sábado, 17 de mayo de 2014

¡VIVA EL XXXIV ANIVERSARIO DE LA GUERRA POPULAR EN EL PERU! MPP


¡Proletarios de todos los países, uníos!

¡VIVA EL XXXIV ANIVERSARIO DE LA INVENCIBLE Y VICTORIOSA GUERRA POPULAR EN EL PERÚ!

El Partido Comunista del Perú una vez reconstituido como Partido de nuevo tipo marxista-leninista-maoísta, pensamiento gonzalo, bajo la Jefatura del Presidente Gonzalo y de su dirección personal, inició el 17 de mayo de 1980 la guerra popular en el Perú, con la cual bajo la dirección del Partido el proletariado y el pueblo peruano, como parte del proletariado internacional y de los pueb­los del mundo, entramos a ser protagonistas de la histo­ria, protagonistas conscientes, organizados, armados y se concretó la gran ruptura y se comenzó a hacer el futuro, la revolución comunista. 

La guerra popular se inició en el 80, para no detenerse ni un solo instante hasta que lleguemos todos al comunis­mo; hoy comprendemos la dimensión que le corresponde, en ese momento sólo el Presidente Gonzalo, lanzando la mirada décadas por delante caló su gran significado histórico.

Nosotros, a nombre del Movimiento Popular Perú, el organismo generado por el Partido Comunista del Perú para el trabajo en el extranjero, expresamos en esta oca­sión solemne de la celebración del XXXIV aniversario de la guerra popular, nuestro exultante saludo y sujeción incondicional, conciente y voluntaria a nuestra Jefatura, el Presidente Gonzalo, Jefe del Partido y la revolución, quien ha definido el marxismo-leninismo-maoísmo como la tercera, nueva y superior etapa del desarrollo de nues­tra ideología, quien aplicándola creadoramente a nuestra realidad concreta nos ha dado el pensamiento gonzalo, él es el más grande marxista-leninista-maoísta viviente sobre la tierra, centro de unificación partidaria y garantía de triunfo que nos lleva hasta el comunismo; a nuestra todopoderosa ideología, el marxismo-leninismo-maoís­mo, pensamiento gonzalo, principalmente pensamiento gonzalo, todopoderosa porque es verdadera; al heroico combatiente, el Partido Comunista del Perú, que dirige la guerra popular y a su sistema de dirección: Comité Central, Buró Político y Comité Permanente. Saludamos a nuestro Ejercito Popular de Liberación, columna vertebral del nuevo Poder, sin el cual nuestro pueblo no tendría nada.

La crisis general del imperialismo se agudiza día a día generando magníficas condiciones para la revolución proletaria mundial. Los pueblos se levantan y el proletariado y las masas de todo el mundo luchan contra este caduco y decadente sistema. Se organizan y combaten siendo su máxima expresión la guerra popular en el Perú dirigida por el Comité Central del Partido Comunista del Perú. El gendarme hegemónico la superpotencia yanqui y las potencias imperialistas en colusión y pugna están preparando una nueva guerra mundial y un nuevo reparto del mundo soñando con salir de la crisis y tratar de reorganizar el imperialismo según los intereses de la potencia o potencias vencedoras. A la vez, las potencias imperialistas al mismo tiempo que aplican su política genocida tratan de parar la revolución por todos los medios.

Es principalmente por la influencia de la Guerra popular en el Perú que el maoísmo es asumido por millones de proletarios y oprimidos del mundo y que en Nepal se da comienzo a la guerra popular siguiendo los pasos del PCP, una guerra popular que luego fue traicionada por los dirigentes revisionistas de Nepal encabezados por Prachanda. Lo concreto es que con la detención del Presidente Gonzalo el MRI entró en problemas ideológicos y fue tomado por el nuevo revisionismo, convirtiéndolo en un aparato burocrático que sólo se dedicaba a saludar luchas armadas. Se nombraba el maoísmo pero en los hechos se atacaba al maoísmo, al Presidente Gonzalo y al pensamiento Gonzalo atribuyéndole la autoría de las “cartas de paz”. Atacaban al Presidente Gonzalo pues él es el que había definido el maoísmo como nueva, tercera y superior etapa de la ideología comunista; a su vez, también había definido la etapa histórica actual, la del barrimiento del imperialismo de la faz de la Tierra. Al atacarlo, a lo que vilmente apuntaban estos felones era, en lo concreto, ser colaboradores eficaces del plan del imperialismo de aislar a la guerra popular en el Perú, plan que se sigue aplicando en la actualidad.

El nuevo revisionismo encabezado por Avakian y Prachanda está dirigido principalmente por el imperialismo yanqui con el objetivo de mantenerse como gendarme único por eso aplican y defienden el “plan imperialista de acuerdos de paz”, para desprestigiar el maoísmo, para difundir su revisionismo bajo las etiquetas de “no hay condiciones” o “el imperialismo está fuerte”; que el capitalismo es un avance en los países coloniales y semicoloniales, una etapa intermedia que prepararía las condiciones de la revolución proletaria. Vieja palabrería que sólo quiere poner a las masas bajo una dirección no proletaria: del imperialismo y de una facción de la gran burguesía.

Parafraseando al gran Lenin (El Estado y la Revolución), podemos afirmar sin tapujos que la tergiversación y el silenciamiento de la cuestión de la actitud de la revolución proletaria, de la guerra popular, de lo que significa el PCP como vanguardia de la revolución mundial, no pueden por menos que desempeñar un enorme papel de traición a la clase, precisamente en el momento en que los Estados, con su aparato militar reforzado a consecuencia de la rivalidad imperialista, se convierten en monstruos guerreros, que devoran a millones de hombres para dirimir el litigio de quién va a dominar al mundo.

Lo claro y cierto es que la perspectiva para los comunistas y revolucionarios es magnífica. La agudización de la contienda entre las potencias imperialistas abre flancos para la revolución. Mientras el imperialismo yanqui brega desesperadamente para mantenerse como gendarme hegemónico, China y Rusia en su disputa por el dominio del mundo no les queda otra que desarrollar el fascismo y el genocidio. Por tanto el cuento del mundo multipolar sólo está dirigido para servir a los intereses de un imperialismo más fascista y genocida como el chino, con sus zonas económicas especiales, o donde el Estado dice hasta cuántos hijos tener. Esto es el imperialismo en su fase más genocida y parasitaria.

El nuevo  revisionismo trabaja para contener todo inicio de guerra popular o desviarla de la toma del poder con “acuerdos de paz”. Con el cuento de la “fortaleza del imperialismo yanqui” y  de la “multipolaridad”,  en realidad su objetivo es imponer un imperialismo más genocida y fascista como el chino, que ha llevado la explotación del  proletariado y del campesinado en China a su máxima expresión.

El imperialismo necesita para mantenerse que los pueblos estén sumidos en el revisionismo para seguir llevando adelante sus guerras de rapiña y contener la revolución.

Ese es el papel del nuevo revisionismo, trabar, contener la difusión del maoísmo, de la reconstitución de partidos comunistas maoístas militarizados para iniciar guerra popular. ¿Por qué ahora antiguos elementos autodenominados maoístas ya no lo son? ¿Por qué dijeron que asumían el maoísmo? Para entrampar y dividir, para servir al imperialismo y a la reacción y que el maoísmo no dirija la nueva ola de la revolución proletaria mundial. Por eso el revisionismo es el peligro principal para la revolución, porque es el enemigo que ataca desde dentro de nuestras filas, creando confusión, obstaculizando toda lucha de dos líneas, usando el ataque personal, los chismes y los rumores, siendo el blanco principal de estos miserables la guerra popular en el Perú dirigida por el CC del PCP.

En el Perú la LOD y la LOI, al servicio del imperialismo, principalmente yanqui, junto al imperialismo y la reacción han tratado de aniquilar a la guerra popular y a su Estado mayor, el CC del PCP, sin conseguirlo. El PCP mantiene el rumbo, fiel a los principios, ampliando el trabajo de masas, aplicando creadoramente el pensamiento Gonzalo a condiciones nuevas y marcando el rumbo al proletariado internacional y a los pueblos del mundo desarrollando más la guerra popular. Combatiendo los enemigos externos, el imperialismo y la reacción, y los internos, el nuevo revisionismo.

¡VIVA LA VICTORIOSA E INVENCIBLE GUERRA POPULAR!

¡VIVA EL PRESIDENTE GONZALO Y SU TODOPODEROSO PENSAMIENTO!

¡VIVA EL PARTIDO COMUNISTA DEL PERÚ!

¡HONOR Y GLORIA AL PROLETARIADO Y PUEBLO PERUANO!

¡ABAJO EL IMPERIALISMO, LA REACCIÓN Y EL REVISIONISMO!

Movimiento Popular Perú
17 de mayo de 2014

miércoles, 7 de mayo de 2014

AMÉRICA LATINA: GUERRA POPULAR - CC del PCP



AMÉRICA LATINA: GUERRA POPULAR
Grandes Victorias, Brillante Perspectiva

Comité Central del Partido Comunista del Perú
(Mayo de 1970)

"La guerra revolucionaria es la guerra de las masas, y sólo puede realizarse movilizando a las masas y apoyándose en ellas".

"Nuestro principio es: El partido manda al fusil, y jamás permitiremos que el fusil mande al partido".
Mao Tse-tung


La situación mundial ha entrado en una nueva época: la del pensamiento Mao Tsetung. Bajo este signo hemos vivido en los últimos años hechos que han transformado enormemente el mundo. 

Las luchas de Liberación Nacional han avanzado inconteniblemente, la Gran Revolución Cultural Proletaria de China ha obtenido grandiosas victorias, el Movimiento Comunista Internacional se ha fortalecido, y las masas en todo el mundo, inclusive dentro de los países imperialistas y socialimperiastas, han desatado furiosas tormentas revolucionarias, remeciendo todo el caduco y podrido sistema de explotación del hombre por el hombre.

El mundo arde hoy por sus cuatro costados. Las chispas de la Guerra Popular incendian las praderas y el fuego violento de la revolución se extiende devorando para siempre al viejo mundo, sumiendo en la desesperación a todos los reaccionarios y abriendo nuevas y más próximas esperanzas para toda la humanidad.

América Latina es el "traspatio" del imperialismo norteamericano. Aplicando su política semicolonialista, el imperialismo ha penetrado con mayor ferocidad en los países latinoamericanos acelerando el despojo y la esquilmación de los recursos naturales, oprimiendo y arruinando a las masas populares cada vez más, principalmente obreras y campesinas.

Aplicando su estrategia global contrarrevolucionaria, los imperialistas prestan importancia al "fortalecimiento" de los regímenes títeres y lacayos. "Fortalecer" la posición de los terratenientes-feudales y los capitalistas burocráticos exige la centralización del control de la economía, de los medios de propaganda, el uso máximo del engaño político, adoptando poses "nacionalistas" y pseudoantiimperialistas, y la preparación mayor y el desarrollo sistemático del ejército reaccionario, la modernización de su armamento y aparatos de represión, el perfeccionamiento de sus métodos de asesinato, y el incremento de sus reservas materiales.

Para desatar una sangrienta guerra civil, en la que se enfrenten "nativos contra nativos", se pretende asegurar los gobiernos, no ya de venales y débiles políticos reaccionarios, sino de comandantes de ejército mucho más corruptos y sanguinarios, sin aspavientos para ensangrentar al pueblo.

A los ojos de los imperialistas son los regímenes fascistas, policiacos, los que brindan más "seguridad" y "eficacia" en el resguardo de sus intereses y en la represión violenta de la Guerra Popular. Los "golpes" militares, bajo el directo control de los imperialistas y su "agencia CIA", han sido innumerables en la última década y han sometido bajo la bota sangrienta del fascismo a la mayor parte de los países latinoamericanos.

Nuestro Partido Comunista ha señalado varias veces el carácter preventivo de estos planes imperialistas. El verdadero propósito de la modificación de determinadas estructuras es el de adecuarlas a sus planes semicolonialistas, seguros de que habrán de serles más "productivas" antes del estallido y brote de los brotes guerrilleros y la lucha armada. Apuntan, pues, a contener el avance impetuoso de la Guerra Popular.

La represión violenta siempre ha constituido el arma principal que usan los imperialistas y reaccionarios. A la menor manifestación de gérmenes guerrilleros se lanzan frenéticamente tratando de destruirlos por completo.

"Quemar todo, destruir todo, matar a todos" es la política usada contra las masas y los sectores patrióticos, "guerra sin cuartel y sin prisioneros" es su consigna ante los guerrilleros heridos y capturados.

Muestras bárbaras de ferocidad con la población y los luchadores capturados son continuas. Se usan métodos de asesinato masivo y las formas más refinadas y crueles de liquidación física.

Los reaccionarios han alentado y sostienen, principalmente en las ciudades, a grupos secretos de criminales y degenerados, los que con el apoyo público de las autoridades reaccionarias han provocado la muerte violenta de miles de patriotas y progresistas. 

La guerra popular emprendida por los pueblos latinoamericanos ha de enfrentar condiciones sumamente duras y en su desarrollo tendrá que vencer las dificultades más grandes que haya conocido la historia. Mas los imperialistas y los reaccionarios no son invencibles. Nuestros pueblos contribuirán a enterrar definitivamente a todos los explotadores.

Los socialimperialistas soviéticos y los demás revisionistas, mostrando su rostro de traidores y contrarrevolucionarios, principales cómplices del imperialismo norteamericano, actúan agitando sus '"transiciones pacíficas" (sumisión, servilismo, y adoración a los imperialistas), colaborando al mismo tiempo a sostener económica y militarmente a los deshechos y moribundos Estados terrateniente-burocráticos, aplaudiendo el engaño político y aclamando por la represión violenta de las masas.

Bajo la batuta de sus repugnantes cabecillas, los revisionistas en América Latina han realizado sucesivas y permanentes actividades contrarrevolucionarias, de sabotaje y traición desvergonzadas a la revolución y a la Guerra Popular.

En sus desesperados intentos de conseguir el "beneficio" de la legalidad no han vacilado en lanzar los más rabiosos ataques contra los partidos marxista-leninistas y la violencia revolucionaria.

Los revisionistas han cumplido "servicios" en favor del enemigo, y en la medida en que prosperan las acciones armadas y ellos son incapaces de obstruir su crecimiento desde fuera, se introducen o infiltran en sus filas, luego de hipócritas manifestaciones de apoyo, para capturar la dirección y utilizar a los grupos guerrilleros en sus negociados políticos pro "legalidad".

La experiencia de América Latina ha confirmado aun más la acción contrarrevolucionaria del trotskismo y la total falacia dañina de sus tesis de lucha "anticapitalista decisiva".

Son muchos los asesinatos por la policía "gracias" a la delación de los revisionistas y troskistas. La sangre de esos luchadores es una deuda que tendrán que saldar necesariamente con el pueblo.

Con el triunfo de la revolución armada en Cuba, a partir de 1959, y la actividad del movimiento castrista, Latino América ha sufrido una errónea y perniciosa influencia por parte del tercerismo pequeño burgués.

El tercerismo es una versión remozada de los vanos intentos de la pequeña burguesía por sustituir al proletariado como factor dirigente de la revolución y arrebatarle su hegemonía.

Los terceristas y sus ideólogos, difunden su llamado particularismo de la revolución en América Latina, atacando furiosamente el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung, preconizando su caducidad, así como la de las leyes universales de la Guerra Popular.

Los terceristas pequeño burgueses suplantan la política proletaria por una política burguesa, niegan la dirección de la clase obrera y de su partido político, y confían en las acciones de un grupo de héroes pequeño burgueses más que en la acción de las masas populares. Propagadores de una línea militar burguesa, rinden culto a las armas, rechazan el prolongado y sistemático trabajo político entre las masas, especialmente campesinos, propugnan los "focos guerrilleros" para la acción de las bandas errantes, y cultivan el espontaneísmo, iniciando sus acciones militaristas sin considerar las condiciones políticas y el deseo subjetivo de las masas, actuando por sobre la conciencia de ellas.

Todos los intentos del tercerismo han terminado, como tenía que suceder, en la derrota. Sus afanes vanguardistas, que los empujaron al aventurerismo, los han conducido de fracaso en fracaso, y a sufrir pérdidas dolorosamente grandes.

Todos los revolucionarios tienen la perentoria obligación y necesidad de sistematizar las experiencias adquiridas hasta hoy. Continuar la lucha lo exige.

La mejor receta para asesinar la revolución es coludiéndose con el revisionismo y el trotskismo. La mejor receta para llevar a la revolución al fracaso es conduciéndola por el camino del tercerismo pequeño burgués. Estas son las lecciones que han costado la sangre de numerosos combatientes.

En Venezuela, por ejemplo, los terceristas pequeño burgueses analizando erróneamente las condiciones, se opusieron, al principio, a tomar el camino de cercar las ciudades desde el campo. Limitándose a movilizar a reducidos sectores pequeño burgueses, llevaron adelante las acciones guerrilleras urbanas, rindiendo culto a la espontaneidad, a la lucha de los elementos aislados. Su falta de capacidad para ligar el trabajo revolucionario al movimiento obrero y campesino y la violenta represión desatada en las ciudades por la reacción, tuvo que obligarlos a abandonar las ciudades, o a descomponerse pasando a la legalidad, tras concesiones, o a subir a las montañas a continuar la lucha en las zonas rurales.

Los revisionistas, obligados por las circunstancias a unirse a tales grupos, sirvieron de agentes de corrosión política de los combatientes, y terminaron, como en otros casos de América Latina, ofreciendo a las guerrillas a cambio de su reconocimiento legal, traicionando al fin cobardemente, colocándose a la cola de la reacción, y gritando sus estúpidos "desarrollo democrático y pacífico, participación en las elecciones, etc.

El apoyo de Castro a los terceristas, como ha sucedido en otros casos en América Latina, se hallaba condicionado a su sometimiento a orientaciones dadas por él o por pseudo organismos constituidos con tal fin, es decir centros de dirección exteriores, desconociendo el principio marxista-leninista de que la revolución la hacen los pueblos de cada país, bajo la dirección de los estados mayores, los Partidos Comunistas.

El caso de Colombia es otro de los ejemplos, la lucha armada surge allá en respuesta a una de las más brutales represiones contra el pueblo que se conozcan en toda América. Las acciones reaccionarias se personifican en la "violencia reaccionaria" que asesina sistemáticamente a miles de patriotas, y ensangrienta Colombia.

Los revisionistas y los terceristas juegan el mismo papel que en Venezuela. Sabotean y traicionan desvergonzadamente, los primeros; conducen al fracaso a los grupos guerrilleros los segundos.

Tras la traición de Vicira y los duros golpes del ejército reaccionario, los grupos se desintegran, degenerando algunos en el bandolerismo, mientras otros constituyen lo que se ha dado a conocer como "repúblicas independientes de Marquetalia y el Pato". Aislados de los grandes sectores populares, sin extender en mayor medida su influencia, y fortalecerse mediante la movilización de masas, son fáciles presas de la contrarrevolución.

En los últimos años la lucha guerrillera se ha avivado en Colombia, más ahora con la gran particularidad de orientarse hacia una concepción proletaria de la guerra popular, en la medida que tal posición avance la lucha en Colombia alcanzará éxitos para su pueblo y ser gran aporte al movimiento revolucionario latinoamericano.

En el Perú, los grupos guerrilleros que iniciaron sus acciones en 1965, bajo las influencias nocivas del tercerismo, dispersan sus fuerzas para combatir con la ilusión de así dispersarlas del enemigo. Bandas errantes, con casi ningún vínculo con las masas campesinas, aplican las reglas de oro del tercerismo: desconfianza constante, seguridad constante, vigilancia constante; en esencia desconfianza y desprecio hacia las masas campesinas. Mientras tanto, las guerrillas del Cuzco adoptan la táctica de defensa pasiva, de defender el terreno pulgada por pulgada, rechazando la defensa activa, un consecuente concepto marxista-leninista, y única guía correcta para que los pueblos logren la victoria en sus guerras revolucionarias; además construyen sus campamentos en regiones montañosas, aislados de los centros de mayor concentración campesina, considerándolos ingenuamente inexpugnables.

El caso de las guerrillas bolivianas constituye una muestra típica de acción de los terceristas pequeño burgueses en América Latina, y uno de los más importantes actos de aventurerismo cometidos por el castrismo. Cultores del espotaneísmo confiaron más en el "prestigio" que en el trabajo de movilización política de las masas, trastocaron el verdadero concepto del internacionalismo proletario, e iniciaron sus acciones esperanzados en bases logísticas exteriores, desdeñando la línea marxista-leninista de basarse en los propios esfuerzos.

El fracaso del ELN, en Bolivia, y la muerte de Guevara y los hermanos Peredo, significan para América Latina, la bancarrota total del tercerismo pequeño burgués. Es además, una nueva muestra de la traición de los revisionistas, y del falso apoyo preconizado por Castro. La errónea orientación política, y consecuentemente la errónea línea militar, el aislamiento de las masas, la pérdida de las perspectivas revolucionarias y el abandono del trabajo revolucionario, ha conducido a una parte de los terceristas a las actividades terroristas, en las ciudades, reduciéndose a tales falsos métodos, mientras un sector de aquellos se aproximan paulatinamente, y a costa de tan dolorosas y sangrientas experiencias, al camino de la Guerra Popular, al del marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung.

El proletario "no solo necesita una justa línea política marxista sino también una justa línea militar marxista." Sin la guía de una correcta línea política, es imposible tener una correcta línea militar, y sin una correcta línea militar es también imposible aplicar y llevar a cabo una correcta línea política.

Esta verdad ha venido siendo comprendida por los partidos marxista-leninista de América Latina, los que han hecho esfuerzos por prepararse para la Guerra Popular y atreverse a llevar adelante la Guerra del Pueblo, de acuerdo a la línea militar proletaria del camarada Mao Tsetung.

Gracias a la correcta orientación de los partidos marxista-leninistas y la poderosa influencia del Movimiento Comunista Internacional, ha prendido fuertemente en las masas la idea de que el poder nace del fusil, preciosa enseñanza del camarada Mao Tsetung, y es mayor y más profunda la comprensión de las ideas básicas sobre la Guerra Popular y el Ejército Popular: Guerra del Pueblo, Ejército del Pueblo.

Comprendiendo el camino de la Guerra Popular, y bajo la dirección de sus Partidos Comunistas, los marxista-leninistas de América Latina han ido consecuentemente a las zonas rurales a desarrollar trabajo político entre las masas campesinas, y a desarrollar las guerras revolucionarias.

La dirección de los Partidos Comunistas, marxista-leninistas, es un importantísimo y necesario factor para el triunfo de la Guerra Popular en América Latina. Solo tales Partidos, armados con el invencible pensamiento Mao Tsetung, podrán con toda seguridad conducir adelante y victoriosamente las luchas revolucionarias hasta el final.

Nuestro glorioso Partido Comunista es un firme partido marxista-leninista. En el seno de nuestro Partido siempre han habido agudas y encarnizadas luchas, en cada etapa histórica del desarrollo de la revolución, entre las dos líneas militares diametralmente opuestas. Nuestro Partido ha sabido defender exitosamente la línea militar proletaria, contribuyendo poderosamente al descrédito de las falsas teorías del revisionismo contemporáneo y el tercerismo pequeño burgués. En especial la presente lucha interna, contra los liquidadores, ha puesto a nuestro Partido en inmejorables condiciones y nos ha aproximado a la brillante realidad de la Guerra Popular.

Nuestro Partido Comunista está decidido a contribuir a la lucha de los pueblos de América Latina con el desarrollo de la lucha del pueblo peruano, y a mantenerse firmemente al lado de los partidos hermanos de Latino América, y a realizar mayores contribuciones para la victoria total del movimiento comunista en el mundo.

Sólo combatiendo en forma decidida al revisionismo, al trotskismo, a todos los revisionistas, al tercerismo pequeño burgués, desacreditándolos total y completamente, podremos combatir verdadera y resueltamente al imperialismo y al feudalismo.

Debemos destruir enérgicamente la línea militar burguesa y erradicar su venenosa influencia en América Latina. Debemos dar prioridad a la política proletaria, es decir al marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung al pensamiento de José Carlos Mariátegui, a la línea política de nuestro Partido.

Debemos persistir en armar a nuestros cuadros, militantes, a las masas, con el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung.

La década del 60 ha sido una etapa de victoria para el marxismo-leninismo en América Latina y en el mundo entero.

La nueva década del 70 habrá de significar mayores victorias aún para la revolución mundial.

Hemos logrado grandes victorias. Saludemos fervorosamente a la nueva década. Las perspectivas son brillantes.


¡VIVA EL TRIUNFO DE LA GUERRA POPULAR!

¡VIVA EL MARXISMO LENINISMO PENSAMIENTO MAO TSETUNG!

¡ABAJO EL MILITARISMO PEQUEÑO BURGUÉS!



Bandera Roja, Número 42, mayo de 1970.


miércoles, 30 de abril de 2014

¡VIVA EL 1º DE MAYO PROLETARIO!


¡Proletarios de todos los países, uníos!

¡Viva el 1º de Mayo Proletario!
De las luchas parciales y por resultados inmediatos,
a la lucha general por la emancipación del proletariado dirigida por su Partido Comunista

Este primero de mayo expresamos nuestro más caluroso saludo revolucionario a todos los obreros y proletarios del mundo, a todas las masas que entregan su vida en las luchas revolucionarias y guerras populares del mundo, a todos los comunistas del mundo. Por lo mismo, elevamos nuestro ánimo y optimismo revolucionario al tope, pues las circunstancias en que se desenvuelve la situación actual del mundo son óptimas para la revolución y porque el proletariado, última clase de la historia, se encuentra en brillante perspectiva para barrer y aplastar definitivamente al sistema capitalista que le oprime, le explota y le sojuzga, y, con ello, por lo mismo, lapidar ineluctablemente al imperialismo: última y parasitaria fase de este podrido Sistema.
Nuestros principios están forjados en la convicción de que no debemos esperar nada de este miserable y ruin Sistema. Acallemos con el fragor de nuestra violencia de clase a todos aquellos cantamañanas que quieren desviar nuestras luchas, viles traidores que quieren pintar de “humana” a la fiera imperialista; fiera que, en su fase final y agónica, quiere caer sobre nosotros con todo su rigor, con toda su violencia, con toda su furia salvaje, con toda la rabia que le permite su fatal e inevitable desenlace. No creamos a los felones que quieren confundir a la clase; aquellos que quieren encubrir, como decía Lenin: “con frases acerca de ¡la sublime significación de la ‘democracia’! El campo de los explotadores es fiel a sí mismo: hace pasar la democracia burguesa por ‘democracia’ en general. Y todos los filisteos, todos los pequeños burgueses, hacen coro a ese campo; todos…” los revisionistas de viejo y nuevo cuño, los oportunistas, los cretinos parlamentarios, los vendeobreros de toda laya.
La profunda crisis del capitalismo en todo el mundo ha puesto en evidencia la descomposición y la decadencia de éste. Las masas luchan en todo el mundo contra un modo de producción que es incapaz de garantizar las necesidades básicas de una inmensa parte de la población del planeta. En el Perú, la India, etc., las masas más pobres y explotadas del mundo combaten con las armas en la mano este podrido Sistema bajo las banderas del maoísmo. Mientras, los países imperialistas (EE.UU., Rusia, China, Alemania, UE, etc.) preparan una nueva guerra mundial para tratar de dar una salida al capitalismo según sus propios intereses.
El desarrollo en el tiempo del capitalismo sólo ha traído miseria, precariedad, marginación y destrucción del empleo, para nosotros los proletarios y oprimidos. Sin embargo, para banqueros, capitalistas y varios tipos de grupos improductivos, el capitalismo les ha traído riqueza, privilegios de todo tipo.
El hecho de que en el Estado Español se supere el 26% de la tasa de paro general y más del 55% de tasa de paro juvenil, que al día se arrojen varias familias a vivir en la calle, que las cárceles estén llenas de pobres, que se vaya destruyendo empleo y que el que hay tenga una tasa de explotación enorme debido a la bajada de salarios o, en su defecto, la congelación de estos y la subida de los precios de los productos imprescindibles para la vida como es el alimento, el vestido, la vivienda, el agua, el gas… Todo ello en su conjunto nos demuestra que, en resumen, el capitalismo y los capitalistas se reparten las riquezas y beneficios, mientras que, por otro lado, socializan la pobreza y las pérdidas.
Nosotros, proletarios, explotados y oprimidos por el Sistema, nos encontramos en una vorágine donde la lucha de clases se manifiesta en forma de movimiento de protesta disgregado, alimentado por la necesidad acuciante de nuestras situaciones. Que si nos quedamos sin trabajo, que si nos quedamos sin casa, que si se nos excluye cada vez más de la vida social, que si no tenemos para comer, que si nos cortan el suministro de luz y de agua; mientras, el viejo Estado se blinda (y blinda a la clase opresora) incrementando su represión en todos sus aspectos, no sólo en el aspecto policial, sino también en el aspecto jurídico y legal.
Ante estos problemas la respuesta generalizada del pueblo está siendo parcial: huelgas, piquetes, movimientos anti-deshaucio, lucha contra la represión, contra la guerra imperialista, creación de redes de apoyo, entre otras acciones dispersas y aisladas, que apenas si hacen mella en el organismo bestialmente podrido de este viejo Estado. Lo que se requiere es una respuesta cualitativamente superior, y esto sólo se va a dar cuando el estado mayor del proletariado dirija sus luchas y enarbole la causa del pueblo, de la clase, de la inmensa mayoría.
Debemos tomar conciencia de que nosotros, los oprimidos, que nos tenemos que enfrentar diariamente a todo tipo de agresiones del poder burgués, seguiremos sometidos a los mismos problemas y manteniendo las mismas luchas, infructuosamente, siempre y cuando no sepamos abordar los problemas de frente y de raíz.
Si queremos salir de toda esta situación de explotación y de injusticia, debemos de tener claro que tenemos que acabar con la actual organización de esta vieja sociedad; que el actual régimen político y su economía se sostienen gracias a sus instrumentos fundamentales de coacción, control y represión: su ejército permanente, sus Fuerzas Armadas, columna vertebral del viejo Estado, y el despliegue multiplicado y el reforzamiento de sus fuerzas policiales.
Reformar el viejo y podrido Sistema no nos vale para nada.
La experiencia histórica ya ha dictado sentencia: el reformismo aunque se vista de socialista o comunista divide y desarma a la clase obrera, los tiempos de crisis ponen a la luz su siembra de ilusiones reformistas y “electoreras”, su infame flirteo con el viejo Estado en busca de un miserable hueco en las hediondas y purulentas cloacas del cretinismo parlamentario. Por ello, estos miserables, cada vez más, apuntan a la desorganización de la clase obrera.
Sólo la destrucción del Estado capitalista nos garantiza acabar con la explotación y la injusticia. La liberación del sistema clasista no consiste en la mera suma de luchas sociales, sino en la unión de esfuerzos del proletariado y los oprimidos, con el objetivo de destruir las viejas relaciones de producción y sociales, y construir las nuevas relaciones de producción y sociales sobre una base distinta, en la que realmente los oprimidos puedan dirigir el nuevo Estado, el nuevo Poder, la nueva Sociedad. Para esto, es necesaria la destrucción de toda ilusión “democrática” burguesa,  la constitución o reconstitución de Partidos Comunistas en todo el mundo: Partidos que, armados con el marxismo-leninismo-maoísmo, inicien guerra popular para acabar con el Estado reaccionario y que las masas, bajo su dirección, construyan nuevo Poder: nueva economía, nueva política y nueva cultura.
El Estado capitalista está perfectamente organizado para hacer cumplir las reglas anti-obreras del régimen con sus jueces, policías, ejército, cárceles, parlamento, educación, burocracia y medios de comunicación. Y ante ello nuestra respuesta no puede ser limitada o sectorializada. No debe ser nuestra aspiración reformar las herramientas del Poder, ya que están constituidas para servirle. El viejo e infecto Estado burgués lo tiene claro: van a aplastar cualquier levantamiento a sangre y fuego. Decía el gran Lenin que ellos (los burgueses) saben perfectamente de su necesidad: “la necesidad, para todos los partidos burgueses, incluyendo a los más democráticos y ‘revolucionario-democráticos’, de reforzar la represión contra el proletariado revolucionario, de fortalecer el aparato de represión, es decir, la misma máquina del Estado. Esta marcha de los acontecimientos obliga a la revolución ‘a concentrar todas las fuerzas de destrucción’ contra el Poder estatal, la obliga a proponerse como objetivo, no el perfeccionar la máquina del Estado, sino el destruirla, el aplastarla.
Sólo la unión de los proletarios y oprimidos, organizados como clase, enfrentados al Sistema y organizados y dirigidos por su Partido Comunista puede garantizar nuestra real y verdadera liberación.
En este día, reiteramos nuestros saludos y, con todo el ímpetu revolucionario de la clase, nos reafirmamos en nuestras consignas, en nuestros principios.

¡VIVA EL 1º DE MAYO PROLETARIO!
¡POR LA RECONSTITUCIÓN DEL PARTIDO COMUNISTA MILITARIZADO!
¡LA REBELION SE JUSTIFICA!
¡VIVA EL MAOÍSMO! ¡ABAJO EL REVISIONISMO!
¡GUERRA POPULAR HASTA EL COMUNISMO!


lunes, 28 de abril de 2014

ARTE, REVOLUCIÓN Y DECADENCIA




ARTE, REVOLUCION Y DECADENCIA

JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

(Publicado en Amauta: Nº 3, pp. 3-4; Lima, noviembre de 1926. Reproducido en Bolívar: Nº 7, p. 12; Madrid, 19 de mayo de 1930. Y en La Nueva Era: Nº 2, pp. 23-24; Barcelona, noviembre de 1930.)

Conviene apresurar la liquidación de un equívoco que desorienta a algunos artistas jóvenes.

Hace falta establecer, rectificando ciertas definiciones presurosas, que no todo el arte nuevo es revolucionario, ni es tampoco verdaderamente nuevo. En el mundo contemporáneo coexisten dos almas, las de la revolución y la decadencia. Sólo la presencia de la primera confiere a un poema o un cuadro valor de arte nuevo.

No podemos aceptar como nuevo un arte que no nos trae sino una nueva técnica. Eso sería recrearse en el más falaz de los espejismos actuales. Ninguna estética puede rebajar el trabajo artístico a una cuestión de técnica. La técnica nueva debe corresponder a un espíritu nuevo también. Si no, lo único que cambia es el paramento, el decorado. Y una revolución artística no se contenta de conquistas formales.

La distinción entre las dos categorías coetáneas de artistas no es fácil. La decadencia y la revolución, así como coexisten en el mismo mundo, coexisten también en los mismos individuos. La conciencia del artista es el circo agonal de una lucha entre los dos espíritus. La comprensión de esta lucha, a veces, casi siempre, escapa al propio artista. Pero finalmente uno de los dos espíritus prevalece. El otro queda estrangulado en la arena.

La decadencia de la civilización capitalista se refleja en la atomización, en la disolución de su arte. El arte, en esta crisis, ha perdido ante todo su unidad esencial. Cada uno de sus principios, cada uno de sus elementos ha reivindicado su autonomía. Secesión es su término más característico. Las escuelas se multiplican hasta lo infinito porque no operan sino fuerzas centrífugas.

Pero esta anarquía, en la cual muere, irreparablemente escindido y disgregado el espíritu del arte burgués, preludia y prepara un orden nuevo. Es la transición del tramonto al alba. En esta crisis se elaboran dispersamente los elementos del arte del porvenir. El cubismo, el dadaísmo, el expresionismo, etc., al mismo tiempo que acusan una crisis, anuncian una reconstrucción. Aisladamente cada movimiento no trae una fórmula; pero todos concurren —aportando un elemento, un valor, un principio—, a su elaboración.

El sentido revolucionario de las escuelas o tendencias contemporáneas no está en la creación de una técnica nueva. No está tampoco en la destrucción de la técnica vieja. Está en el repudio, en el desahucio, en la befa del absoluto burgués. El arte se nutre siempre, conscientemente o no, —esto es lo de menos— del absoluto de su época. El artista contemporáneo, en la mayoría de los casos, lleva vacía el alma. La literatura de la decadencia es una literatura sin absoluto. Pero así, sólo se puede hacer unos cuantos pasos. El hombre no puede marchar sin una fe, porque no tener una fe es no tener una meta. Marchar sin una fe es patiner sur place. El artista que más exasperadamente escéptico y nihilista se confiesa es, generalmente, el que tiene más desesperada necesidad de un mito.

Los futuristas rusos se han adherido al comunismo: los futuristas italianos se han adherido al fascismo. ¿Se quiere mejor demostración histórica de que los artistas no pueden sustraerse a la gravitación política? Massimo Bontempelli dice que en 1920 se sintió casi comunista y en 1923, el año de la marcha a Roma, se sintió casi fascista. Ahora parece fascista del todo. Muchos se han burlado de Bontempelli por esta confesión. Yo lo defiendo: lo encuentro sincero. El alma vacía del pobre Bontempelli tenía que adoptar y aceptar el Mito que colocó en su ara Mussolini. (Los vanguardistas italianos están convencidos de que el fascismo es la Revolución).

Vicente Huidobro pretende que el arte es in­dependiente de la política. Esta aserción es tan antigua y caduca en sus razones y motivos que yo no la concebiría en un poeta ultraísta, si creyese a los poetas ultraístas en grado de discurrir sobre política, economía y religión. Si política es para Huidobro, exclusivamente, la del Palais Bourbon, claro está que podemos reconocerle a su arte toda la autonomía que quiera. Pero el caso es que la política, para los que la sentimos elevada a la categoría de una religión, como dice Unamuno, es la trama misma de la Historia. En las épocas clásicas, o de plenitud de un orden, la política puede ser sólo administración y parlamento; en las épocas románticas o de crisis de un orden, la política ocupa el primer plano de la vida.

Así lo proclaman, con su conducta, Louis Aragón, André Bretón y sus compañeros de la Revolución suprarrealista -los mejores espíritus de la vanguardia francesa-  marchando hacia el comunismo. Drieu La Rocheile que cuando escribió Mesure de la France y Plainte contra inconnu, estaba tan cerca de ese estado de ánimo, no ha podido seguirlos; pero, como tampoco ha podido escapar a la política, se ha declarado vagamente fascista y claramente reaccionario.

Ortega y Gasset es responsable, en el mundo hispano, de una parte de este equívoco sobre el arte nuevo. Su mirada así como no distinguió escuelas ni tendencias, no distinguió, al menos en el arte moderno, los elementos de revolución de los elementos de decadencia. El autor de la Deshumanización del Arte no nos dio una definición del arte nuevo. Pero tomó como rasgos de una revolución los que corresponden típicamente a una decadencia. Esto lo condujo a pretender; entre otras cosas, que ala nueva inspiración es siempre, indefectiblemente, cósmica». Su cuadro sintomatológico, en general, es justo; pero su diagnóstico es incompleto y equivocado.

No basta el procedimiento. No basta la técnica. Paul Morand, a pesar de sus imágenes y de su modernidad, es un producto de decadencia. Se respira en su literatura una atmósfera de disolución. Jean Cocteau, después de haber coqueteado un tiempo con el dadaísmo, nos sale ahora con su Rappel a l'ordre.

Conviene esclarecer la cuestión, hasta desvanecer el último equívoco. La empresa es difícil. Cuesta trabajo entenderse sobre muchos puntos. Es frecuente la presencia de reflejos de la decadencia en el arte de vanguardia, hasta cuando, superando el subjetivismo, que a veces lo enferma, se propone metas realmente revolucionarias. Hidalgo, ubicando a Lenin, en un poema de varias dimensiones, dice que los "senos salomé" y la "peluca a la garconne"son los primeros pasos hacia la socialización de la mujer. Y de esto no hay que sorprenderse. Existen poetas que creen que el jazz-band es un heraldo de la revolución.

Por fortuna quedan en el mundo artistas como Bernard Shaw, capaces de comprender que el «arte no ha sido nunca grande, cuando no ha facilitado una iconografía para una religión viva; y nunca ha sido completamente despreciable, sino cuando ha imitado la iconografía, después de que la religión se había vuelto una superstición». Este último camino parece ser el que varios artistas nuevos han tomado en la literatura francesa y en otras. El porvenir se reirá de la bienaventurada estupidez con que algunos críticos de su tiempo los llamaron «nuevos» y hasta «revolucionarios».