lunes, 9 de julio de 2012

ASTURIAS (1934-2012): SALVO EL PODER TODO ES ILUSIÓN.






















2012: MINEROS ASTURIANOS LUCHAN COMO LUCHARON SUS HERMANOS EN 1934, CON LAS ARMAS EN LA MANO.

¡SALVO EL PODER, TODO ES ILUSIÓN!
Lenin

sábado, 7 de julio de 2012

sábado, 23 de junio de 2012

SOBRE EL PUNTO DE VISTA PURAMENTE MILITAR




Diciembre de 1929

(PRESIDENTE MAO TSE-TUNG)

    En la organización del Partido Comunista en el 4.ƒ Cuerpo de Ejército del Ejército Rojo, existen diversas ideas no proletarias; que obstaculizan en gran medida la aplicación de la línea correcta del Partido. Si estas ideas no se corrigen definitivamente, será imposible que el 4.ƒ Cuerpo de Ejército se haga cargo de las tareas que le ha encomendado la gran lucha revolucionaria de China. Las distintas ideas incorrectas que existen en esta organización del Partido tienen su origen, como es lógico, en el hecho de que la base de dicha organización está compuesta, en su gran mayoría, de campesinos y otros elementos procedentes de la pequeña burguesía; pero el hecho de que los organismos dirigentes del Partido no hayan combatido de manera coordinada y resuelta esas ideas incorrectas, ni hayan educado suficientemente a sus militantes en la línea justa, es también causa importante de su existencia y desarrollo. Este Congreso, de conformidad con el espíritu de la carta de septiembre del Comité Central, señala aquí las manifestaciones de las ideas no proletarias en la organización del Partido en el 4.ƒ Cuerpo de Ejército, así como su origen y los métodos para rectificarlas, y llama a todos los camaradas a luchar por eliminarlas completamente.


SOBRE EL PUNTO DE VISTA PURAMENTE MILITAR


    El punto de vista puramente militar está muy desarrollado entre una parte de los camaradas del Ejército Rojo. Se manifiesta en lo siguiente :

    1. Estos camaradas consideran los asuntos militares y la política como opuestos entre sí y se niegan a reconocer que lo militar constituye tan sólo uno de los medios para cumplir las tareas políticas. Algunos van aún más lejos al afirmar que "si lo militar marcha bien, lo político naturalmente marchará bien; si lo militar no marcha bien, tampoco marchará bien lo político", concediendo así a los asuntos militares una posición rectora sobre la política.
    2. Piensan que el Ejército Rojo, a semejanza del ejército blanco, tiene una sola tarea: combatir. No comprenden que el Ejército Rojo de China es una organización armada que ejecuta las tareas políticas de la revolución. Especialmente en el momento actual, el Ejército Rojo de ningún modo debe limitarse a combatir; además de combatir para destruir las fuerzas militares del enemigo, debe tomar sobre sí otras importantes tareas, tales como hacer propaganda entre las masas, organizarlas, armarlas y ayudarlas a establecer el Poder revolucionario e incluso organizaciones del Partido Comunista. El Ejército Rojo no combate simplemente por combatir, sino para hacer propaganda entre las masas, organizarlas, armarlas y ayudarlas a establecer el Poder revolucionario. Sin estos objetivos, combatir carecerá de sentido, y el Ejército Rojo perderá su razón de ser.
    3. Por consiguiente, en lo organizativo, subordinan los organismos del Ejército Rojo encargados del trabajo político a aquellos encargados del trabajo militar y plantean la consigna de "Extender la autoridad del Estado Mayor a las actividades exteriores del Ejército". Si se permite que esta idea siga desarrollándose, surgirá el peligro de separarse de las masas, de que se establezca el control del ejército sobre el gobierno y de apartarse de la dirección del proletariado, es decir, de resbalar hacia el mismo camino de caudillismo militar que sigue el ejército del Kuomintang.
    4. Al mismo tiempo, en el trabajo de propaganda, subestiman la importancia de los equipos de propaganda. En cuanto a la organización de las masas, no se preocupan de crear comités de soldados en el Ejército ni de organizar a las masas obreras y campesinas locales. Como resultado de ello, se encuentran abandonados el trabajo de propaganda y el de organización.
    5. Se envanecen al ganar una batalla y se desalientan al sufrir una derrota.
    6. Seccionalismo. Se preocupan únicamente por el 4.ƒ Cuerpo de Ejército y no comprenden que armar a las masas locales constituye una tarea importante del Ejército Rojo. Esta es una forma ampliada del grupismo.
    7. Sin ver más allá del limitado medio del 4.ƒ Cuerpo de Ejército, unos cuantos camaradas creen que fuera de él no existe otra fuerza revolucionaria. De ahí su extremado apego a la idea de conservar su fuerza y evitar toda acción militar. Esta es una supervivencia del oportunismo.
    8. Algunos camaradas hacen caso omiso de las condiciones subjetivas y objetivas, padecen del mal de la precipitación revolucionaria, no quieren entregarse al trabajo duro, cuidadoso y minucioso entre las masas y, llenos de ilusiones, sólo aspiran a realizar grandes cosas. Esta es una supervivencia del putchismo (1).

    El punto de vista puramente militar se origina en:

    1. Un bajo nivel político. De ahí la falta de conciencia sobre el papel de la dirección política en el Ejército y sobre la diferencia radical que existe entre el Ejército Rojo y el ejército blanco.
    2. La mentalidad de tropas mercenarias. En diferentes batallas hemos hecho gran número de prisioneros, y estos elementos, al incorporarse al Ejército Rojo, traen consigo una marcada mentalidad mercenaria, creando así en los niveles inferiores un terreno favorable al punto de vista puramente militar.
    3. De las dos causas anteriores surge una tercera: exceso de confianza en la fuerza militar y desconfianza en la fuerza de las masas populares.
   4. El hecho de que el Partido no haya prestado una eficaz atención al trabajo militar ni lo haya discutido en forma activa, es también causa de la aparición del punto de vista puramente militar entre cierto número de camaradas.

    Métodos de rectificación:

    1. Elevar el nivel político de los miembros del Partido por medio del trabajo de educación, extirpar las raíces teóricas del punto de vista puramente militar y hacer claridad sobre la diferencia radical que existe entre el Ejército Rojo y el ejército blanco. Al mismo tiempo, eliminar las supervivencias del oportunismo y del putchismo y acabar con el seccionalismo en el 4.ƒ Cuerpo de Ejército.
    2. Intensificar la preparación política de los oficiales y soldados y, en especial, la educación de los ex prisioneros. Paralelamente, hacer que los organismos locales del Poder seleccionen, en la medida de lo posible, a obreros y campesinos experimentados en la lucha para incorporarlos al Ejército Rojo, con el objeto de debilitar e incluso erradicar, en el plano organizativo, el punto de vista puramente militar.
   3. Llamar a las organizaciones locales del Partido a criticar a las organizaciones del Partido en el Ejército Rojo, y llamar a los organismos del Poder popular a criticar al Ejército Rojo, a fin de influir sobre las organizaciones del Partido en el Ejército Rojo, así como sobre sus oficiales y soldados.
    4. El Partido debe prestar una eficaz atención al trabajo militar y discutirlo activamente. Todo trabajo debe ser discutido y decidido por el Partido antes de ser puesto en práctica por las masas.
    5. Elaborar los reglamentos del Ejército Rojo, en los que se definirán con claridad sus tareas, las relaciones entre su aparato militar y su aparato político, las relaciones entre el Ejército Rojo y las masas populares, y los poderes y funciones de los comités de soldados y sus relaciones con los organismos militares y políticos.

(…)



   *  Resolución redactada por el camarada Mao Tse-tung para el IX Congreso de la Organización del Partido en el 4.ƒ Cuerpo de Ejército del Ejército Rojo. La formación de las fuerzas armadas populares de China ha sido un proceso difícil. El Ejército Rojo de China (llamado VIII Ejército y Nuevo 4.ƒ Cuerpo de Ejército durante la Guerra de Resistencia contra el Japón y, hoy, Ejército Popular de Liberación) nació el 1.ƒ de agosto de 1927, con el Levantamiento de Nanchang. En diciembre de 1929, tenía ya más de dos años de existencia. Durante este período, la organización del Partido Comunista en el Ejército Rojo aprendió mucho y acumuló una experiencia bastante rica en el curso de la lucha contra diversas ideas erróneas. En la presente resolución, el camarada Mao Tse-tung hizo un resumen de esta experiencia. Esta resolución permitió al Ejército Rojo construirse enteramente sobre una base marxista- [cont. en p. 112. -- DJR] leninista y eliminar todas las influencias de los ejércitos de viejo tipo. Fue aplicada no sólo en el 4.ƒ Cuerpo de Ejército, sino también, más tarde, en todas las demás unidades del Ejército Rojo, y así éste se transformó completamente en un verdadero ejército popular. Durante los últimos veinte y tantos años, se ha registrado un notable desarrollo y se han realizado múltiples innovaciones tanto en las actividades del Partido como en el trabajo político dentro de las fuerzas armadas populares de China. Actualmente se presenta en este terreno un cuadro muy diferente, pero la línea fundamental sigue siendo la determinada por esta resolución.


 [1] Durante un breve período después de la derrota de la revolución en 1927 surgió en el Partido Comunista una tendencia putchista de "izquierda". Considerando que la revolución china era, por su carácter, una "revolución permanente" y que se encontraba en una situación de "ascenso ininterrumpido", los putchistas se negaron a organizar una retirada ordenada y, adoptando métodos autoritarios y confiando sólo en un pequeño número de miembros del Partido y un pequeño sector de las masas, trataron erróneamente de realizar en todo el país una serie de levantamientos locales que no tenían perspectiva alguna de éxito. Tales acciones putchistas se extendieron a fines de 1927, pero fueron cesando hacia comienzos de 1928, aunque entre algunos militantes subsistieron sentimientos en favor del putchismo.

jueves, 14 de junio de 2012

D´ANNUNZIO Y EL FASCISMO




                                     D'ANNUNZIO Y EL FASCISMO

               José Carlos Mariátegui. La Escena Contemporánea (1925)



D'Annunzio no es fascista. Pero el fascismo es d'annunziano. El fascismo usa consuetudinariamente una retórica, una técnica y  una postura d'annunziana. El grito fascista de "¡Eia, eia, alalá!" es un grito de la epopeya de D'Annunzio. Los orígenes espirituales del fascismo, están en la literatura de D'Annunzio y en la vida de D'Annunzio. D'Annunzio puede, pues, renegar del fascismo. Pero el fascismo no puede renegar de D'Annunzio. D'Annunzio es uno de los creadores, uno de los artífices del estado de ánimo en el cual se ha incubado y se ha plasmado el fascismo.

Más aún. Todos los últimos capítulos de la historia italiana están saturados de d'annunzianismo. Adriano Tilgher en un sustancioso ensayo sobre la Tersa Italia (1) define el periodo pre-bélico de 1905 a 1915 como "el reino incontestado de la mentalidad d'annunziana, nutrida de recuerdos de la Roma imperial y de las comunas italianas de la Edad Media, formada de naturalismo pseudopagano, de aversión al sentimentalismo cristiano y humanitario, de culto de la violencia heroica, de desprecio por el vulgo profano curvado sobre el trabajo servil, de diletantismo kilometrofágico con un vago delirio de grandes palabras y de gestos imponentes". Durante ese periodo, constata Tilgher, la pequeña y la media burguesía italiana se alimentaron de la retórica de una prensa redactada por literatos fracasados, totalmente impregnados de d'annunzionismo y de nostalgias imperiales.

Y en la guerra contra Austria, gesta d'annunziana, se generó el fascismo, gesta d'annunziana también. Todos los líderes y capitanes del fascismo provienen de la facción que arrolló al gobierno neutralista de Giolitti y condujo a Italia a la guerra. Las brigadas del fascismo se llamaron inicialmente haces de combatientes. El fascismo fue una emanación de la guerra. La aventura de Fiume y la organización de los fasci fueron dos fenómenos gemelos, dos fenómenos sincrónicos y sinfrónicos. Los fascistas de Mussolini y los arditi (2) de D'Annunzio fraternizaban. Unos y otros acometían sus empresas al grito de "¡Eia, aia, alalá!" El fascismo y el fiumanismo se amamantaban en la ubre de la misma loba como Rómulo y Remo. Pero, nuevos Rómulo y Remo también, el destino quería que uno matase al otro. El fiumanismo sucumbió en Fiume ahogado en su retórica y en su poesía. Y el fascismo se desarrolló, libre de la concurrencia de todo movimiento similar, a expensas de esa inmolación y de esa sangre.

El fiumanismo se resistía a descender del mundo astral y olímpico de su utopía, al mundo contingente, precario y prosaico de la realidad. Se sentía por encima de la lucha de clases, por encima del conflicto entre la idea individualista y la idea socialista, por encima de la economía y de sus problemas. Aislado de la tierra, perdido en el éter, el Humanismo estaba condenado a la evaporación y a la muerte. El fascismo, en cambio, tomó posición en la lucha de clases. Y, explotando la ojeriza de la clase medía contra el proletariado, la encuadró en sus filas y la llevó a la batalla contra la revolución y contra el socialismo. Todos los elementos reaccionarios, todos los elementos conservadores, más ansiosos de un capitán resuelto a combatir contra la revolución que de un política inclinado a pactar con ella, se enrolaron y concentraron en los rangos del fascismo. Exteriormente, el fascismo conservó sus aires d'annunzianos; pero interiormente su nuevo contenido social, su nueva estructura social, desalojaron y sofocaron la gaseosa ideología d'annunziana. El fascismo ha crecido y ha vencido no como movimiento d'annunziano sino como movimiento reaccionario; no como interés superior a la lucha de clases sino como interés de una de las clases beligerantes. El fiumanismo era un fenómeno literario más que un fenómeno político. El fascismo en cambio, es un fenómeno eminentemente político. El condotiori del fascismo tenía que ser, por consiguiente, un político, un caudillo tumultuario, plebiscitario, demagógico. Y el fascismo encontró por esto su duce, su animador en Bonito Mussolini, y no en Gabriel D'Annunzio. El fascismo necesitaba un líder listo a usar, contra el proletariado socialista, el revólver, el bastón y el aceite castor. Y la poesía y el aceite castor son dos cosas inconciliables y disímiles.

La personalidad de D'Annunzio es una personalidad arbitraria y versátil que no cabe dentro de un partido. D'Annunzio es un hombre sin filiación y sin disciplina ideológicas. Aspira a ser un gran actor de la historia. No le preocupa el rol sino su grandeza, su relieve, su estética. Sin embargo, D'Annunzio ha mostrado, malgrado su elitismo y su aristocratismo, una frecuente e instintiva tendencia a la izquierda y a la revolución. En D'Annunzio no hay una teoría, una doctrina, un concepto. En D'Annunzio hay sobre todo, un ritmo, una música, una forma. Mas este ritmo, esta música, esta forma, han tenido, a veces, en algunos sonoros episodios de la historia del gran poeta, un matiz y un sentido revolucionarios. Es que D'Annunzio ama el pasado; pero ama más el presente. El pasado lo provee y lo abastece de elementos decorativos, de esmaltes arcaicos, de colores raros y de jeroglíficos misteriosos. Pero el presente es la visa. Y la vida es la fuente de la fantasía y del arte. Y, mientras la reacción es el instinto de conservación, el estertor agónico del pasado, la revolución es la gestación dolorosa, el parto sangriento del presente.

Cuando, en 1900. D'Annunzio ingresó en la Cámara italiana, su carencia de filiación, su falta de ideología, lo llevaron a un escaño conservador. Mas un día de polémica emocionante entre la mayoría burguesa y dinástica y la extrema izquierda socialista y revolucionaria. D'Annunzio, ausente de la controversia teorética sensible sólo al latido y a la emoción de la vida, se sintió atraído magnéticamente al campo de gravitación de la minoría. Y habló así a la extrema izquierda: "En el espectáculo de hoy he visto de una parte muchos muertos que gritan, de la otra pocos hombres vivos y elocuentes. Como hombre de intelecto, marcho hacia la vida". D'Annunzio no marchaba hacia el socialismo, no marchaba hacia la revolución. Nada sabía ni quería saber de teorías ni de doctrinas. Marchaba simplemente hacia la vida. La revolución ejercía en él la misma atracción natural y orgánica que el mar, que el campo, que la mujer, que la juventud y que el combate.

Y, después de la guerra, D'Annunzio volvió a aproximarse varias veces a la revolución. Cuando ocupó Fiume, dijo que el fiumanismo era la causa de todos los pueblos oprimidos, de todos los pueblos irredentos. Y envió un telegrama a Lenin. Parece que Lenin quiso contestar a D'Annunzio. Pero los socialistas italianos se opusieron a que los Soviets tomaran en serio el gesto del poeta. D'Annunzio invitó a todos los sindicatos de Fiume a colaborar con él en la elaboración de la constitución fiumana. Algunos hombres del ala izquierda del socialismo, inspirados por su instinto revolucionario, propugnaron un entendimiento con D'Annunzio. Pero la burocracia del socialismo y de los sindicatos rechazó y excomulgó esta proposición herética, declarando a D'Annunzio un diletante, un aventurero. La heterodoxia y el individualismo del poeta repugnaban a su sentimiento revolucionario. D'Annunzio, privado de toda cooperación doctrinaria, dio a Firme una constitución retórica. Una constitución de tono épico que es sin duda, uno de los más curiosos documentos de la literatura política de estos tiempos. En la portada de la Constitución del Arengo del Carnaro están escritas estas palabras: "La vida es bella y digna de ser magníficamente vivida". Y en sus capítulos e incisos, la Constitución de Fiume asegura a los ciudadanos del Arengo del Carnero, una asistencia próvida, generosa e infinita para su cuerpo, para su alma, para su imaginación  y su músculo. En la Constitución de Fiume existen toques de comunismo. No del moderno, científico y dialéctico comunismo, de Marx y de Lenin, sino del utópico y arcaico comunismo de la República de Platón, de la Ciudad del Sol de Campanella y de la Ciudad de San Rafael de John Ruskin.

Liquidada la aventura de Fiume, D'Annunzio tuvo un período de contacto y de negociaciones con algunos líderes del proletariado. En su villa de Gardone, se entrevistaron con él D'Aragona y Baldesi, secretarios de la Confederación General del Trabajo. Recibió, también la visita de Tchicherin, que tornaba de Génova a Rusia. Pareció entonces inminente un acuerdo de D'Annunzio con los sindicatos y con el socialismo. Eran los días en que los socialistas italianos, desvinculados de los comunistas, parecían próximos a la colaboración ministerial. Pero la dictadura fascista estaba en marcha. Y, en vez de D'Annunzio y los socialistas, conquistaron la Ciudad Eterna Mussolini y los "camisas negras".

D'Annunzio vive en buenas relaciones con el fascismo. La dictadura de las "camisas negras" flirtea con el Poeta. D'Annunzio, desde su retiro de Gardone, la mira sin rencor, y sin antipatía. Pero se mantiene esquivo y huraño a toda mancomunidad con ella. Mussolini ha auspiciado el pacto marinero redactado por el Poeta que es una especie de padrino de la gente del mar. Los trabajadores del mar se someten voluntariamente a su arbitraje y a su imperio. El poeta de "La Nave" ejerce sobre ellos una autoridad patriarcal y teocrática. Vedado de legislar para la tierra, se contenta con legislar para el mar. El mar lo comprende mejor que la tierra.

Pero la historia tiene como escenario la tierra y no el mar. Y tiene como asunto central la política y, no la poesía. La política que reclama de sus actores contacto constante y metódico con la realidad, con la ciencia, con la economía, con todas aquellas cosas que la megalomanía de los poetas desconoce y desdeña. En una época normal y quieta de la historia D'Annunzio no habría sido un protagonista de la política. Porque en épocas normales y quietas la política es un negocio administrativo y burocrático. Pero en esta época de neo-romanticismo, en esta época de renacimiento del Héroe, del Mito y de la Acción, la política cesa de ser oficio sistemático de la burocracia y de la ciencia. D'Annunzio, tiene, por eso, un sitio en la política contemporánea. Sólo que D'Annunzio, ondulante y arbitrario, no puede inmovilizarse dentro de una secta ni enrolarse en un bando. No es capaz de marchar con la reacción ni con la revolución. Menos aún es capaz de afiliarse a la ecléctica y sagaz zona intermedia de la democracia y de la, reforma.

Y así, sin ser D'Annunzio consciente y específicamente reaccionario, la reacción es paradójica y enfáticamente d'annunziana. La reacción en Italia ha tomado del d'annunzianismo el gesto, la pose y el acento. En otros países la reacción es más sobria, más brutal, más desnuda. En Italia, país de la elocuencia y de la retórica, la reacción necesita erguirse sobre un plinto suntuosamente decorado por los frisos, los bajo relieves y las volutas de la literatura d'annunziana.

NOTAS:


1 La Tersa Italia o Tercera Italia. Después de la imperial o romana y de la del renacimiento. Véase el artículo Sobre "Las tres Romas” de J. C. Mariátegui en El Alma Matinal y Otras Estaciones del hombre.
2 Así se llamaban los secuaces de D'Annunzio.