¡Proletarios de todos
los países, uníos!
¡VIVA LA EXPLOSIÓN POPULAR DEL 18 Y 19 DE OCTUBRE!
¡VIVAN LAS SUBSIGUIENTES PROTESTAS POPULARES!
¡ABAJO LAS CONVOCATORIAS PACIFISTAS DEL OPORTUNISMO
ELECTORERO!
Saludamos las combativas acciones de protesta contra el alza
del costo de vida que dieron lugar a la explosión popular del 18 y 19 de
octubre en Santiago de Chile, y las posteriores protestas populares que desde
el seno de las convocatorias interesadamente pacíficas, se han desarrollado
hasta hoy en el país.
El desborde en
función de presionar al gobierno a la negociación o
El desborde en
función de educar en la violencia y contra el revisionismo.
A la luz del marxismo leninismo maoísmo, reivindicamos las
acciones del 18 y 19, como una explosión popular, por tres razones: por su
carácter espontaneo, de masas y por el uso de violencia revolucionaria. En las
semanas que siguieron se desarrollaron las protestas populares (acciones
violentas) en todo el país, surgidas en el seno de marchas pacíficas convocadas
por organizaciones amarillas pacifistas como No + AFP, ANEF, CUT, feministas
burguesas, etc. las que formaron una “mesa de unidad social”. El oportunismo
(frente amplio) y en particular, el pc-teillier (revisionistas renegados del
marxismo), se declararon contrarios a la violencia de las protestas populares;
y confesaron no ser conductores directos de las marchas pacíficas; sin embargo
controlan las organizaciones “sociales” mencionadas. En los últimos años estas
organizaciones han estado convocando por separado sucesivas marchas pacíficas,
cuyo contingente les sirvió de base para la llamada “más grande marcha” del millón doscientos que se reunieron el 25 de
octubre en Santiago. Esta marcha de carácter pacífico, incluso “lúdico” y de
“encuentro familiar”, fue ensalzada por el gobierno y por la oposición, como
expresión de la democracia burguesa imperante en el país. Esto no es novedad.
Para el 8 de marzo de este año, las feministas burguesas fueron congratuladas
también por el gobierno y la oposición, por apagar los fuegos de las barricadas
en Santiago.
Aquí lo fundamental es que en el seno de estas marchas
pacíficas se presentó una lucha en dos planos: Por un lado entre el carácter
pacífico de las marchas convocadas por el oportunismo y el carácter violento de
las protestas populares surgidas en su seno, por otro lado al interior de las
protestas populares, entre quienes buscaban desborde de la legalidad en función
de presionar al gobierno a la negociación (incluso utilizando indirectamente al
lumpen) y quienes buscaban desborde de la legalidad en función de educar a las
masas en el uso de la violencia revolucionaria (aplicarla contra la gran
propiedad, respetando la mediana y pequeña) y en la lucha contra el
revisionismo (pacifista y electorero).
El problema del
Estado.
A mediados de noviembre 11 partidos burgueses firmaron con
el gobierno reaccionario “el acuerdo por la paz y nueva constitución”. Este
acuerdo no fue suscrito pero sí aceptado con reparos por el pc-teillier, este
partido burgués que de comunista no le queda nada, entró luego a debatir los
detalles del acuerdo en el congreso y anunció que participarían en el proceso
constituyente. No es la primera vez que el pc-teillier incurre en este oportunismo
de “no firmo pero acepto”, lo mismo hicieron en el plebiscito de los años
ochenta, y en el apoyo encubierto dado por Marin a la candidatura de Lagos;
posteriormente bajo dirección de Teillier, dieron abierto apoyo a Bachelet en
cuyo gobierno participaron como parte de la alianza reaccionaria “nueva
mayoría”. Hoy apoyan la no violencia y las marchas pacíficas, las que según
ellos, son de carácter “social” (el único que ha mencionado demagógicamente “la
lucha de clases” es el traidor al magisterio, el vendido Gajardo). Tras ese
carácter “social” de las marchas pacíficas, está el interés de separar sociedad
de Estado, colocar ilusoriamente al Estado por encima de la sociedad, de las
clases sociales, y difundir que este Estado es susceptible de ser corrompido o
democratizado según sean los partidos y personas que lo administren (la mal
llamada “clase política”). Esta farsa, esta ilusión, les sirve a los
oportunistas (frente amplio) y revisionistas renegados del marxismo
(pc-teillier), para justificar su negra participación en el Estado chileno con
el “cuento” de democratizarlo; y engañan a la masa, negando la existencia de
clases sociales colocando en su lugar, a los ciudadanos; negando la existencia
de lucha de clases reemplazándola por los pacíficos movimientos “sociales” de
los ciudadanos y la participación en elecciones.
Lejos de esta farsa, lejos de estas ilusiones, lo real es
que en Chile existen clases sociales que luchan entre sí alineadas en dos
frentes antagónicos: explotados y explotadores, oprimidos y opresores, pueblo y
reacción, revolución y contrarrevolución. Lo real es que la gran burguesía y
los terratenientes sirvientes del imperialismo principalmente norteamericano,
explotan a las cuatro clases que forman el pueblo chileno: proletariado, campesinado,
pequeña burguesía y burguesía nacional. Lo real es que el Estado es la máquina
que utilizan las dos clases dominantes para ejercer su dictadura sobre el
pueblo en todo Chile, por lo que es un Estado terrateniente-burgués. Lo real es
que esta dictadura a lo largo de toda la historia republicana, les ha servido y
sirve a estas dos clases dominantes, para asegurar por la fuerza de la ley y de
la represión, su dominio y la explotación del pueblo; les ha servido para
colocar en la mente del pueblo que el único autorizado a ejercer violencia es
el Estado (las FFAA y policiales son columna vertebral de todo Estado). Lo real
es que los gobiernos de turno han sido y son la forma que toma esa dictadura,
la forma en que se administra el Estado, por lo que debajo de estos gobiernos,
sean fascistas, de facto, o los más democráticos o con discurso “socialista”,
habidos en nuestra historia contemporánea, encontraremos siempre la dictadura
de la gran burguesía y los terratenientes feudales, sirvientes del imperialismo.
En consecuencia no corresponde limitarnos a cambiar el tipo
de gobierno y reformar el Estado, pues estaremos perfeccionando la vieja
máquina de dictadura feudal-burguesa de la minoría (gran burgueses y
terratenientes) sobre la mayoría (el pueblo chileno). Lo que hay que hacer es
destruirla para eliminar esa dictadura, destruirla con lucha armada, con guerra
popular, porque las clases dominantes jamás dejaran el poder voluntaria y
pacíficamente; y construir un nuevo Estado democrático popular de todo el
pueblo chileno, el cual será la dictadura de la mayoría popular conducida por
el proletariado sobre la minoría que hoy nos explota, pues ésta minoría
derrocada pero no eliminada, pretenderá recuperar a fuego y sangre su gran
propiedad privada que le confiscaremos. Llamamos a este proceso de destrucción
y construcción simultáneas, revolución democrático-nacional.
Dos características y
dos contradicciones de las protestas y la explosión popular.
Entre varias, consideramos dos características fundamentales:
Primero, estos movimientos son parte de este proceso de revolución
democrático-nacional, pero no son la revolución misma, porque las protestas y
explosiones populares provienen de la condición de pobreza y miseria en que la
explotación y opresión feudal burguesa las han sumido y las masas populares que
las impulsan lo hacen aunque no tengan conciencia clara de la contradicción
antagónica de clases. En segundo lugar, las protestas y explosiones populares
lejos de tener un carácter nacional, se presentan de manera desigual en el
tiempo y en la geografía, debido al carácter desigual del desarrollo económico
y social del país, ocasionado por su condición semifeudal y semicolonial, y por
el desigual desarrollo del capitalismo burocrático que sobre esa base semifeudal
nos ha impuesto el imperialismo. En este sentido, las condiciones objetivas
para realizar la revolución, o lo que es lo mismo, la situación revolucionaria
que existe en nuestro país desde todo el siglo XX hasta hoy, esa situación
revolucionaria puede estar en desarrollo en una región o localidad y en otras
permanecer estacionaria, como lo enseña el maoísmo. Por tanto la lucha por el
poder no tiene que esperar a la siguiente explosión popular como lo afirman
algunos revisionistas del maoísmo, concordando con los renegados del
pc-Teillier, quienes plantean como táctica la “movilización social” y
estrategia el paro nacional (su espurio X pleno cc, abril 2019); camino este
por el cual pretenden democratizar el viejo Estado terrateniente burgués.
Para nosotros los comunistas consecuentes con la ideología
del proletariado, el marxismo leninismo maoísmo, el camino no es la huelga
nacional y elecciones, o la insurrección citadina para llegar a acuerdos; el
camino es la guerra popular para la conquista del poder, lucha armada
prolongada y de masas, que conquista bases de apoyo en el campo y desarrolla
frente de defensa del pueblo con guerrillas en la ciudad, hacia la insurrección
final y conquista del poder en todo el país. Nosotros no decimos que luego del estallido
“social”, hay que cumplir la tarea de debatir, de definir el camino y de
construir el partido (diario el pueblo), decimos que el camino está definido, y
es: “cercar las ciudades desde el campo” y decimos que el Partido Comunista de
Recabarren, está ya en reconstitución desde el año 2009.
Son dos las contradicciones que se expresan en este
movimiento popular: la contradicción entre masas populares, hoy principalmente
de las ciudades, contra el capitalismo burocrático que está en desarrollo desde
principios del siglo XX, (capitalismo que el oportunismo lo reduce al “modelo
neoliberal” vigente, quedándose corto con lo de los “30 años”); y la segunda
contradicción entre las dos facciones que constituyen la gran burguesía dueña
del capital burocrático del país. Con relación a la primera contradicción,
fueron masas de estudiantes el día 18 de octubre, a las que se agregaron
trabajadores jóvenes el día 19 las que protagonizaron la explosión popular, y
los días posteriores se incorporaron principalmente pequeña burguesía baja
(menos de 1.000 dólares/mes), y media (en torno de 1.000-1.500 dólares/mes);
una parte de la capa media de la pequeña burguesía sirvió de colchón social al
revisionismo y oportunismo, dando lugar a las marchas pacíficas. Con relación a
la segunda contradicción la facción burocrática de la gran burguesía, pretende
reemplazar el sistema privado de AFP por un sistema estatal global para
capitalizarse y por otro lado busca colocar en una nueva constitución el papel
empresarial del Estado como necesario para cumplir con las demandas “sociales”
de la sociedad. Los oportunistas del “frente amplio” y del falso pc, son los
encargados en actitud reptante, de difundir estos objetivos de la facción
burocrática de la gran burguesía.
Boicot a la nueva
constitución. Preparar e iniciar guerra popular.
El campo reaccionario debe cumplir tres tareas fundamentales
en todo país atrasado como el nuestro: Profundizar el capitalismo burocrático,
reestructurar su viejo Estado e impedir el inicio de una guerra popular o
aniquilarla si ya está en curso como es el caso de Perú. El actual proceso
constituyente se ubica en la segunda tarea. La constitución es la primera ley
que rige el Estado terrateniente burgués, por lo tanto cualquier cambio solo
sirve a la reestructuración del mismo y toda reestructuración del Estado se
hace en función de los intereses de las clases que lo han creado: la gran
burguesía y los terratenientes. La constitución de 1925 favoreció el régimen
presidencialista y otorgó al Estado capacidad para controlar empresas
estatales. Sobre esta base, en la siguiente década se creó CORFO y
principalmente en la del cuarenta, surgieron un conjunto de empresas estatales,
como infraestructura de apoyo al desarrollo de los monopolios privados de la gran
burguesía compradora, pero estimulando a la vez el surgimiento de elementos
burgueses vinculados al papel empresarial del Estado, elementos que fueron
formando la facción burocrática de la gran burguesía chilena; todo en una
economía de sustitución de importaciones. La constitución de 1980 acentuó en
régimen presidencialista y Estado subsidiario del gran capital y la gran
propiedad agraria, todo en una economía de libre mercado; esta constitución
creó además, mecanismos para defender a los nuevos elementos incorporados a la
gran burguesía en los ochenta, con las empresas privatizadas. Desde los años
noventa se han venido realizando sucesivas reformas constitucionales, llegando
al punto hoy de girar hacia la necesidad de un nuevo acuerdo o colusión entre las
dos facciones de la gran burguesía, la facción compradora (monopolios privados
o grupos económicos) y la facción burocrática (monopolios estatales, Codelco
por ej.). Los acuerdos o colusiones de las dos facciones tienen un derrotero
histórico, que en el periodo reciente se remonta al “Estatuto de garantías
constitucionales” firmado por la UP y la DC en 1970 y la carta de los 13 de la
DC de 1973; un segundo hito es el “plan de transición a la democracia” de los
años ochenta; un tercero son las inversiones mixtas (capital estatal y privado)
y la agenda pro-crecimiento del gobierno de Lagos con la CPC y SOFOFA en la
década del 2000; en esta misma década un cuarto hito es la declaración de
Bachelet al final de su primer gobierno quien dijo “hasta hoy la economía era
regida solo por el libre mercado, ahora hay que agregarle la política”. Hoy
tenemos el debate en torno a los límites y ajustes al modelo neoliberal. ¿Qué
plantea el imperialismo? la OCDE en abril del presente año, planteó reimpulsar
la clase media porque es el "centro
de gravedad económico esencial para apoyar el crecimiento de la productividad,
financiar adecuadamente la protección social y sacar a millones de familias de
la pobreza", es decir, quieren que en Chile se le dé estabilidad a la
“clase media” pauperizada, para que cumpla su papel de equilibrar las fuerzas
sociales, incentivando el arribismo, el individualismo en la masa pobre; ha
señalado, la OCDE, que para cumplir esa tarea es necesario ampliar los
programas de asistencia social hacia la clase media, reformar la educación como
vehículo de movilidad social para el arribismo de la masa pobre, reformar la
salud y la vivienda, reduciendo costos para la clase media, y reestructurar el
sistema de pensiones. En abril de este año Piñera anuncio su plan de protección
a la clase media, y se estancó en eso. La OCDE, ha reconocido la necesidad de
ajustes al esquema de libre mercado, consistentes en desarrollar ciertas
atribuciones al Estado; en su documento de abril plantean que el eje de la “estrategia de desarrollo integral” de
cada país latinoamericano es la planificación estatal de las reformas
necesarias, en su documento dice “la
planificación tradicional se centraba casi exclusivamente en fomentar el
crecimiento económico. La planificación contemporánea impulsa una visión más
integral y multidimensional del desarrollo, con un fuerte énfasis en la
igualdad, la inclusión social y la erradicación de la pobreza. Hoy la
planificación del desarrollo identifica como sus instrumentos de política
pública preferidos las regulaciones, la inversión pública y las asociaciones
público-privadas. De manera fundamental, estas estrategias subrayan la
importancia de la participación ciudadana y el empoderamiento en la
planificación”; este párrafo de la OCDE que se parece a los discursos del
oportunismo del “frente amplio” y del falso pc, plantea crecimiento económico
con equidad (igualdad, inclusión y erradicación de la pobreza), conducido por
un Estado planificador que interviene a través de regulaciones en el libre mercado,
con una fuerte inversión en infraestructura bajo modalidades de inversión mixta
de capital estatal y privado, matizado con una participación ciudadana
(consultas, plebiscitos, cabildos). Así mismo por estos días, alineándose a sus
amos imperialistas, dirigentes de la gran burguesía chilena han admitido que
“el modelo requiere ajustarse” otorgándole cierta funcionalidad al Estado. Como
vemos, la perspectiva de un nuevo acuerdo entre facciones está en el centro del
debate y puede darse, como ocurrió en las décadas cuarenta y cincuenta del
siglo pasado, que hoy bajo el alero de una nueva constitución en ciernes, se
levante una infraestructura constituida por empresas o monopolios estatales
manejados por la facción burocrática, en apoyo al desarrollo de los monopolios
privados de la facción compradora.
¿Qué se concluye de este proceso? El punto central del
debate hoy es el papel del Estado: subsidiario o interventor y en lo económico:
Libre mercado a secas o libre mercado con equidad. En cualquier caso, al pueblo
no le beneficia, por lo cual no corresponde participar y por el contrario
corresponde desenmascarar por medio del boicot este reaccionario proceso
constituyente, que entregará otra constitución acorde con los intereses
explotadores.
Las tareas inmediatas de la reacción son:
-
Resolver la crisis actual y desarrollar el
capitalismo burocrático.
-
Impulsar el proceso constituyente actual
-
Reprimir el desarrollo de las protestas
populares conjurando la preparación e inicio de la guerra popular.
Las tareas del pueblo son:
-
Desarrollar la lucha popular en torno al alza
del costo de vida en ciudad y la tierra en el campo.
-
Boicot a la constitución. Desenmascarar al
oportunismo en general y al revisionismo en particular en su intento de
arrastrar a la masa tras sus convocatorias “sociales” como presión en su
negociación con los demás partidos burgueses y con el gobierno.
-
Desbordar la legalidad por medio de la violencia
revolucionaria apuntando al enemigo principal: la gran burguesía,
terratenientes y el imperialismo yanqui, educando a las masas en aplastar al
revisionismo.
¡Culminar el tránsito
a la segunda etapa de reconstitución del Partido Comunista de Recabarren,
en función de
preparar e iniciar la lucha armada, en su forma más elevada, como guerra popular!
PC de Chile Diciembre,
2019
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