TEORÍA MARXISTA DE LA
VIOLENCIA: GILBERT MURY
En los años setenta el
campo comunista encabezado por el Partido Comunista de China estaba
compuesto, además de Albania, por numerosos partidos y
organizaciones presentes en todos los continentes, un campo
heterogéneo, donde, junto a la dirección de las luchas de millones
de personas en todo el mundo contra el imperialismo y el revisionismo
como enemigo principal, también se expresaron problemas ideológicos
y políticos. Como ejemplo de estos problemas, en el Estado Español
bajo la dictadura fascista las direcciones del PTE y la ORT tomaron
el camino de las alianzas “democráticas”, legitimando la
dictadura de la gran burguesía española bajo su forma
pluripartidista y la vía de la “acumulación de fuerzas”,
electoralismo y “frentes amplios” como camino hacia el
“socialismo”, el final de este trayecto llegó con la
desaparición del PTE-ORT tras la capitulación de sus dirigentes. En
Francia el PCFML encontró su “burguesía nacional” en de Gaulle,
convirtiéndose en la “izquierda” de un sector de la burguesía
imperialista francesa. En otros lugares las organizaciones m-l no
pasaron de ser pequeños grupúsculos dogmáticos, incapaces de
aplicar el pensamiento mao tsetung a la realidad concreta de cada
país.
El autor del documento
que presentamos hoy es Gilbert Mury. Activista comunista muy ligado
al PTA, fue el único invitado a título personal al VI Congreso del
PTA. El texto es tanto un ejemplo de las posiciones revolucionarias
defendidas dentro del movimiento comunista internacional en los años
setenta del siglo pasado, como de alguno de sus problemas,
fundamentalmente la falta de una toma de posición firme por la Gran
Revolución Cultural Proletaria, cuando no una oposición en la
práctica.
En el texto se hace un
balance de la experiencia de la aplicación de la dictadura del
proletariado:
“Las condiciones
históricas de la toma del poder, especialmente en Rusia, no
permitieron la aplicación inmediata de una democracia conforme a las
exigencias de la Comuna de París. Pero sí fueron tomadas en cuenta
por la gran revolución cultural proletaria. Los militantes chinos
han puesto constantemente el acento en la necesidad de lograr una
democracia `como la Comuna´. Y toda la lucha contra el burocratismo,
contra la transformación de ciertos responsables del Partido y del
Estado en una nueva clase dominante ha tendido a concretar el esquema
comunitario definido por Marx y Engels y retomado por Lenin.”
“La vía trazada por
la Comuna de París –todo el poder al pueblo bajo la dirección de
la clase obrera- ha sido finalmente seguida por dos de los países
–el más poblado y el más pequeño- en que se establecieron
relaciones socialistas de producción. Pero fue necesario transitar
por un camino distinto al de la Comuna, y un desvío semejante
condujo a la multiplicación de instituciones burocráticas, en
especial en la Unión Soviética”.
“Podía definirse
dialécticamente la diferencia entre las dos vías elegidas por los
grupos de países en los cuales se produjo la revolución socialista:
en uno de los campos, la acumulación de áreas de la vida política
y social, en que las decisiones son tomadas por los miembros del
aparato, superó después de la muerte de Stalin, el umbral que
separa el poder obrero –amenazado por deformaciones burocráticas-
de un poder ejercido por una burguesía burocrática sobre la clase
obrera y las otras capas populares. Pero paralelamente, los lazos
entre militantes, intelectuales, cuadros políticos fieles al
maoísmo, por una parte y las masas por la otra, se fortalecen y
profundizan. Tan es así, que en el momento de combate decisivo, las
fuerzas de la democracia obrera, de la dictadura del proletariado,
del poder popular, han aplastado a los responsables de la corriente
burocrática y agrupado a los confundidos y equivocados bajo la
bandera de la Comuna. Así el umbral cualitativo, franqueado en ese
momento de la evolución, no fue el mismo en los dos casos”
Centrando en la cuestión
fundamental del Poder, de los viejos partidos revisionistas y de los
nuevos, la clase obrera sólo puede esperar el fascismo:
“Resumiendo, el paso
de la toma revolucionaria del poder a la democracia de masas plantea
un problema real ( …) frente a quién hable de socialismo, los
obreros exigen que se demuestre que se trata de dar poder al pueblo
(…)
Resumiendo, el hecho
de que el PCF no aparezca más ante los obreros como el que quiere
hacer la revolución, es más tranquilizante en la medida que esta
revolución improbable sería –con él- burocrática y
autoritaria.”
Dejando claro que el
Estado burgués en cualquiera de sus formas es sólo y nada más
que una herramienta para que la burguesía ejerza su dictadura,
incluso cuando socializa los medios de producción, su destrucción
violenta a través de la guerra popular es una necesidad ineludible
para la clase obrera dirigida por su Estado Mayor, el Partido
Comunista. La violencia revolucionaria no es “defensiva”, como
pregona el nuevo y el viejo revisionismo, que es la puerta abierta a
la capitulación ante el imperialismo y la reacción (negociaciones,
acuerdos de paz, cretinismo parlamentario, constituyentes, etc.):
“El capitalismo se
define así por la utilización de fuerzas colectivas de producción
en el marco de la propiedad privada de los medios de producción. Aún
en una perspectiva burguesa, esta contradicción es el principio del
paso de una etapa a la otra: el capitalismo liberal no permite a las
pequeñas empresas del siglo XIX manejar un universo de máquinas
gigantescas que exigen inversiones proporcionales. Entonces la
burguesía socializa a su manera la propiedad: crea sociedades `por
acciones´ y `trusts´. Entran en el capitalismo de los monopolios,
en el imperialismo. Luego recurre al guardián de sus intereses
generales, al Estado que toma a cargo los servicios esenciales y las
industrias básicas deficitarias. Y este es el capitalismo moderno o
capitalismo monopolista de Estado”
“La lucha. Sólo la
lucha permite a los oprimidos tomar conciencia de sus fuerzas y de
sus necesidades, de alejarse de la mediocridad cotidiana (…) Este
combate está dirigido contra una clase dominante poderosamente
organizada para imponer sus coacciones, e incluso para emplear la
fuerza armada cuando las mistificaciones ideológicas no le son
suficientes. No se puede en consecuencia, más que oponer la
violencia de las masas a la del Estado. Pero. ¿Puede suceder que el
proletariado renuncie a enfrentar al Estado, y darse una perspectiva
política de toma del poder? Es una ilusión imaginar un reino de paz
–sería la paz de los cementerios.”
“Los herederos
políticos de Marx y Engles son los que hoy tienen confianza en la
lucha violenta y armada de las masas para voltear al régimen
capitalista. Los fundadores del materialismo histórico siempre han
planteado esta regla.”
Para finalizar la
presentación del documento es necesario señalar lo erróneo de la
equiparación que hace Gilbert Mury de la Gran Revolución Cultural
Proletaria con la lucha contra el burocratismo de los albaneses, tema
que volveremos a abordar. Tras la experiencia de Nepal, la rendición
de las FARC ante el imperialismo yanqui apadrinada por Cuba y otros
revisionistas como el PCE del Estado español, la participación del
Partido Comunista de Filipinas (representado por miembros del Frente)
en el gobierno reaccionario y vendepatria de Duterte, la coalición
formada por el YPG, el PKK, la superpotencia yanqui y el sionismo
contra los pueblos árabes, etc., se hace evidente que no basta con
levantar lucha armada, es imprescindible desarrollar guerra popular
apuntando a lo más alto del maoísmo, la Gran Revolución Cultural
Proletaria como se está plasmando en la guerra popular en el Perú
dirigida omnímodamente por el PCP y su CC. Hoy no es suficiente con
ser marxista-leninista; negar el maoísmo, negar la Revolución
Cultural, es desviar a la clase obrera de la toma cabal del Poder en
favor de la reacción interna y el imperialismo, los ejemplos ahí
están.
Enlace al documento:
GILBERT MURY - TEORÍA MARXISTA DE LA VIOLENCIA
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