuerzas de una nueva clase de democracia contemporánea. La tercera época, que está apenas comenzando, coloca a la burguesía en la misma `posición' que ocuparon los señores feudales durante la primera época. Esta es la época del imperialismo y de las convulsiones imperialistas y de las convulsiones producidas por el imperialismo.
Los conflictos internacionales en la tercera época, en lo que respecta a la forma, siguen siendo los mismos conflictos internacionales de la primera época, pero su contenido social y de clase ha cambiado fundamentalmente. El circunambiente histórico objetivo ha pasado a ser enteramente distinto.
En lugar de la lucha del capital ascendente que procura la liberación nacional contra el feudalismo, ha aparecido la lucha del mas reaccionario, anticuado y agonizante capital financiero, que va de cabeza a su ruina, contra las nuevas fuerzas. El marco de los estados nacional-burgueses, que en la primera época fue un apoyo para el desarrollo de las fuerzas productivas de la humanidad, en el proceso entonces de liberarse del feudalismo, ha pasado ahora, en la tercera época a convertirse en un obstáculo para el ulterior desarrollo de las fuerzas productivas. De una clase ascendente y avanzada la burguesía se ha convertido en una clase que se hunde, decadente, internamente muerta, reaccionaria. La clase ascendente -en una amplia escala histórica-lo es ahora otra enteramente distinta.” (“Bajo una bandera ajena”).

“Las relaciones económicas del imperialismo constituyen la base de la situación internacional hoy existente. A lo largo de todo el siglo XX se Ha definido por completo esta nueva fase del capitalismo, su fase superior y última.” (“El Congreso de la Internacional Comunista”).

“¿Cuál es la idea mas importante, la idea fundamental de nuestras tesis? Es la distinción entre pueblos oprimidos y pueblos opresores. Nosotros subrayamos esta distinción, en oposición a la II Internacional y a la democracia burguesa. Para el proletariado y para la Internacional Comunista tiene particular importancia en la época del imperialismo observar los hechos económicos concretos y tomar como base, al resolver las cuestiones coloniales y nacionales, no tesis abstractas, sino los fenómenos de la realidad concreta.
El rasgo distintivo del imperialismo consiste en que actualmente, como podemos ver, el mundo se halla dividido, por un lado, en un gran numero de pueblos oprimidos y, por otro, en un numero insignificante de pueblos opresores, que disponen de riquezas colosales y de una poderosa fuerza militar.” (Id.).

“Hemos visto ya cuantas dificultades causo la guerra civil en Rusia, y como esta se va entrelazando a toda una serie de guerras. Los marxistas no han olvidado jamas que la violencia acompañara inevitablemente a la bancarrota del capitalismo en toda su extensión y al nacimiento de la sociedad socialista. Y esta violencia llenara todo un período histórico mundial, toda una era de las guerras mas variadas: guerras imperialistas, guerras civiles dentro de cada país, combinaciones de unas y otras, guerras de liberación de las nacionalidades oprimidas por el imperialismo, combinaciones diversas entre las potencias imperialistas que intervendrán inevitablemente en diversas alianzas, en esta época de enormes trusts y consorcios capitalistas estatales y monopolios militares. Esta época -de gigantescas bancarrotas, de decisiones masivas tomadas bajo presión de fuerzas militares, de crisis-ya comenzó; la podemos distinguir claramente, pero solo es el comienzo.” (“Acerca de los principios de organización del partido del proletariado”).

Y, finalmente, éstas sobre puntos como:
Indiferencia política:
“La indiferencia política no es otra cosa que saciedad política. El que esta harto es ‘indiferente’ e ‘insensible’ ante el problema del pan de cada día; pero el hambriento será siempre un hombre ‘de partido’ en esta cuestión".

Contradicciones del enemigo y consignas íntegras:
“La clase obrera debe aprovechar todas las posibles vacilaciones del gobierno, al igual que las discrepancias entre la burguesía y el campo reaccionario, para acentuar la presión tanto en el terreno de la lucha económica como en la lucha política. Pero la clase obrera, precisamente para aprovechar con fruto la situación, debe mantener las consignas revolucionarias íntegras”.

Solo la lucha educa:
“… la verdadera educación de las masas no puede ir nunca separada de la lucha política independiente, y sobre todo, de la lucha revolucionaria de las propias masas. Solo la lucha educa a la clase explotada, sólo la lucha le descubre el volumen de su fuerza, amplía sus horizontes, eleva su capacidad, aclara su inteligencia y forja su voluntad”.

Lucha económica y capas más atrasadas:
“De aquí se deduce con toda claridad que sólo la lucha económica, que solo la lucha por un mejoramiento directo e inmediato de su situación, es capaz de poner en movimiento a las capas mas atrasadas de las masas explotadas, de educarlas verdaderamente y convertirlas -en época de revolución en el curso de unos pocos meses, en un ejército de luchadores políticos.”

Confiar sólo en la fuerza de la clase:
“El principio fundamental, el primer precepto de todo movimiento sindical, consiste en lo siguiente: no confiar en el ‘Estado’, confiar únicamente en la fuerza de su clase. El Estado es la organización de la clase dominante... ¡No confiéis en las promesas, confiad únicamente en la fuerza de la unión y de la conciencia de vuestra clase!”.

Nadie ayudará a los pobres si él mismo no se ayuda:
“Nadie ayudará a los pobres si permanecen aislados. Ningún ‘Estado’ ayudará al obrero asalariado del campo, al brasero, al jornalero, al campesino pobre, al semiproletario, y si él mismo no se ayuda. El primer paso para ello es la organización clasista independiente del proletariado agrícola”.

Y la vida enseña:
“La vida enseña. La lucha real es la que mejor resuelve las cuestiones que hace aún muy poco eran tan discutidas.”


¡ELECCIONES, NO!
¡GUERRA POPULAR, SI!

Comité Central
Partido Comunista del Perú
1990

lunes, 26 de noviembre de 2012

LUCHA DE CLASES - MARX


SOBRE LA LUCHA DE CLASES
(1 - Marx)


La lucha de clases y cómo guiarnos en ella es otra cuestión fundamental, especialmente hoy, del marxismo-leninismo-maoísmo.
Veamos lo establecido por Marx sobre la emancipación del proletariado en “Estatutos Generales de la Asociación Internacional de los Trabajadores”:

“Considerando: que la emancipación de la clase obrera debe ser obra de los obreros mismos; que la lucha por la emancipación de la clase obrera no es una lucha por privilegios y monopolios de clase, sino por el establecimiento de derechos y deberes iguales y por la abolición de todo dominio de clase; que el sometimiento económico del trabajador a los monopolizadores de los medios de trabajo, es decir, de las fuentes de vida, es la base de la servidumbre en todas sus formas, de toda mi seria social, degradación intelectual y dependencia política; que la emancipación económica de la clase obrera es, por lo tanto, el gran fin al que todo movimiento político debe ser subordinado como medio;
[…
]
En su lucha contra el poder unido de las clases poseedoras, el proletariado no puede actuar como clase más que constituyéndose el mismo en partido político distinto y opuesto a todos los antiguos partidos políticos creados por las clases poseedoras. Esta constitución del proletariado en partido político es indispensable para asegurar el triunfo de la Revolución social y de su fin supremo: la abolición de las clases.
La coalición de las fuerzas de la clase obrera, lograda ya por la lucha económica, debe servirle asimismo de palanca en su lucha contra el Poder político de los explotadores. Puesto que los señores de la tierra y del capital se sirven siempre de sus privilegios políticos para defender y perpetuar sus monopolios económicos y para sojuzgar al trabajo, la conquista del Poder político se ha convertido en el gran deber del proletariado”.


O sobre la lucha sindical en “Salario, precio y ganancia”:

“…el desarrollo de la moderna industria contribuye por fuerza a inclinar la balanza cada vez más en favor del capitalista en contra del obrero, y que, como consecuencia de esto, la tendencia general de la producción capitalista no es elevar al nivel medio normal del salario, sino, por el contrario, a hacerlo bajar, empujando el valor del trabajo más o menos a su límite mínimo. Pero si la tendencia, dentro de tal sistema, es ésta; ¿quiere esto decir que la clase obrera deba renunciar a defenderse contra los abusos del capital y deponer sus esfuerzos para aprovechar todas las posibilidades que se le ofrezcan para mejorar en parte su situación? Si lo hiciese, veríase degradada en una masa informe de hombres hambrientos y quebrantados, sin posibilidad de redención. Creo haber demostrado que las luchas de la clase obrera por obtener salarios normales son episodios inseparables de todo el sistema del salariado, que en el noventa y nueve por ciento de los casos sus esfuerzos por elevar sus salarios no son más que esfuerzos dirigidos a mantener en pie el valor dado de su trabajo, y que la necesidad de forcejear con el capitalista acerca de su precio va unida a la situación en que se ve colocado el obrero y que le obliga a venderse así mismo como una mercancía. Si en sus conflictos diarios con el capital cediesen cobardemente, se descalificarían ellos mismos para emprender otros movimientos de mayor envergadura.
Pero, al mismo tiempo, y aun prescindiendo totalmente del esclavizamiento general que entraña el sistema del salariado, la clase obrera no debe exagerar a sus propios ojos el resultado final de estas luchas diarias. No debe olvidar que lucha contra los efectos, pero no contra las causas de estos efectos; que logra contener el movimiento descendente, pero no cambia su dirección; que aplica paliativos, pero no cura la enfermedad. No debe, por tanto entregarse por entero a esta guerra de guerrillas, que es inevitable y a la que la empujan continuamente los abusos incesantes del capital o las fluctuaciones del mercado. Debe saber que el sistema actual, aun con todas las miserias que vuelca sobre ella, engendra simultáneamente las condiciones materiales y las formas sociales necesarias para la reconstrucción económica de la sociedad. En vez del lema conservador de ‘¡Un salario justo por una jornada de trabajo justa!’, deberá escribir en su bandera esta consigna revolucionaria: ‘¡Abolición del sistema del trabajo asalariado!’
Los sindicatos trabajan bien como centros de resistencia contra los abusos del capital. Fracasan, en algunos casos, por usar poco inteligentemente su fuerza. Pero, generalmente, fracasan por limitarse a una guerra de guerrillas contra los efectos del sistema existente, en vez de esforzarse, al mismo tiempo, por cambiarlo, en vez de emplear sus fuerzas organizadas como palanca para la emancipación final de la clase obrera; es decir, ¡para la abolición definitiva del sistema del trabajo asalariado!”


Y sobre la revolución lo sentado por Engels: “En la política no existen mas que dos fuerzas decisivas: la fuerza organizada del Estado, el ejército y la fuerza no organizada, la fuerza elemental de las masas populares”; así como:

“Después del primer éxito grande, la minoría vencedora solía escindirse; una parte estaba satisfecha con lo conseguido; otra parte quería ir todavía mas allá y presentaba nuevas reivindicaciones, que, en parte al menos, iban también en interés real o aparente de la gran muchedumbre del pueblo. En algunos casos, estas reivindicaciones mas radicales prosperaban también; pero, con frecuencia, sólo por el momento, pues el partido mas moderada volvía a hacerse dueño de la Situación; y lo conquistado en el último tiempo se perdía de nuevo, total o parcialmente; y entonces, los vencidos clamaban traición o achacaban la derrota a la mala suerte. Pero, en realidad, las cosas ocurrían casi siempre así: las conquistas de la primera victoria solo se consolidaban mediante la segunda victoria del partido más radical; una vez conseguido esto, y con ello lo necesario por el momento, los radicales y sus éxitos desaparecían nuevamente de la escena.
Todas las revoluciones de los tiempos modernos, a partir de la gran revolución inglesa del siglo XVII, presentaban estos rasgos, que parecían inseparables de toda lucha revolucionaria. Y estos rasgos parecían aplicables también a las luchas del proletariado por su emancipación; tanto mas cuanto que precisamente en l848 eran contados los que comprendían más o menos en qué sentido había que buscar esta emancipación.” (Introducción a “La lucha de clases en Francia”).


Y por el propio Marx en los siguientes párrafos:

“Exceptuando unos pocos capítulos, todos los apartados importantes de los anales de la revolución de 1848 a 1849 llevan el epígrafe de ¡Derrota de la revolución!
Pero lo que sucumbía en estas derrotas no era la revolución. Eran los tradicionales apéndices prerrevolucionarios, las supervivencias resultantes de relaciones sociales que aún no se habían agudizado lo bastante para tomar una forma bien precisa de contradicciones de clase: personas, ilusiones, ideas, proyectos de los que no estaba libre el partido revolucionario antes de la revolución de Febrero y de los que no podía liberarlo la victoria de Febrero, sino solo una serie de derrotas.
En una palabra: el progreso revolucionario no se abrió paso con sus conquistas directas tragicómicas, sino por el contrario, engendrando una contrarrevolución cerrada y potente, engendrando un adversario, en la lucha contra el cual el partido de la subversión maduró, convirtiéndose en un partido verdaderamente revolucionario” (“La lucha de clases en Francia de 1848 a 1850).

“Las revoluciones burguesas, como la del siglo XVIII, avanzan arrolladoramente de éxito en éxito, sus efectos dramáticos se atropellan, los hombres y las cosas parecen iluminados por fuegos de artificio, el éxtasis es el espíritu de cada día; pero estas revoluciones son de corta vida, llegan enseguida a su apogeo y una larga depresión se apodera de la sociedad, antes de haber aprendido a asimilarse serenamente los resultados de su período impetuoso y agresivo. En cambio, las revoluciones proletarias, como las del siglo XIX, se critican constantemente a sí mismas, se interrumpen continuamente en su propia marcha, vuelven sobre lo que parecía terminado, para comenzarlo de nuevo desde el principio, se burlan concienzuda y cruelmente de las indecisiones, de los lados flojos y de la mezquindad de sus primeros intentos, parece que sólo derriban a su adversario para que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas, retroceden constantemente aterradas ante la vaga enormidad de sus propios fines, hasta que se crea una situación que no permite volverse atrás y las circunstancias mismas gritan: Hic Rhodus, hic salta!” (¡Aquí está la rosa, baila aquí!; esto es: demuestra con hechos lo que eres capaz de hacer.). [“El dieciocho brumario de Luis Bonaparte”].

“En todas las revoluciones, al lado de los verdaderos revolucionarios, figuran hombres de otra naturaleza. Algunos de ellos, supervivientes de revoluciones pasadas, que conservan su devoción por ellas, sin visión del movimiento actual; pero dueños todavía de su influencia sobre el pueblo, por su reconocida honradez y valentía, o simplemente por la fuerza de la tradición; otros, simples charlatanes que, a fuerza de repetir año tras año las mismas declamaciones estereotipadas contra el gobierno del día, se han agenciado de contrabando una reputación de revolucionarios de pura cepa. Después del 18 de marzo salieron también a la superficie hombres de éstos, y en algunos casos lograron desempeñar papeles preeminentes. En la medida en que su poder se lo permitía, entorpecieron la verdadera acción de la clase obrera, lo mismo que otros de su especie entorpecieron el desarrollo completo de todas las revoluciones anteriores. Constituyen un mal inevitable; con el tiempo se les quita de en medio; pero a la Comuna no le fue dado disponer de tiempo.” (“La guerra civil en Francia”)

¡ELECCIONES, NO!
¡GUERRA POPULAR, SI!

Comité Central
Partido Comunista del Perú
1990

viernes, 16 de marzo de 2012

Avance de la revista Sol Rojo No. 37:


ELECCIONES EN ESPAÑA

En uno de los periódicos de la prensa burguesa, que es la única que se puede comprar en los quioscos, se podía leer pocos días antes de las pasadas elecciones generales: "El vencedor de las elecciones generales [...] se encontrará con una economía en estado de shock, al filo de una nueva recesión y con el desempleo en niveles intolerables". Una breve y acertada descripción del estado de la economía española. Han sido unas elecciones de urgencia, no hay que olvidar que han sido elecciones anticipadas, donde la burguesía monopolista española ha buscado un nuevo recambio para que lleve a cabo las próximas reformas económicas, es decir los próximos ataques a la clase obrera y a los más desfavorecidos. El hundimiento electoral del partido gobernante, el PSOE, quemado por toda una política de recortes sociales, de ataques a las condiciones de vida de la clase obrera, de aventuras imperialistas, etc., ha demostrado que en este momento ya no es útil para llevar adelante los próximos ajustes necesarios para la clase dominante con el objetivo de tratar de reimpulsar al capital monopolista español.

De estas votaciones va a salir un nuevo consejo de administración, ahora presidido por el líder de la derecha Rajoy, que siga protegiendo los intereses del capital monopolista español. En el interior pocas sorpresas se esperan. Más crisis y más explotación. En el exterior ya se están dando los primeros pasos hacia un mayor acercamiento al imperialismo alemán. Imperialismo en colusión y pugna con el imperialismo yanqui. Recordar el caso de Libia y la reciente inauguración del gaseoducto submarino  Nord-Stream. Merkel además de hablar del gran honor de participar en la inauguración de éste añadió que "se trata del mayor proyecto de infraestructura energética de nuestro tiempo y un ejemplo de la cooperación entre Rusia y la Unión Europea." La sociedad Nord-Stream está integrada por la rusa Gazprom, las alemanas Eon y Basf, la francesa GDF Suez y la holandesa Gasunie. Gazprom distribuirá el gas  a Alemania y desde ahí se distribuirá a la UE, se espera que a 26 millones de hogares. Por tanto habrá que prestar atención a los próximos pasos del imperialismo español en el exterior y qué repercusiones tiene este acercamiento al imperialismo Alemán sin romper la alianza con el imperialismo yanqui.

Y si las elecciones se han dado en plena crisis económica también se han realizado dentro de una evidente crisis política. Labor de los comunistas y revolucionarios es convertir esto en un cuestionamiento del sistema de Estado, de toda dictadura de la burguesía, sea con la monarquía o la república, con capitalismo liberal o planificado. 

Durante los últimos meses cientos de miles de personas en todo el Estado español han gritado "¡No nos representan!" a los elegidos para los cargos públicos en los diferentes circos electorales. A esto hay que unir que cientos de miles de manifestantes han salido a las calles al margen de los sindicatos estatales (CC.OO. y UGT) y de los partidos parlamentarios. El 19 de Junio bajo el lema "¡Caminemos contra la crisis y el capital hacia la huelga general! se reunieron en Madrid más de medio millón de personas, repetimos, al margen de la mafia sindical de CC.OO. y UGT y de los partidos parlamentarios. Estos son sólo los primeros síntomas de lo que está por venir. Que a la crisis económica, y a su profundización, le siga una mayor crisis política y social.

Para dar unos pocos datos de la cada vez mayor falta de legitimidad de la dictadura de la burguesía en su forma actual bastan ver los datos del barómetro de opinión del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de Octubre. En la encuesta se puntúa del 1 al 10 y estos son algunos de los resultados: los gobiernos autonómicos puntuaron con 3,93 y los parlamentos autonómicos 3,52, el Parlamento 3,52, el Gobierno 3,24 y los partidos políticos 2,76. El barómetro de opinión no distingue entre clases, todos somos ciudadanos, pero no puede caber ninguna duda de que el descrédito de estas instituciones que representan la dictadura de la burguesía todavía es mayor dentro de la clase obrera y sobre todo entre nuestros jóvenes proletarios.

Para acabar de sintetizar las condiciones económicas, políticas y sociales en las que se desarrollaron las pasadas votaciones es importante señalar que se celebraron en pleno "proceso de paz" en Euskal Herria, asunto que abordaremos más adelante.

En esta situación de crisis económica, política y social fueron llamados a votar 35.776.615 personas. Y a pesar de esta crisis, del llamado a la socialdemocracia y del viejo revisionismo a parar a la derecha, a "construir frentes a los que quieren derribar al Estado del bienestar y la democracia" (Cayo Lara de Izquierda Unida –IU), esta vez el miedo a la derecha no ha funcionado. El PSOE se ha desplomado, ha perdido 4,3 millones votantes de los cuales IU el viejo revisionismo heredero del PCE de Carrillo sólo ha recogido unos 500.000. La suma de abstenciones, voto nulo y votos en blanco superó el 30% del electorado. La abstención ha crecido en dos puntos y cabe señalar que ha subido especialmente en lugares donde se concentra la clase obrera. Por ejemplo en Madrid en el barrio de Vallecas la abstención llegó al ascendió al 40,35%, frente a los 37,04% del 2007. En Villaverde Alto, otro barrio obrero de la capital la abstención pasó del 23,8% al 30%, en Nou Barris, Barcelona, otro barrio obrero, fue del 45,66% y podríamos seguir así. Estamos hablando de datos oficiales y, por eso, parciales, con toda seguridad la abstención está por encima de estos números.

En estas circunstancias cabe preguntarse por el papel del viejo revisionismo, IU. Mientras no haya ninguna alternativa electoralista viable a la  “izquierda” de  IU  para la burguesía imperialista española, le va a tocar a los hijos de Carrillo seguir cumpliendo el papel de embellecer al imperialismo español y hacer el papel que ya le tocó al PCE de Carrillo tras la muerte de Franco, que las luchas sociales y especialmente las de la clase obrera no vayan más allá de la legalidad burguesa, no pongan en cuestión el aparato de Estado burgués.

Hemos podido oír durante la campaña electoral a los candidatos de IU llamar a unir fuerzas para forjar un frente contra las políticas “neoliberales”, de sumar para "rescatar la democracia" de las políticas “neoliberales”, de la derecha, de los especuladores, etc. Mucho "socialismo del siglo XXI" y para acabar con la crisis algo “revolucionario”: "salir de la crisis con inversión pública" (Cayo Lara). Incluso Cayo Lara se ha atrevido a hablar de "crear las condiciones para acabar con el capitalismo", actualmente es posible "más que nunca". "El desarrollo tecnológico, científico y social lo hacen posible y las contradicciones que el capitalismo genera con las personas y con la naturaleza empiezan a verse con insuperables". Es decir, la vieja tesis revisionista de Kautsky del “ultraimperialismo”: mucho cientifismo y poco socialismo científico. En lo ideológico, este tipo de revisionistas en todo el mundo repiten las viejas tesis revisionistas ya aplastadas por el marxismo, y en lo político sirven para apoyar a la fracción socialfascista de la burguesía y consolidar las ilusiones demo-burgueses en las filas del pueblo – todo para garantizar la dictadura burguesa.  

Ya defendió Carrillo en su momento el "socialismo democrático" cuyo ingrediente fundamental era la "planificación racional" y que "la posición dominante del sector público en la economía y la hegemonía política de las fuerzas del trabajo y de la cultura asegurarán la marcha progresiva hacia la sociedad sin clases, igualitaria: hacia el socialismo", aclarando que esto necesariamente cambiaba la concepción del Estado capitalista y que "la lucha por democratizarle presupone la renuncia, en su forma clásica, a la idea de un Estado obrero y campesino". El mismo programa que sigue defendiendo hoy IU. Reforma de la dictadura de la burguesía y combate a la dictadura del proletariado. La actual crisis reserva, por ahora, un papel importante para IU, la de contener las luchas y mantenerlas dentro del "orden". Ya lo hizo el PCE de Carrillo y por ahora le toca a sus herederos.

 El "proceso de paz" se ha reflejado en las elecciones con un aumento de la participación en el País Vasco, la abstención bajó del 35,97% de las anteriores elecciones al 30,80% esto unido a los muy buenos resultados de la izquierda abertzale son la plasmación de que la esperanza de poder llegar a la independencia por vía democrática, e incluso al socialismo, ha calado en buena parte de la izquierda abertzale. Lo que ahora propone ETA no es algo nuevo, partiendo de unas supuestas "nuevas condiciones" acaba con el cuento de que las masas desarmadas y sin Partido pueden conseguir algo. Aunque hoy parecen mayoritarias estas posiciones dentro de la izquierda abertzale no puede caber ninguna duda de que los comunistas y revolucionarios vascos sabrán hacer balance y darle la vuelta a esta situación, toca aplastar todo “acuerdo de paz” y aplastar el cretinismo parlamentario.

Para terminar, cabe señalar que la abstención superó los once millones. Que el rechazo al circo electoral se da sobre todo dentro de la clase obrera. Que las elecciones han traído un gobierno con mayoría absoluta y fuerte en el parlamento. Ya veremos cuánto tarda en entrar en crisis. Que sólo cabe una mayor agudización de la crisis dentro del marco de crisis global del imperialismo. Que la crisis política y social seguirá profundizándose. Que el revisionismo y el reformismo tratarán de seguir haciendo su papel de "policía bueno" para desviar a la clase obrera de su camino al socialismo y al comunismo. Cabe señalar otra vez como punto negativo y fundamental la falta de Partido Comunista marxista-leninista-maoísta, principalmente maoísta que inicie guerra popular para acabar con este podrido sistema de explotación y opresión y lleve adelante la revolución socialista mediante la guerra popular. Las condiciones están dadas.