viernes, 31 de mayo de 2013

LENIN- PREFACIO A LA CORRESPONDENCIA DE F.A.SORGE (I)




El siguiente documento, (que será publicado por partes), escrito por Lenin  en 1907 es una síntesis y ejemplo de algunas de las principales luchas de Marx y Engels por aplastar las ideas y prácticas burguesas dentro del movimiento obrero, de su fidelidad a los principios y la defensa a muerte de éstos. La ideología científica del proletariado no ha surgido de la cabeza de algún pensador si no que se ha desarrollado en dura lucha contra el oportunismo y el reformísmo dentro del Movimiento Comunista Internacional.

Afirma Lenin que “...Mehring tiene razón (en Der Sorgesche Briefwechsel) cuando afirma que Marx y Engels entendían poco de “buenas maneras”: “no se paraban a pensarlo mucho para asestar un golpe, pero tampoco lloriqueaban por cada uno que recibían”. “Si os creéis –escribía  Engels en cierta ocasión- que vuestros alfilerazos podrán pinchar mi vieja piel, gruesa y bien curtida, os equivocáis.”  Marx y Engels suponían también en los demás esta imperceptibilidad adquirida por ellos.”...“crítica de la experiencia internacional del proletariado que ellos hicieron con franqueza de camaradas, sin la menor diplomacia o interés mezquino”.




PREFACIO
A LA TRADUCCIÓN RUSA DEL LIBRO “CORRESPONDENCIA DE J. F. BECKER, J. DIETZGEN, F. ENGELS, C. MARX Y OTROS CON F. A. SORGE Y OTROS”


Escrito el 6 (19) de abril de 1907
Publicado en 1907, en el libro editado por P. Dauge en San Petersburgo


[V.I.LENIN. Obras Completas. T.XV.Ed. Progreso. Moscú]


La recopilación de las cartas de Marx, Engels, Dietzgen, Becker y otros dirigentes del movimiento obrero internacional del siglo pasado, que ofrecemos al público ruso, constituye un complemento indispensable a nuestras publicaciones marxistas de vanguardia.

No vamos a tratar aquí con detenimiento la importancia que estas cartas tienen para la historia del socialismo y para conocer a fondo la actividad de Marx y Engels. Este aspecto del problema no requiere aclaraciones. Diremos sólo que, para comprender las cartas que publicamos, hay que conocer los principales trabajos de historia de la  Internacional (véase Jaeckh. La Internacional. Traducción rusa publicada por Znanie) y del movimiento obrero alemán y americano (véanse Franz Mehring. Historia de la socialdemocracia alemana, y Morris Hilquit. Historia del socialismo en Norteamérica), etc.

Tampoco nos proponemos hacer aquí un esbozo general del contenido de la correspondencia ni analizar los diversos períodos históricos que abarca. Mehring lo hizo perfectamente en su artículo Der Sorgesche Briefwechsel (Neue Zeit, 25. Jahrg, Nr. l und 2) que es probable adjunte el editor a esta versión o se publique en edición rusa aparte.

Las enseñanzas que el proletariado en lucha debe extraer de la actividad de Marx y Engels a lo largo de casi treinta años (1867-1395), luego de haber conocido sus aspectos íntimos, ofrecen especial interés para los socialistas rusos en la época revolucionaria que atravesamos. Por lo mismo, no es de extrañar que también en nuestras publicaciones socialdemócratas se hicieran los primeros intentos de dar a conocer a los lectores las cartas de Marx y Engels a Sorge cuando se plantearon los problemas “palpitantes” de la táctica socialdemócrata en la revolución rusa (Sovreménnaya Zhizn[1] de Plejánov y la recopilación menchevique Otkliki[2]). Nos proponemos analizar los pasajes de la correspondencia publicada que tienen una importancia singular desde el punto de vista de las tareas actuales del partido obrero en Rusia y fijar la atención de los lectores en ellos.

Marx y Engels expresaban con la mayor frecuencia en sus cartas opiniones de los problemas de actualidad del movimiento obrero anglo-norteamericano y alemán. Esto es comprensible, puesto que eran alemanes residentes a la sazón en Inglaterra y se carteaban con un camarada suyo en Norteamérica. Del movimiento obrero francés y, sobre todo, de la Comuna de París, Marx se exteriorizaba con mayor frecuencia y detenimiento en las cartas dirigidas al socialdemócrata alemán Kugelmann*.

Es aleccionador en sumo grado comparar lo que dijeron Marx y Engels sobre el movimiento obrero alemán y del anglo-norteamericano. Si se tiene en cuenta que Alemania, por un lado, e Inglaterra y Norteamérica, por otro, se encuentran en diversas fases de desarrollo capitalista y presentan distintas formas de dominación de la burguesía como clase en toda la vida política de estos países, dicha comparación adquiere una importancia de singular magnitud. Desde el punto de vista científico, observamos aquí un ejemplo de dialéctica materialista, la capacidad de sacar a primer plano y recalcar diversos puntos y aspectos del problema aplicado a las peculiaridades concretas de unas u otras condiciones políticas y económicas. Desde el punto de vista de la política práctica y de la táctica del partido obrero vemos aquí un ejemplo de cómo los autores del Manifiesto Comunista determinaban las tareas del proletariado en lucha conforme a las diversas etapas que atravesaba el movimiento obrero nacional de los distintos países.

Lo  que Marx y Engels critican con mayor acritud en el  socialismo anglo-norteamericano es su aislamiento del movimiento obrero. Lo que resalta en todos sus numerosos comentarios sobre la Federación Socialdemócrata (Social-Democratic Federation) de Inglaterra[3] y sobre los socialistas norteamericanos es la acusación de que éstos habían convertido el marxismo en un dogma, en una “ortodoxia anquilosada (starre)”, de que tenían el marxismo por un “símbolo de fe y no por una guía para la acción[4], de que no sabían adaptarse al movimiento obrero que marchaba a su lado, ineficaz en el terreno de la teoría, pero poderoso, masivo y lleno de vida. “¿Dónde habríamos ido a parar –pregunta Engels en su carta del 27 de enero de 1887- si, en el período de 1864 a 1873, hubiéramos querido marchar siempre hombro a hombro sólo con los que se declaraban abiertamente partidarios de nuestro programa?”[5] Y en la carta anterior (del 28 de diciembre de 1886), al referirse a la influencia de las ideas de Henry George en la clase obrera de Norteamérica, Engels escribe:

“Uno o dos millones de votos obreros, entregados en noviembre a un partido obrero auténtico (bona fide), son en el momento actual infinitamente más importantes que un centenar de miles de votos emitidos en pro de un programa impecable en el sentido teórico”.

Estos pasajes son muy interesantes. En nuestro país ha habido socialdemócratas que se han apresurado a aprovecharlos en defensa de la idea de un “congreso obrero”, o algo por el estilo, del “amplio partido obrero” propuesto por Larin. ¿Y por qué no en defensa del “bloque de izquierdas”? preguntaremos a nuestros precoces “aprovechadores” de Engels. Las cartas de las que se han tomado estas citas datan de cuando los obreros de EE.UU. votaron en las elecciones por Henry George. La señora Wischnewetzky, una norteamericana que estaba casada con un ruso y traducía las obras de Engels, pidió a éste, según se desprende de la respuesta que él le dio, que hiciera una crítica a fondo de Henry George. Engels le decía (el 28 de diciembre de 1886) que no había llegado aún el momento de hacerlo, puesto que más valdría que el partido obrero comenzara a formarse, con un programa no del todo ortodoxo. Los propios obreros comprenderían luego el quid del asunto, “aprenderían de sus propios errores”; mas “yo tendria por un grave error” entorpecer “la cohesión nacional del partido obrero a causa de un programa, cualquiera que éste sea”[6].

Por supuesto, Engels comprendía perfectamente, y lo señaló reiteradas veces, cuán absurdas y reaccionarias eran las ideas de Henry George desde el punto de vista socialista. En la correspondencia de Sorge hay una interesantísima carta de C. Marx fechada el 20 de junio de 1881, en la que Marx enjuicia a H. George como ideólogo de la burguesía radical. “En el sentido teórico, Henry George es un hombre totalmente atrasado” (total arrière), escribía Marx[7]. Y Engels no temía ir a las elecciones al lado de este verdadero socialista-reaccionario con tal de que hubiera gente capaz de predecir a las masas “las consecuencias que podrían acarrear sus propios errores” (Engels, carta del 29 de noviembre de l886)[8].

Sobre los “Caballeros del Trabajo” (Knights of Labor)[9], la organización de los obreros norteamericanos de entonces, Engels escribía en la carta citada: “Su punto más flaco (literalmente: podrido, faulste) es la abstención política...” “Uno de los pasos primeros y más importantes de todo país que se incorpora al movimiento ha de ser la organización de un partido obrero independiente, no importa por qué camino lo haya logrado con tal de que este partido sea verdaderamente obrero”[10].

Es evidente que de ahí no se puede inferir absolutamente nada a favor del salto de la socialdemocracia al congreso obrero apartidista, etc. En cambio, quien no quiera ser acusado por Engels de empequeñecer el marxismo hasta dejarlo en “dogma”, “ortodoxia”, “sectarismo”, etc., tendré que sacar de ahí la conclusión de que algunas veces es indispensable ir a una campaña electoral unido con los “social-reaccionarios” radicales.

Pero, desde luego, es más interesante analizar no tanto estos paralelismos norteamericano-rusos (hemos tenido que recurrir a ellos para responder a nuestros contradictores) como los rasgos fundamentales del movimiento obrero anglo-norteamericano. Estos rasgos son: ningún planteamiento de tareas democráticas más o menos importantes, de carácter nacional, ante el proletariado; completa subordinación del proletariado a la política burguesa; aislamiento sectario de los grupitos y puñados de socialistas con relación al proletariado; ningún éxito de los socialistas entre las masas obreras en las elecciones, etc. Quien olvida estas circunstancias fundamentales y se pone a sacar conclusiones generales de los “paralelismos norteamericano-rusos” muestra extrema ligereza.

Si, en semejantes circunstancias, Engels hace tanto hincapié en las organizaciones económicas de los obreros es porque se trata de los regímenes democráticos mejor consolidados, que plantean al proletariado tareas de carácter puramente socialista.

Si Engels hace hincapié en la importancia de un partido obrero independiente, aunque tenga un mal programa, es porque se trata de países que aún no habían visto ni sombra de independencia política de los obreros y donde éstos marchaban y siguen marchando las más de las veces en política detrás de la burguesía.

Tratar de extender las conclusiones sacadas de semejantes razonamientos a países o situaciones históricas en que el proletariado ha creado ya su propio partido independiente antes que la burguesía liberal y en que el proletariado no tiene ni sombra de tradiciones de entregar sus votos a los politicastros burgueses, tratar de extender estas conclusiones a países o situaciones históricas en que a la orden del día no estén planteadas las tareas socialistas inmediatas, sino las democráticas burguesas, es mofarse del método histórico de Marx.

Nuestra idea quedará más clara aún para el lector si comparamos cómo enjuicia Engels los movimientos anglo-norteamericano y alemán.

La correspondencia publicada contiene muchísimos comentarios de éstos, y son también muy interesantes. La idea central que los preside a todos es distinta por completo: prevenir contra el “ala derecha” del partido obrero, hacer una guerra implacable (a veces, como para Marx en los años 1877-1879, una guerra furiosa) al oportunismo en las filas de la socialdemocracia.

Respaldaremos primero el aserto en algunos pasajes de las cartas y nos detendremos luego a evaluar este fenómeno.

Ante todo, hay que señalar con este motivo cómo enjuiciaba Marx a Höchberg y Cía. Franz Mehring trata de atenuar en su artículo Der Sorgesche Briefwechsel las invectivas de Marx, lo mismo que las posteriores de Engels, a los oportunistas y, a mi parecer, se sobrepasa un tanto. En particular, con respecto a Höchberg y Cia., Mehring abunda en la opinión de que Marx se equivocaba al enjuiciar a Lassalle y a los lassalleanos[11]. Pero lo que nos interesa por ahora, repetimos, no es la apreciación desde el punto de vista histórico de si eran justas o exageradas las invectivas de Marx contra determinados socialistas, sino la opinión que, conforme a las principios, tenia Marx de ciertas corrientes del socialismo en general.

Al lamentarse de los compromisos de los socialdemócratas alemanes con los lassalleanos y con Dühring (carta del 19 de octubre de 1877), Marx condena también el compromiso “con toda una pandilla de estudiantes imberbes y doctores archisabidillos” (“doctor” en Alemania es un título científico que corresponde en Rusia al de “candidato a doctor” o al de “licenciado de la Universidad con matrícula de honor”), “que se había propuesto dar al socialismo una orientación ‘idealista más elevada’, es decir, sustituir su base materialista (que exige un estudio objetivo para operar con ella) por una mitología nueva con sus diosas y todo: justicia, libertad, igualdad y fraternidad. Uno de los representantes de esta orientación era el editor de la revista Zukunft[12], doctor Höchberg, quien ‘se pagó’ el ingreso en el partido, admito que ‘con las mejores intenciones’, pero ya me río de toda clase de ‘intenciones’. Rara vez salió a la ‘luz del día algo más lamentable y con mayor ‘pretensión modesta’ que el programa de su Zukunft” (carta número 70)[13].

En otra carta, escrita casi dos años más tarde (el 19 de septiembre de 1879), Marx desmiente el infundio de que él y Engels fueran los inspiradores de J. Most y cuenta a  Sorge con lujo de pormenores cuál es su actitud frente a los oportunistas del Partido Socialdemócrata Alemán. La revista Zukunft estaba dirigida por Höchberg, Schramm y Eduard Bernstein. Marx y Engels se negaron a colaborar en publicación semejante, y cuando se trató de fundar un nuevo órgano de prensa del partido con la participación y ayuda pecuniaria de Höchberg, Marx y Engels exigieron previamente, para controlar a todo aquel “batiburrillo de doctores, estudiantes y socialistas de cátedra”, que se aceptara a Hirsch para director responsable designado por ellos; luego, en una carta circular, se dirigieron directamente a Bebel, Liebknecht y otros dirigentes del Partido Socialdemócrata, advirtiéndoles que si la orientación de Höchberg, Schramm y Bernstein no cambiaba, lucharían abiertamente contra “semejante vilipendio (Verluderung, vocablo más fuerte aún en alemán) de la teoría y del partido”.

Aquél fue el período del Partido Socialdemócrata Alemán que Mehring, en su Historia, tildó de Un año de confusión (Eín Jahr der Verwirrung). Después de la “Ley de excepción”, el partido no encontró en seguida el camino acertado, cayendo primero en el anarquismo de Most y en el oportunismo de Höchberg y Cía. “Estas gentes –escribía  Marx refiriéndose a este último-, que son unos ceros a la izquierda desde el  punto de vista teórico y unos inútiles en el sentido práctico, tratan de hacer más moderado el socialismo (del que sólo tienen un concepto elaborado conforme a la receta universitaria) y, sobre todo, el Partido socialdemócrata, e ilustrar a los obreros o, como dicen ellos, inculcarles ‘rudimentos de instrucción’, sin poseer ellos mismos más que conocimientos a medias y confusos; además se proponen, ante todo, agrandar la importancia del partido a ojos de la pequeña burguesía. Pero no son ni más ni menos que unos deplorables charlatanes contrarrevolucionarios”[14].

La “furiosa” invectiva de Marx dio lugar a que los oportunistas se replegasen y... cohibieran. En la carta del 19 de noviembre de 1879 Marx comunica que Höchberg fue retirado del Consejo de redacción y que todos los líderes influyentes del partido, como Bebel, Liebknecht, Bracke y otros se retractaron de las ideas que aquél defendía“[15]. El Sozialdemokrat[16], órgano del Partido Socialdemócrata, apareció bajo la dirección de Vollmar, quien pertenecía a la sazón al ala revolucionaria del partido. Un año más tarde (el 5 de noviembre de 1880), Marx cuenta que él y Engels combatieron sin cesar la “miserable” orientación del Sozialdemokrat, teniendo que luchar a menudo con dureza (“wobei’s oft scharf hergeht). Liebknecht visitó a Marx en 1880 y le prometió “una mejoría” en todos los sentidos[17].

La paz fue restablecida, y la contienda no se exteriorizó. Höchberg se apartó, y Bernstein se hizo socialdemócrata revolucionario... al menos hasta el fallecimiento de Engels en 1895.

El 20 de junio de 1882 Engels contó a Sorge esta lucha ya como un episodio del pasado. “En general, las cosas en Alemania marchan perfectamente. Es cierto que los señores literatos del partido intentaron provocar en él un viraje reaccionario, pero fracasaron estrepitosamente. Los vejámenes a que los obreros socialdemócratas se ven sometidos en todas partes los han hecho más revolucionarios aún de lo que eran hace tres años. ...Estos señores (los literatos del partido) querían a toda costa, al precio de la sumisión, la mansedumbre y el servilismo, obtener con súplicas la abolición de la ley contra los socialistas, que de modo tan poco ceremonioso les había privado de las gratificaciones literarias. Con la abolición de esta ley se hará patente, sin duda, la escisión, y los señores Viereck y Höchberg, etc., formando un ala derecha, se separarán de nosotros; con ellos se podrá entablar de vez en cuando negociaciones, hasta que, al fin, acaben por fracasar. Expresamos esta opinión nuestra nada más promulgarse la ley contra los socialistas, cuando Höchberg y Schramm publicaron en el Anuario una critica infame en sumo grado de las actividades del partido y exigieron de éste una conducta más decorosa, más correcta y elegante”[18] (“jebildetes” en lugar de gebildetes, escribe Engels, aludiendo a la pronunciación berlinesa de los literatos alemanes).

La profecía de la bernsteiniada[19], hecha en 1882, se confirmó con exactitud en 1898 y en los años siguientes.

Y desde entonces, sobre todo después de la muerte de Marx, Engels no se cansa —puede afirmarse sin temor a exagerar— de “enderezar” lo que los oportunistas alemanes tuercen.

Fines de 1884. Son condenados “los prejuicios pequeñoburgueses” de los diputados socialdemócratas alemanes al Reichstag, que votan las subvenciones a las compañías navieras (Dampfersubvention; véase la Historia de Mehring). Engels participa a Sorge que se ve obligado a mantener sobre esto una gran correspondencia (carta del 31 de diciembre de 1884)[20].

Año 1885. Enjuiciando toda la historia de la Dampfersubvention, Engels escribe (3 de junio) que “las cosas han llegado casi a la escisión”. El “filisteísmo” de los diputados socialdemócratas es “colosal”. “Una minoría parlamentaria socialista de orientación pequeñoburguesa es inevitable en un país como Alemania”, dice Engels[21].

Año 1887. Engels contesta a Sorge, quien le había escrito que el partido se cubría de vergüenza al elegir diputados a gente de la calaña de Viereck (socialdemócrata del corte de Höchberg). ¡Qué se le va a hacer! –dice Engels justificándose—, el partido obrero no tiene de dónde sacar buenos diputados al Reichstag. “Los señores del ala derecha saben que se les tolera sólo a causa de la ley contra los socialistas y que, el primer día que el partido respire con mayor libertad, serán expulsados del mismo.”  Además, será mejor, en general, “que el partido esté por encima de sus héroes parlamentarios, y no al revés” (3 de marzo de 1887). Liebknecht –se queja Engels- es un conciliador y trata siempre de encubrir con frases las divergencias.

Pero cuando las cosas lleguen a la escisión, en el momento decisivo, estará con nosotros[22].

Año 1889. Se celebran dos congresos socialdemócratas internacionales en París[23]. Los oportunistas (con los posibilistas franceses[24] a la cabeza) se separan de los socialdemócratas revolucionarios. Engels (que ha cumplido ya 68 años) se lanza al combate como un joven. Dedica una serie de cartas (desde el 12 de enero hasta el 20 de julio de 1889) a la lucha contra estos oportunistas. Arremete no sólo contra ellos, sino también contra los alemanes, contra Liebknecht, Bebel y otros, por conciliadores.

Engels escribe el 12 de enero de 1889 que los posibilistas se han vendido al Gobierno. Acusa a los miembros de la Federación Socialdemócrata inglesa (FSD) de estar conchabados con los posibilistas[25]. “El correteo y la inmensa correspondencia en torno a este maldito congreso no me dejan tiempo para otra cosa” (11 de mayo de 1889). Los posibilistas se mueven, y los nuestros están dormidos, dice irritado Engels. Ahora incluso Auer y Schippel reclaman que vayamos al congreso de los posibilistas. Esto ha abierto “al fin” los ojos a Liebknecht. Engels escribe con Bernstein folletos (firmados por Bernstein; Engels los llama “nuestros folletos”) contra los oportunistas[26].

“A excepción de la FSD, los posibilistas no tienen a su lado en toda Europa ninguna organización socialista (8 de junio de 1889); por tanto, no les queda más remedio que retomar a las tradeuniones no socialistas” (¡para que se enteren nuestros admiradores de un amplio partido obrero, de un congreso obrero, etc.!). “De América vendrá un solo delegado de los Caballeros del Trabajo”. El adversario es el mismo que durante la lucha con los bakuninistas, “con la única diferencia de que la bandera de los anarquistas ha sido sustituida con la de los posibilistas; venden igualmente sus principios a la burguesía a cambio de unas concesiones al por menor y, sobre todo, a cambio de enchufes, para sus líderes (concejalías, empleos en las Bolsas de Trabajo, etc.).” Brousse (jefe de los posibilistas) e Hyndman (líder de la FSD, que se ha aliado a los posibilistas) atacan al “marxismo autoritario” y pretenden constituir “el núcleo de una nueva Internacional”.

“¡No puedes imaginarte lo ingenuos que son los alemanes! Me ha costado esfuerzos colosales explicarle incluso al propio Bebel de qué va en realidad” (8 de junio de l889)[27]. Y cuando ambos congresos se han celebrado, cuando los socialdemócratas revolucionarios sobrepasan en número a los posibilistas (agrupados con los tradeunionistas, con la FSD, con parte de los austríacos, etc.), Engels no cabe en si de contento (17 dejulio de l889)[28]. Le alegra que las propuestas y planes conciliadores de Liebknecht y otros hayan fracasado (20 de julio de 1889). “Nuestra sentimental cofradía conciliadora se tiene bien empleada una burda patada en salva sea la parte por toda la efusión de su amistad.” “A ver si así se curan por algún tiempo.”[29]





[1] Sovreménnaya Zhizn (Vida Contemporánea): revista menchevique; se editó en Moscú de abril de 1906 a marzo de 1901.- 246.
[2] Otklikí (Ecos): recopilaciones mencheviques publicadas en Petersburgo en 1906 y 1907. Aparecieron tres recopilaciones, la primera con el título Otklikí y las otras dos con el de Izdátelstvo Otklikí (Editorial Ecos).- 246.

* Véase Cartas de C. Marx al doctor Kugelmann. Traducción al ruso redactada por N. Lenin. Prefacio de N. Lenin. San Petersburgo, 1907. (Véase O.C., t. 14, págs. 398-407. Ed.)

[3] La Federación Socialdemócrata de  Inglaterra se fundó en 1834. Junta a los reformistas y anarquistas formaba parte de la Federación Socialdemócrata un grupo de socialdemócratas revolucionarios partidarios del marxismo, que constituían el ala izquierda del movimiento socialista de Inglaterra. F. Engels criticó duramente a la Federación Socialdemócrata por su dogmatismo y sectarismo, por apartarse del movimiento obrero de masas de Inglaterra y desestimar sus peculiaridades. En 1907, la Federación Socialdemócrata empezó a llamarse Partido Socialdemócrata que, en 1911, formó, con los elementos de izquierda del Partido Obrero Independiente, el Partido Socialista Británico; en 1920 la mayoría de los militantes de este partido fundó el Partido Comunista de Gran Bretaña.- 247.
[4] Lenin cita una carta de F. Engels a F. A. Sorge, del 29 de noviembre de 1886 (véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 36, pág. 4-88).- 247.
[5] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 36, pág. 504.- 247.
[6] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 36, pág. 498.- 248.
[7] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 35, pág. 163.-248.
[8] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 36, pág. 490.- 248.
[9]  Caballeros del Trabajo (Knights of Labor): Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, organización de los obreros norteamericanos fundada en 1869 en Filadelfia. Hasta 1881 fue una organización secreta que agrupaba a los gremios y uniones mixtas de obreros cualificados y peones, sin distinción de  nacionalidad. En 1874 se permitió el ingreso a los no obreros con la condición de que su número no superara la cuarta parte de los afiliados. La Orden consideraba su objetivo principal ilustrar a los obreros y defender sus intereses mediante la solidaridad obrera. La dirigencia de la Orden prescribía a los miembros de la organización la renuncia a la lucha política, era adversaria de la creación de un partido obrero, se oponía a la lucha económica cotidiana con los patronos, se pronunciaba por la colaboración de los obreros con ellos y por la solución de todas las contradicciones mediante el arbitraje y el acuerdo pacífico. En 1886 los dirigentes de la Orden se opusieron a la huelga nacional de los obreros por el establecimiento de la jornada de ocho horas y contribuyeron a frustrarla prohibiendo a los miembros de la organización participar en ella. Pese a la prohibición de sus dirigentes, los miembros de filas de la organización tomaron parte en la huelga. Las contradicciones entre la masa fundamental de los afiliados y los dirigentes oportunistas se agudizaron; a partir de 1886 la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo empezó a perder su influencia en las masas y a fines de la década del 90 se disgregó.- 248 .
[10] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 36, pág. 489.-248.
[11] Lassalleanos: partidarios y secuaces del socialista pequeñoburgués alemán F. Lassalle, miembros de la Asociación General de Obreros Alemanes, fundada en 1863. Su primer presidente fue Lassalle, que expuso el programa y los fundamentos de la táctica de la Asociación. La Asociación General de Obreros Alemanes adoptó por programa político la lucha en pro del sufragio universal; y por programa  económico, la creación de asociaciones obreras de producción subsidiadas por el Estado. En su labor  práctica, Lassalle, sus partidarios y sucesores apoyaban la política de nación dominante de Bismarck. C. Marx y F. Engels criticaron reiteradas veces y con dureza la teoría, la táctica y los principios de  organización del lassalleanismo como corriente oportunista en el movimiento obrero alemán.- 250.
[12] Die Zukunft (El Futuro): revista de tendencia socialreformista que editaba un grupo de miembros del Partido Socialdemócrata Alemán; se publicó desde octubre de 1877 hasta noviembre de 1878 en Berlín.- 250.
[13] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 34, págs. 234-235.- 251.
[14] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 34-. pág. 326.- 252.
[15] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 34, págs. 334-335.-252.
[16] Der Sozialdemokrat (El Socialdemócrata): periódico, Órgano Central del Partido Socialdemócrata Alemán durante cl periodo de vigencia de la ley de excepción contra los socialistas. Se publicó en Zurich, del 28 de septiembre de 1879 al 22 de septiembre de 1888, y en Londres, del l de octubre de 1388 al 27 de septiembre de I890. En I879 y 1880 lo dirigió G. Vollmar, y a partir de enero de I881, E. Bernstein, que en aquellos años se hallaba bajo una gran influencia de F. Engels. La dirección ideológica de Engels aseguró la orientación marxista de El Socialdemócrata. Al ser abolida la ley de excepción contra los socialistas (1890) dejé de editarse El Socialdemócrata, y el periódico Vorwärts (Adelante) pasó a ser de nuevo Órgano Central del Partido.- 252. .
[17] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 34, pág. 377.- 252.
[18] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 35, pág. 276. Jahrbuch für Sozíalwissenschaft und Sozialpolítík (Anuario de Ciencia Social y Política Social): revista de tendencia socialreformista que se publicó en Zurich de 1879 a 1881. Aparecieron tres números. El artículo en cuestión Rückblicke auf die sozialistische Bewegung in Deutschland. Kritische Aphorismen (Mirada retrospectiva al movimiento socialista en Alemania. Aforismos críticos) se publicó en el primer número del Anuario bajo tres  asteriscos.- 253.
[19] Bernsteiniada, bernsteinianismo: corriente oportunista hostil al marxismo en la socialdemocracia alemana e internacional; surgió a fines del siglo XIX en Alemania y debe su nombre a Eduard Bernstein. De 1895 a 1398, Bernstein publicó en la revista Die Neue Zeit (Tiempo Nuevo), órgano teórico del Partido Socialdemócrata Alemán, una serie de artículos con el titulo general de Problemas del socialismo donde, al socaire de la “libertad de crítica”, intentó revisar los fundamentos filosóficos, económicos y políticos del marxismo revolucionario y sustituirlos por las teorías burguesas de la conciliación de las contradicciones de clase y de la colaboración entre las clases. Las ideas de Bernstein encontraron apoyo en el ala derecha de la socialdemocracia alemana y en los elementos oportunistas de otros partidos de la II Internacional.- 253.
[20] Se trata de las discrepancias surgidas en el grupo socialdemócrata del Reichstag alemán en torno al subsidio a las compañías navieras (Dampfersubvention). A fines de 1884, el canciller de Alemania, Bismarck, en interés de la política colonial anexionista alemana, solicitó del Reichstag que aprobase los subsidios a las compañías para organizar travesías regulares al Asia Oriental, Australia y África. El ala izquierda del grupo socialdemócrata rechazó la concesión de dichos subsidios, en tanto que el ala derecha, que constituía la mayoría del grupo, aún antes de los debates oficiales en el Reichstag, se pronunció por la concesión de los subsidios. Al discutirse en el Reichstag el problema en marzo de 1885, el ala derecha del grupo socialdemócrata votó por la apertura de las líneas de navegación del Asia Oriental y Australia; condicionó su conformidad con el proyecto de Bismarck a la aceptación de varias demandas, en particular que los nuevos barcos se construyeran en los astilleros alemanes. Sólo cuando el Reichstag rechazó esta demanda todo el grupo votó contra el proyecto del Gobierno.- 253.
[21] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 36, pág. 271.- 258.
[22] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 36, pág. 526.- 254
[23] Los dos congresos socialdemócratas internacionales de París son el I Congreso de la II Internacional y el congreso convocado simultáneamente también en la misma ciudad por los posibilistas franceses y la Federación Socialdemócrata de Inglaterra. El Congreso Obrero Socialista Internacional, celebrado en París del 14 al 20 de julio de 1889, primer congreso, fundacional, de la II Internacional, fue convocado por iniciativa de los socialistas franceses con el concurso de las organizaciones socialistas de otros varios países. Los elementos oportunistas, representados por los posibilistas franceses y la Federación Socialdemócrata de Inglaterra, intentaron tomar en sus manos la preparación del Congreso y su  celebración, y ponerse a la cabeza del movimiento obrero internacional. F. Engels se opuso  enérgicamente a estos intentos y tomé la más activa participación en los preparativos del Congreso. Engels denunció las maquinaciones de los oportunistas, criticando duramente los errores conciliadores de los líderes de la socialdemocracia alemana respecto a los posibilistas; también criticó los errores tácticos de los socialistas franceses. E1 principal punto debatido en el Congreso fue el de la legislación laboral internacional. En la resolución aprobada al respecto se indicaba que los obreros deben librar una lucha no s6lo económica, sino también política, se reconocía la necesidad de crear partidos socialistas del proletariado y de conjugar la labor de los partidos con la de los sindicatos. El Congreso aprobó una resolución acerca de la jornada laboral de ocho horas y de la celebración anual del Primero de Mayo, jornada de solidaridad proletaria internacionalista. El Congreso no aprobé una decisión formal de fundar la II internacional, pero en la práctica la creó.- 254.
[24] Posibilistas (P. Brousse, B. Malon y otros): corriente reformista pequeñoburguesa en el movimiento socialista francés que apartaba al proletariado de los métodos revolucionarios de lucha. En 1882, después de la escisión del Partido Obrero de Francia en el Congreso de Saint-Etienne, los posibilistas formaron el Partido Obrero Social-Revolucionario; negaban el programa revolucionario y la táctica revolucionaria del proletariado, velaban los objetivos socialistas del movimiento obrero y proponían limitar la lucha de los obreros al marco de lo “posible”, de ahí el nombre del parlido.- 254.
[25] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 37, pág. 112.- 254.
[26] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 37, pág. 166.- 254.
[27] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 37, pág. I91.- 255.
[28] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 37, pág. 209.- 255.
[29] Véase C. Marx y F. Engels. Obras, t. 37, pág. 211.- 255.

viernes, 24 de mayo de 2013

JOSÉ DÍAZ: "LA GUERRA NACIONAL REVOLUCIONARIA"


JOSÉ DÍAZ: “Las enseñanzas de Stalin guía luminosa de los comunistas españoles



“Un verdadero revolucionario no es el que demuestra valor en el periodo de alzamiento victorioso, sino el que sabe cómo luchar no sólo en el momento del avance victorioso, sino también en el periodo de retroceso de la revolución; el que demuestra valor en el periodo de la derrota del proletariado, el que no pierde la cabeza, el que no abandona el camino cuando la revolución sufre una derrota y el enemigo registra éxitos; el que no es dominado por el pánico, ni cae en la desesperación en el periodo de retroceso de la revolución”
(J. Stalin: “En la oposición”)



En 1940, el camarada José Díaz, secretario general del Partido Comunista de España (PCE) durante la guerra nacional revolucionaria de España (1936-1939), presenta un documento sobre la guerra titulado “Las enseñanzas de Stalin guía luminosa de los comunistas españoles”. Documento que continúa siendo un arma de combate contra el viejo y el nuevo revisionismo. Es un documento imprescindible para hacer un balance de la historia del PCE hasta la usurpación de su dirección y de las siglas del Partido del proletariado por el revisionismo, es decir por la burguesía. Lo reproducimos manteniendo el formato de la edición del PCE (m-l) como cuaderno para el Congreso (1966), como parte de la historia de la reconstitución del PCE, y hoy lo ponemos a disposición de toda una nueva generación de jóvenes que hacen suya la lucha por el comunismo y que inevitablemente tienen que asumir la lucha por la reconstitución del Partido Comunista: hoy Partido marxista-leninista-maoísta, principalmente maoísta militarizado para iniciar guerra popular y con guerra popular hasta el comunismo.

En el documento del camarada José Díaz aparece la posición del PCE sobre los tres instrumentos de la revolución: Partido, Ejército y Frente.


PARTIDO:


Es totalmente correcta la posición del PCE sobre la defensa de la pureza ideológica y de los principios: “El camarada Stalin nos enseña a vigilar sobre la unidad y la pureza ideológica del Partido. Nosotros sostuvimos una lucha sin cuartel contra las desviaciones en nuestras filas; nosotros fortalecimos la disciplina del partido y fuimos capaces de establecer una unidad de hierro en nuestras filas hasta tal punto que fuimos capaces de enfrentarnos con todas las pruebas que sometía la guerra”. Hoy, cuando el nuevo revisionismo levanta la bandera de la conciliación frente a la lucha de dos líneas, nosotros nos reafirmamos en el combate implacable contra el nuevo revisionismo y sus convergencias. La línea lo decide todo: “Nuestro partido, educado en el espíritu de Lenin y Stalin ha preservado su unidad política, su lealtad a los principios del marxismo-leninismo, su firme determinación de vencer este transitorio y difícil periodo. Ha preservado su inquebrantable fe en la victoria inevitable de la clase obrera. Todo esto templa a los comunistas y los hace firmes, inquebrantables campeones de la clase obrera”.

El Partido Comunista no se limitó a mantener la pureza ideológica y la unidad en torno a los principios, si no que lo ideológico estaba en función de la transformación de la realidad, la destrucción del viejo Estado: “El Partido Comunista hizo todo lo que estaba en su poder para destruir el viejo aparato del Estado y establecer uno nuevo al servicio del pueblo.”

En la actual crisis total y última del imperialismo nos reafirmamos en la necesidad de un Partido de nuevo tipo: marxista-leninista-maoísta, principalmente maoísta, militarizado para iniciar la guerra popular. Partido, que mediante la lucha de dos líneas, aplaste a las posiciones burguesas que se dan dentro del Partido como reflejo de la lucha de clases en la sociedad y que no concilie con el revisionismo y el oportunismo, ni dentro ni fuera de sus filas.


FRENTE:


El análisis de las clases y de las alianzas es correcto: “El más importante aliado que el Partido comunista debía atraer junto al proletariado eran las grandes masas campesinas”. Además añade: “Nuestro Partido fue el único Partido político que en España comprendió la necesidad vital de esta alianza. Fue el único Partido que levantó la consigna de la confiscación de las grandes propiedades de la Iglesia y el Estado, sin indemnización, así como la consigna de la libre distribución de esta tierra entre los campesinos y los agricultores pobres.”

“También era necesario atraer a partes de la pequeña clase media de las ciudades y a los grupos de la burguesía que, por una razón u otra razón, estaban interesados en la lucha por la independencia nacional de España”

La construcción del Frente y del Nuevo Poder fueron grandes problemas del Partido. El PCE estuvo a la cola de la pequeña y mediana burguesía durante toda la guerra. Para no romper el Frente Popular se limitó a tratar de ejercer su influencia en los Partidos y organizaciones burguesas del Frente Popular. Como ejemplo, estas palabras: “Como nuestro Partido fue directamente a las masas del pueblo y de los soldados y les explicó su posición, que difería de la de los otros partidos y organizaciones del Frente Popular… Consiguió tener influencia en los otros Partidos y organizaciones e inducir a sus dirigentes para que tomaran el camino señalado por los comunistas y deseado por las masas.”

El documento afirma que el Partido hizo todo lo posible y “luchó por un gobierno en el cual el papel dirigente estuviera reservado a la clase obrera. El Partido Comunista hizo todo lo que estaba en su poder para destruir el viejo aparato del Estado y establecer uno nuevo al servicio del pueblo. Un tal gobierno del pueblo, fuerte, y tal aparato del Estado, indispensables instrumentos para la política destinada a garantizar la victoria, no pudo conseguirse sin embargo por la falta de unidad revolucionaria de la clase obrera, por las intrigas y el sabotaje de los dirigentes socialdemócratas, anarquistas y republicanos”. Que el Partido Comunista no fuera capaz de destruir el viejo aparato del Estado no fue culpa de la burguesía (pequeña y mediana) y de sus partidos y organizaciones. La burguesía fue fiel a sus intereses y utilizó el poder burocrático y militar que tenía dentro de la República para usarlos contra la clase obrera y el pueblo. A pesar de sus intenciones, en la práctica fue el Partido Comunista el que no cumplió con su papel de vanguardia del proletariado, pues para no romper el Frente Popular, por oportunismo, se puso a la cola de la pequeña y mediana burguesía.

Además, y lo más grave, es que el PCE no sólo conocía el carácter vacilante de la pequeña y mediana burguesía sino que tenía experiencia concreta sobre el papel de los partidos republicanos que formaban el Frente Popular: “La clase obrera y las masas campesinas reaccionaron ante el sabotaje de los capitalistas y terratenientes con huelgas combativas y otros métodos de lucha, sin recibir, sin embargo, el apoyo necesario del gobierno, integrado por representantes de los partidos republicanos, para liquidar las maquinaciones contrarrevolucionarias de la burguesía, de los terratenientes y de los militares que preparaban secretamente el levantamiento”.

Nuevamente la experiencia nos muestra la necesidad de la construcción concéntrica de los tres instrumentos de la revolución, donde el partido lo dirige todo: Ejército y Frente. Y la exigencia de la construcción del Nuevo Poder.


EJERCITO:


“Era necesario tener una fuerza bien armada, un ejército poderoso para la lucha contra un enemigo tan poderoso”. “La creación de una fuerte organización militar era indispensable, pues sin ella la posibilidad de la lucha victoriosa contra la reacción interna y extranjera era completamente inconcebible.” No hay nada que objetar a estas dos afirmaciones, el proletariado necesita de su propio ejército para destruir el viejo Estado y necesita levantar organizaciones superiores a las de la burguesía. Respecto a su plasmación práctica el sistema de comisarios nunca aseguró la dirección del Partido sobre el Ejército como lo demuestran las negociaciones del coronel republicano Casado con Franco y el golpe de Estado anticomunista que protagonizó. Por tanto, y teniendo en cuenta la experiencia del Movimiento Comunista Internacional, tomamos posición por la militarización de los Partidos Comunistas y la construcción concéntrica de los tres instrumentos de la revolución; de tal manera que el fusil nunca mande sobre el Partido: “Nuestro principio es: el partido manda el fusil, y jamás permitiremos que el fusil mande al Partido” (Presidente Mao Tse-Tung. Problemas de la guerra y la Estrategia, 1938.).

CONCLUSIONES:

El documento recoge una autocrítica que es insuficiente:  “El error principal de nuestro Partido fue que frente a la amenaza de rebelión contrarrevolucionaria en Madrid (5-6 de marzo de 1939) no la dio a conocer a las masas y que no actuó tan enérgicamente y resueltamente cuando la rebelión ya estaba en marcha, tal como la situación difícil lo requería”. El error fundamental en la construcción del Frente estuvo en que el Frente Popular fue un frente pluripartidista dirigido por la burguesía republicana, no un Frente de clases dirigido por el PCE, y donde el Partido siempre estuvo a la cola de la pequeña y mediana burguesía por oportunismo. Además no se creó Nuevo Poder. Para terminar, la burguesía que participaba del Poder del viejo Estado lo usó en su propio beneficio y en contra del proletariado.

Una vez acabada la guerra, y a pesar de la derrota, el Partido Comunista y las masas populares no eran las de 1936. El Partido Comunista era un Partido con experiencia militar, con miles de militantes y cuadros forjados en la guerra. Era reconocido como su Partido por el proletariado y las masas campesinas.

Tampoco las masas populares eran las mismas. Los obreros y campesinos habían sido dueños de su destino. “Nuestro pueblo ha vivido sin terratenientes, sin grandes capitalistas, y sabe lo que esto vale”. “Las masas tienen las ricas experiencias de una guerra y de una revolución que constituyen un arsenal inestimable para las batallas venideras.” Sobre el carácter de la democracia burguesa durante la lucha se “convencieron de que estas democracias no son sino un medio para engañar a las masas, una cortina de humo detrás de la cual se esconden los grupos dominantes de la reacción capitalista”. Por tanto la lucha continuaba de forma nueva en la nueva situación, lucha por acabar con la dictadura de la burguesía y el viejo aparato estatal y construir uno nuevo, con toda la rica experiencia de la guerra.

El ejemplo de España (1936-39) es una muestra de la necesidad de Partidos Comunistas marxistas-leninistas-maoístas, principalmente maoístas, militarizados para iniciar guerra popular hasta el comunismo y el combate al viejo revisionismo, al nuevo revisionismo y a todo oportunismo, “acuerdo de paz” o cualquier forma de “cretinismo parlamentario” y pluripartidismo.

Con la muerte del camarada José Díaz y el camarada J. Stalin, el revisionismo se desbocó dentro del Partido usurpando la dirección de éste la burguesía. Todo lo ganado durante la guerra nacional revolucionaria es tratado de aniquilar por la camarilla revisionista levantando las negras banderas de la “reconciliación nacional” y “cancelación de las responsabilidades derivadas de la guerra civil”.

¡VIVA EL MAOÍSMO! ¡ABAJO EL REVISIONISMO!
¡POR LA RECONSTITUCIÓN O CONSTITUCIÓN DE PAARTIDOS COMUNISTAS EN EL MUNDO!
¡GUERRA POPULAR HASTA EL COMUNISMO!
¡APOYAR A LAS GUERRAS POPULARES Y GUERRAS REVOLUCIONARIAS DEL MUNDO, APLASTANDO EL REVISIONISMO Y EL OPORTUNISMO!