miércoles, 15 de abril de 2015
domingo, 8 de marzo de 2015
¡VIVA EL DÍA DE LA MUJER!
SOL ROJO:
!VIVA
EL DÍA DE LA MUJER!
¡LAS MUJERES LLEVAN SOBRE SUS ESPALDAS LA MITAD DEL CIELO Y DEBEN CONQUISTARLA!
¡LAS MUJERES LLEVAN SOBRE SUS ESPALDAS LA MITAD DEL CIELO Y DEBEN CONQUISTARLA!
Con motivo del día de la mujer publicamos aquí un
extracto del libro "La mitad del cielo", que nos da ejemplos
brillantes de los enormes avances del movimiento femenino proletario en la
revolución china, principalmente durante la Gran Revolución Cultural
Proletaria. Son ejemplos concretos de cómo el feminismo proletario y toda la
lucha por la emancipación de las mujeres necesariamente tiene que ser una lucha
contra el revisionismo y el oportunismo dentro y fuera de nuestras filas, y que
esa lucha inevitablemente es parte de la lucha del proletariado en su conjunto
para aplastar y barrer al imperialismo y la reacción, continuar la lucha de clases
bajo la dictadura del proletariado y marchar hasta nuestra meta final el
Comunismo. Publicamos el extracto junto con una introducción al libro, hecha
por el blog "Mar armado de masas". El libro completo se puede
descargar aquí.
/Sol Rojo, 8 de marzo de 2015
"LA MITAD DEL CIELO" -
COMENTARIO DEL BLOG "MAR ARMADO DE MASAS":
"La mitad del Cielo» es el
testimonio de un grupo de mujeres en su viaje por la República Popular China
durante la Gran Revolución Cultural Proletaria, en plena campaña contra Lin
Piao. Entre estas 12 mujeres había estudiantes, empleadas de oficina, la mujer
de un obrero, todas militantes por la liberación de la mujer. Este testimonio
es sintetizado por Claudie Broyelle, que lamentablemente capituló poco después
y se pasó a las filas de Teng, el imperialismo y la reacción. Ahora ya
conocemos el resultado de la restauración del capitalismo en China. A ojos del
feminismo burgués China es un país adelantado en cuanto a la situación de la
mujer. Hay mujeres empresarias, políticas, escritoras, científicas, etc., pero
el problema de la mujer no está resuelto. La situación de la mujer en el campo
ha retrocedido en décadas. La vida de las niñas recién nacidas no tiene ningún
valor. En la ciudad la mayor parte de las mujeres viven en condiciones de
miseria y explotación. La inevitable crisis del capitalismo en China muestra un
porvenir todavía mucho más negro para la mujer obrera y campesina.
Durante la Revolución en China millones
de mujeres se movilizaron dirigidas por el PCCH. La participación de la mujer
en la guerra contra la invasión japonesa aplastó la idea reaccionaria de que
las mujeres «sólo sirven para el trabajo doméstico». La reforma agraria, donde
también millones de mujeres participaron de forma activa, tuvo como resultado
la demolición del sistema patriarcal-feudal. Las campesinas conquistaron
títulos de propiedad personales sobre la tierra, dejaron de ser la “esposa
de...”. La Revolución de Nueva Democracia demolió la antigua estructura
familiar, la mujer dejó su minoría de edad respecto al hombre y pasó a estar en
la vanguardia de las transformaciones revolucionarias. Hizo más por la mujer la
reforma agraria: “¡la tierra para quien la trabaja!”, que los millones de
discursos sobre la igualdad con que bombardea a la mujer obrera y pobre el
imperialismo, la reacción y el revisionismo.
Durante la Gran Revolución Cultural
Proletaria más de 300 millones de mujeres se movilizaron contra el revisionismo
de Liu, Teng y Lin Piao, lucha entre el camino comunista y el camino
capitalista. Se crearon talleres colectivos de trabajo doméstico, comedores
colectivos, se apuntaba a que la sociedad fuera responsable de los hijos y que
éstos no fueran responsabilidad de la familia (propiedad de...) ni del Estado.
El objetivo fue acabar con el carácter privado de la familia y de las tareas
domésticas liberando a la mujer totalmente del mundo del hogar. Chian Ching es
la mejor expresión de la incorporación de millones de mujeres dirigidas por el
Partido de la clase obrera, el PCCH, a la transformación revolucionaria de la
sociedad y al combate contra la restauración del capitalismo.
Este es el valor de este libro, presentar
la experiencia más avanzada de la lucha de la mujer por su emancipación en una
sociedad socialista. El Movimiento Femenino en la República Popular China
combatió tanto las posiciones de Liu Shao Chi, que defendía el papel
tradicional de la mujer sometida al poder marital, como las de Lin Piao, que
afirmaba que la revolución ya estaba concluida, impidiendo la lucha consecuente
por su emancipación y la transformación revolucionaria de la sociedad dirigida
por el Partido Comunista Chino hasta el comunismo.
Hoy, la base de masas de la revolución
proletaria mundial está en el Tercer Mundo y son millones de proletarias y
campesinas pobres las que se han incorporado para combatir al imperialismo, la
reacción y al revisionismo. Combate que va unido al de su emancipación. Es
fácil comprobar la incorporación de la mujer bajo la bandera del maoísmo a las
guerras populares en el Perú, India, Turquía, etc., pues su liberación está
unida al triunfo de la clase obrera. En el Perú la guerra popular dirigida por
el PCP no sólo ha movilizado a la mujer en el campo y la ciudad, desde la lucha
reivindicativa hasta la guerra popular, sino que en el Nuevo Poder ha
conquistado el papel que la vieja sociedad le niega. Como fruto de su
participación en la guerra popular muchas mujeres han llegado a ser y son
cuadros dirigentes del Partido.
Por todo esto, millones de mujeres se han incorporado a las filas de la revolución proletaria de forma consciente y dirigidas por verdaderos partidos comunistas como en el Perú, el PCP, partido marxista-leninista-maoísta-pensamiento gonzalo, principalmente pensamiento gonzalo, aplastan el cretinismo parlamentario, destruyen la vieja sociedad a la vez que van construyendo la nueva, demostrando que su presente y futuro está unido a la transformación revolucionaria del mundo.
Por todo esto, millones de mujeres se han incorporado a las filas de la revolución proletaria de forma consciente y dirigidas por verdaderos partidos comunistas como en el Perú, el PCP, partido marxista-leninista-maoísta-pensamiento gonzalo, principalmente pensamiento gonzalo, aplastan el cretinismo parlamentario, destruyen la vieja sociedad a la vez que van construyendo la nueva, demostrando que su presente y futuro está unido a la transformación revolucionaria del mundo.
Claudie Broyelle capituló a la par que la
burguesía tomaba el poder en China, y no ha sido la única que ha capitulado,
abandonando las filas del proletariado y de la revolución.
Hoy podemos ver también cómo los vacilantes, los pusilánimes, los elementos más atrasados abandonan las banderas del maoísmo. Sólo fueron compañeros de viaje mientras pudieron sacar beneficio personal de las noticias que daba la prensa burguesa de la guerra popular en el Perú o, en su momento, de Nepal. Hoy forman parte del basurero de la Historia.
Hoy podemos ver también cómo los vacilantes, los pusilánimes, los elementos más atrasados abandonan las banderas del maoísmo. Sólo fueron compañeros de viaje mientras pudieron sacar beneficio personal de las noticias que daba la prensa burguesa de la guerra popular en el Perú o, en su momento, de Nepal. Hoy forman parte del basurero de la Historia.
Sin embargo, qué es lo que debemos tener
en cuenta nosotros, como comunistas, al leer este libro: que la construcción de
una nueva Sociedad es posible. El carácter testimonial de este libro nos
demuestra que llegar al dorado comunismo no es una mera frase de cliché, sino
una maravillosa y tangible realidad.
Para esto sirve este libro: para armar
nuestras cabezas de roja ideología de clase, y para henchir nuestros corazones
plenos de optimismo revolucionario.
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PRIMERA PARTE
EL TRABAJO
TRASFORMA A LAS MUJERES, QUIENES TRASFORMAN EL TRABAJO
Al día siguiente de la liberación, en 1949, China
se topaba con este problema: ¿cómo hacer entrar a la producción social a
millones y millones de mujeres confinadas desde siempre a las estrechas tareas
domésticas? Para operar este desquiciamiento, China poseía triunfos muy
favorables. En particular la victoria de la revolución, coronando veinte años
de guerra nacional y civil, había trasformado profundamente la antigua
sociedad, destruido caras completas de la vieja ideología de la inferioridad de
las mujeres. Éstas, por millones, habían participado activamente en la guerra
antijaponesa, en las regiones liberadas, habían ejercido el poder directamente,
y con frecuencia de manera preponderante; habían tomado a su cargo en
numerosos lugares las tareas de producción agrícola. En el contexto de esta
rica experiencia es donde se situaba la cuestión de proseguir su emancipación.
Había ahí una adquisición extremadamente importante sobre la cual el movimiento
femenino podía apoyarse para abordar la nueva etapa.
EL TRABAJO NO SIEMPRE ES LIBERADOR
No obstante, si China es hoy en día prácticamente
el único país del mundo en donde la inmensa mayoría de las mujeres participan
en la producción social, esto no se ha hecho sin tropiezos. Algunas cifras
hacen reflexionar. Por ejemplo, en Shanghai, en 1966, en vísperas de la
Revolución Cultural, más de la mitad de las mujeres habían abandonado su
trabajo y regresado a sus hogares. Esto se explica en parte por la política
del Partido Comunista Chino, política impulsada por Liu Shao-chi1, que hacía una intensa propaganda para
ese regreso al hogar. Por otra parte, esto tomaba formas muy diversas. Aquí se
alababan las cualidades “irremplazables” de la madre para educar a los hijos;
allá se afirmaba sin ambages que las mujeres no eran buenas para nada,
demasiado limitadas intelectualmente para aprender un oficio; más allá se
lanzaba el argumento del insuficiente número de guarderías, de comedores, para
impedir trabajar a las mujeres. En cuanto a las que trabajaban, se trataba de
dar como significación a su trabajo: un salario de segunda, ¡para mejorar su situación!
(“trabajen para nutrir y vestir mejor a su familia”)2. Sin duda en ese concierto reaccionario
había con qué desalentar buenas voluntades; pero eso sólo no era suficiente
para explicar el carácter relativamente masivo del regreso al hogar. Hay que investigar
las razones de fondo en el trabajo mismo, en su organización. Si no, no se
comprende cómo, mujeres que estuvieran tratando de conseguir su liberación
ejerciendo un oficio, se dejaran convencer por teorías retrógradas. Es que en
realidad ellas no conquistaban, o por lo menos no en todas partes, su
liberación. Y por otra parte, ahí donde existía un tipo de trabajo realmente
liberador, no se asistía a tal reflujo de mujeres fuera de las fábricas. En la
fábrica de Chau Yan, que nosotras visitamos, solamente unas diez mujeres
“regresarían tras la puerta de su casa”, como dicen los chinos.
Ya nadie puede ahora estar satisfecho con el esquema
soviético: “He aquí una fábrica del Estado, y el Estado es el partido, y el
partido son las masas, por lo tanto esta fábrica es tuya obrero, q.e.d."No,
esto ya no pasa. Si se me dice: “Esta fábrica es tuya, es del pueblo”, pero que
obedezca ciegamente las órdenes de los directores, que no comprenda nada de mi
máquina y todavía menos del resto de la fábrica, si no sé en lo que se
convierte mi producto ya terminado ni por qué se ha producido, si
trabajo rápidamente, muy rápidamente por el sueldo, si me aburro a morir
esperando toda la semana el domingo, y la salida durante toda la jomada, si soy
todavía más inculta que al principio después de años de trabajo, entonces es
que esta fábrica no es mía, ¡no es del pueblo! Si la producción continúa
funcionando según una organización de tipo capitalista, es decir respetando y
profundizando la separación entre el trabajo intelectual y el trabajo manual
según criterios de utilidades y de rentabilidad, si la producción marcha a
golpes de reglamentos burgueses, disciplina ciega y estímulos materiales, por
un lado los que piensan y por el otro los que ejecutan, entonces los que son menos
instruidos, y en particular las mujeres, son también los más oprimidos.
Si finalmente un número importante de mujeres
había podido dejarse convencer de los beneficios del regreso al fogón, es en
primer lugar porque en ciertas fábricas la lucha de clase entre la burguesía y
el proletariado no había permitido todavía vencer a la burguesía en ese
terreno. El trabajo, por ese hecho, permanecía sometido a criterios burgueses.
No, la producción capitalista no puede “liberar” a las mujeres porque, por otra
parte, jamás ha liberado a los hombres. Nosotras, que todas habíamos trabajado
en fábricas, recordábamos las eternas discusiones con las otras mujeres al
respecto: “Si mi marido ganara lo suficiente yo me quedarla en casa”, “Cuando
yo me case ya no trabajaré”, esto volvía constantemente. Aun si las mismas
afirmaban al día siguiente que “Por nada del mundo quisieran quedarse en casa
porque se aburrirían demasiado”. Ese estado de espíritu vacilante no hace más
que traducir la situación especialmente ambigua de las obreras de un país
capitalista. Una experiencia del trabajo social suficiente para hacemos medir
la “mezquindad” del trabajo doméstico, pero un trabajo social suficientemente
vacío de sentido como para hacer que se reflejara como un “lujo” la vida en la
casa, momentáneamente inaccesible. En una fábrica de televisores, Chantal, una
soldadora, me había dicho: “El lunes en la mañana, al ver toda la semana ante
mí, envidio a las que pueden quedarse en casa; el domingo en la noche, después
de una jornada de ‘limpieza’, las compadezco,”
Empero si la participación de las mujeres en el
trabajo social no las ha liberado, sin embargo ha constituido un factor
decisivo de toma de conciencia de su opresión, de la socialización de su
revuelta. Ha entrañado una toma de conciencia masiva de nuestra opresión: la
“feminitud”, o la desgracia de ser mujer.
CAPÍTULO 1
LA VÍA DE
INDUSTRIALIZACIÓN CHINA Y LA LIBERACIÓN DE LAS MUJERES
NI TRABAJO, NI SALARIO, ¡Y ELLAS
PERMANECIERON EN LA FÁBRICA!
La fábrica de material médico Chau Yan en Pekín
tiene mal aspecto. Algunas edificaciones de ladrillo de un sólo piso, en un
patio que parece el de una escuela. Sin embargo, ahí suceden, discretamente,
cosas decisivas para el porvenir de las mujeres. Fuimos recibidas ahí dos o
tres días después de nuestra llegada, en una salita blanca, alrededor de una
gran mesa, apretando con los dedos fríos las tazas hirvientes; Ma Yu Yin, una
obrera de unos cincuenta años, nos cuenta la historia de esta fábrica:
En este barrio, hasta 1958, la mayoría de las
mujeres permanecían todavía en sus casas al servicio de su familia, sus
quehaceres, el cuidado de los hijos... Fue entonces cuando el país entero se
levantó para realizar “el gran salto adelante”, es decir que todas las energías
se movilizaron para franquear una nueva etapa de trasformación de la sociedad.
En los campos, los campesinos reagrupaban las cooperativas de formación
superior para crear comunas populares; la industria se descentralizaba
ampliamente, en los lugares más apartados uno veía desarrollarse pequeñas
unidades de producción industrial. Y nosotras, las mujeres, ¿debíamos
permanecer en casa, al margen de la tempestad? El presidente Mao nos excitó a “contar
con nuestras propias fuerzas, desligarnos de las tareas domésticas y participar
en las actividades productivas y sociales’. Nosotras queríamos responder
a esa excitativa, dar también el gran salto adelante. Pero ¿cómo
arreglárnoslas? Fue entonces cuando en este distrito una veintena de mujeres se
decidieron a “franquear la puerta de la familia” para crear una fábrica de
barrio. Para tal efecto, el comité de manzana nos prestó dos hangares vacíos.
Viendo las cosas desde cierto ángulo se puede decir que teníamos todo en
contra: éramos pocas, sin ningún equipo, sin guarderías ni comedores, sin
ninguna experiencia en producción (todas éramos amas de casa), ni siquiera
sabíamos qué producir. Pero por otro lado teníamos grandes triunfos en la mano:
no era para aportar un poco más de comodidad a nuestra familia por lo que
habíamos decidido trabajar: queríamos trasformar la sociedad, trasformar la
condición femenina. ¡Que las mujeres abrieran la puerta de la casa que les
obstruía la vista! No queríamos ya servir a nuestra familia, queríamos servir
al pueblo.
Finalmente, después de una encuesta entre los
habitantes del barrio, decidimos producir artículos de primera necesidad que
les hacían falta: ollas, tubos para estufa, cacerolas, etc. Llevamos de
nuestras casas nuestras propias herramientas: martillos, pinzas, algunos
destornilladores, clavos, etc. No teníamos más. Fuimos a las fábricas a recoger
placas de metal, tubos de hierro, y nos pusimos a trabajar. A veces venían
obreras después de su trabajo a mostramos cómo emplear tales o cuales medios.
Otro problema grave era el cuidado de los niños.
Por ejemplo, esta camarada que está aquí tenía
cinco. Nos las arreglábamos como podíamos; los mayores cuidaban de los más
pequeños; algunas, apoyadas por sus madres o suegras, podían confiárselos a
ellas. También había vecinas que aprobaban lo que hacíamos y que nos daban una
mano. Se puede decir que ese problema se resolvió por la ayuda mutua en esa
época. Durante todo ese período, no recibimos ningún salario. Con frecuencia
nos quedábamos en la fábrica hasta tarde en la noche para terminar algún
trabajo que nos habíamos fijado.
Aumentar la producción y profundizar los
conocimientos
Finalmente, después de andar a tientas, logramos
producir con nuestras manos ollas y tubos para estufas. Esta producción fue
aceptada por el Estado. Fue nuestra primera victoria. ¡Cómo! ¿Simples amas de
casa sin calificación habían logrado, ayudándose mutuamente, a fuerza de
energía y obstinación, fabricar utensilios domésticos de suficiente calidad
como para que el Estado los comprara? Aumentó nuestro empeño. Se decidió
entonces diversificar esa producción de acuerdo a las necesidades del pueblo;
según una encuesta que nos permitió conocer nuevas necesidades locales,
comenzamos la fabricación de dispositivos médicos: placas de protección contra
rayos X, armarios aislantes. Utilizamos para eso máquinas viejas que ya no
servían; las desmontamos, reparamos y trasformamos nosotras mismas para
aumentar nuestra productividad y facilitar nuestro trabajo. Esto era más
complejo y requería más conocimientos que la fabricación de ollas.
Habíamos fijado en el taller un cartel con esta
frase del presidente Mao: Hoy los tiempos han cambiado, lo que puede hacer
un hombre, también lo puede hacer una mujer. En el fondo no había ninguna
razón para que las mujeres no pudiéramos construir aquellos dispositivos. A
veces, ante las dificultades, el desaliento se abatía sobre algunas de
nosotras. Decían: “Para qué todos estos esfuerzos, no triunfaremos. No tenemos
instrucción, los dispositivos médicos son demasiado difíciles de producir,
valdría más dedicarse a las ollas.” Discutíamos entre nosotras. “No estamos
aquí para enriquecernos, mucho menos para enriquecer a algún ‘amo’. El pueblo
tiene necesidad de esos dispositivos ¡y nosotras, las mujeres, bajaremos los brazos
ante los fracasos! Durante siglos y siglos las mujeres climas han sido
consideradas como bestias. Nosotras formamos parte de la clase obrera, ¿cómo
podrá ésta dirigir el país si la mitad de sus miembros permanece inculta,
incapaz de asimilar técnicas nuevas? ¡No sabemos nada! Muy bien, ¡aprendamos!
¡En páginas blancas es en donde se escriben las más bellas historias!” Y nos
volvíamos a entregar a la tarea, recuperada nuestra confianza. Con la ayuda de
otras fábricas que nos enviaron gente experimentada para asesoramos, logramos
producir no solamente placas de protección y almarios aislantes, sino también
grandes esterilizadores de alta temperatura y lámparas infrarrojas. Después del
examen, el Estado nos confió esta labor de producción y nuestra fábrica tomó su
nombre actual de “Fábrica de material médico de Chau Yan”. En ese momento,
nuestras filas se habían engrosado, éramos un poco más de trescientas, entre
las cuales había una veintena de hombres. En 1960, construimos otros cuatro
talleres en el patio sin pedir ni un centavo al Estado, simplemente
recolectando ladrillos provenientes de antiguas construcciones. Construimos ese
mismo año un comedor y una guardería en el recinto de la fábrica. Todo ello con
nuestras manos; nosotras podemos construir el socialismo con nuestras manos.
Un ejemplo de resistencia femenina que
triunfa
En la fábrica había un ambiente de solidaridad,
de dinamismo y de abnegación. No era raro ver a las obreras quedarse después
de su jomada de trabajo para terminar una tarea, o para entrenarse en una
técnica difícil. Por supuesto que no estábamos obligadas a hacerlo ni tampoco
se nos pagaba por ese “suplemento”. ¿Debe una recibir primas por hacer la
revolución? Pues estaba bien de lo que se trataba. Por otra parte, nuestra
experiencia no a todo el mundo le agradaba. En 1961, una parte de la dirección
de la fábrica, completamente cegada por las órdenes de la municipalidad de
Pekín3 decidió “racionalizar”
la producción; decidió que éramos demasiado numerosas para el trabajo que había
que hacer, que debíamos dejar de fabricar ollas puesto que en adelante seríamos
una fábrica de material médico. ¡Con qué desprecio hablaba de nuestras ollas!
Según esta “reorganización” una buena parte de nosotras debía regresar a casa.
Creían convencemos diciendo que “los salarios de los hombres serían aumentados
a fin de que pudiéramos quedamos en casa para ocupamos de la familia”. ¿No era
todo más simple de esta manera? Pero esos proyectos chocaron con una viva
resistencia de las mujeres que declararon: “¡No regresaremos a nuestros
fogones, no abandonaremos nuestro lugar!” La vida en la fábrica se volvió muy
tensa. Hubo una lucha encarnizada entre esa parte de la dirección que quería
hacer marchar la fábrica en función de utilidades inmediatas, que, sobre todo,
no quería qué las obreras se liberaran, y la gran mayoría de las obreras que
querían continuar en la misma vía.
Esa lucha se llevó conscientemente. Comprendíamos
lo que se arriesgaba. En la mayoría de los casos, nuestros maridos y los demás
hombres nos apoyaban. Esto se explica; lo que pasaba en Chau Yan no era un
hecho aislado. En todas las fábricas había una ofensiva reaccionaria orquestada
por Liu Shao-chi enfocada ya a restablecer las normas capitalistas de
producción, ya a impedir que las masas las destruyeran. Eso explica que los
hombres que también tenían que enfrentar esta ofensiva burguesa comprendieran y
apoyaran generalmente la resistencia de las mujeres. Como para muchas de
nosotras ya no había trabajo, tampoco había salario. Pero eso no importó. ¿No
nos dan trabajo? ¡Nos lo inventaremos nosotras mismas! ¿No tenemos salario?
¡Nos mantendremos ayudándonos mutuamente! Pedimos a otras fábricas que nos
confiaran trabajos que veníamos a realizar en “nuestra fábrica”; algunas
obreras llevaban a la fábrica materiales de demolición (ladrillos, láminas de
acero, etc.) que nosotras recuperábamos, limpiábamos y que así podían ser
vueltos a utilizar. El trabajo de las obreras era útil, aunque no
fuera “rentable”; lo habíamos probado. No obstante, no todas fueron capaces de
superar esas pruebas, pero eran raras, apenas unas quince. Se fueron a trabajar
a grandes fábricas, o bien volvieron a sus casas. Durante la Revolución
Cultural comprendimos todavía mejor la naturaleza profunda de esa política reaccionaria.
Realizamos campañas de denuncia del método de la pretendida “racionalización”.
La mayoría de los que habían apoyado las posiciones de Liu Shao-chi
descubrieron a qué intereses habían servido; ahora trabajan entre nosotras codo
con codo. De las mujeres que habían dejado la fábrica, casi todas han regresado
a trabajar aquí. Recientemente, las obreras de esta fábrica han logrado la
fabricación de silicio. Anteriormente, las obreras de aquí eran todas antiguas
amas de casa, en general relativamente mayores, de cuarenta a cincuenta años.
Ahora hay también jóvenes diplomadas de las escuelas que enseñan sus
conocimientos a las mayores, al mismo tiempo que aprenden de ellas las
cualidades de rebeldía revolucionaria y de firmeza proletaria de las antiguas amas
de casa. En el barrio, prácticamente ya no hay mujeres que permanezcan en casa,
salvo las que son demasiado viejas o que tienen mala salud, pero hasta para
ellas la vida ha cambiado. Se ayudan mutuamente y toman a su cargo ciertas
tareas domésticas para aligerar a las que trabajan fuera; organizan la vida
política y cultural de los barrios; no están ya aisladas como antes. Este
cambio es el resultado de la “partida” de millares de mujeres hacia las
actividades productivas y sociales. En cuanto a nosotras, por supuesto que
somos asalariadas, y es importante haber conquistado nuestra independencia
económica; pero hay que comprender que lo que es todavía más importante es
estar al mismo nivel en el mundo, preocuparse de los asuntos colectivos en
lugar de estar preocupadas por los solos problemas familiares. Hemos hecho de
la producción un arma para liberamos, para servir mejor al pueblo chino y a la
revolución mundial.
_________________________________
1 Liu Shao-chi, ex
presidente de la República Popular China.
2 Cf. boletín de Chine nouvelle núm. 61, de marzo de
1968, p. 8, núm. 031406, “los chinos estigmatizan la línea revisionista en el movimiento de las mujeres”.
3 La municipalidad de Pekín era un bastión de los partidarios de Liu Shao-chi. Intervenía con frecuencia en las direcciones de las fábricas para que éstas “racionalizaran” el trabajo, como entre nosotros; intentaba reducir el poder de los obreros.
2 Cf. boletín de Chine nouvelle núm. 61, de marzo de
1968, p. 8, núm. 031406, “los chinos estigmatizan la línea revisionista en el movimiento de las mujeres”.
3 La municipalidad de Pekín era un bastión de los partidarios de Liu Shao-chi. Intervenía con frecuencia en las direcciones de las fábricas para que éstas “racionalizaran” el trabajo, como entre nosotros; intentaba reducir el poder de los obreros.
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sábado, 7 de marzo de 2015
DESCARGAR EN:
http://www.solrojo.org/SR42.pdf
- Documento del PCP-COMITÉ CENTRAL: ¡IMPONER EL MAOÍSMO COMO ÚNICO MANDO Y GUÍA DE LA REVOLUCIÓN PROLETARIA MUNDIAL!
- SITUACIÓN NACIONAL: ¡FORJAR LUCHA DE LAS MASAS EN FUNCIÓN * DE LA GUERRA POPULAR!
- SITUACIÓN INTERNACIONAL: POR UN AVANCE AUDAZ DE LOS COMUNISTAS EN TODO EL MUNDO: ARMAR A LAS MASAS PARA APLASTAR AL REVISIONISMO Y CONQUISTAR EL PODER
- ¡APLASTAR AL REVISIONISMO PARA PODER CONFRONTAR A LA GUERRA IMPERIALISTA DE REPARTO CON LA GUERRA POPULAR MUNDIAL!
- ESPAÑA: “PODEMOS” - O CÓMO EL IMPERIALISMO PONE EN MARCHA SU PLAN DE CONTENER, DESVIAR Y CONTROLAR LA LUCHA DE LAS MASAS
lunes, 26 de enero de 2015
AVANCE DE LA REVISTA SOL ROJO Nº 42
AVANCE DE LA REVISTA SOL ROJO Nº 42
POR UN AVANCE AUDAZ DE LOS COMUNISTAS EN TODO EL MUNDO:
ARMAR A LAS MASAS PARA APLASTAR AL REVISIONISMO Y CONQUISTAR EL PODER
En la lucha actual por imponer el
maoísmo y aplastar el revisionismo en las filas del movimiento
comunista internacional, el Partido Comunista del Perú viene insistiendo
en que lo fundamental del maoísmo es el Poder. Es decir, como está definido en nuestra Base de Unidad Partidaria: "El Poder para el proletariado, el Poder para la dictadura del proletariado, el Poder basado en una fuerza
armada dirigida por el Partido Comunista. Más explícitamente: 1) El
Poder bajo dirección del proletariado, en la revolución democrática; 2)
el Poder para la dictadura del proletariado, en las revoluciones
socialista y culturales; 3) el Poder basado en una fuerza armada
dirigida por el Partido Comunista, conquistado y defendido mediante la
guerra popular”. Y como se expresa en nuestra consigna "Guerra popular hasta el Comunismo", estos principios son validos durante todo
el proceso de la revolución proletaria, desde sus primeros pasos hasta
el barrimiento final del imperialismo y toda explotación y el triunfo
del comunismo en todo el mundo.
Por otro lado, el revisionismo, desde
Bernstein y Kautsky, pasando por Jruschov, Teng hasta Avakian y
Prachanda, siempre ha tenido como objetivo central revisar precisamente
la posición marxista en cuanto al Poder y sustituir la lucha armada
para conquistar el Poder y la dictadura del proletariado con diferentes
formas de reformismo, "vías pacíficas", democracia y liberalismo
burgueses. De verdad, la lucha entre las dos posiciones no es una lucha
entre diferentes "tácticas" o métodos para llegar al socialismo y el
comunismo, sino una lucha entre la revolución proletaria mundial por un
lado y la capitulación frente al imperialismo y la reacción por el
otro lado. Así como el marxismo se imponía en la lucha contra el
socialismo burgués y pequeño burgués en los tiempos de Marx y Engels, y
el marxismo-leninismo se imponía en la lucha contra el revisionismo de
Kautsky, Trotsky y otros, hoy día es el marxismo-leninismo-maoísmo que
asume el enarbolar, defender y aplicar la línea proletaria en cuanto
al Poder.
Así vemos como tantos movimientos y
luchas armadas justas, revolucionarias y antiimperialistas se
encuentran desviados y desarmados por los dirigentes revisionistas y
oportunistas que venden la sangre derramada y los intereses del
proletariado y de los pueblos por un plato de lentejas - hasta que
tales movimientos llegan a convertirse en instrumentos del imperialismo
– al abandonar el objetivo de destruir el viejo Estado y construir el
nuevo. Eso es lo que ocurrió no solamente con los "viejos" partidos
revisionistas, sino también con los llamados partidos
"marxistas-leninistas" que se prestaron a negar y atacar el maoísmo. Y,
de acuerdo con el principio de que "uno se divide en dos", el
revisionismo inevitablemente va expresándose incluso en los Partidos
maoístas y bajo el mismo membrete del maoísmo: en el cuestionamiento de
la dictadura del proletariado, en la política de "acuerdos de paz" y
revisionismo armado, en sustituir la revolución de nueva democracia por
una lucha por la democracia burguesa, en sustituir la lucha de clases
por la conciliación y el pacifismo burgués, etc.
Esta lucha entre marxismo y
revisionismo, entre revolución y capitulación, se expresa en cada
Partido comunista y cada organización revolucionaria. El aplastamiento
de las posiciones revisionistas es una necesidad indispensable y
decisiva para poder triunfar en las revoluciones democráticas,
socialistas y culturales, y lo que corresponde a cada comunista en el
mundo es unirse con la izquierda de cada Partido comunista u
organización revolucionaria, y rechazar y combatir implacablemente a la
derecha, al revisionismo en cada uno de dichos Partidos u
organizaciones. Este es nuestro punto de partida cuando vemos la
situación actual de cada revolución. Ver por ejemplo la situación
actual en Nepal, donde la guerra popular, heroicamente llevada a cabo
por las masas obreras y campesinas del país, fue traicionada - y las
fuerzas revolucionarias desarmadas - por un puñado de dirigentes
revisionistas, ahora sentados en el parlamento como representantes del
viejo Estado reaccionario. Lo que corresponde a los comunistas en tal
situación es reconstituir el Partido y reiniciar la guerra popular. Es
decir, centrar en la guerra popular como forma principal de lucha para
así destruir el viejo Estado y construir el nuevo Poder hasta la
conquista del Poder en todo el país. Muy diferente de lo que se ve en
los pronunciamientos del Partido Comunista de Nepal-maoísta, formado en
2012 por Kiran, que "vamos a hacer la guerra sí el gobierno ignora
nuestras demandas". ¿Es decir, que solo se va a destruir el viejo
Estado reaccionario "sí es necesario"? ¿Sí el gobierno reaccionario
'acepta' las demandas reformistas, no es necesario armar al pueblo y
construir el nuevo Poder? El fundamento de tales posiciones es la idea
de que la dictadura burguesa, en ciertas condiciones, a través del
parlamento burgués, podría convertirse en dictadura conjunta o
proletaria sin una victoriosa guerra popular en la cual las fuerzas
revolucionarias aniquilan a las fuerzas reaccionarias y se construye y
defiende el nuevo Poder con las armas en las manos del pueblo. Tales
posiciones no corresponden a los comunistas; no se trata de "táctica" o
aplicación, sino de revisar los principios fundamentales del marxismo.
Lo que corresponde a los comunistas de Nepal no es "representar" al
pueblo en los aparatos de la reacción, sino armar al pueblo con
ideología y con fusiles, organizar a las masas para que ejerzan su
Poder. En Nepal, confrontando un ejército contrarrevolucionario grande,
los comunistas van a tener que reconstituir el Partido en medio de
acciones armadas, armar a las milicias populares ideológicamente y con
armas; si no se cavan su tumba. No hay que caer en el militarismo, que
centra tan solo en construir un ejército y "presionar" al viejo Estado
en vez de armar a las masas y construir el nuevo Poder.
En Nepal como en todos los países,
mientras la izquierda, los comunistas, mantienen el rumbo de la
revolución y aplican los principios de nuestra ideología universal,
aplastando el cretinismo parlamentario y todo revisionismo, la
revolución cobra relevancia y puede avanzar. Es por ello que la
reacción y el revisionismo, para poder usurpar el Partido y plasmar la
capitulación, tienen la necesidad de encarcelar y asesinar a los
dirigentes que mantienen el rumbo - como hicieron en China después de
la muerte del Presidente Mao.
Así también en el campo del pueblo,
tenemos la necesidad de aislar, combatir y aniquilar a los delatores y
traidores, a los dirigentes revisionistas que entregan a los comunistas
a la reacción y difunden la capitulación y el revisionismo en las
filas del pueblo. En Perú, cuando la reacción soltó a las ratas de la
LOD revisionista y capitulacionista de las cárceles para volver a los
comités del Partido y usurparlos, el Partido tuvo que aniquilar a estas
cabezas revisionistas, agentes del imperialismo y la reacción. Es una
necesidad de la justicia revolucionaria y para preservar y defender al
Partido, la revolución y las masas revolucionarias. Así las ratas, por
más que tomaron los penales y temporalmente algunos comités regionales,
terminaron largándose y hoy solo están en las cárceles reeditando
nuevas patrañas contrarrevolucionarias. Lo que quieren tales traidores,
en Perú como en otros países, son curules para su campaña de "acuerdos
de paz" - que ni a los capituladores en Nepal ni de las FARC les dan.
No es un problema de "intercambio de prisioneros" y "libertad", sino de
abjurar de la violencia para sofrenar cualquier revolución en el mundo
y asegurar el reparto del mundo de los imperialistas. Para nosotros no
hay más; las acciones y el trabajo de masas - y además el hecho de que
los revisionistas, la CGTP, la CTP aprista han abandonado la lucha por
el Poder del proletariado - eso es lo que nos ha permitido mantener el
rumbo en las condiciones complejas de la inflexión.
Estos son los puntos decisivos hoy en
cada lucha popular contra el imperialismo, la reacción y el
revisionismo en el mundo, en las guerras populares bajo la bandera del
maoísmo así como en las luchas de liberación nacional en Palestina, en
Kurdistán, en Ucrania y otros lugares: armar al pueblo ideológicamente y
militarmente contra los explotadores y sus viejos Estados, contra toda
potencia o superpotencia imperialista; un amplio trabajo de masas
movilizando a las milicias para iniciar o desarrollar la guerra popular
y llevarla hasta la conquista del Poder.
En este periodo es cuando se van
aclarando las ideas y las situaciones para algunos. Los dirigentes en
la lucha justa del pueblo kurdo por ejemplo, van decantando después de
los genocidios contra su pueblo; tienen que sentar su posición de no
ser ficha de ninguna potencia o superpotencia imperialista, tienen que
definir sí van a tomar el camino revolucionario o regirse del bastón de
mando del traidor Öcalan, que desde la cárcel, en manos de la
reacción, en su afán por ser el Mandela de Kurdistán, va difundiendo la
capitulación, la conciliación con los explotadores genocidas y el
abandonamiento del marxismo.
En todos los Partidos Comunistas y
organizaciones revolucionarias la izquierda va avanzando en su
comprensión y definiendo sus enemigos, considerando lo que el Partido
Comunista del Perú planteó: "un avance audaz" de los comunistas mientras
el imperialismo se moviliza para su nuevo reparto del mundo. Lo que
temen los imperialistas es que la nueva guerra mundial de reparto -
entre los grupos que se van delineando: China-Rusia; Estados Unidos,
Alemania (con otras potencias europeas) - llevará a que surja una
revolución en Asia. Están conscientes del peso de las masas de esta
parte del mundo, con países como India, China y otros. Ya saben que
implicaría una revolución triunfante como en China, una revolución
democrática, socialista y cultural que se desarrollaría movilizando a
otros continentes, porque el maoísmo estaría reafirmándose, pasando
sobre los revisionistas de todo tipo - los "trotskistas", los llamados
"leninistas" o "stalinistas" y otros - ya no habría pretexto para no
asumir el marxismo-leninismo-maoísmo como mando y guía de la revolución
mundial. Sería la continuación de la Gran Revolución Cultural
Proletaria, y por ello países como Nepal, Turquía y la nación de
Kurdistán también jugarán un rol fundamental.
De ahí la importancia de la guerra
popular en la India y otros países asiáticos para la revolución
proletaria mundial, de ahí la necesidad del imperialismo y la reacción
de fomentar el revisionismo, el cretinismo parlamentario, la
conciliación, los “acuerdos de paz” y la capitulación en estos países
en particular y en todo el mundo en general, y de ahí la urgente
necesidad de los comunistas del mundo de implacablemente combatir y
aplastar el revisionismo cuando y donde se presente.
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sábado, 17 de enero de 2015
LA MUJER MUSULMANA Y EL VELO - F. FANON
Frantz Fanon (1925-1961), militó en
las filas del FLN, luchando en Argelia contra el colonialismo francés,
combatiendo al mismo tiempo la concepción del mundo de las potencias
coloniales, mostrando al mundo «civilizado»
y colonial como lo que es: una máquinaria racista de explotación y
trituradora de vidas. A diferencia del nuevo revisionismo, nunca trató de ser
aceptado por el opresor, ni «civilizado» como el amo imperialista: «Es mentira
todo encuentro del ocupado con el ocupante.»
Despojó
al feminismo burgués de su máscara «civilizada» y mostró su paternalismo y el desprecio de éste por la mujer pobre,
tanto obrera como campesina. La mujer combatiente y armada, afirmaba Fanon, se libera a sí
misma en la lucha en contra del ejército ocupante y junto al hombre oprimido y
explotado. Mostró como la violencia del oprimido retrata al imperialismo y a
sus marionetas, pone al descubierto su racismo, no todas las vidas valen lo
mismo:
«Desde el momento en que el
colonizado escoge la contraviolencia, las represalias policíacas provocan
mecánicamente las represalias de las fuerzas nacionales. No hay equivalencia de
resultados, sin embargo, porque los ametrallamientos por avión o los cañonazos
de la flota superan en horror y en importancia a las respuestas del colonizado.
Ese ir y venir del terror desmixtifica definitivamente a los más enajenados de
los colonizados. Comprueban sobre el terreno, en efecto, que todos los
discursos sobre la igualdad de la persona humana, acumulados unos sobre otros,
no ocultan esa banalidad que pretende que los siete franceses muertos o heridos
en el paso de Sakamody despierten la indignación de las conciencias civilizadas
en tanto que "no cuentan" la entrada a saco en los aduares Guergour,
de la derecha Djerah, la matanza de poblaciones en masa que fueron precisamente
la causa de la emboscada.»
(Los condenados de la
Tierra)
Fanon
fue ferviente defensor de que «el Poder nace del fusil», defendió con su
vida que las masas solo pueden liberarse
con la violencia revolucionaria, y también que «las masas hacen la historia».
Ya advirtió que la revolución argelina no podía llegar hasta el final si era dirigida por la burguesía nacional, por
sus vínculos con la potencia colonial. No fue un comunista, y por tanto no
llegó a ver la necesidad del Partido Comunista, hoy un Partido maoísta
militarizado, quizás porque murió demasiado joven. La revolución en Argelia,
sin dirección proletaria, se quedó a medias. De esto tenemos que aprender todos
los pueblos del mundo.
LAS MUJERES ARGELINAS Y EL VELO
(Frantz Fanon, 1959)
Al
presentar al argelino como una presa que se disputan con igual ferocidad el
Islam y Francia occidental, se revelan con toda claridad las intenciones del
ocupante, su filosofía y política. Esto significa, en efecto, que el ocupante
descontento con sus fracasos, presenta de manera simplificada y peyorativa el
sistema de valores que le sirve al ocupado para oponerse a sus innumerables
ofensivas. Lo que significa voluntad de singularización, preocupación por
mantener intactos algunos jirones de la existencia nacional y religiosa, se
identifica con actitudes mágicas o fanáticas. Esta repulsa del conquistador
asume, según las circunstancias o los tipos de situación colonial, formas
originales. Las fuerzas de ocupación, al aplicar intensamente su acción
psicológica sobre el velo de la mujer musulmana, es evidente que cosecharon
algunos resultados. A veces ocurrió que se "salvara" una mujer que,
simbólicamente, se quitó el velo. Estas mujeres-test con el rostro desnudo y el
cuerpo libre, circulan ahora como moneda corriente en la sociedad europea de
Argelia. Alrededor de dichas mujeres reina una atmósfera de iniciación. Los
europeos, sobreexcitados por su victoria y en una espacie de trance que se
apodera de ellos, evocan los fenómenos psicológicos de la conversión.
El
afán rabioso del colonialista por despojar de su velo a la mujer musulmana, y
su decisión de ganar a toda costa la victoria del velo, provocan la respuesta
del autóctono. Aquí, encontramos una de las leyes de la sicología de la
colonización. En un primer momento, la acción y los proyectos del ocupante
determinan los centros de resistencia en torno a los cuales se organiza la
voluntad de afirmación de un pueblo.
El
blanco era el negro. Pero es el negro quien crea la negritud. A la ofensiva
colonialista sobre el velo. Lo que era un elemento diferenciado en un conjunto
homogéneo, adquiere un carácter tabú; la actitud de las argelinas frente al
velo se interprete como una actitud global frente a la ocupación extranjera. El
colonizado frente a la acción del colonialista en tal y cual sector
determinado, la afectividad inversa del conquistador en su trabajo pedagógico,
en sus ruegos, en sus amenazas, deja alrededor del elemento privilegiado un
verdadero universo de resistencia. Resistir al ocupante en este terreno preciso
significa infligirle una derrota espectacular, y sobre todo mantener la
"coexistencia" dentro de sus dimensiones de conflicto y guerra
latente. Es alimentar una atmósfera de paz armada.
La
argelina como sus hermanos, había montado minuciosamente los mecanismos de
defensa que le permiten hoy desempeñar un papel capital en la lucha liberadora.
Pero todavía será necesario aprender una nueva técnica: llevar bajo el velo un
objeto pesado, "muy peligroso de manipular", y dar la impresión de
tener las manos libres, que no hay nada bajo el velo sino una pobre mujer o una
joven insignificante. No se trata sólo de cubrirse con el velo. Es preciso
adoptar un tal "aire de Fátima" que tranquilice al soldado porque
"ésta no es capaz de hacer nada". Es bien difícil. Además, están los
policías que interpelan a escasos metros una mujer con velo que no parece
particularmente sospechosa. Y está la bomba; por la expresión patética del
responsable sabemos que se trata de eso, o de la bolsa de granadas, ligadas al
cuerpo por un sistema de cordones y correas. Porque las manos deben quedar
libres, para exhibirlas desnudas, para presentarlas humildes y sencillamente a
los militares para que no busquen más. Mostrar las manos vacías y aparentemente
móviles y libres es el signo que desarma al soldado enemigo.
Ahora
bien, el invasor ha sido avisado y en las calles se presenta el cuadro clásico
de las mujeres argelinas detenidas contra los muros, sobre cuyos cuerpos se
deslizan incansablemente los famosos detectores magnéticos llamados
popularmente "sartenes". Todas las mujeres con velo, todas las
argelinas son sospechosas. No hay discriminación. Es el período durante el cual
los hombres, las mujeres, los niños, todo el pueblo argelino vive a la vez su
unidad, su vocación nacional y el crisol de la nueva sociedad argelina.
Ignorando
o simulando ignorar esta nueva conducta, el colonialismo francés reinicia el 13
de mayo de 1959 su clásica campaña de occidentalización de la mujer argelina.
Muchachas del servicio doméstico amenazadas con perder su trabajo, pobres
mujeres arrancadas de sus hogares son conducidas a la plaza pública y
despojadas simbólicamente de sus velos al grito de: "¡Viva Argelia
francesa!". Espontáneamente y sin consignas, las mujeres argelinas, que
desde hace tiempo abandonaron el velo, vuelven a usar el haik, afirmando así
que no es verdad que la mujer se libera por una simple invitación de Francia y
del general De Gaulle. El colonialismo quiere que todo emane de él. Pero la
tendencia psicológica dominante del colonizado es la de endurecerse frente a
cualquier invitación del conquistador. Desde el 13 de mayo se vuelve a usar el
velo, pero definitivamente despojado de su dimensión exclusivamente
tradicional. Existe, por lo tanto, un dinamismo histórico del velo que se
percibe en forma muy concreta, en el desarrollo de la colonización de Argelia.
Al principio, el velo es un mecanismo de resistencia, pero para el grupo social
continúa fuertemente arraigado. Se usa por tradición, pero también porque el
ocupante quiere desvelar a Argelia. Lo que había sido preocupación de conducir
al fracaso las ofensivas psicológicas o políticas del ocupante, se convierte en
medio, en instrumento. El velo ayuda a la argelina para responder a los nuevos
interrogantes planteados por la lucha.
El
amor ardiente de la mujer musulmana por su hogar no es una limitación del
universo. No es odio al sol, a las calles o a los espectáculos. No es una fuga
del mundo. En condiciones normales, debe existir una doble corriente entre la
familia y el conjunto social. El hogar funda la verdad social, pero la sociedad
autentifica y legitima a la familia. La estructura colonial es la negación
misma de esta recíproca justificación. La mujer argelina, al restringirse, al
elegir una forma de existencia limitada en el espacio, afianzaba su conciencia
de lucha y se preparaba para el combate. En este encerrarse en el hogar,
acompañado de la negación de una estructura impuesta; este repliegue sobre el
núcleo fecundo que representa una existencia recogida pero coherente,
constituyó durante mucho tiempo la fuerza fundamental del ocupado. Sólo la
mujer, con ayudas de técnicas conscientes, puede iniciar la articulación de
ciertos dispositivos. Lo esencial es que el ocupante se estrelle contra un
frente unificado. De ahí el carácter
esclerótico que debe resistir la tradición.
En
realidad, la efervescencia y el espíritu revolucionario son alimentados en el
hogar por la mujer musulmana. Y es que la guerra revolucionaria no es una
guerra de hombres. No es una guerra con fuerzas en activos y con reservas. La
guerra revolucionaria, tal como la lleva a cabo el pueblo argelino, es una
guerra total en la que la mujer no se limita a tejer o a llorar a sus mártires.
La mujer musulmana está en el corazón del combate. Detenida, torturada,
violada, abatida, es un testimonio viviente de la violencia del ocupante y de
su inhumanidad. Enfermera, agente de enlace, combatiente; en cualquier caso es
un testigo de la profundidad y de la densidad de la lucha. El lugar de la mujer
musulmana en la sociedad argelina se afirma con tal vehemencia que es fácil
explicarse la turbación del ocupante. Sucede que la sociedad argelina no es una
sociedad sin mujeres que se había descrito tan minuciosamente en Europa. A
nuestro lado, nuestras hermanas musulmanas destruyen cada día más los
dispositivos enemigos y liquidan definitivamente las viejas mitificaciones.
Descargar texto completo:
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