V. I. LENIN
El Poder soviético
y la situación de la mujer
El
segundo aniversario del Poder soviético nos invita a echar una ojeada de
conjunto a lo que hemos hecho en este período y a reflexionar sobre la
importancia y los fines de la revolución realizada.
La
burguesía y sus partidarios nos acusan de violar la democracia. Nosotros
afirmamos que la revolución soviética ha ampliado y profundizado la democracia
en escala sin precedente en el mundo, y precisamente la democracia para los
trabajadores y para las masas oprimidas por el capitalismo, es decir, la
democracia para la inmensa mayoría del pueblo, o sea, de la democracia
socialista (para los trabajadores), a diferencia de la democracia burguesa
(para los explotadores, para los capitalistas, para los ricos).
¿Quién lleva
razón?
Meditar
detenidamente esta cuestión, comprenderla con más profundidad, significa tener en cuenta la experiencia de
estos dos años y prepararse mejor para su desarrollo futuro.
La
situación de la mujer demuestra con particular relieve la diferencia entre la
democracia burguesa y la democracia socialista y responde con particular
claridad a la pregunta planteada.
En la
República burguesa (es decir, donde existe la propiedad privada sobre la tierra,
las fábricas, las acciones, etc.), aunque se trate de la república más
democrática, la mujer no ha sido plenamente equiparada en derechos en ninguna parte del mundo, en ningún
país, ni aun en el más avanzado. Y eso a pesar de que desde el
momento de la Gran Revolución Francesa (democrático-burguesa) ha transcurrido
más de un siglo y cuarto.
De
palabra, la democracia burguesa promete igualdad y libertad. De hecho, las
repúblicas burguesas, por avanzadas que fueren, no han dado a la mujer, que constituye la mitad del
género humano, plena igualdad con el hombre ante la ley, ni la han liberado de
la tutela y de la opresión del hombre.
La
democracia burguesa es la democracia de las frases pomposas, de la palabrería
solemne, de las promesas rimbombantes, de las consignas grandilocuentes de libertad e igualdad, pero, en la práctica, todo
eso oculta la falta de libertad y la desigualdad de la mujer, la falta de libertad
y la desigualdad de los trabajadores y de los explotados.
La
democracia soviética o socialista rechaza las palabras pomposas, pero falsas,
declara una guerra sin cuartel a la hipocresía de los “demócratas”, de los
terratenientes, de los capitalistas o de los campesinos hartos, que se lucran
vendiendo a los obreros hambrientos los excedentes de trigo a precios de
especulación.
¡Abajo
esta vil mentira! No puede haber, ni hay, ni habrá “igualdad” de los oprimidos
y opresores, de los explotados y explotadores. No puede haber, ni hay, ni habrá
“libertad” verdadera mientras los privilegios que la ley concede a los hombres
impidan la libertad de la mujer, mientras el obrero no se emancipe del yugo del
capital, mientras el campesino trabajador no se libere del yugo del
capitalista, del terrateniente o del comerciante.
Que los
embusteros e hipócritas, los necios y ciegos, los burgueses y sus partidarios
engañen al pueblo, hablándole de la libertad en general, de la igualdad en
general, de la democracia en general.
Nosotros
decimos a los obreros y campesinos: arrancad la careta a esos embusteros, abrid
los ojos a esos ciegos. Preguntad:
- ¿La igualdad
de qué sexo con qué sexo?
- ¿La de
qué nación con qué nación?
- ¿La de qué clase con qué clase?
- ¿La liberación
de qué yugo o del yugo de qué clase? ¿La libertad para qué clase?
Quien
hable de política, de democracia, de libertad, de igualdad, de socialismo sin plantear estas cuestiones,
sin promoverlas a primer plano, sin combatir la ocultación, el escamoteo, el
encubrimiento de estas cuestiones, es el peor enemigo de los trabajadores, un
lobo con piel de oveja, el adversario más encarnizado de los obreros y
campesinos, un servidor de los terratenientes,
de los reyes y de los capitalistas.
En dos
años, y en uno de los países más atrasados de Europa, el Poder soviético ha
hecho en pro de la emancipación de la mujer, de su igualdad con el sexo “fuerte”,
lo que no han hecho en ciento treinta años todas las repúblicas avanzadas, ilustradas y “democráticas” del
mundo tomadas en su conjunto.
Instrucción,
cultura, civilización, libertad: en todas las repúblicas capitalistas y
burguesas del mundo, todas estas palabras pomposas van unidas a leyes inauditamente infames, repugnantes y sucias,
brutales y groseras que refrendan la desigualdad de la mujer: leyes como la del
derecho matrimonial y el divorcio, la de la desigualdad del hijo natural y el “legítimo”,
la de los privilegios para el hombre y la humillación y el ultraje para la
mujer.
El yugo
del capital, la opresión que ejerce la “sacrosanta propiedad privada”, el
despotismo de la estupidez pequeñoburguesa y de la codicia de los pequeños propietarios:
he ahí lo que ha impedido que las repúblicas burguesas más democráticas atenten
contra estas leyes sucias y viles.
La
República Soviética, la república de los obreros y campesinos, barrió de una
vez dichas leyes y no dejó piedra sobre piedra de los edificios de la mentira
burguesa y de la hipocresía burguesa.
¡Abajo
esta mentira! Abajo los falsarios que hablan de libertad e igualdad para todos, mientras
existe un sexo oprimido, mientras existen clases opresoras, mientras existe la
propiedad privada sobre el capital y sobre las acciones, mientras existen
hartos que con sus excedentes de trigo esclavizan a los hambrientos. No
libertad para todos, no igualdad para todos, sino lucha contra los opresores y explotadores, eliminación de la posibilidad
de oprimir y de explotar. ¡Esa es nuestra consigna!
¡Libertad
e igualdad para el sexo oprimido!
¡Libertad
e igualdad para el obrero, para el campesino trabajador!
¡Lucha
contra los opresores, lucha contra los capitalistas, lucha contra el kulak
especulador!
He ahí
nuestra divisa de combate; he ahí nuestra verdad proletaria, la verdad de la
lucha contra el capital, la verdad que arrojamos a la faz del mundo del capital con sus frases empalagosas,
hipócritas y altisonantes sobre la libertad y la igualdad en general, sobre la libertad y la igualdad para todos.
Y
precisamente porque hemos arrancado la máscara a esta hipocresía, porque practicamos
con energía revolucionaria la libertad y la igualdad para los oprimidos y los
trabajadores, contra los opresores, contra los capitalistas, contra los kulaks,
precisamente por eso el Poder soviético goza de tan alta estima entre los
obreros del mundo entero.
Precisamente
por eso, en el día del segundo aniversario del Poder soviético, las simpatías
de las masas obreras, las simpatías de los oprimidos y explotados de todos los
países del mundo están de nuestra parte.
Precisamente
por eso, en el día del segundo aniversario del Poder soviético, pese al hambre
y al frío, pese a todas las calamidades que nos acarrea la invasión de la
República Soviética de Rusia por los imperialistas, estamos pletóricos de fe
inconmovible en la justicia de nuestra causa, de fe inconmovible en el
inevitable triunfo del Poder soviético en el mundo entero.
Publicado
el 6 de noviembre de 1919 en el núm. 249.
De
“Pravda”
|
T. 39 , págs. 285-288
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