viernes, 13 de junio de 2014

LA LUCHA DE CLASES, LA SOCIALDEMOCRACIA Y EL FASCISMO. (II)



IV. LA LUCHA DE CLASES, LA SOCIALDEMOCRACIA Y EL FASCISMO. (II)
(VI CONGRESO DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA: TESIS, 1928)


23. La socialdemocracia ha jugado, durante todo el período transcurrido, el papel de última reserva de la burguesía, de partido «obrero» burgués. Gracias a ella, la burguesía ha desembarazado el camino para la estabilización del capitalismo (serie de gabinetes de coalición en Europa). La consolidación del capitalismo ha hecho superflua en cierta medida, la función de la socialdemocracia como partido dirigente. Su sustitución en las coaliciones y la formación de gobiernos «puramente burgueses» han sucedido a la «era» llamada del «pacifismo democrático» jugando, por una parte, el papel de oposición y por otra el de agitador y propagandista de la política del «pacifismo realista» y de la «paz industrial», la socialdemocracia ha mantenido bajo su influencia capas importantes de la  clase obrera, ha conquistado una parte de los obreros que abandonaron los partidos burgueses, ha adquirido influencia entre las capas de la pequeña burguesía en vías de radicalización (elecciones en  Francia y en Alemania) y ha entrado de nuevo en los gobiernos en  Europa central. Es preciso darse cuenta, sin embargo, de que estos nuevos gobiernos de coalición, con la participación directa de la socialdemocracia, no pueden ser ni serán jamás, una simple repetición de las combinaciones precedentes, especialmente en lo que concierne a las cuestiones de política exterior en general, y a las cuestiones de política militar en particular. La dirección de la socialdemocracia desempeñará aquí un papel infinitamente más pérfido que en todas las etapas anteriores.

Es preciso igualmente tener en cuenta que, en relación sobre todo en la política de las coaliciones de la socialdemocracia y con la evolución de sus líderes oficiales, es posible un refuerzo del «ala izquierda» de la socialdemocracia (austromarxismo, tranmelismo, ideología del lndependent Labour Party en Inglaterra, del maximalismo en Italia) engañando con esto a las masas obreras con métodos más sutiles y, por consecuencia, más peligrosos para la causa de la revolución proletaria. La experiencia de los periodos críticos (revolución de 1923 en Alemania, huelga inglesa, insurrección de Viena), así como la actitud de los socialdemócratas de «izquierda» en la cuestión de la preparación de la guerra de los imperialistas contra la URSS, han demostrado que los líderes socialdemócratas de izquierda son de hecho los enemigos más peligrosos del comunismo y de la dictadura del proletariado. Esto es particularmente confirmado por la innoble conducta de la socialdemocracia austríaca, este «partido modelo» del ala «izquierda» de la II Internacional, durante los sangrientos combates del proletariado de Viena, en julio de 1927. Esta completa derrota de los Bauer, Adler y Cía. demuestra con evidencia que el «austromarxismo», acentuando cada vez más claramente sus tendencias reaccionarias, sobre todo después de la represión de la insurrección de Viena, traiciona constantemente en la práctica, de una manera innoble, a la clase obrera y es, en manos de los reformistas, el instrumento más peligroso para engañar a las masas revolucionarias. Por esto es por lo que, aun teniendo en cuenta el proceso de radicalización de los obreros en el propio seno de la socialdemocracia y esforzándose por extender cada vez más su influencia entre ellos, los comunistas deben desenmascarar implacablemente a los líderes socialdemócratas de «izquierda», como los más peligrosos agentes de la política burguesa en el seno de la clase obrera y conquistar a la masa obrera que abandona fatalmente a la socialdemocracia.

24. Aun asegurándose el concurso de la socialdemocracia, la burguesía, en los momentos críticos y en condiciones determinadas, organiza una forma fascista del régimen. La marca característica del fascismo es que en el momento del quebrantamiento del régimen económico capitalista y en razón de circunstancias objetivas y subjetivas, la burguesía se aprovecha del descontento de la pequeña y de la media burguesía urbana y rural y aun de ciertas capas del proletariado, para crear un movimiento de masas reaccionario con el fin de detener en su camino el desarrollo de la revolución. El fascismo recurre a métodos de violencia directa para romper la fuerza de las organizaciones de clase obrera y de los campesinos pobres y para tomar el poder. Una vez en el poder, el fascismo se esfuerza por establecer la unidad política y orgánica de todas las clases dominantes de la sociedad capitalista (bancos, gran industria, gran agricultura) y realiza su dictadura integral, abierta y consecuente. Pone a la disposición de las masas dominantes sus fuerzas armadas, especialmente adiestradas para la guerra civil. Realiza un nuevo tipo de estados apoyándose abiertamente en la violencia, la opresión y la corrupción, no solamente de las capas pequeñoburguesas, sino también de ciertos elementos de la clase obrera (empleados, antiguos líderes reformistas transformados en  funcionarios de estados, funcionarios sindicales o del partido fascista, campesinos pobres y proletarios desorganizados reclutados en la milicia fascista).

El fascismo italiano ha conseguido en estos últimos años, por diferentes procedimientos (apoyo del capital americano, opresión social y económica extrema de las masas, ciertas formas de capitalismo de estado) atenuar las consecuencias de la crisis política y económica interior y ha creado un tipo clásico de régimen fascista. Tendencias fascistas y embriones de fascismo existen ahora en todas partes, bajo una forma más o menos desarrollada; la ideología de la colaboración de clases -ideología oficial de la socialdemocracia tiene muchos puntos comunes con la del fascismo. Los métodos fascistas aplicados a la lucha contra el movimiento revolucionario existen bajo una forma embrionaria en la práctica de numerosos partidos socialdemócratas y de la burocracia sindical reformista.

En las relaciones internacionales, el fascismo prosigue una política de violencia y de provocación. La dictadura fascista en Polonia y en Italia manifiesta cada vez más tendencias agresivas y es para el proletariado de todos los países una amenaza constante para la paz, un peligro de aventuras militares y de guerras.



sábado, 7 de junio de 2014

LA LUCHA DE CLASES, LA SOCIALDEMOCRACIA Y EL FASCISMO.





IV. LA LUCHA DE CLASES, LA SOCIALDEMOCRACIA Y EL FASCISMO. (I)
(VI CONGRESO DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA: TESIS, 1928)


18. A pesar de la agravación de la lucha de clases, el reformismo da indicios de su vitalidad y de su tenacidad política, en el movimiento obrero de Europa y América. La causa general, social y económica, de este hecho fundamental, está en el desarrollo lento de la crisis del capitalismo, en el crecimiento de algunas de sus partes principales y en la declinación relativamente lenta de las otras. Los hechos siguientes se refieren a esto: consolidación creciente de la posición de los Estados Unidos como explotador, acreedor y usurero mundial (“prosperidad” de los Estados Unidos); gran potencia colonial de Inglaterra, que pierde, de modo progresivo solamente, sus posiciones en el mercado mundial; desarrollo de la economía alemana, etc. En relación con este primer proceso, existe; un proceso secundario de integración de los aparatos del Estado y  de las organizaciones patronales con los cuadros superiores de las organizaciones obreras dirigidas por la socialdemocracia, formación de nuevos funcionarios con burócratas obreros (funcionarios de estado, de las municipalidades, de las organizaciones patronales, funcionarios al servicio de las organizaciones “comunes” de obreros y de capitalistas, “representantes del proletariado” en la administración de correos, en los consejos de los ferrocarriles, donde toman, la palabra en nombre de los sindicatos, de la cooperación, etc.).

19. Este proceso de aburguesamiento de los cuadros superiores de la burocracia obrera es conscientemente apoyado y favorecido por la socialdemocracia, que ha pasado de la defensa tímida al apoyo abierto y a la edificación activa del capitalismo, de las frases sobre la lucha de clases a la predicción de la “paz industrial”, de la “defensa” de la “patria” a la preparación de la guerra contra la URSS (Kautski), de la defensa, de palabra, de las colonias, a un apoyo directo de la política de opresión colonial, del pacifismo pequeño-burgués a la edificación de la Sociedad de Naciones imperialista, del revisionismo falsamente marxista al liberalismo del Labour Party británico.

 20. Esta posición ideológica corresponde entera y prácticamente a la actividad de la socialdemocracia y de los líderes sindicales reformistas, en primer lugar su campaña para la aplicación de los métodos “americanos” de corrupción y de descomposición de la clase obrera (actividad del Bureau Internacional del Trabajo, Conferencias de Delegados del Consejo General y del Labour Party con las asociaciones patronales en Inglaterra, el Consejo Económico Nacional en Francia, la «Schlichtungswesen» en Alemania, las leyes de arbitraje obligatorio en diferentes países escandinavos, creación de un órgano común «Cámara de Comercio» y “Cámara Obrera” en Austria, etc.). El pérfido papel de la socialdemocracia y de los líderes de los sindicatos reformistas durante las huelgas y las crisis políticas, durante los conflictos y las insurrecciones en las colonias, su justificación del terror contra los obreros (huelga inglesa, insurección de Viena, huelga de los obreros de los metales en Alemania, disparos contra los obreros en Checoslovaquia y en Polonia, insurrección en Indonesia, revolución en China, insurrección en Siria y en Marruecos, etc., etc.) se completan actualmente con sus encarnizados ataques contra los comunistas y los obreros revolucionarios (política de exclusión y de escisión de los sindicatos, de las cooperativas y de otras organizaciones de masas en diferentes países).

21. Esta política de división de la clase obrera es ampliamente practicada por los líderes reformistas que, por orden de la burguesía, excluyen a los mejores elementos revolucionarios de las organizaciones de masas del proletariado. Es ella una parte integrante de su política de colaboración con la burguesía. Su objeto es minar desde el principio la unidad interior de las filas proletarias y debilitar así su resistencia frente a los ataques del capital. Esta política es uno de los eslabones indispensables de toda su política social-imperialista (política de los armamentos, política antisoviética y de bandidaje en las colonias). Para contrabalancear estas tentativas reformistas de disgregación del frente proletario, los comunistas deben emprender y desarrollar, actualmente sobre todo, una contraofensiva enérgica para  resistir a la política reformista de escisión de las organizaciones de masas del proletariado (sindicatos, cooperativas, asociaciones culturales y deportivas, etc.) por la lucha de masas para la unidad de clase. Los pretendidos líderes de “izquierda” de la socialdemocracia juegan un papel particularmente odioso en los manejos escisionistas del reformismo. De palabra preconizan la unidad, pero de hecho apoyan siempre y sin reservas los métodos criminales de escisión de la Il Internacional y de los partidarios de Amsterdam.

22. En el campo de la política exterior, el estado mayor de la socialdemocracia y de los sindicatos reformistas de los países imperialistas expresa de una manera consecuente los intereses del estado burgués. Apoyar este Estado, sus fuerzas armadas, su policía, sus aspiraciones de expansión, su hostilidad de principio contra la URSS, apoyar los tratados y acuerdos expoliadores, la política colonial, las ocupaciones, las anexiones, los protectorados y los mandatos; apoyar a la Sociedad de Naciones y la odiosa campaña de las potencias imperialistas contra la URSS, participar en el engaño “pacifista” de las masas, en la preparación de guerra contra las repúblicas proletarias, en el engaño a los obreros coloniales (Purcell a las Indias, resolución de la II Internacional sobre la cuestión colonial) - tales son los trazos esenciales de la línea de conducta efectiva de la socialdemocracia en el terreno de la política exterior.

viernes, 30 de mayo de 2014



X. SOBRE EL FASCÍSMO

V CONGRESO DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA.
Resoluciones, 1924.


El fascismo es una de las formas clásicas de la contrarrevolución en la época de la decadencia del orden capitalista, en la época de la revolución proletaria, sobre todo allí donde el proletariado ha entablado la lucha por el poder, pero donde, falto de experiencia revolucionaria y de un partido de clase dirigente, no ha sabido organizar Ia lucha revolucionaria e impulsar el levantamiento de las masas hasta la dictadura proletaria.

El fascismo es el instrumento de combate de la gran burguesía contra el proletariado, al que los instrumentos legales del Estado no han bastado para aniquilar; es el arma extralegal de la gran burguesía para establecer y consolidar su dictadura. Pero por su estructura social el fascismo es un movimiento pequeñoburgués. Hunde sus raíces en las clases medias destinadas a desaparecer por la crisis del capitalismo, así como en los elementos desclasados de la posguerra (antiguos oficiales, etcétera), y en parte hasta en los elementos del proletariado decepcionados en sus esperanzas revolucionarias y agriados.

Cuanto más se descompone la sociedad burguesa, más adquieren los partidos "burgueses", sobre todo la socialdemocracia, un carácter medianamente fascista, valiéndose de métodos violentos contra el proletariado y disolviendo así ellos mismos el orden social para cuyo mantenimiento se los había formado. El fascismo y la socialdemocracia son los dos aspectos de un sólo y mismo instrumento de la dictadura del gran capital. He ahí por qué la socialdemocracia nunca podrá ser una aliada segura del proletariado en la lucha contra el fascismo.

Por sus contradicciones (antagonismos de intereses entre la gran burguesía por un lado y los elementos pequeñoburgués y proletarios por el otro) el fascismo se hunde tras la victoria en una bancarrota política que conduce a su descomposición interna (Italia). Cae en
una crisis semejante allí donde, sin haberse alzado con la victoria formal, se ve obligado a sostener y defender abiertamente el régimen de la gran burguesía (Alemania).

Vistos el papel histórico, el carácter y la estructura social del fascismo, la lucha de los comunistas contra él debe ser llevada con métodos y medios que permitan a la vez triunfar políticamente sobre él y rechazar directamente su agresión armada contra el proletariado revolucionario. Esos medios son, entre otros:


a) EN EL TERRENO POLÍTICO

1) Una estrategia y una política verdaderamente revolucionarias que inspiren en el proletariado, en los elementos pequeñoburgueses y en los pequeños campesinos confianza en el movimiento comunista, originando y fortaleciendo en ellos la idea de que los problemas económicos, sociales, políticos y culturales se resolverán por la dictadura del proletariado.

2) Una educación sistemática de la clase obrera acerca del carácter contrarrevolucionario y antiobrero del fascismo.

3) Una educación sistemática de las masas pequeñoburguesas y  pequeñocampesinas proletarizadas y oprimidas por la crisis capitalista sobre su situación y el papel puramente gran capitalista del fascismo.

4) Una política exterior activa contra los tratados imperialistas, las reparaciones, la engañifa de la Sociedad de las Naciones, etcétera; el desenmascaramiento de la política imperialista y sus consecuencias desastrosas para las masas trabajadoras.

5) La lucha por la alianza revolucionaria con la Unión de Repúblicas Soviéticas; una política leninista en el problema nacional; la lucha por el derecho de autodeterminación y secesión de todas las naciones oprimidas.

6) La campaña por el frente único de todas las clases trabajadoras contra el fascismo; por el frente único internacional del proletariado bajo la dirección de la Internacional Comunista.

7) La subordinación de la propaganda antifascista a los comités centrales de los partidos; amplia propaganda antifascista mediante afiches y octavillas y a través de la prensa.


b) EN EL TERRENO MILITAR Y ORGANIZATIVO 

1) Organización de la defensa armada contra el fascismo armado (centurias proletarias, etcétera).
2) Desarme de los fascistas, confiscación de sus depósitos de armas y municiones.
3) En contra de las demostraciones fascistas, contramanifestaciones de la clase obrera bajo protección armada.
4) Contra los actos terroristas de los fascistas (destrucción de las casas sindicales, imprentas, etcétera, y atentados contra los obreros y los líderes obreros) organización de la huelga general, terror obrero, represalias contra los fascistas, sus jefes, sus imprentas y sus empresas.
5) Sabotaje de los trasportes con motivo de las movilizaciones expediciones, concentraciones y demostraciones fascistas.
6) Expulsión de los fascistas de las fábricas; sabotaje, resistencia pasiva, huelgas en las empresas en las que haya empleados fascistas que desempeñen el papel de soplones o agentes provocadores.




viernes, 23 de mayo de 2014

EL PROBLEMA DEL PODER


II. EL PROBLEMA DEL PODER

(Resolución V Congreso de la Internacional Comunista, 1924)

1. Conmoción del régimen burgués

El régimen burgués ha salvado por cierto espacio de tiempo su existencia, aun cuando la primera guerra mundial imperialista haya provocado hacia su fin una inmensa explosión de descontento popular espontáneo. Las fuerzas del proletariado internacional no se hallaban suficientemente organizadas. Los partidos del golpe de Estado proletario eran demasiado débiles, y por eso la victoria de la revolución proletaria era, al final de la guerra imperialista, imposible.

Pero no por ello dejó la guerra de causar profundas sacudidas. Durante muchos años siguieron manifestándose sus repercusiones. Sus consecuencias sociales y políticas apenas se han esbozado.  Los tratados imperialistas sólo fueron, como hubo demostrado la ocupación del Ruhr, una continuación de la guerra con otros medios;  no curaron las heridas abiertas por la guerra. Las consecuencias de la guerra no se han alejado, ni los métodos capitalistas las alejarán.

En todo caso, como resultado de la primera guerra mundial imperialista el régimen capitalista aparece socavado y conmovido a la vez económica y políticamente. Los síntomas de la fragilidad del capitalismo suelen mostrarse con una evidencia más sorprendente aun en la política que en la economía.

El cambio rápido e incesante de los gobiernos es uno de esos síntomas. En muchos países el problema del poder está en la orden del día, y ello con una forma desconocida antes de la guerra.

2. Las dos políticas de la burguesía

La posguerra y en parte el período que la precedió han revelado dos tendencias políticas de la burguesía: una francamente reaccionaria y la otra democrático-pacifista. La encarnación más patente de la primera es Poincaré; de la segunda, Lloyd George.

En estos años de crisis revolucionaria ese fenómeno no es fortuito. Cuando el piso tiembla bajo los pies de la burguesía, cuando la era "normal" de su dominación estable entra en el pasado, cuando acontecimientos revolucionarios se anuncian de una manera manifiesta y crecen las fuerzas del golpe de Estado proletario, dos sistemas de política deben necesariamente presentárseles a los jefes de la clase dominante, uno que querría aplastar y reprimir las fuerzas revolucionarias antes que éstas crecieran, echando mano a una furibunda campaña contra ellas, y otro, más perspicaz, que por medio de pequeñas concesiones y corrompiendo a los dirigentes de la clase obrera, en una palabra, por medio de la democracia, el pacifismo y el reformismo, se esfuerza por modificar la relación de fuerzas en favor de la burguesía.

3. Entre la socialdemocracia y el fascismo

La burguesía ya no puede gobernar con los antiguos métodos. Es uno de los síntomas de la proximidad, lenta pero segura, de la revolución proletaria. La burguesía recurre tan pronto a los buenos oficios del fascismo y tan pronto a los de la socialdemocracia. En ambos casos procura enmascarar el carácter capitalista de su dominación y darle
rasgos más o menos "populares".

Fascistas (primer período de Mussolini) y socialdemócratas (primer período de Noske) se ponen al servicio de la burguesía como organizaciones de combate, bandas armadas, tropas de choque contra el naciente ejército proletario, etcétera.

Con la ayuda del fascismo y la socialdemocracia, la burguesía intenta reagrupar las fuerzas sociales, fabricando la apariencia de una victoria política de la pequeña burguesía y de una participación del pueblo en el ejercicio del poder.

4. La socialdemocracia, tercer partido de la burguesía

En Estados Unidos se hace mucho ruido en torno de la creación de un tercer partido de la burguesía (la pequeña burguesía). En Europa la socialdemocracia ya es, en cierto sentido, ese tercer partido.

La cosa es particularmente visible en Inglaterra, donde a los dos partidos clásicos de la burguesía, que en otros tiempos se turnaban prácticamente en el poder, se ha sumado como factor gubernamental el Labour Party, que en realidad efectúa, o poco menos, la política de una de las alas de la burguesía. Los jefes oradores  del Labour Party están llamados a cooperar, en una u otra forma, en el ejercicio del poder de la burguesía.

Está fuera de toda duda que en Francia, Inglaterra y muchos otros países los líderes de la II lnternacional desempeñan el papel de miserables burgueses y están prácticamente a la cabeza de una fracción de la burguesía "democrática".

Hace ya tiempo que, de ala derecha del movimiento obrero que eran, han degenerado cada vez más en ala izquierda de la burguesía y en algunos sitios en ala del fascismo. Por eso resulta históricamente falso hablar de victoria del fascismo sobre la socialdemocracia. El fascismo y la socialdemocracia (en la medida en que se trata de los dirigentes) son la mano derecha y la mano izquierda del capitalismo contemporáneo, conmovido por la primera guerra mundial imperialista y las primeras sublevaciones de los trabajadores.

5. La socialdemocracia de nuevo en el poder

Durante la guerra e inmediatamente después de ella hemos visto a los líderes de la Il Internacional en el poder en cierto número de países. El hecho se explicaba por la brutal necesidad de los imperialistas de oponer a los países enemigos el movimiento obrero.

En estos momentos la burguesía invita a los jefes de la socialdemocracia a compartir el poder por segunda vez. En situación "normal" y" sin guerra, este fenómeno da testimonio de la inestabilidad de la hegemonía burguesa, de las colosales anomalías y las terribles crisis que esa situación normal encierra para la burguesía.

6. Entre el terror blanco y los "gobiernos obreros"

Pese a una apariencia de consolidación del régimen burgués, su poderío se encuentra en realidad cada vez más minado. La posición se vuelve cada vez más inestable. El parlamentarismo vive sus últimos  momentos. Sobre las ruinas del viejo parlamentarismo a la burguesía le cuesta cada vez más construir un equilibrio siquiera apenas  sólido. Las últimas el elecciones en Francia y Alemania son una ilustración al respecto; he ahí dos parlamentos burgueses de dos grandes Estados de Europa que carecen de una mayoría estable. La burguesía se verá constreñida, una y otra vez, entre el terror blanco y el "gobierno obrero".

Puede ocurrir que en un futuro próximo veamos "gobiernos obreros", no en un país o en un par de países, sino en muchos. Serán el resultado de la lucha del proletariado por el poder y de las vacilaciones de la burguesía inevitables en el período actual.

Objetivamente, esos "gobiernos obreros” pueden ser un progreso en el sentido de dar testimonio de la progresiva dislocación del régimen burgués, de la falta de continuidad en la política de las clases dominantes. El gobierno "obrero" contrarrevolucionario (en
realidad, liberal) de Mac Donald es un progreso.

Pero el papel de los verdaderos partidarios de la revolución proletaria debe consistir, no en llevar a las nubes a semejantes gobiernos "obreros", sino en agrupar el ejército proletario para la lucha revolucionaria intransigente y en saltar lo antes posible sobre ese gobierno  supuestamente obrero para hacer triunfar la dictadura del proletariado.

7. Significación objetiva y probables perspectivas de la fase democrático-pacifista.

La significación objetiva de la fase democrático-pacifista que atravesamos consiste en el hecho de que la burguesía ya no puede mantenerse en el poder por medio de los antiguos métodos. Es la expresión de la debilidad y la declinación del régimen capitalista.

Los gobiernos demcrático­pacifistas actualmente en el poder, así  como todos los gobiernos análogos que pueden llegar a éste, no sólo no habrán de llevar una política realmente democrática y pacifica, sino que por el contrario se teñirán cada vez más de fascismo. La lucha de clases, lejos de calmarse, habrá de exasperarse aun más dentro
del marco de esa "democracia”, de ese "pacifismo". La alternancia de los regímenes (democracia, fascismo, democracia) socavará aun más ese marco de "democracia" y "pacifismo". A Las masas populares, en primer término las masas proletarias, saldrán enriquecidas de experiencia política y más decididas a la lucha, mientras que la burguesía y los líderes socialdemócratas al servició de ésta saldrán cada vez más débiles, mas desmoralizados, perdida la fe en ellos mismos y en su política.

Así crecerán las fuerzas de la Revolución Proletaria hasta el día de su victoria decisiva.



sábado, 17 de mayo de 2014

¡VIVA EL XXXIV ANIVERSARIO DE LA GUERRA POPULAR EN EL PERU! MPP


¡Proletarios de todos los países, uníos!

¡VIVA EL XXXIV ANIVERSARIO DE LA INVENCIBLE Y VICTORIOSA GUERRA POPULAR EN EL PERÚ!

El Partido Comunista del Perú una vez reconstituido como Partido de nuevo tipo marxista-leninista-maoísta, pensamiento gonzalo, bajo la Jefatura del Presidente Gonzalo y de su dirección personal, inició el 17 de mayo de 1980 la guerra popular en el Perú, con la cual bajo la dirección del Partido el proletariado y el pueblo peruano, como parte del proletariado internacional y de los pueb­los del mundo, entramos a ser protagonistas de la histo­ria, protagonistas conscientes, organizados, armados y se concretó la gran ruptura y se comenzó a hacer el futuro, la revolución comunista. 

La guerra popular se inició en el 80, para no detenerse ni un solo instante hasta que lleguemos todos al comunis­mo; hoy comprendemos la dimensión que le corresponde, en ese momento sólo el Presidente Gonzalo, lanzando la mirada décadas por delante caló su gran significado histórico.

Nosotros, a nombre del Movimiento Popular Perú, el organismo generado por el Partido Comunista del Perú para el trabajo en el extranjero, expresamos en esta oca­sión solemne de la celebración del XXXIV aniversario de la guerra popular, nuestro exultante saludo y sujeción incondicional, conciente y voluntaria a nuestra Jefatura, el Presidente Gonzalo, Jefe del Partido y la revolución, quien ha definido el marxismo-leninismo-maoísmo como la tercera, nueva y superior etapa del desarrollo de nues­tra ideología, quien aplicándola creadoramente a nuestra realidad concreta nos ha dado el pensamiento gonzalo, él es el más grande marxista-leninista-maoísta viviente sobre la tierra, centro de unificación partidaria y garantía de triunfo que nos lleva hasta el comunismo; a nuestra todopoderosa ideología, el marxismo-leninismo-maoís­mo, pensamiento gonzalo, principalmente pensamiento gonzalo, todopoderosa porque es verdadera; al heroico combatiente, el Partido Comunista del Perú, que dirige la guerra popular y a su sistema de dirección: Comité Central, Buró Político y Comité Permanente. Saludamos a nuestro Ejercito Popular de Liberación, columna vertebral del nuevo Poder, sin el cual nuestro pueblo no tendría nada.

La crisis general del imperialismo se agudiza día a día generando magníficas condiciones para la revolución proletaria mundial. Los pueblos se levantan y el proletariado y las masas de todo el mundo luchan contra este caduco y decadente sistema. Se organizan y combaten siendo su máxima expresión la guerra popular en el Perú dirigida por el Comité Central del Partido Comunista del Perú. El gendarme hegemónico la superpotencia yanqui y las potencias imperialistas en colusión y pugna están preparando una nueva guerra mundial y un nuevo reparto del mundo soñando con salir de la crisis y tratar de reorganizar el imperialismo según los intereses de la potencia o potencias vencedoras. A la vez, las potencias imperialistas al mismo tiempo que aplican su política genocida tratan de parar la revolución por todos los medios.

Es principalmente por la influencia de la Guerra popular en el Perú que el maoísmo es asumido por millones de proletarios y oprimidos del mundo y que en Nepal se da comienzo a la guerra popular siguiendo los pasos del PCP, una guerra popular que luego fue traicionada por los dirigentes revisionistas de Nepal encabezados por Prachanda. Lo concreto es que con la detención del Presidente Gonzalo el MRI entró en problemas ideológicos y fue tomado por el nuevo revisionismo, convirtiéndolo en un aparato burocrático que sólo se dedicaba a saludar luchas armadas. Se nombraba el maoísmo pero en los hechos se atacaba al maoísmo, al Presidente Gonzalo y al pensamiento Gonzalo atribuyéndole la autoría de las “cartas de paz”. Atacaban al Presidente Gonzalo pues él es el que había definido el maoísmo como nueva, tercera y superior etapa de la ideología comunista; a su vez, también había definido la etapa histórica actual, la del barrimiento del imperialismo de la faz de la Tierra. Al atacarlo, a lo que vilmente apuntaban estos felones era, en lo concreto, ser colaboradores eficaces del plan del imperialismo de aislar a la guerra popular en el Perú, plan que se sigue aplicando en la actualidad.

El nuevo revisionismo encabezado por Avakian y Prachanda está dirigido principalmente por el imperialismo yanqui con el objetivo de mantenerse como gendarme único por eso aplican y defienden el “plan imperialista de acuerdos de paz”, para desprestigiar el maoísmo, para difundir su revisionismo bajo las etiquetas de “no hay condiciones” o “el imperialismo está fuerte”; que el capitalismo es un avance en los países coloniales y semicoloniales, una etapa intermedia que prepararía las condiciones de la revolución proletaria. Vieja palabrería que sólo quiere poner a las masas bajo una dirección no proletaria: del imperialismo y de una facción de la gran burguesía.

Parafraseando al gran Lenin (El Estado y la Revolución), podemos afirmar sin tapujos que la tergiversación y el silenciamiento de la cuestión de la actitud de la revolución proletaria, de la guerra popular, de lo que significa el PCP como vanguardia de la revolución mundial, no pueden por menos que desempeñar un enorme papel de traición a la clase, precisamente en el momento en que los Estados, con su aparato militar reforzado a consecuencia de la rivalidad imperialista, se convierten en monstruos guerreros, que devoran a millones de hombres para dirimir el litigio de quién va a dominar al mundo.

Lo claro y cierto es que la perspectiva para los comunistas y revolucionarios es magnífica. La agudización de la contienda entre las potencias imperialistas abre flancos para la revolución. Mientras el imperialismo yanqui brega desesperadamente para mantenerse como gendarme hegemónico, China y Rusia en su disputa por el dominio del mundo no les queda otra que desarrollar el fascismo y el genocidio. Por tanto el cuento del mundo multipolar sólo está dirigido para servir a los intereses de un imperialismo más fascista y genocida como el chino, con sus zonas económicas especiales, o donde el Estado dice hasta cuántos hijos tener. Esto es el imperialismo en su fase más genocida y parasitaria.

El nuevo  revisionismo trabaja para contener todo inicio de guerra popular o desviarla de la toma del poder con “acuerdos de paz”. Con el cuento de la “fortaleza del imperialismo yanqui” y  de la “multipolaridad”,  en realidad su objetivo es imponer un imperialismo más genocida y fascista como el chino, que ha llevado la explotación del  proletariado y del campesinado en China a su máxima expresión.

El imperialismo necesita para mantenerse que los pueblos estén sumidos en el revisionismo para seguir llevando adelante sus guerras de rapiña y contener la revolución.

Ese es el papel del nuevo revisionismo, trabar, contener la difusión del maoísmo, de la reconstitución de partidos comunistas maoístas militarizados para iniciar guerra popular. ¿Por qué ahora antiguos elementos autodenominados maoístas ya no lo son? ¿Por qué dijeron que asumían el maoísmo? Para entrampar y dividir, para servir al imperialismo y a la reacción y que el maoísmo no dirija la nueva ola de la revolución proletaria mundial. Por eso el revisionismo es el peligro principal para la revolución, porque es el enemigo que ataca desde dentro de nuestras filas, creando confusión, obstaculizando toda lucha de dos líneas, usando el ataque personal, los chismes y los rumores, siendo el blanco principal de estos miserables la guerra popular en el Perú dirigida por el CC del PCP.

En el Perú la LOD y la LOI, al servicio del imperialismo, principalmente yanqui, junto al imperialismo y la reacción han tratado de aniquilar a la guerra popular y a su Estado mayor, el CC del PCP, sin conseguirlo. El PCP mantiene el rumbo, fiel a los principios, ampliando el trabajo de masas, aplicando creadoramente el pensamiento Gonzalo a condiciones nuevas y marcando el rumbo al proletariado internacional y a los pueblos del mundo desarrollando más la guerra popular. Combatiendo los enemigos externos, el imperialismo y la reacción, y los internos, el nuevo revisionismo.

¡VIVA LA VICTORIOSA E INVENCIBLE GUERRA POPULAR!

¡VIVA EL PRESIDENTE GONZALO Y SU TODOPODEROSO PENSAMIENTO!

¡VIVA EL PARTIDO COMUNISTA DEL PERÚ!

¡HONOR Y GLORIA AL PROLETARIADO Y PUEBLO PERUANO!

¡ABAJO EL IMPERIALISMO, LA REACCIÓN Y EL REVISIONISMO!

Movimiento Popular Perú
17 de mayo de 2014